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Tessari Alessandro - 30 settembre 1987
Aquí empieza la aventura
Fábula por desgracia seria de Sandro Tessari

SUMARIO: Esta es la historia de la discusión que se desarrolló en la Comisión de industria de la Cámara de los diputados durante el estudio de la ley que concede indemnizaciones a los municipios que albergan centrales nucleares.

Aquí empieza la aventura......

El presidente de la Comisión leyó una propuesta de ley para acelerar y dar un tono decidido a la puesta en marcha del plan nuclear. Hacía años que todas las leyes se anquilosaban en las hostilidades de los entes regionales(1), en la desconfianza de los municipios, en la cólera de los ciudadanos. Por si fuera poco, los radicales y los ecologistas se habían propuesto agitar los ánimos por lo que parecía cada vez más difícil que Italia estuviese a la altura de los países más modernos y emancipados.

De esta manera se había abierto camino la idea de que hacía falta extraer de aquel montón de artículos, de leyes enfáticas, de enunciaciones solemnes, un sólo artículo - breve - que previese una indemnización congruente a los municipios que hubiesen albergado las nuevas centrales nucleares. Este era el hecho, esta la necesidad, convinieron todos los comisarios inmediatamente, excepto nuestro "obstructor" que, precisamente en dicha ocasión, anunció su obstruccionismo. Decía - el ingenuo - que esta norma legalizaba los sobornos y no sabía - tal vez por la edad o por el furor antinuclear que lo cegaba - que desde hace años el Estado viene dando consistentes contribuciones a los municipios por las molestias creadas por las grandes instalaciones de producción de energía eléctrica. Pero, vayamos por pasos.

1 de abril del 82: el pescado es radioactivo

El 1 de abril de 1982, los comisarios, bromistas, prepararon el ritual pescado para el obstructor diciendo que, al tratarse de una leyecita modesta, era mejor evitar el estudio solemne de la Asamblea con todos los diputados. Era mucho mejor votarla en la Comisión, entre pocos íntimos. Ello, entre otras cosas, presentaba indudables ventajas: mayor discreción - dado el carácter delicado del argumento -, nada de periodistas, nada de tribunas con público emocionable, nada de publicidad. Fueron desbaratados desde el primer momento todos los intentos del obstructor por llevar a las cámaras de televisión, a los periodistas, a los curiosos, en resumidas cuentas, hacer de la Comisión todo un espectáculo. Sus argumentos eran más bien inocentes aunque parecían sensatos. Si la energía nuclear - sostenía - es bonita, limpia, necesaria para la economía y el progreso, qué necesidad tenéis de inundar con miles de millones los municipios que la albergan?. Tal vez queréis comprar su miedo, sus preocupaciones o incluso su sa

lud?. Y, además, qué sentido tienen todas estas artimañas, toda esta clandestinidad, este trabajar "a puertas cerradas"?. Algún que otro diputado bromeó sobre la ignorancia del obstructor: no sabía que también en los tribunales, de vez en cuando, se celebran procesos a "puertas cerradas"?. Todos se rieron de buena gana con la broma y con algún que otro codazo amistoso se dispusieron, alegres y dicharacheros, al duro trabajo que les esperaba.

Energía nuclear sí, pero que no se vea

El ponente de la mayoría puso sobre el tapete la primera cuestión: cómo llamamos a la ley?. Propuesta: contribuciones a favor de los municipios sede de centrales nucleares. No, no, corean los distintos comisarios, la palabra "nuclear" no debe aparecer. Hay que ser más indirectos, andarse con más matices, «qué diablos!. «Sólo nos falta ir pregonando el monstruo nuclear en el título de la ley en primera plana!. Podríamos decir "termonucleares", por ejemplo, sugiere alguien. No no, dicen varios al unísono. "Termoeléctricas", esta es la expresión adecuada. No, lo mejor es "centrales eléctricas", simplemente; es más casto. Tal vez sea más casto profiere uno, pero la locución comprende también las centrales que no son nucleares, las de carbón. Bah, dice con socarronería el que acuñó el término, el carbón, al fin y al cabo, también tiene sus problemas. También molesta a los vecinos.... En ese momento todos los comisarios empiezan a decir lo que piensan sobre la diversificación, la energía nuclear y el carbón.

