Marco PannellaSUMARIO: Europa ha acumulado un enorme retraso estructural con respecto al "poder industrial-militar que gobierna el mundo". Por ello es urgente recoger el "desafío" del Parlamento europeo para la constitución de la Unión política europea. El Gobierno italiano, que se ha comprometido en apoyar las peticiones del Parlamento Europeo, debe apoyar en la cumbre de Milán la exigencia de proceder a la convocatoria de una Conferencia intergubernamental que defina el Tratado de la Unión que se deberá someter a las ratificaciones nacionales. Esta Conferencia debe ser convocada aunque todos los países de la comunidad no den su consentimiento.
(IL TEMPO, 29 de mayo de 1985)
La Europa en crisis y estéril que sigue apostando por la falacia "nacional" que a nivel mundial está produciendo aberraciones políticas y tragedias inhumanas sin precedentes, esta Europa de la decadencia y de la parálisis, con sus Gobiernos sin poder, sus Administraciones nacionales o internacionales sin alma, con sus grupos de presión y sus burocracias de las multinacionales financieras o ideológicas, se halla de nuevo confrontándose con la Europa de la "utopía" federalista de Ernesto Rossi y de Altiero Spinelli, de Eugenio Colorni que, desde Ventotene, desafiaron los nacional-estatalismos de derechas y de izquierdas, en nombre de una democracia federalista en la que son necesarias nuevas fronteras.
Desde aquel entonces, durante décadas, en nombre del "realismo", hemos optado por la vía "fácil" de las garantías "imperiales" en vez de la, más ardua pero duradera, de la creación de una estructura federal europea, de europeos para europeos.
Ahora nos hallamos en el "redde rationem". Es mismo "imperio" occidental está "vacío" de Europa, en vez de ser defendido y animado por Europa.
Hemos acumulado un retraso estructural e infraestructural de tal envergadura, un gap tecnológico y científico tal, una cultura marginal y de carácter subalterno civil y políticamente hablando hacia lo que el presidente Eisenhower - en nombre, creo, de todos los occidentales libres - denunciaba como el "poder industrial- militar que gobierna el mundo", que hemos logrado asfixiar la inteligencia y fomentar su incredulidad ante lo que se impone a su lectura.
Y sin embargo la historia, para gran parte de hombres sin nombre, nos está ofreciendo una nueva posibilidad de elección distinta; pero que puede ser la última incluso para quien no cultive apocaliptismos y conclusividades que el tiempo se encarga a menudo de desmentir.
Es necesario no perder esta oportunidad. El "desafío" de Ventotene - tras cuarenta años - es actualmente el "desafío" del Parlamento europeo, que legítimamente la lanza en nombre de más de 300 millones de personas y de ciudadanos, de parte de una Europa política y popular que existe y que pide que se le escuche y se le interprete, sin engaños y sin distracciones de ningún tipo.
El "desafío" es actualmente concreto, matemático, político, proyectual y programático: se concreta en el proyecto de Tratado que instituye la Unión Europea, elaborado, adoptado, subrayado por el Parlamento Europeo a través del voto de la gran mayoría de sus miembros, bajo la esfera y el liderazgo de Altiero Spinelli siguiendo la lógica de la misma batalla federalista que dura - y con razón - desde hace cuarenta años.
Este proyecto no es ideológicamente "federalista": es el fruto de un compromiso conquistado entre todas las fuerzas políticas representadas en el único órgano Europeo provisto de legitimidad democrática. Un compromiso que no puede, y no debe, por lo tanto someterse al "juicio" de las Cancillerías nacionales, sino que debe ser honrado por los parlamentos y los gobiernos nacionales, los cuales podrán rechazarlo o poner en marcha los procedimientos constitucionales de ratificación para que entre en vigor.
Si los Jefes de Estado y de Gobierno de los diez países de la Comunidad - más los de España y Portugal - al reunirse en Milán el 28 y 29 de junio con motivo del Consejo europeo, saben capar el desafío de la razonabilidad y de la esperanza, deberán convocar una Conferencia Intergubernamental, pedirle que proponga al Parlamento Europeo eventuales modificaciones a "su" proyecto y concordar con el Parlamento mismo el texto definitivo del tratado que se deberá someter a las rectificaciones nacionales.
El Gobierno italiano ya se ha comprometido tres veces ante la Cámara de los diputados y el Senado en defender el proyecto del Parlamento europeo, a obtener el consenso de los demás gobiernos de los países de la Comunidad, y a poner en marcha los procedimientos de ratificación.
El Presidente del Consejo y el ministro de Asuntos exteriores, antes de las próximas reuniones de Stresa (consejo de asuntos Exteriores informal del 8 y 9 de junio) y de Milán (Consejo Europeo del 28 y 29 de junio) deberán proporcionar la prueba de los hechos y de las capacidades, dar a conocer - por lo menos al Parlamento - si se comprometen a hacer que:
a) la Conferencia de los Gobiernos para la Unión europea concuerde con el Parlamento europeo el proyecto de Tratado que deberá someter a las rectificaciones nacionales;
b) la Conferencia de los gobiernos se convoque aunque todos los países de la Comunidad no den en Milán su consentimiento:
c) la adopción de compromisos como la realización de la libre circulación de las personas, de los bienes, de los servicios y de los capitales, la puesta en marcha del proyecto Eureka para las nuevas tecnologías, estén subordinados a la convocatoria de la Conferencia, puesto que sólo en una Comunidad renovada estos compromisos pueden ser respetados.
Este último punto puede parecer excesivamente "duro", pero sin este arma efectivamente blandida y si es menester usada, venceremos por enésima vez al chantaje conservador, el inmovilismo y la parálisis.
La situación histórica exige este tipo de ambiciones, hace que sea imprudente toda incertidumbre, toda duda. Confío en que nuestra diplomacia quiera hacérselo comprender a nuestra "política".
Si no vive en Milán, Europa volverá a seguir la vía de la decadencia y del fracaso.