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Pannella Marco - 14 agosto 1987
Se agrava el azote de la droga, qué podemos hacer?.
En la primera mitad de año han muerto 209 personas. En Italia se gastan cada año 27.700 billones de liras.

Contra la droga y la criminalidad

Marco Pannella

SUMARIO: Marco Pannella lanza la idea de crear una "Liga antiprohibicionista contra la droga y la criminalidad". Es un problema el de la droga del que toda persona, directa o indirectamente afectada, tiende a huir y prefiere catalogarlo como plaga endémica de curación imposible. Y sin embargo, la droga sigue causando estragos con un crescendo en el número de víctimas galopante: en Italia en los primeros seis meses del presente año, la droga se ha cobrado 209 muertes (el 40 por ciento más que en 1986). Más aún, desde que ha incrementado el miedo al SIDA la droga de por sí es menos noticia. Se habla menos de ella sin caer en la cuenta de que a menudo, es ella misma una de las causas de la difusión del morbo.

La droga no es una noticia que hay que olvidar. Si el número de muertos que es simplemente la punta de un iceberg gigantesco, no fuese suficiente, son otras cifras las que hablan claro: Italia gasta 17 mil millones en drogas blandas en un año, otros 7.900 en heroína y 2.800 en cocaína. Así pues, el enorme problema es que no cabe llamarse a engaños creyendo que se va a poder segir cargándole el muerto al otro, satisfechos de la suerte que hemos tenido por no haber tenido que afrontar el problema de cerca.

Con esta actitud hay que entender nuestra iniciativa de publicar la intervención de Marco Pannella, con cuya tesis la dirección de "Il TEMPO" no está de acuerdo en absoluto, compartiendo por el contrario las ideas que al lado Geno Pampaloni sostiene. Un artículo, el de Pannella, que, a pesar de que nuestro total desacuerdo, reconocemos posee una propuesta sólida y consistente así como la honestidad de su intento, que tiene por objeto conducir a un primer plano un argumento tan importante como la lucha denodada contra la droga).

(IL TEMPO, 14 de agosto de 1987)

HA ESTALLADO LA GUERRA. Hay heridos, mutilados, huérfanos, desesperados e inadaptados. El azote es único, pero los problemas son muchos y no hay que confundirlos, so pena de no resolver ninguno de ellos.

El azote de la guerra contra la droga es "sin lugar a dudas", en su fenomenología actual, el alcance exclusivo del régimen prohibicionista. Es este régimen, así pues, lo que hay que abolir en primer lugar. Es un régimen internacional, y hay que combatirlo a nivel internacional. Es decir empezando por doonde sea, por doquier, desde aquí, desde "aquí", desde Italia, España, desde aquí, desde Europa, o desde aquí, desde EEUU, o Tailandia, o Brasil, o Bolivia, o Beirut).

El alcohol también, y el tabaco, y los psicofármacos de amplia difusión son todo un azote. Su coste directo en víctimas humanas y en intervenciones sociales es sin lugar a dudas mayor. Pero en lo que a la vida del derecho y el derecho a la vida se refiere, con respecto a las instituciones, a las leyes, a la criminalidad y al peligro mortal para la sociedad y para los Estados no hay comparación entre la gravedad del problema de la droga y de los demás.

Sin el régimen prohibicionista, el azote de la droga se reduciría al rango de los "azotes" el alcohol, como el tabaco o los psicofármacos. Confiada a las lógicas del mercado oficial, "libre", la "droga" perdería toda característica suya autónoma con respecto a los demás productos, es decir dejaría de existir en lo que de más tremendo, peligroso, caro y potencialmente mortal representa para la sociedad.

Con la reincidencia del régimen prohibicionista, el azote no podrá dejar de extenderse, hasta registrar en breve progresiones geométricas en múltiples zonas del mundo.

La potencia de la gran criminalidad producida por el régimen prohibicionista, íntimamente estructurada con la del tráfico clandestino de armas, ya empieza a ser trasladada y reciclada en el mundo institucional y económico, animándolo irremediablemente con la subcultura antropológica que esta historia esta desarrollando, con sus intereses y sus objetivos.

