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Pannella Marco - 30 giugno 1982
UN REGIMEN DE CAOS Y DE VIOLENCIA
Marco Pannella

SUMARIO: El General Dalla Chiesa, al igual que Aldo Moro, víctima programada por el régimen, asesinato por ese "pleno del Estado" que ha sepultado el caso de Giorgiana Masi, el siniestro de Peteano y las demás. El poder movilizado para garantizar vía libre a la multinacional del crimen. Mafia, P2, multinacionales financieras, estados mayores de corrientes políticas y el régimen de los partidos al completo están atravesados por una única "asociación para delinquir". Pannella explica el motivo por el que no ha asistido al entierro de Dalla Chiesa. Estado y partidocracia son la misma cosa, ante las vidas troncadas de Dalla Chiesa, Moro, ante la deliberada política de exterminio causado por el hambre y de vejación de la vida y de la calidad de vida.

(NOTICIAS RADICALES, n. 9, 30 de junio de 1982)

(La República se desmorona; degradación partidocrática, escándalos, mafia; se rechaza la política de la vida y salen afectados los jubilados, los desempleados, los marginados).

En Palermo, el general Dalla Chiesa (1) no estaba menos inerme que Aldo Moro (2) en la celda de su agonía. El uno y el otro, ante la muerte, han querido arriesgar la vida, la salvación, la capacidad de lograrlo; no han desarmado, por esperanza y deber de que se les rindiese honor.

No logro imaginar a Dalla Chiesa irresponsable, dejado, jugador de azar con su vida y con la de los demás. Lo que tenía que contar, declarar sobre la calle Fracchia, en Génova, precisamente en aquellos días, para explicar y justificar la muerte hora ya lejana de los miembros de las brigadas sorprendidos, me lo confirma. Dalla Chiesa ha buscado esperanza, ayuda y fuerza por doquier. Ha apostado por el ataque, la gente, el conocimiento, la información, el diálogo. Ha intentado concebir y crear lo posible, que el régimen había consumido hasta las últimas consecuencias. No lo ha logrado. Pero - al igual que Moro - no sólo debido a la barbarie de sus más inmediatos y circunstantes enemigos. Por ello, su muerte tiene la gravedad y la dignidad de una tragedia, no sólo política, no sólo italiana, sino plenamente civil y humana.

El general Dalla Chiesa murió asesinado por ese "pleno de Estado" del que lógicamente Leonardo Sciascia (3) es el acusador, contra la más fácil y vacua evocación del "vacio de poder" al que estamos acostumbrados desde hace décadas. Ha muerto asesinado por ese mismo "pleno de Estado" que sepultó a Giorgiana Masi (4), a los carabineros de Peteano (5), a las víctimas del Banco de la Agricultura de Milán (6), de la Piazza della Loggia en Brescia, del Italicus, de la Estación de Bolonia (7).

De hecho, hace falta toda la potencia - y la impotencia - del poder, de un "Estado", para garantizar ese "vacío" que efectivamente existe en la lucha contra la mafia. Hace falta voluntad, trabajo diario, deliberación, experiencia para lograr mantener lejanos medios y hombres necesarios, exigidos por la razonabilidad, por el sentido común, por la conciencia de la gente, cultura, instintos convergentes para lograr durante treinta años, desde Portella della Ginestra (8) hasta el día de hoy, para impedir la movilización de los servicios de seguridad, italianos y aliados, contra este multinacional del crimen, más fuerte como es sabido que por lo menos cien de los Estados representados en la ONU, férrea en su lógica salvaje de las búsqueda de máximos beneficios, con balances de vértigo, de dinero y de muerte.

Es necesario perseguirse locamente y contradecirse de miedos e instintos de conservación para encontrarse con que ni se puede ni se quiere, durante lustros enteros, dar curso a las propuestas por inadecuadas que sean, controladas por la Comisión parlamentaria contra la mafia por una parte; y, por otra, tener al final que intentar defenderse y hacerlo con nada más que un "aviso" mafioso: la invitación de Dalla Chiesa, todavía desarmado, casi como una señal a buen entendedor, como un aviso a no exceder más. Es necesario volverse dependientes del crimen para no movilizar las energías de policía, para no crearlas; para no destinar si es necesario miles de miles de millones (los que se destinan a la compra de aviones o de barcos) a eliminar causas, a armar la búsqueda a emprender la batalla hasta el último respiro contra el inmenso e inmundo tráfico de la droga, de las armas, de la violencia. Pero para ser más concretos, es necesario volverse dependientes del crimen del vecino, del amigo, del compañero, del socio

, del subalterno, del guardaespaldas político del propio poder, para no poder actuar.

Es necesario constatar que la mafia, la P2 (9), las multinacionales financieras, los estados mayores de corrientes políticas, militares, terroristas, subversivas italianas y occidentales, orientales, medio-orientales, están cada vez más entremezcladas en su labor día a día, que el régimen, los partidos de régimen, empezando por la DC (10), están atravesados y estrechamente unidos por una única, verdadera asociación para delinquir, para poder intentar luego entender lo que hay que hacer a diario, para llevar a cabo una política que tenga en sí la fuerza de acabar con "la mafia".

No he ido al entierro del general Dalla Chiesa, precisamente por estas constataciones, las mismas por las que no fui al de Aldo Moro. La política que estamos combatiendo, y que nos combate, antes que las bellaquerías y corrupciones individuales, es responsable de este masacre de vida y de vidas. Estado y partidocracia son la misma cosa, ante las vidas troncadas de Aldo Moro o de Carlo Alberto Dalla Chiesa; ante la política deliberada de desbarajuste de la calidad de vida de gran parte de la gente de nuestro país.

