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Sciascia Leonardo - 18 aprile 1986
Buscetta, la pluma y el plomo
Leonardo Sciascia

SUMARIO: Sciascia comenta las declaraciones de Buscetta en el juicio. El autor cree que Buscetta tiene ganas de acabar lo antes posible y "volver a Estados Unidos". A pesar de las instigaciones a pronunciar nombres de políticos, se niega a hacerlo. Debería estar muy claro que lo que tenía que decir ya lo dijo en el proceso sumarial, y que es totalmente "insensato" creer que vaya a decir ni media palabra más. No es el "ángel exterminador de la mafia". Entre otras cosas, a pesar de todo, él (que se define "disociado" y no "arrepentido" se sigue sintiendo un hombre de la mafia, "la mafia de otros tiempos". Sciascia comenta la broma del testigo que explica lo que quiere decir la "mafia de otros tiempos".

(CORRIERE DELLA SERA, 18 de abril de 1996)

Buscetta habla con voz recia, con calma. Le pregunten lo que le pregunten, no se pone nervioso, es más a veces hasta parece divertirse. Como cuando el abogado de Greco le pregunta si se acuerda de que le ha arrestado la guardia aduanera, el año tal, en las aguas de Crotone, " Qué quiere decir en las aguas?" pregunta Buscetta: a remojo, en la orilla, en las aguas? Una vez aclarado el sentido de la pregunta, contesta que no le habían arrestado ese día en las aguas de Crotone sino en la tierra firme de Taranto.

Se habrá dado perfectamente cuenta, a lo largo de estos días de que ha ido perdiendo la benevolencia de la prensa, lo cual parece no importarle en absoluto. Cabe presumir que lo único que le impacienta en estos momentos es acabar lo antes posible el juicio de Palermo y volver a Estados Unidos en donde, una vez cumplido su papel de testigo, espera - con otro nombre y otro rostro - una ciudadanía segura. Perfecto: sabe que no tiene más que pronunciar el nombre de algún político, preferiblemente democrisitiano, para granjearse de nuevo los favores de la prensa. Pero no lo hace. Es más, cuando el juez le pregunta por el nombre del político que dijo haber contactado en cierta ocasión en el vestíbulo de un hotel romano junto a Nino Salvo, contesta que no se acuerda. Y a la idéntica pregunta formulada por un abogado civil contesta que no se acuerda ni tan siquiera del encuentro. Y de esta manera la parte civil contribuye a destituir la credibilidad del testimonio de Buscetta, que es la operación a la que predominan

temente se dedican los abogados defensores.

Debería estar clarísimo, a todos los que participan en este juicio, que todo lo que Buscetta podía cantar se haya ya escrito en los actos sumariales: y por motivos más que comprensibles, considerando la situación del ambiente así como la psicológica de un imputado o testigo ante un sólo juez, totalmente distinta a la que se produce en un proceso público. Por no mencionar lo que siempre ha sucedido en los procesos con debate relacionados con la mafia, en los que matemáticamente, las declaraciones en el juicio sumarial acaban siendo o modificadas o negadas. Confiar que Buscetta diga una palabra más de lo que ya ha dicho es totalmente insensato. Como mucho dirá algo menos, que eso ya es más probable.

En vez de ironizar sobre el "cantar" de Buscetta y sobre sus "apaños", lo que la prensa debería hacer es ser un poco más autocrítica sobre el hecho de haber creído que el ángel exterminador que se cernía sobre toda la mafia siciliana e internacional era Buscetta. De hecho, no es más que un hombre que ha visto caer a su arededor a familiares y amigos, que siente que su vida está en peligro, y quiere hallar venganza en la ley así como amparo. Con todo lo que la prensa le propina sobre peligros letales que corre en Italia quien habla o quien está a punto de hablar, e incluso en las cárceles de máxima seguridad, es humanamente comprensible que Buscetta tienda a no multiplicar el número de sus enemigos, y sobre todo de aquellos enemigos que todavía "pueden".

Que sus huéspedes americanos le hayan advertido sobre el peligro de pronunciar nombres de políticos italianos, hipótesis que parece revolotear entre aquellos que siguen activamente este juicio, es muy posible, pues cabe imaginar que por lo menos un nombre, uno sólo, en este momento hubiese calmado los nervios de punta la policía americana con respecto a Itlaia.

Además, la mentalidad de Buscetta es perfectamente mafiosa: su alianza con la ley no la ha menguado para nada. Del bando de la ley sigue haciendo lo que hubiese hecho dentro con una "familia" aún capaz de hacer algo: devuelve los golpes recibidos, se venga. Y precisamente por ello, es creíble lo que revela. En la medida en la que es increíble que no sepa otras cosas, es creíble que conozca bien y dé en el clavo en las cosas que afirma.

Lógicamente se declara "disociado" y no arrepentido". No se arrepiente de haber pertenecido a la mafia, es más sigue cultivando su ideología, su nobleza, la de la mafia de otros tiempos, se comprende. Lo que fuese la "mafia de otros tiempos" no se acaba de entender demasiado bien. No se cargaba a los jueces y a los carabineros, no producía ni comerciaba droga, de acuerdo. Pero homicidios, "impuestos", usurpaciones y atropellos, sin lugar a dudas los ha habido. Y hay una broma de Buscetta que no tiene precio, cuando le contesta al abogado que le pregunta por Sindona y por lo que había ido a hacer a Sicilia. Vale la pena transcribir la secuencia al completo.

Abogado Maffei: "Pero Sindona habló de una revolución. A Bontade no le preocupaba ser guardián de tales secretos?".

Buscetta: (riéndose): "«Los secretos de Sindona!. «Eran una pluma en comparación con los secretos de Bontade!".

Una pluma, los secretos de Sindona. Imagínense de qué plomo estarín compuestos los secretos de la vieja, buena, noble mafia que Bontade custodiaba.

N.d.T.

(1) BUSCETTA TOMMASO . Mafioso siciliano, arrestado en Brasil el 24 de octubre de 1983, colabora con la magistratura americana e italiana brindando información - considerada fidedigna - sobre la mafia.

(2) SINDONA MICHELE . (Patti, 1920 - Voghera 1986). Financiero italiano. Entre 1969 y 1974 construyó un imperio financiero ante cuya caída huyó a EE UU. Implicado en un nuevo crack, fue arrestado y condenado. Se mató, en circunstancias poco claras, en la cárcel de Voghera el 22 de marzo de 1986.

 
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