Carta de Altiero Spinelli a Olivier DupuisSUMARIO: En su carta a Olivier Dupuis, detenido en la cárcel de Bruselas, Altiero Spinelli, presidente de la Comisión de Asuntos constitucionales del Parlamento europeo, propone una iniciativa de objeción al servicio militar de los ciudadanos europeos, motivada con el rechazo de una defensa aparentemente nacional, concebida en realidad como fuerza auxiliar de una defensa asegurada por un poder imperial externo.
(Notizie Radicali nº 130 del 4 de junio de 1986)
Querido Olivier Dupuis,
tienes razón: el hambre en el hemisferio sur, la ausencia de derechos en los países del Este, el egoísmo de los privilegiados de la libertad y del bienestar en Occidente, son los tres grandes problemas de civilización de nuestra época. Yo añadiría la destrucción progresiva que Norte, Sur, Este y Oeste están llevando a cabo con respecto al medio ambiente (la desertización, la contaminación de los mares y de la atmósfera).
Las estructuras decisionales en todos estos campos son desesperadamente anacrónicas, lo que implica la necesidad de una acción política de tipo radical, porque no se trata de realizar una cierta forma de sociedad (liberal, socialista, católica, islámica) sino de buscar soluciones apropiadas a una serie de males de nuestra época.
La más peligrosa de estas estructuras en peligro y sin embargo todavía fuerte es la de la soberanía ilimitada del Estado, la posibilidad de guerra y por lo tanto el armamento progresivo para agredir o defenderse.
Mientras que el mundo esté dividido en Estados soberanos, la defensa, y por lo tanto los soldados, los ejércitos serán algo inevitable? Si en un país existe un ejército mercenario, todos tienen derecho a no querer ser soldados; si existe un ejército de reclutas, el derecho a rechazar el servicio militar no puede ser definido ni estar limitado por la ley.
Estoy convencido de que existe, para cada ley, y por lo tanto también para esta, el deber más que el derecho de protestar contra la ley existente y solicitar la modificación o la abolición de la misma; los mecanismos políticos democráticos existen, entre otras cosas, para ello. Y entre los instrumentos posibles para suscitar mala conciencia en los defensores de la ley existente y organizar consenso alrededor de los innovadores, existe el instrumento de la desobediencia civil. Emplear o no este método es siempre fruto de una evaluación política.
Puesto que la desobediencia civil suscita siempre, en un hombre normal, una sana reacción de rechazo, quién desobedece tiene que saber calcular bien que, en un lapsus de tiempo razonable, la mala conciencia generada en el hombre normal por el castigo del desobediente predominará sobre su reacción de rechazo. Yo creo que a objeción de conciencia contra el servicio militar por motivos personales puede dejar a alguien con la conciencia poco tranquila pero a nivel limitado. De hecho puedo decir: no quiero hallarme en condición de que me puedan matar, o mejor dicho: mis convicciones me impiden matar. En el primer caso, no creo que muchas personas se conmoviesen. En el segundo caso, el derecho a no matar en absoluto podría ser reconocido por una sociedad muy respetuosa de las convicciones profundas de cada cual, en un número de casos muy limitado, en donde la profundidad y sinceridad de esta convicción sean claramente reconocibles.
El no tener la conciencia tranquila por el contrario puede ser un sentimiento en aumento hasta convertirse en una fuerza política, si la objeción de conciencia no está dirigida contra el deber en sí de participar en la defensa de la comunidad de cada cual, sino contra el hecho de que esta defensa es absurda, injusta y que tendría que ser sustituida por otra forma de defensa, más racional, más justa...
Si, por ejemplo, un número cada vez mayor de jóvenes reclutas empezase a dejar que les metiesen en la cárcel, por rechazar una defensa aparentemente nacional, concebida en realidad como fuerza auxiliar de una defensa garantizada por un poder imperial exterior, y por lo tanto una defensa aparentemente sin significado, pero en realidad humillante para un pueblo libre; si se reivindicase una defensa común europea, gestionada por un poder democrático europeo, inscrita en una política exterior realmente común, que quiera a corto plazo proponerse como socio del aliado americano y no como fuerza auxiliar - tal y como lo era la caballería númida para los romanos o los gourkas para los ingleses - ; una política que a largo plazo luche con autoridad y peso político real para la creación progresiva de una gobierno mundial, el único en detentar armas convencionales y no convencionales, y maestro exclusivo de la utilización o no utilización de los descubrimientos científicos para la creación de nuevas armas - en este cas
o, una campaña de desobediencia civil podría tener un peso político creciente. Pero tendría que estar preparada y ser lanzada en momentos bien escogidos. Te planteo estas reflexiones porque estás en la cárcel por haberte negado a hacer el servicio militar y confío en que te ayuden en tus meditaciones. Al fin y al cabo, en un momento determinado hay que decidir si se desea seguir el ejemplo de Sócrates, que decía: obedezco hasta morir las leyes de la ciudad, aunque sean injustas, o por el contrario si seguir el ejemplo de Antígona que decía: desobedezco, hasta morir, las leyes de la ciudad, pues debo obedecer una ley superior. A veces la una, a veces el otro tienen razón.
N.d.T.
DUPUIS OLIVIER . (1958) Belga, objetor de conciencia total, se entregó a la policía y pasó once meses en la cárcel de Saint Gilles. Encargado de la edición francesa de "Noticias radicales". Ha organizado y participado en manifestaciones no violentas y antitotalitarias en los países del Este, expulsado por dicho motivo de Checoslovaquia y Yugoslavia. Actualmente, coordina las actividades del Partido radical en Rumania y en Hungría. Colabora con el proyecto de "El Partido Nuevo". Es el Presidente del Consejo General del PRT.//SPINELLI ALTIERO . (Roma 1907 - 1922). Encarcelado durante el fascismo (desde 1929 hasta 1942) por sus actividades antifascistas, pues fue líder de las juventudes comunistas. En 1942, escribió con Ernesto Rossi, uno de los fundadores del Partido radical, el Manifiesto federalista de Ventotene, en el que se afirma que sólo una Europa federal podrá vencer definitivamente los peligros de un retorno de las guerras fratricidas en el continente europeo. Al final de la guerra fundó junto a Ross
i y Eugenio Colorni, entre otros, el Movimiento federalista europeo, y después pasó a ser miembro de la Comisión europea, siguiendo de cerca y criticando la evolución de las estructuras comunitarias. En 1979 fue elegido diputado en el Parlamento europeo por las listas del Partido Comunista Italiano (PCI), y se convirtió en el cerebro del proyecto de tratado que fue posteriormente adoptado por el Parlamento europeo en 1984 y más conocido como "Proyecto Spinelli".