El presidente aparece un tanto turbado: no se habrán puesto ustedes a favor del obstructor?, eh?. Tras intercambiar varias bromas en lenguaje cifrado, en el que el estribillo era que si el petróleo y el aumento de precios, y alguna llamada telefónica que otra con interlocutores que permanecían siempre a la sombra, el ponente, que debe leer el texto que se someterá a la votación de la Comisión, coge la sartén por el mango: tanto la energía nuclear como el carbón tienen el mismo mérito por su colaboración a la causa del progreso. No creo que se le deba negar al segundo todo lo que acordamos para la primera... En todo caso un poquito menos. Todos los comisarios se felicitan por la perogrullada del ponente y deciden que todo va sobre ruedas.

Empezamos a comprar a los municipios

Así pues la ley se titula: "Normas para el suministro de contribuciones a favor de los municipios con centrales eléctricas alimentadas con combustibles distintos de los hidrocarburos".

La finura de esta circunlocución había hecho desaparecer desde un principio toda sospecha de que se tratase de distribuir dinero, así como el remitirse domésticamente a las centrales eléctricas había alejado los temores de un salto excesivamente repentino hacia el futuro nuclear. Todos lo comisarios estaban la mar de complacidos de que el presidente del ENEL (ente nacional energía eléctrica) hubiese compartido diligentemente esta preocupación. Había mandado, de hecho, a todos los usuarios, junto con la factura de la luz, una carta en la que se les daba a entender, sin decirlo abiertamente, que la factura de la luz bajaría de precio en la medida en la que aumentase la energía nuclear. Por el momento, era prematuro hablar de energía nuclear al italiano medio. Lo importante era insinuar esta convicción reconfortante, de un futuro próximo nuclear y en cualquier caso cargadito de dones.

Al único obstructor no pareció gustarle esta elegante pedagogía divulgativa del ENEL. Un día, se encontró con el presidente del aula de la Comisión, le soltó toda una retahíla de palabrotas que hicieron enrojecer a las estenógrafas que transcriben todo lo que los comisarios dicen.

Hacía pocos minutos que se había alcanzado un acuerdo sobre el título de la ley cuando se notó en el aula de la Comisión una sensación de desbarajuste. Parecía como si una preocupación, entre todas, hubiese acongojado particularmente a los comisarios: descubrir quiénes eran los afortunados vencedores de la lotería que se estaba sorteando. Por primera vez los corrillos que por regla general se forman en este tipo de situaciones no pasaron por los partidos sin dejar mella. Sobre la cuestión nuclear, de hecho, no se habían producido nunca discrepancias o diferencias entre la mayoría y todas las oposiciones, las serias. De este consenso a coro sólo quedaba al margen un obstructor que, bien mirado, no podía ser considerado una oposición seria. Se podía apreciar que en ese natural movimiento de cabezas, que se entrecruzan espontáneamente en un rincón de la sala o en otro, tal y como lo hacen las olas del mar cuando sopla el viento, esta vez tenía lugar de forma selectiva. Las cabezas de la mayoría chapoteaban por

un lado, alrededor de su escollo más acreditado, lo mismo sucedía con las oposiciones. Uso aquí el término "oposición" como nombre artístico de aquellos partidos que no forman parte de la mayoría pero que se guardan muy mucho de hacer que dicha mayoría caiga ....

... Pero si estos alcaldes son todos comunistas.

Del chapoteo de la mayoría sale un hilillo de voz acongojado a duras penas perceptible. Pero estos alcaldes son todos comunistas. «Inaudito!.

Los comunistas, en señal de fair play, se hacen los suecos. El ponente se atreve a presentar una enmienda mirando titubeante a los comunistas que, seráficos, reposan su mirada en el infinito. Su líder, con su cuidada barbita tan vivaracha, se enciende su pipa de raíz de madera fina y bromea amablemente con los suyos.

