Radicali.it - sito ufficiale di Radicali Italiani
Notizie Radicali, il giornale telematico di Radicali Italiani
cerca [dal 1999]


i testi dal 1955 al 1998

  RSS
dom 02 mar. 2025
[ cerca in archivio ] ARCHIVIO STORICO RADICALE
Archivio Partito radicale
Pannella Marco - 22 luglio 1982
Siguen estando todos contra Moro
Marco Pannella

SUMARIO: Durante el proceso Moro, preocupación constante de invalidar y acallar el testimonio de los familiares de Moro, que demuestran como durante el secuestro del político, la suspensión y el secuestro de los derechos del Parlamento, de los órganos electivos de los partidos y en particular de la Democracia cristiana (DC), estuvo acampañado del secuestro también de los derechos de los familiares del Presidente Moro. No se quería que el Parlamento conociese el contenido de las cartas de Moro que solicitaba la convocatoria de la Conferencia de los jefes de grupo, mientras en las altas cúpulas del Estado y de los servicios de seguridad, hombres de la P2 actuaban para organizar el despiste de toda investigación posible. "Ahora, hasta para él lo mejor es que muera". Aldo Moro fue asesinado con el consentimiento del poder. El caso D'Urso: el partido de la mano dura andaba buscando un nuevo cadáver. Si Moro viviese, tal vez la campaña en contra del exterminio causado por el hambre estaría más cerca del éxito.

(IL GLOBO, 22 de julio de 1982)

("Del secretario del Partido radical recibimos y publicamos el siguiente comentario sobre el proceso Moro".)

----

El ataque que muchos han perpetrado contra Eleonora Moro, y el gobierno se ha dado cuenta de que son objeto por parte de cierta prensa las declaraciones de sus hijos, no se pueden seguir tolerando. En el caso Moro un hecho, en particular, es incontrovertible y hay que sacarlo a relucir totalmente: Gobierno Dc, Pci, Pri, casi la unanimidad de las fuerzas políticas y parlamentarias actuaron para impedir que al Parlamento se le otorgasen sus poderes, que fueron suspendidos, y al que se le prohibió en repetidas ocasiones llevar a cabo su tarea, de la misma manera que fueron suspendidos los derechos estatutarios en la en la Dc, confiscados los derechos-deberes de su Dirección y de su Consejo Nacional, del que Moro era Presidente.

Aldo Moro pidió en vano la convocatoria tanto de la Cámara como de los órganos estatutarios de la Dc. El Gobierno, el Minsitro de asuntos interiores, y el Estado Mayor del bloque de "unidad nacional" eran los delegados de tan trágico acontecimiento.

Paralelamente se movilizaron las fuerzas de todo tipo para atacar a Moro, prisionesro e inerme. Si las Br fueron las responsables infames de su secuestro, y de la ejecución de su asesinato, otros fueron los que, desde fuera, lo torturaron. Si Moro, tal y como es probable que sea, podía leer la prensa, no pudo no constatar que a sus llamamientos, a sus cartas, a sus advertencias y a sus eneseñanzas se le contestaba negándole toda capacidad de entender y de quere, la fuerza moral necesaria en cualquier combatiente prisionesro. Se le privaba brutalmente de toda dignidad, con escritos infames (basta pensar en algunos del periódico en el que solía expresarse) y - a veces - por sus más fieles e íntimos secuaces. La imagen de Moro, su identidad, fue asesinada por ellos.EN vano intentamos oponernos a esta avalancha homicida, en vano advertimos que las Br asesinarían más fácilmente a un hombre al que se le quitaba brutalemtne respeto y credibilidad.

Eleonoera Moro y sus hijos tienen razón. Empiezo a temer que la tienen hasta en sus más graves e indocumentadas sospechas específicas. Nosotros escribimos, gritamos estas cosas, día tras día, como pudimos, en el aula de Montecitorio, en Radio Radical, con declaraciones a las agencias matemáticametne censuradas.

Tecuerdo la sensación de desconcierto cuando me dijo, en calidad del Presidente del Grupo Radical de la Cámara. el PResidente Ingrao, que no nos iba a opermitir que leyésemos la carta de Moro, que solicitaba, creo él también, la convocatoria extraordinaria o el amplio debate que en toda sesión y en toda reunión de la Conferencia de lao Jefes de brupo intentábamos exigir. ( Es pedir mucho que esa carta sea leída en la Cámara?).

Se dejó de esa manera, deliberadamente, el monopolio de la obra el Estado y de la democracia italiana en las manos del Minsitro de asuntos interiores Francesco Cossiga, de los Servicios Secretos en los que figuraban en los más altos niveles hombres de la P2, u homólogos suyos, y a ambientes "seguros" de la policía. La cuestién de la calle Gradoli sigue siendo centro de interrogantes que no soin ni tan siquera adecuadamente valientes ni conscientes.

"Ahora, hasta para él lo mejor es que muera". Esta fue la voz que - con crescendo rossiniano - sopló como calumnia desde que llegó la primera carta del Presidente de la Dc, a Montecitorio y otros lugares. Nos comportamos, a este respecto, consiguientemente. Aldo Moro, lo repetimos, fue asesinado con la aportación de aquellos que asumieron el poder en aquellas semanas, impidiendo el funcionamiento constitucional del Estado, y democrático estatutario de los Partidos . Estas responsabilides, incluso constitucionale sy jurídicas, deberan ser también, un día, con otras, investigadas y sancionadas por otros tribunales de justicia.

Años después, con el caso D'Urso se intentó de nuevo obtener un cadáver en vez de una vida de liberación. Esta vez el gobierno de los de la P2 y los sindonianos, así como de los obtusos y ciegos neo-jacobinos de turno del partido de "la mano dura".

El mismo partido que actualmetne ha institucionalizado no solo las negociaciones, sino el entidad de las compensaciones y de los premios a los terroristas con la infame ley "sobre los arrepentidos".

con la victoria que solitariamente logramos, con la ayuda de otros igualmente solitarios y marginados periodistas, con la liberación de D'Urso, saltaron los planes que estaban listos, en aquel tiempo al igual que cuando fue hecho prisionesro Aldo Moro, para atacar a la República. En vez del Gobierno de salud pública, debería saltar por los aires la verdad sobre Sindona, sobre la P2. Sobre el régimen.

Más grande la amargura de no haber logrado salvar a Aldo Moro, de las Brigadas rojas y de estos, al igual que no podemos salvar todavía a millones de personas, que moroirán de hambre fruto del nuevo Holocausto.

Tal vez,si Moro siguiese en vida, también los que van a morir de hambre podrían estar ya salvados.

De esta manera, no lo sabemos.

 
Argomenti correlati:
stampa questo documento invia questa pagina per mail