Algunas notas y divagaciones...de Marco Pannella
SUMARIO: Los errores de los demás son nuestra debilidad y no nuestra fuerza. El texto analiza la continuidad entre fascismo y post-fascismo, la Constitución violada durante cuarenta años. Las esperzanzas democráticas, cristianas y socialistas siguen siendo utopía en el umbral del año 2000. El triunfo de la ciencia y del saber y la barbarización esquizofrénica de la política y de los sistemas culturales y económicos en el mundo. El error de Henri De Lubac - nuevo cardenal - en las páginas de "El drama del humanismo ateo". La sacralización de toda forma de poder es el Leviathan. La humildad demcrática se considera locura o falacia; lo que los radicales han intentado hacer lográndolo a menudo. El Partido se confronta con los horizontes del mundo e interiores de cada cual. La política debe ser conscimente de límites, tiempos, lugares y circunstancias. El objetivo de "tres millones de seres vivos inmediatamente" en el contexto actual.
(NOTICIAS RADICALES nº3, 20 de enero de 1983)
Contemplar el desastre, complacerse con las pruebas negativas que toda la clase dirigente proporciona sin excepción alguna, soñar qué distinta sería Italia si nos hubiesen escuchado, recordar razones, advertencias, propuestas concretas que presentábamos, o aunque solo fuese confrontarnos, compararnos para elevarnos («y con lo fácil que es!). Todo esto es tentador, pero es también muy perjudicial.
Y si todo esto fuese verdad, tal y como lo es en gran parte, no cabría más que sacar mejor partido a la urgencia de nuestros logros, advertir cuán mísero hubiese sido tener una inútil inteligencia de lo posible, de lo necesario. Desliza nuestro método, nuestra regla: estamos unidos para lograr algunos objetivos concretos, sea cual fuere el itinerario que ha conllevado a cada cual a encontrarse con los demás, nos convirtamos en lo que nos convirtamos o vayamos a donde vayamos cada uno de nosotros.
No nos llamemos a engaños: los errores de los demás son nuestra debilidad, no nuestra fuerza. La ínfima calidad perdedora de la política de nuestros adversarios es "hipoteca que no apoya" la nuestra. Esto se confirma actualmente, por ejemplo, con respecto al centenario del nacimiento de Benito Mussolini, con la amedrentada incursión del régimen en un balance histórico que ya no está mitificado como otrora por instrumentales pasiones: el balance del fascismo y del post-fascismo, y balance de una única época, marcada por la ruptura de continuidad de la Liberación, de la imaginación de la Constitución antifascista - inmediatamente traicionada y violada, y durante cuarenta años.
La larga esperanza política democrática, socialista, cristiana y liberal habrá de esta manera atravesado - subterránea o enganchada como bandera veleidosa - todo el siglo para llegar agotada y marcada por los estigmas de la utopía en el umbral del 2000. El desorden establecido - a nivel internacional y - nacional - es tal en estos momentos, tan bárbaro y tan tremendo para quienes hayan conquistado un mínimo de respeto y de conciencia para la civilización jurídica y humanista, que impone la duda si fascismo y nazismo no hayan sido derrocados como règimenes para mejor afirmar los valores y la cultura para todo el planera.
Tener miedo de constatar la fuerza inmensa dezterminante del cupo y exaltante dascismo, el dominvio cultural ejercido por el mismo en la clase dirigente del Estado post-fascista, "republicano", con sus salidads necesarias de muerte y de violencia, de ilibertad y de injusticia. Significa ser subalternos, irremediablemente, tanto cuanto lo son sus más directos grotescos descendientes y epígones.
Este siglo veinte habrá sido por una parte el del triunfo de la ciencia y del saber, y por otro el de la barbarización esquizofrénica de la política y de los sistemas culturales y económicos en el mundo.
Henri de Lubac (nombrado cardenal con feliz decisión del Papa, hace algunas semanas) tradujo en error la intuición que daba un toque de sugerencia, gravedad y profecía a las paginas de su: "Le dramme de l'humanisme atée", para nosotros que lo leímos en la post-guerra inmediata. Puesto que si actualmente está claro que este es el siglo de una tragedia infinita mientras hubiese podido ser el de la riqueza infinita en el mundo, lo es no para desapegarse del humanismo de la religiosidad (mientras todo auténtico humanismo ha constituido y constituye los momentos más altos de la religiosidad humana), sino por el triunfo de una cultura, por lo tanto de una clase dirigente, en el mundo, profundamente "una", aun con sus contradicciónes: "una" para la sacralización de toda forma de poder, de Leviathan, tanto si es de Estado ("«ético!"), Partido, Ejército o Iglesia, para el imperio de las ideologías que todas, convergentes, sacrificaban y sacrifican a la persona y a la sociedad misma en "proyectos" de sociedad, de revo
lución, de restauración... la Laica y cristiana ley del respeto insuprimible ("del carácter sagrado") de la conciencia y de la vida de la persona, de sus derechos fundamentales, humanos, civiles, ha sido y sigue siendo barrida por la larga, persistente oleada de irracionalidad y por los distintos romanticismos que han ondeado los que sostienen el orden basado en la libertad, la tolerancia, el diálogo, en una palabra de la democracia política, o del Estado de derecho, o de la no violencia pacífica, humanista y humanitaria.