Lo que queda del prohibicionismo americano de los años veinte no es tanto el recuerdo de las víctimas del alcoholismo de un alcohol adulterado y no controlado, distribuido y producido por la criminalidad. Sino por las pestes del gangsterismo, de las ciudades y de las instituciones atacadas, ensangrentadas, corrompidas, de mafias y camorras que desde hace décadas han sobrevivido, hallando impulso sin precedentes desde hace dos décadas en el nuevo "prohibicionismo".

En la sociedad contemporánea, la única mercancía "libre" es de hecho la "prohibida" mientras circula. Toda mercancía en "libre venta" grava en realidad con muchos controles directos e indirectos. La "carne" que nos comemos en casa o en los restaurantes es reglamentada desde que es animal vivo. Con respecto a la ternera, por ejemplo, se controla su nutrición, las condiciones higiénicas, el transporte a los mataderos, el desguace, la conservación, la venta, la exposición, la calidad y el precio. En esta dirección, sin lugar a dudas, se canalizará progresivamente toda forma de comercio, no solo de género alimenticio sino cualquier tipo de mercancía.

La prohibición de una mercancía, por ley fundamental e insuperable de mercado, se resuelve con un aumento del valor, directamente proporcional a la demanda y al riesgo de la oferta. El comercio de mercancía prohibida hace de ella que sea la única "libre" en el precio, en la calidad, en el suministro y en el consumo. Los beneficios que se realizan son totalmente "libres", sin competencia y control posibles, sin parangón con respecto a cualquier actividad de lucro. Por su lógica natural, las organizaciones relacionadas con el tráfico de droga obtienen beneficios gigantescos en la promoción del sector, y se depositan en otros lugares con el único límite de las capacidades de absorción de la oferta.

La característica específica de la "droga" de la que nos ocupamos (la droga "dura", las demás no se merecen ni tan siquiera el nombre de droga) es que crea dependencia y adicción, una condición objetiva de necesidad y de demanda, que se expande progresivamente en cuanto roza la actividad represiva. Por definición, el toxicómano se convierte en minusválido en sus capacidades mentales, en particular en los momentos de objetiva crisis de abstinencia.

El prohibicionismo, no la droga en sí, hace de él un ser peligroso socialmente, y "definitivamente" peligroso ante él mismo. La recuperación moral, vital, de una persona que sabe que ha llevado a cabo y que está llevando a cabo acciones de grave violencia contra los demás, inocentes, a menudo contra aquellos a los que más aman, o por los que más son amados, se convierte cada vez en algo sumamente difícil. La angustia, la desesperación, el mal de vivir se convierten progresivamente en algo profundo, íntimo, definitivo. Hasta la muerte, o hasta la cada vez menos probable recuperación, se convierten en "máquinas" perfectas para la empresa criminal, para el ejército sin fronteras y sin posibilidades de objeción como la del "soldato", el "assoldato"(1).

OTRA es la condición de las víctimas del alcohol, de los psicofármacos (por no hablar del tabaco) las drogas bajo un signo positivo, culturalmente hablando, apoyadas por la publicidad y por las fuerzas productivas casi soberanas en nuestra sociedad.

Hace tres años, desde las columnas de "Il Corriere della Sera" lancé en Italia la propuesta antiprohibicionista. Desde aquel entonces he guardado silencio, en parte por elección personal, en parte porque el nudo de mi mordaza a sido apretado con más fuerza. La propuesta ha sido "objeto" de infinitas menciones, en debates que se reservaban rigurosamente a otras personas.

He reflexionado, he estudiado, he participado en comisiones de investigación, tanto parlamentarias como no, europeas, italianas, de todo.

Con mis compañeros del Partido radical hemos intentado obtener, mientas tanto, el mayor apoyo posible para la tarea de quien luchase en el frente de la recuperación, de la asistencia, de la reincorporación de los ex-toxicómanos, o de aquellos que aún vinculados al consumo de droga recurrían a su actividad. Las actas de la CE y los balances del Estado lo documentan. Hemos intentado de la misma manera llevar a cabo la lucha noble y denodada, digna de mérito y peligrosa, que la organización de la ONU guiada por el Dr. Di Gennaro, en Viena y desde Viena va llevando a cabo un poco en todas partes de mundo, especialmente en los países de producción.