En resumidas cuentas, la mayoría querría que el dinero no fuese a parar sólo a los ayuntamientos, demasiado comunistas, que albergan las centrales nucleares sino también a aquellos contiguos que son, al menos en parte, de centro-izquierda. Todos, con un significativo silencio, demuestran que se considera tan obvia la cosa que no merece la pena perder el tiempo hablando de ello.

Tal vez - se aventura alguien gatopardesca y distraídamente- "contiguo" es un término demasiado rígido.

Dinero contiguo?. No, limítrofe.

Demasiado restrictivo - irrumpe ese al que no se le puede llevar a los salones de gente bien - deja al margen a demasiada gente.

Algún que otro golpe de tos. Se llega a un acuerdo sobre "limítrofes". Limítrofe quiere decir cerca aunque no necesariamente contiguo. Permite una cierto tacto elegante. De esta manera, se llega al punto más crudo, el de la cuantificación del dinero. Dónde anclar el suministro de la contribución?. En los "kilovatios por ora" producidos, sugiere alguien. Un cierto número de cabezas se agrupa alrededor de un teléfono. Del otro lado del cable llega una sugerencia: mejor anclarlos a los "kilovatios" de potencia instalada. En el rincón de la sala en el que se amontonan los comisarios que no saben estar en la mesa, se oye fuerte: "con estas centrales de marras que están siempre paradas, todavía te quedan ganas de contar los kilovatios por hora producidos. Anclándolos en la potencia nominal de la instalación tienes siempre el dinero, aunque la central no funcione".

La parte educada de la Comisión, mostrando un desprecio inequívoco por expresiones semejantes, en un soplo azulado que sale de las pipas acariciadas por manos muy cuidadas, susurra como si ya estuviese hecho, sí hombre sí, no queremos contenciosos inútiles, el dinero se dará tanto por "kilovatio por hora" producidos como por "potencia instalada". Pasemos al punto siguiente.

Ay de quien se olvide de alguien...

Hacía rato que sonaba el teléfono. Del aparato salían riachuelos de lágrimas alternados con torrentes de increpaciones: hablando sólo de centrales en funcionamiento, el dinero se lo daréis sólo a dos o tres municipios que tienen viejas centralitas, bagatelas, de pacotilla. A nosotros nos están construyendo las supercentrales del plan energético, no nos llegará al bolsillo antes de cien años. Lo sabe todo el mundo que en Italia nadie quiere centrales - seguía diciendo la voz convertida en un dies irae - nadie en absoluto. «Seamos realistas!. Si tenéis dinero, dádnoslo inmediatamente, porque las roñas ya las tenemos: «que si los ecologistas, que si las protestas, que si los campesinos, que si los bloqueos en la carretera y toda la jauría antinuclear!.

La mayoría consulta con las oposiciones, las cuales consultan con la mayoría. Cómo se nos ha podido pasar por alto este detalle, se pregunta alguien dándose de cabezazos contra la pared?. El ponente recibe solemnemente la instancia de base y corrige el texto que se convierte en: "una contribución por cada kilovatio de potencia nominal de las instalaciones en vías de construcción".

Todo este elucubrar y decidir se desarrolla mientras el obstructor, al que nadie le hace ni caso, recita su monólogo obstruccionista. Al secretario de la Comisión no le había dado tiempo de coger el bolígrafo cuando de un teléfono repiqueteante, que nadie se decide a coger, sale un salpicón de tinta que en un folio blanco adquiere forma de súplica: os habéis olvidado de mí. Yo aún no tengo la central, pero muy pronto me darán la autorización para tenerla. Os lo pido por favor, incluidme. El presidente, sin prestarle la más mínima atención, deja caer la súplica untuosa entre las manos del amanuense mientras participa sonriente en una broma en el fondo de la sala. El apartado se perfecciona especificando que las contribuciones para las instalaciones en vías de construcción se ampliarán a las instalaciones "que serán posteriormente autorizadas".