Fascismos, Nazismos, Comunismos "reales", sistemas de poderes y de poder multinacionales basados en la adoración de las lleyes de la jungla que han roído y enloquecido a los Estados aun basados en presupuestos y leyes de máximo civismo, son actualmente al mismo tiempo dominados y en ruínas. Si medimos las posibilidades de las personas y su capacidad de organización política, de la gente de buena voluntad que tiene la fuerza de la razonabilidad, de la confianza en la razón, de la esperanza, en Varsovia pero también en Roma, en Moscú, pero también en Washington, la humildad democrática aparece como locura, o en cualquier caso como falacia.
Y sin embargo, en los momentos oscuros de cada una de las existencias o de la historia, no creo que contemos con otra fuerza posible que no sea interrogar profundamente a nuestras conciencias, buscar la sabiduría que sea en una situacón determinada, y vivir en la moralidad y en la responsabilidad del escoger y del hacer, respetando las reglas de vida y de comportamiento que nos hemos dado. A nivel personal no menos que a nivel político. Es lo que los radicales hemos intentado hacer y a menudo lo hemos conseguido.
Hemos llegado juntos por este camino a confrontarnos incluso como Partido con la esencia misma de los problemas de nuestro mundo, y de sus horizontes más vastos; los más interiores para cada cual. La política de la vida y de la calidad de la vida, como política del derecho y de los derechos humanos y civiles, actualmente se ha convertido en nuestra razón misma de ser. Y no hay política que no sea política de lo posible, y de lo necesario, que se merezca este nombre si no está armada de conciencia de sus límites, de los tiempos, de los lugares y de las circunstancias. No existe política que no se traduzca en leyes, y en la conciencia de querer actuar en el hoy y por el hoy sobre todo, pero - también - de prefigurar o por lo menos de condicionar fuertemente el futuro. No existe política que no sea fuertemente consciente de su condición de ojo de la aguja de los días de las obras que sin sus dimensión, de donde deben cobrar forma las más ambiciosas esperanzas históricas. Pero es igualmente necesario comprender
que existe un momento para cada cosa, que el mismo objetivo realizado en otro contexto es otra cosa, que el mismo "bien" de ayer se convierte a menudo en "peor", o en "mal" para el día de hoy.
Los tres millones de seres vivos entre los que "hoy" están ya condenados a morir de hambre y de miseria por la política de hoy, "en la realvidad de hoy" constituiríansin lugar a dudas "tambié" un poderoso anuncio de vida y de paz en todo el mundo y para todos. En otro contexto, no lejano, se podría convertir en la última, gran, buena acción en un mundo en cualquier caso destinado aa la ruína.Y no tan distinto de lo que pueda parecer el éxito de la lucha política institucional y no violenta para robarle a la política del despilfarro, del rearme, de corrupción un mínimo menos angustimenudo en "peor", o en "mal" para el día de hoy.
Los tres millones de seres vivos entre los que "hoy" están ya condenados a morir de hambre y de miseria por la política de hoy, "en la realidad de hoy" constituirían sin lugar a dudas "también" un poderoso anuncio de vida y de paz en todo el mundo y para todos. En otro contexto, no lejano, se podría convertir en la última, gran, buena acción en un mundo en cualquier caso destinado a la ruína. Y no tan distinto de lo que pueda parecer el éxito de la lucha política institucional y no violenta para robarle a la política del despilfarro, del rearme, de corrupción un mínimo menos angustiante e indigno para las pensiones sociales, "hoy" en las próximas semanas, o por el contrario, dentro de años.
Son objetivos posibles. Si el Partido, si los locos de la razonabilidad, de la democracia, de la humildad y del amor crecen a lo largo de estos días. estos objetivos serán probables en estas semanas.
No vale "la pena" intentarlo?. Lo que cuesta no hacerlo, todos lo saben. Lo que pueda "costar" hacerlo, realmente, no se sabe. Por ello tenemos - e intentamos ser - esperanza.