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Pannella Marco - 27 aprile 1984
Una política exterior picaresca
Marco Pannella

SUMARIO: No es necesario atribuir falta de convicción y de sinceridad a la política de Gobierno y en particular del Ministerio de Asuntos Exteriores Giulio Andreotti, para declararla perniciosa. El arma de la alimentación, de la economía, de la tecnología, el arma de la información como base de la desestabilización de los regímenes totalitarios, son el auténtico instrumento de la guerra históricamente en curso, incluso en nombre de la paz. Estas armas no se usan contra los dictadores, al contrario, Occidente se las proporciona a sus enemigos, en primer lugar a los dueños del imperio, en Moscú. Una política peor que la de los Años Treinta. Los occidentales se ensucian progresivamente con las infamias turcas y chilenas, por no mencionar otras. Una constatación actual, aplicable a la llamada guerra contra el hambre en el mundo: precisamente en estos días, una gran política de ataque, en pro de la vida inmediatamente, corre el riesgo de someterse a los demás cálculos, a la enésima operación sin alma y sin fuerza

.

(TRIBUNA POLITICA Y PARLAMENTARIA, 27 de abril de 1984).

Las actas parlamentarias deberían hablar claro: desde que empezó la legislatura los radicales - totalmente solos - han captado algunas características de la política exterior del Ministerio de Asuntos Exteriores, y por lo tanto del Gobierno, que consideraron peligrosas y de carácter diametralmente opuesto a los derroteros emprendidos por el Partido comunista italiano (PCI) y los compañeros la política sobre los misiles y sobre el Líbano.

Lo recordamos porque francamente nos da vergüenza, más que confrontarnos, algunas polémicas anti-andreottianas de estos días, por su calidad y por sus claros objetivos instrumentales.

Nosotros no necesitamos para nada atribuir razones menos que honorables y falta de convicción o de sinceridad en la política del Ministro de Asuntos exteriores. Es más, estamos convencidos de que no es necesario recurrir a los cálculos coyunturales para que lleve a cabo la perniciosa política que con tanto empeño y sacrificio personal es hoy por hoy centro de polémicas y defensas empecinadas.

Tras el viaje a Moscú, por otra parte, hemos perdido una de estas vergonzosas compañías. Gran regocijo, aplausos y apoyos en el mundo de los negocios. Ante tales "cachivaches", ese Occidente que vale y se merece misiles y vergonzosos vasallajes con los traficantes estatales de terrorismos y armas, de guerras y de petróleo, no vale nada del otro mundo. Si el "desarrollo - tal y como dicen - es el nuevo nombre de la paz, el beneficio a toda costa y a todo crimen es el nuevo nombre de la libertad.

No hay quien razone sobre estas cosas sin saber a ciencia cierta que el arma de la alimentación, de la economía, de la tecnología, el arma de la información son la base de la desestabilización de los regímenes totalitarios, son el auténtico instrumento de la guerra históricamente en curso, incluso en nombre de la paz.

Estas armas no se usan solo contra Gaddafi y Jomeini, contra los Assad y por el estilo, sino que se les proporcionan a los dueños del imperio y del sistema, a Moscú. Peor que la suicida y necia política de Munich de los años treinta. Reagan que duplica hasta llegar a treinta millones de toneladas de cereales el suministro de armas alimentarias a la Unión Soviética, para permitirle de esta manera que envíe cientos de toneladas a Etiopía o al Alto Volta, pasando de Polonia y de Afganistán, de Oriente Medio o de Camboya; exactamente como en su día pasó de Polonia («ya por aquel entonces!) y de los Sudetes, tras el Rhur o Austria.

En estas condiciones, no solo inútil, la "línea Maginot" de estos años, la del "paraguas" misilístico (bajo cuya protección Enrico Berlinguer(1) había ubicado oficialmente la suerte del "eurocomunismo"), en Comiso o en otros lugares, se convierte en dañino instrumento de vergüenza, de desmovilización de justificaciones para un "Occidente" que se arma solo en la medida en la que lo exige el beneficio de su complejo militar-industrial, mientras al mismo tiempo arma hasta los dientes al "enemigo" - en el mismo contexto - sobre escenarios reales actuales de guerra y enfrentamiento.

La alianza "occidental", irremediablemente obsoleta como mera alianza militar bajo el protectorado estadounidense, y por lo tanto progresivamente priva de política, de fuerza ideal y práctica.

El "paraguas" Reagan-Berlingueriano vale y evoca otro celebérrimo emblema de rendición y de incapacidad: el buen paraguas del buen Neville Chamberlain, en los tiempos de Munich, precisamente.

De esta manera la paz, y no solo la guerra, se deja en manos de aquellos "generales" de los que Clemenceau - entre otros - solía decir que la seriedad de la guerra no podía tolerar la dirección ni tan siquiera operativa.

De esta manera, - nosotros los "occidentales" - cada vez más sucios con las infamias turcas y chilenas, por no mencionar otras.

En este contexto, por seriedad y honestidad cabe evaluar la política exterior de nuestro Gobierno, la homogeneidad y la idoneidad de los "textos" de política exterior redactados por Giulio Andreotti(2).

La cultura y la política del Ministro de Asuntos exteriores es del dominio público. No es maquiavélica, como parecería, sino casuística, relativista; es la expresión de una cultura romano-temporalista de un cierto catolicismo para el que es poco realista y falaz basar el gobierno de esta tierra en el búsqueda y la afirmación de grandes valores.

Pero el responsable de la política exterior es el gobierno al completo, es - constitucionalmente - el Presidente del Consejo.

Nosotros estamos cada vez más alarmados por esta política exterior, mucho peor que la presentada en el Parlamento el pasado mes de agosto. Somos desarmistas unilaterales, somos radicalmente no violentos, nuestro estatuto de Partido delinea un derecho-deber a la objeción de conciencia contra todo servicio militar. Somos minoría por la usurp ación del auténtico juego democrático por parte del régimen partidocrático. No podemos dejar de subrayarlo. Pero tenemos el derecho de exigir que por lo menos el Gobierno del país gobierne según sus compromisos, gobierne según una línea política responsable, que sea de calidad y congruente con respecto a los ideales que a menudo profesamos en común, so pena su ineficacia y cosas peores.

Que el mundo de los negocios y el de la picaresca político-partidocrática determinan progresivamente nuestra política (que es una, y que es "exterior" o "interior" por pura convención) es actualmente un riesgo real inmanente y gravísimo.

Por desgracia, lo estamos constatando actualmente con respecto a la llamada guerra contra el hambre en el mundo, precisamente en estos días, una gran política de ataque, unitaria, humanística, en pro de la vida («Pero de verdad!, «inmediatamente!), corre el riesgo de someterse a enésima operación sin alma y sin fuerza práctica ni política.

N.d.T.

(1) Enrico BERLINGUER : (Sassari 1922 - Padua, 1984). Secretario de la Federación Juvenil Comunista (1949 -56), diputado desde el 68, secretario general del Partido comunista italiano del 68 al 72. Artífice del eruocomunismo.

(2) Giulio ANDREOTTI : (Roma, 1919) exponente de la Democracia Cristiana. Ministro del interior (1954), de hacienda (1955-58), del tesoro (1958-59), de defensa (1959-66) y 1974), de la industria ((1966-68), del presupuesto del Estado (1974-76). Presidente del consejo italiano del 1972 al 1973, del 1976 al 1979, y en 1990, actualmente Presidente del Consejo italiano.

 
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