Y los entes regionales?

A la semana siguiente, los trabajos de la Comisión empiezan con mal pie. En el cielo, nubarrones negros no dejan presagiar nada bueno. Se apresuran a cerrar las ventanas con las cortinas corredizas. El único elemento tranquilizador es la voz monótona del obstructor que sigue hablando como si el mundo no existiese. Mientras, afuera, el mundanal ruido sigue su curso. Todos los entes regionales de Italia amenazan con una marcha a Roma. Se ha sabido que, despreciando sus instancias, el dinero se dará sólo a los municipios y a sus limítrofes.

No somos limítrofes?. Gritan los entes. «Las centrales insisten en nuestro territorio, y nosotros insistimos!.

El ponente, la mayoría, la minoría, la totalidad, excepto el obstructor, que no se entera de nada, intentan reparar la cuestión. Se dan cuenta inmediatamente, no vaya a parecer que ceden ante presiones de ningún tipo. En el fondo, se trata sólo de modificar el título de la ley que ahora reza: "Contribuciones en favor de los municipios y de las regiones sedes de centrales...".

Un grito solitario desgarra la noche. Era de noche pues la Comisión se había reunido a las 22 horas confiando en que a esas horas de la noche se durmiese el obstructor monologante. El alarido sacude a los comisarios del turno de noche que se estaban leyendo unas novelitas que se habían traído de casa.

"«Sólo a mí me dejan fuera!" grita la voz del ente regional. Por qué? contesta a coro la Comisión, consciente de haber distribuido de esta manera el maná que era difícil que no diese para todos. Pero la noche se desgarró por los quejidos de potencia inusitada. Al menos mil megavatios, se creía. Sin embargo, se trataba de mil doscientos, tal y como se supo después.

Dinero una tantum

Pero, estás seguro de no haber subido a bordo?. Pregunta al unísono la Comisión. Llanto y crujir de dientes. Y los demás entes regionales que son como tú?, insinúa la Comisión. Los otros entes regionales son afortunadas balbucea la voz desgarradora. Ellas tienen centrales o nucleares o convertibles al carbón. En cualquier caso cogen el dinero. " Y tu central cómo es?" pregunta la Comisión tranquilizada por la incipiente razonabilidad de la voz nocturna. La mía, por desgracia no es convertible, en absoluto.

Los comisarios giran sus ojeras pronunciadas. Alguien va y dice: y si se trata de un truco, y si hay gato encerrado? ... «Pero qué gato encerrado ni que niño muerto!, salta uno que acaba de despertarse pero demuestra tener las ideas muy claras al respecto. Es un hijo de puta, si pasa no sabemos cuánto se amplía la brecha. Cuanto más se amplía, vosotros ya me entendéis, menos toca por cabeza...

Dinero ad personam

El ente regional comprende: o ahora o nunca. Empieza a jurar que es el único, el despreciado, y que no hay gato encerrado en su petición absolutamente inocente, una petición ecuánime. La comisión, que ha sobrepasado el azote de una velada extenuante, soportaría cualquier cosa, excepto no parecer ecuánime. Así pues, propone incluir en el texto: "para las instalaciones termoeléctricas alimentadas con aceite combustible no convertible y no previstas para el funcionamiento a carbón".

Un comisario, dotado de extraordinaria capacidad lógica, aventura: pero de esta manera, prácticamente, es como si diésemos la contribución a todo el mundo. La ley era para dar facilidades a la energía nuclear, la hemos ampliado al carbón y ahora al petróleo. Tal vez se ha perdido el sentido de intervención extraordinaria que debía tener. El ente regional, que estaba al otro lado del cable telefónico, comprende el peligro que corre precisamente ahora que parecía que todo fuese sobre ruedas, e irrumpe: si teméis que se trate de un truco, podéis especificar más todavía ... he aquí mis datos. Podéis añadir: "de potencia nominal no inferior a 1200 megavatios".