Seguiremos haciéndolo, pero totalmente conscientes de que se trata de la asistencia y de la recuperación de los "heridos", de los "huérfanos", de los "inadaptados", de los vencidos y de los desesperados de la guerra en curso, es más de una pequeña parte de ellos. O del experimento de lucha que se sabe moralmente que se tiene el deber de sostener, cuando la lleva a cabo gente honesta y fuerte, aunque cada vez se esté más convencido de que por ese camino no se podrá conocer más que la derrota. Este es el precio de la tolerancia y la humildad.

Pero no puede acabar, para nosotros, en simples justificaciones. La droga como materia de por sí maldita y activa. Los criminales de la droga de por sí imbatibles, superiores a cualquier otro, patrones diabólicos del mundo.

El enemigo se halla también en nosotros; en nuestra espera, en nuestra forma de no organizarnos, inmediatamente, porque la batalla se presenta, como una batalla de gran dificultad, y lo es, así como el objetivo se nos antoja por encima de nuestras fuerzas. Pero si no iniciamos inmediatamente, de forma organizada, no vamos a vencer nunca, o venceremos cuando sea demasiado tarde.

Se puede amar o detestar el pensamiento, la obra, el peso de Milton Friedman, el Premio Nobel al que se imputan los "excesos" reaganianos, la ideología ultralibrecrecambista, el antiestatalismo riguroso y casi mesiánico. Pero creemos que es difícil e imprudente negar su seriedad y su importancia.

Precisamente en el frente de la droga, Reagan y Milton Friedman se presentan como generales de dos ejércitos que se enfrentan. Reagan está pasando abiertamente a una ideología y a una práctica militar y autoritaria contra la "droga", mucho más libre e incontrastadamente que en su otra cruzada, contra la "droga", la del demonio sandinista. La ONU y las organizaciones internacionales se resienten de ello y se va delineando una convergencia natural y y estratégica entre las "medicinas antidroga" del imperio soviético y de los estados totalitarios, y las del Presidente americano y los que lo apoyan.

Milton Friedman no deja de denunciar esta política como una falacia, antiliberal, antiliberalista, ideológica, estatalista, demencialmente cara desde el punto de vista del derecho así como desde el punto de vista económico, sin futuro alguno. Basta leerse las pocas páginas de su libro "Contra el poder del Status quo", de 1984 (ed. Longanesi).

A lo largo de una reunión - sesión a puertas cerradas - de la Comisión del Parlamento Europeo para los problemas de la droga, solicité al Director general de la Interpol, al señor Kendall, que me contestase él personalmente, no oficialmente, a la siguiente preguntaLo hice, y le suplico aquí que me perdone porque para bien cometo una indiscreción, espero sepa perdonarme. La pregunta fue: "Señor Kendall, si estuviésemos reunidos aquí en calidad de capos de "Cosa nostra" decidiríamos apoyar una campaña antiprohibicionista o una defensa del estatus quo del régimen prohibicionista?". La respuesta fue probablemente difícil, atormentada, clarísima pero lacónica. Dejo a cada cual que la adivine.

A lo largo de los últimos años, en todos los países, a veces en los altos niveles de responsabilidad, en el mundo de la ciencia, de la cultura, de la política, del derecho y de los encargados de la seguridad y el orden público, se han alzado voces claras y valientes contra el régimen prohibicionista. Pero puesto que la situación no puede proceder de las instituciones de los Estados nacionales (o solamente de ellas: el antiprohibicionismo en un solo país sería un suicidio inútil) sino de las organizaciones internacionales, o por lo menos, de las regiones del mundo como la comunidad Europea, América del Norte y Central, Oriente Próximo y el Lejano Oriente, etc. no se han dado pasos hacia adelante.

Así pues, es necesario pasar inmediatamente a la organización de una campaña transnacional, a la constitución de la "Liga anti-prohibicionismo".

N.d.T.:

(1) Pannella juega con las palabras "soldato" y "assoldato". "Assoldato", en italiano quiere decir enrolado en el ejército pero al mismo tiempo asalariado.

 
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