Nos hallamos al final de un régimen, corrupto y corruptor. Un fina que no podrá dejar de ser violento, más violento de lo que le haya consentido consolidarse desde Portella della Ginestra hasta la estación de Bolonia.

Al igual que Dalla Chiesa, como en nuestras dramáticas confrontaciones no violentas, no nos queda más que buscar las fuentes indefensas y claras de la esperanza, de la justicia, de la democracia, de la paz.

Tenemos que salvar contra esta violencia, contra este estado mafioso y mafiógeno, el principio del respeto feroz de la vida, de cualquier vida, de la vida en todas partes. Tenemos que salvar los treinta millones que están a punto de ser exterminados a causa del hambre. O la vida de Moro, de Dalla Chiesa, las nuestras valdrán cada vez menos incluso en la conciencia del futuro.

N.d.T.

(1) DALLA CHIESA CARLO ALBERTO . (Saluzzo 1920 - Palermo 1982). General de los carabineros. Coordinador de las investigaciones sobre las "Brigadas Rojas" desde 1978, nombrado en 1982 supergobernador civil de Palermo para la lucha contra la mafia fue asesinado junto a su esposa.

(2) MORO ALDO . (Maglie 1916 - Roma 1978). Político italiano. Secretario de la Democracia cristiana (1959-65). Artífice de la política de centro izquierda. Ministro en repetidas ocasiones, Presidente del Consejo (1963-68, 1974-76). A partir de 1976 presidente de la democracia cristiana (DC). Preconizó el acercamiento del Partido Comunista Italiano (PCI) al gobierno delineando al hipótesis de una "tercera fase" (tras la del "centrismo" y la del "centro izquierda") del sistema político. Secuestrado por las Brigadas Rojas en Roma, el 16 de marzo de 1978, fue encontrado muerto el 9 de mayo del mismo año.

(3) SCIASCIA LEONARDO . (Racalmuto 1921 - Palermo 1990). Escritor, autor de novelas famosas ("Le parrocchie di Regalpetra", 1956; "Il giorno della civetta", 1961; Todo modo, 1964), pero conocido también por su talante controvertido, partícipe de la vida civil italiana durante veinte años. Fue diputado radical en una legislatura (1979-1983) ha intervenido enérgicamente en las batallas en pro de los derechos civiles (Caso Tortora, etc.).

(4) MASI GIORGIANA . El 12 de mayo de 1977 la policía cargó contra miles de personas que participaban en Roma en una manifestación no violenta del Partido Radical en pro de la recogida de firmas para los "8 referéndums contra el régimen" (abolición del Concordato, normas restrictivas del Código penal, de algunos aspectos de la ley de manicomios, de la ley que atribuye a la policía poderes especiales en materia de arresto, de la ley que atribuye a los partidos una financiación pública consistente, de la "Comisión investigadora" ("tribunal" especial compuesto por parlamentarios para el juicio preventivo de los delitos cometidos por ministros). Una joven, Giorgiana Masi, asesinada y otros muchas heridos es el balance de la manifestación. El Ministerio del interior niega que la policía haya usado armas de fuego. El Pr, a través de una filmación en la que aparece un agente de policía disparando reiteradamente contra la multitud y cientos de fotografías en las que aparecen agentes armados disfrazados de "autónomos

", demuestra que se trata de un intento de siniestro deliberado.

(5) PETEANO . Localidad de Friuli (Gorizia) en donde tuvo lugar en 1972 un atentado en el que murieron tres carabineros. Altos oficiales de los carabineros y de los servicios secretos fueron procesados y condenados por haber obstaculizado la investigación de los auténticos responsables del siniestro. La verdad salió a flote cuando el extremista Vincenzo Vinciguerra confesó haber llevado a cabo un atentado junto a Carlo Ciccuttini e Ivano Boccaccio.

(6) Atentado terrorista perpetrado contra el banco de Milán "Banca della Agricoltura", en 1969, atentado que provocó 17 muertos.

(7) Atentado terrorista en el que murieron muchos civiles, en la estación de Bolonia, sembrando el terror en la ciudad.

(8) PORTELLA DELLA GINESTRA . Localidad siciliana en la que fueron asesinados agricultores que protestaban por la Reforma Agraria.

(9) P2 . Nombre de una Logia masónica, cuyos miembros estaban encubiertos por el secreto. Su jefe era Licio Gelli. Indicada como el lugar en el que se tramaron oscuras maniobras políticas y se movieron grandes escándalos financieros. En 1981 fue disuelta por decisión del gobierno. Sus miembros sufrieron casi todos ellos una larga cuarentena política y social.

(10) DEMOCRACIA CRISTIANA (DC) . Partido italiano de inspiración cristiano/católica. Constituido con este nombre en la postguerra recogiendo la herencia del Partido Popular, nacido en la primera post-guerra gracias a la obra de un sacerdote siciliano, Luigi Sturzo. Tras las elecciones de 1948, en el clima de la guerra fría, se convirtió en el partido de mayoría relativa, rozando a veces la mayoría absoluta. Elemento central de todos los gobiernos, detuvo ininterrumpidamente el poder desde hace medio siglo condicionando fuertemente en sentido moderado el desarrollo de la sociedad italiana. En las elecciones de 1992 por primera vez estuvo por debajo del 30% de los sufragios. Actualmente ha cambiado de nombre, pasándose a llamar Partido Popular Italiano. Se ha escindido una corriente que ha fundado un nuevo partido denominado Centro Cristiano Democrático.

 
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