Si no es suficiente, si teméis que no se trate sólo de mí, añadid: "instalaciones que iniciaron su actividad después de la fecha del 31 de diciembre de 1980".

Dinero a go-go

La Comisión, llegados a este punto, ante pruebas tan indiscutibles de buena fe, reconfortada sobre el hecho de que se trata de una regalia ad personam, acepta. Pero añade huraña: pero, por favor, que se trate de una contribución "una tantum". Así queda establecido.

Mientras tanto las oficinas de estudio de los municipios habían echado cuentas y considerada la miseria de esta regalia montan una protesta de carácter técnico. De los cuatro rincones de la península, alcaldes de todos los colores del arco iris meten cizaña al descontento popular. Difunden entre la gente la idea de que los de la Comisión no tienen ni idea de cuentas, que no saben nada de nada de financias. "Pero, maldita sea, cómo van a dar contribuciones fijas con estos índices de inflación que corren hoy en día?. Dentro de algunos años no tendremos ni para pipas", murmuran por doquier.

Una representación del arco constitucional solicita, con gran aplomo, ser escuchada. El coloquio está lleno de subjuntivos y de conceptos teóricos muy amplios. El quid de la cuestión es: sí se trata de cuatro cuartos de poca monta... como mínimo, dadlos indizados. La Comisión, que se mueve en sintonía con el abanico constitucional, no puede negar que la petición es de lo más lógica. De esta manera, en el texto, se detalla que "las contribuciones de las que ... son indizadas".

Un par de datos biográficos del obstructor

Habían pasado ya varios meses desde que iniciaron los trabajos para la redacción de este texto de ley de lo más fatigoso. Al contrario de lo que cabría imaginar, la ley constaba de un sólo artículo pero de una densa sabiduría legislativa tan ingente que las estaciones transcurrían y los comisarios no lograban dar en el clavo.

Tras la primavera llegó el verano. El obstructor que no se había ido nunca a casa por miedo de que en su ausencia la Comisión cometiese quién sabe qué barbaridades, seguía hablando impertérrito. En julio, todos los comisarios lucían elegantes y frescos trajes de lino claro con camisas aireadas. El obstructor, que no se había podido cambiar de ropa, sudaba mucho con su indumentaria invernal, pero la pasión que lo animaba le había impedido darse cuenta de que sus ropas se confundían con el color verdoso del cuero de la silla de la que, durante muchos meses, no se había despegado.

..... y el Pec

Llegó el otoño con sus lluvias. Con las lluvias llegó el Pec. A pesar de lo que el obstructor creía, Pec no es la sigla abreviada de peculado. Es otra cosa. Desde hace varios años les ha quitado el sueño a los habitantes de la zona de los Apeninos entre Toscana y Emilia Romaña. El Pec está estrechamente relacionado con el plan nuclear, pero no es una central, y por eso no hacía falta incluirlo, con sus habitantes, en los beneficios de la ley. Fue lanzado un llamamiento, para tal ocasión, a todas las lumbreras del país para que estudiasen la manera de hacer que entrase el Pec en la filosofía de la ley.

Este desconocido ... - cida ...

Tras mucho cavilar se descubrió que el Pec es un reactor para la experimentación de los combustibles de las centrales eléctricas de tipo avanzado. Estos científicos son extraordinarios: consiguen dar conferencias sobre la energía nuclear dándote siempre la sensación de que hablan de otra cosa. Incluso sugirieron al Comité nacional para la energía nuclear que cambiase de nombre y de imagen: de hecho, actualmente el ente que promueve la energía nuclear en Italia es conocido con el nombre artístico de ENEA, que además de constituir un homenaje ineludible a la noble tradición virgiliana, se puede descifrar como Ente nacional de energías alternativas. Y todos estarán de acuerdo en que es mucho más tranquilizador este estilo cargadito de alusiones y soslayos. Así pues, una vez convenido que el Pec es un reactor como los demás reactores, aunque no produzca energía eléctrica, se creyó que hubiese sido escandaloso excluirlo de la ley. A la Comisión, a la que ni se le pasaría por la cabeza oponerse en modo alguno a la

opinión de los técnicos, la cosa pareció tan obvia que se convino inmediatamente darle algún dinerillo al ayuntamiento que alberga a tan importante reactor.

