El líder radical dice que no tiene pruebas documentales de sus afirmacionesJUAN ARIAS, Roma
SUMARIO: Marco Pannella, secretario del Partido Radical italiano, estaba en Bruselas cuando estalló en la Prensa su bomba acerca de los peligros que corre la vida del anciano presidente de la República, Sandro Pertini. Nunca antes los radicales habían obtenido masivamente las primeras páginas de todos los diarios, y el presidente del Gobierno, Bettino Craxi, pidió al ministro del Interior, Oscar Luigi Scalfaro, que escuchara a Pannella.
(EL PAIS - Madrid, 26 de agosto de 1983)
El líder radical llegó de Bruselas la noche del miércoles y ayer, a las ocho en punto de la mañana, el ministro Scalfaro se presentó en las oficinas del grupo parlamentario radical para conversar con Pannella. Le siguieron los jueces.
Momentos después de estos encuentros con el ministro y los magistrados romanos, Marco Pannella concedió a EL PAIS la primera entrevista después de las declaraciones que han sembrado la alarma en las fuerzas políticas y en la opinión pública.
"Mientras siga el compló contra la República, la instituciones y la democracia, y mientras el presidente Pertini sea el único muro sólido contra este compló y la única colina de Roma no podrida por el gusano de la P-2, es evidente que el peligro para su vida es real", respondió Pannella a la pregunta de si, tras el coloquio con el ministro y los magistrados, seguía convencido de la posibilidad de un ataque violento contra Pertini.
Y añadió: "Desde hace cinco días todos estamos un poco más tranquilos por lo que se refiere a los peligros físicos para Pertini, porque hemos descubierto dramáticamente ante la opinión pública lo que se tramaba en la sombra contra él y lo que él representa en este momento. Sin embargo, el peligro mayor, que sigue en pie, es el de una feroz lucha política contra las instituciones republicanas y democráticas. Nosotros hemos querido, antes de que fuera demasiado tarde, destapar la olla que hervía para sustituir a Pertini. Y lo hemos hecho lanzando dos candidaturas, aun sabiendo todos que los radicales somos los primeros que defenderemos la continuidad del mandato de Pertini porque le consideramos el hombre político más limpio del país".
"Las candidaturas que hemos propuesto, continúa, las de Leonardo Sciascia y Cesare Merzagora, han sido lanzadas a guisa de bomba a los pies de la logia P-2 y de las intrigas de la partitocracia, que se ha movilizado, incluso con luchas feroces, para imponer en lugar de Pertini a un títere o titiritero que ocupe la escena presidencial. Ahora las cosas están ahí, sobre el tapete. La gente lo sabe. Será muy difícil a los que trabajan en la sombra llevar a cabo sus manejos, porque la opinión pública ha sido, diría, brutalmente alertada. Comprendo que el buen Pertini pueda refunfuñar un poco porque he turbado sus vacaciones en las Dolomitas, que tanto ama. Pero a veces es necesario ser fiel, ante todo, a las propias convicciones y arriesgarse a equivocarse solo si se quiere tener la posibilidad de seguir esperando".
Con relación al tema de las pruebas, que en estos días se le piden vehementemente, Pannella responde: "Quienes me piden pruebas documentales sobre mis denuncias públicas, o tienen mala fe o son imbéciles. Es evidente que si tuviera pruebas concretas de que está en marcha un atentado terrorista contra Pertini lo denunciaría inmediatamente a la policía antes que a la opinión pública. Si tuviéramos tales pruebas el peligro sería mucho menor".
Existen, sin embargo, pruebas lógicas que son también pruebas judiciales. Pannella piensa en las connivencias que existen, y que se pueden probar, en la vida política italiana, que van, dijo, "desde el Partido Comunista a la Democracia Cristiana y a otras fuerzas hoy presentes en el Gobierno del socialista Bettino Craxi".
Y todo esto, añade Pannella está agravado por la fuga de Livio Gelli de la cárcel, la libertad provisional concedida casi a escondidas a los grandes acusados del escándalo del fraude del petróleo y el hecho político gravísimo de que prácticamente la comisión parlamentaria de la P-2, la comisión de vigilancia sobre los servicios secretos y sobre la RAI-TV y la que se encarga de juzgar los delitos de los políticos estén congeladas.