El Pec debía tener amistades influyentes pues inmediatamente todos los teléfonos de la Comisión empezaron a sonar. Se cruzaron las llamadas interurbanas e intercontinentales. Los mensajes, que tenían casi todos un tono por encima de la súplica, francamente imperativo, concordaban e insistían en un hecho: la financiación no debía ser una tantum.

Pero, cómo justificar el Pec que no produce electricidad y por lo tanto no hay kilovatios por hora que contar?, se preguntaba hecha un lío la Comisión. Qué podremos encontrarle para que tenga la misma energía y vitalidad rampante como la de las turbinas de las grandes centrales?. A un comisario se le enciende la bombilla de las ideas brillantes: Pero, qué diantres, como no se nos ha ocurrido antes?. El Pec sí que es turbinoso en el crecimiento exponencial de sus costes: en una tercera parte de sus trabajos ya ha superado el triple las previsiones del gasto final.

Esta es una buena idea, contestaron a coro los comisarios para tapar la voz del obstructor que había aumentado unos decibelios de más. Al traducir la idea brillante en práctica, a algún comisario le surgió la duda de que de que la cuestión fuese un poco demencial, pero puesto que ningún comisario parecía conocer bien el Pec, la sugerencia se acogió considerando el hecho de que la petición de emolumentos parecía modesta y casi tímida: sólo el cinco por mil de los gastos. Paparruchadas.

Estaban todos tan contentos de haber encontrado una solución inteligente a un problema técnico tan delicado, tan estrechamente vinculado con la ciencia, que nadie hacía caso de las imprecaciones del obstructor.

De repente, un comisario que estaba hablando por teléfono va y suelta el aparato bruscamente como si le diese calambre. Del aparato que saltaba rabioso encima de la mesa, salían torrentes de insolencias: «analfabetos, que sois unos analfabetos!, suelta a grito pelado la voz. No sabéis que el Pec costará mucho más que una central?. Y sobre todo, su coste será eterno?, Cómo eterno?, dice desorientado un comisario. Porque no podrá ser completado nunca, continua implacable el aparato. De lo contrario, se descubrirá el engaño de que el Pec no sirve para nada, que está desfasado, que es obsoleto. Obsoleto?, dicen a coro cada vez más cortados los comisarios que se creían que el Pec era algo muy a la vanguardia.

La última respuesta del aparato aclara el equívoco. Sí, el Pec es la tela de Penélope: es el cuento de nunca acabar. Durando eternamente en el tiempo, el Pec resuelve muchos problemas: da trabajo a los jóvenes, alivia la desazón del Mediodía italiano, alimenta las industrias que reciben las adjudicaciones (las de construir y las de demoler: una especie de industria perpetua). Y como guinda del pastel ahora alimentará al municipio que lo alberga. Por los siglos de los siglos.

Pero de qué sexo es este Pec?

Los comisarios se miran entre ellos, algo turbados. Se preguntan mutuamente: Sabes algo de este bendito Pec?. Pero las respuestas son: bendito o "bendita"?, porque es una central y por lo tanto femenino. Inciertos sobre el sexo del Pec, los comisarios se sumen en la desazón. Cuánto hace que fue construida?. Pero no está construida porque aún no la han acabado, así que no está en pie, está sentada. Sí, sí, vale, pero cuándo empezó todo esto?. Cunde el pánico profundo en la Comisión. Nadie se acordaba de cuándo fue colocada la primera piedra, ni de quién fue el ministro que la inauguró con el primer botellazo de champán. La cosa se estaba poniendo fea.

El presidente, con un movimiento malicioso, coloca el aparato ante el altavoz que mandaba a toda pastilla el torrente del obstructor el cual, entre otras cosas, al no contar con muchos argumentos, insistía en un concepto matemático: Pec-peculado. Pec-pecado, Pec-peculado, repetía obsesivamente como si tartamudease. Cuando pasó a Pec-pacchia(2), un comisario le hizo notar que no tenía buen oído para la rima. El presidente esperaba que con lo del teléfono, el interlocutor anónimo se diese cuenta de que en la Comisión los había que hablaban mal del Pec.

De este quid pro quo lo sacó un murmullo que venía de detrás de las espesas cortinas de terciopelo que cubrían la puerta de entrada. Entre los amplios pliegues de aquellas tiendas, desde el principio de la discusión de la ley, se había ido fraguando toda una serie curiosa de personajes de las más extrañas etiquetas.

Bromeando, se les había llamado los amigos del átomo, porque les entusiasmaba tanto la ley que habían decidido - en ello muy parecidos al obstructor - no abandonar la trinchera hasta que la ciencia no hubiese triunfado. Ellos, de esta manera, vivían al raso, como el obstructor sin ir a casa y sin cambiarse de camisa. Por la noche se freían un huevo en un hornillo alimentado por una pequeña centralita atómica de bolsillo. Como suele suceder en estos casos, estos opositores irreductibles habían acabado por entablar amistad. Alguna vez que otra, los amigos del átomo le habían ofrecido su centralita atómica al obstructor para que se calentase un poco de café pero habían recibido siempre un rechazo eso sí cortés. El obstructor consideraba que no debía desmentir nunca su fe en las energías renovables. Así pues, utilizaba una turbina rudimental movida por la cascada impetuosa de sudor que le chorreaba por la frente en sus inagotables y agitados monólogos. Cada cual a su manera apuntaba a la autosuficiencia energéti

ca y a la no dependencia del extranjero para los abastecimientos.

También tiene amigos

Los amigos del átomo explican al presidente que quien amenaza con truenos y centellas al teléfono es el municipio limítrofe con el Pec. El cual, en nombre de todos los limítrofes solicita la extensión del beneficio en conformidad con la filosofía de la ley. El presidente refiere al ponente al que refiere a los comisarios: se trata simplemente de un problema de ecuanimidad, dicen todos a coro. Pero está claro que se nos ha pasado por alto, añade un comisario con la quinta marcha. Al no ser el Pec una central, está claro que el concepto de limítrofe, que servía para los ayuntamientos con centrales, no se aplica ni se especifica. Así pues, que se especifique, dice satisfecho el presidente. De esta manera, la Comisión con su sabiduría salomónica decide acoger la petición de los limítrofes. Y la ley distribuirá ecuánimemente las contribuciones al ayuntamiento que alberga al Pec y a los "demás ayuntamientos limítrofes".

y son limítrofes ...

Pero los problemas, lejos de parecer compuestos, se iban asomando cada vez más descompuestos. Vuelve a estallar la disputa que ya había estallado con motivo de la docta discusión sobre la ambigüedad semántica del concepto "limítrofe". Al final, el ponente, que en el juego de las partes representa a la mayoría del gobierno, consciente de que si se resguardaba tras la barricada de una interpretación restrictiva del concepto de limítrofe hubiese acabado por dar dinero sólo a algún que otro alcalde comunista - qué va a encontrar uno si no en los Apeninos entre Toscana y Emilia Romaña? - opta por el pluralismo semántico. El texto de la ley especificará lo siguiente: "municipios limítrofes interesados-afectados".

y afectados-interesados ....

Los comisarios del gallinero estallan: "me gustaría ver a mí si hay algún ayuntamiento que no esté interesado en participar en el reparto de este maná del cielo".

Vengo yo también?. Bah, por qué no?.

En la fantasía de los comisarios se encienden las luces de las grandes batallas idealistas. Luchas intermunicipales: yo soy limítrofe; no tú no. Pero yo estoy interesado-afectado, como dice la ley. En resumidas cuentas, una auténtica guerra entre los limítrofes e interesados y los menos limítrofes pero más interesados. Llegados a un cierto punto, tal y como suele suceder en estas situaciones, la sabiduría sale a flote con la simplicidad de la verdad. Será un tribunal superior desinteresado el que decida cuáles son los municipios realmente "limítrofes e interesados-afectados", el del ente regional, sancionado a los comisarios que como nunca han estado de picnic en Brasimone - alguno seguía llamándolo Trasimeno(3) - no saben que la zona de los municipios limítrofes e interesados en la distribución del dinero público afecta a más de una región.

Cuando aún no se ha acabado de apagar la disputa entre los municipios estalla la disputa entre los entes regionales que son ambos limítrofes y ambos están interesados en la cuestión.

Pero la fantasía del legislador es infinita. No tira la toalla ante la primera dificultad. Existía en realidad un problemilla que incordiaba a los partidos de la mayoría y era que ambos entes regionales los que iba a ir a parar el dinero eran rojos. La cosa era de lo más molesta. Por qué, en el fondo, el gobierno, que no es rojo, con su mayoría, tiene que dar dinero a dos entes regionales rojos que se pelearán continuamente para reivindicar que son más limítrofes y más interesados en el dinero del Pec?. La solución es como el huevo de Colón. Y la mayoría confecciona el siguiente texto: "En los casos en los que no se llegue a un acuerdo se procederá con un decreto del ministro de industria". Este al menos es de buena fe, suelta alguien. Los comunistas están contentos. En el fondo de su corazón creen que no lucharán nunca para no dar pretexto al ministro para meter las narices en asuntos que son sólo tosco-emilianos.

Vía libre a las "obras civiles"

Al final, releyendo el artículo entero, tras rápidos cálculos y pensando de nuevo en que es difícil encontrar no sólo en los Apeninos entre Toscana y Emilia Romaña algún ayuntamiento que no esté de una u otra manera interesado además de recibir el subsidio en los gastos o fugas radioactivas o de transporte de materiales peligrosos ha pensado en redondear el óbolo del 5 por mil anclándolo, además del coste del reactor, cifra desconocida para todos - pero parece que ronda los miles de billones - al coste de "los gastos que habrá que sostener para la ejecución de las obras civiles".

Como todos podrán comprobar, el concepto de "obras civiles" no comprende una cosa específica sino cualquier cosa factible o imaginable; carreteras, puentes, viaductos aéreos, autopistas con dieciséis carriles. Quién podría negar a estas costosísimas cosas el derecho de ser consideradas obras civiles y por lo tanto productoras de ese beneficio del 5 por mil del que habla la ley?.

Llegados a este punto, a todos los comisarios les invade la envidia de no ser alcaldes de uno de los ayuntamientillos del Pec sobre el que caerá la abundante lluvia de oro.

«Extraordinaria intuición la de las obras civiles!. Demoler una casa y construir otra sin exigencias detalladas del reactor. Quién puede en el fondo decir que conoce las exigencias de un reactor tan extraño y anómalo como el Pec?. Pero, por qué limitarse a una casa?. Cambiar pueblos enteros, municipios, ciudades, todo puede entrar en el concepto de "obras civiles": trasladar a las faldas de la colina los pueblos hundidos en el fondo del valle. Magnífico, magnífico exclaman todos cautivados. «Esta es la verdadera piedra filosofal!.

Qué es eso de 393, el gordo de la lotería?

Entonces, los comisarios empiezan a sentirse incómodos. El obstructor había empezado a agitar, como si de una bandera se tratase, un folio. "La '393', la '393'" chillaba como un loco, sin necesidad, puesto que en la Comisión se oye la mar de bien hablando bajito.

Los Comisarios hablan a menudo, por comodidad y economía, dando los números de las leyes a las que se refieren y todos entienden o hacen ver que entienden pues no es cosa agradable demostrar que uno no sabe reconocer una ley por su número. Nadie en realidad sabía bien qué quería decir ese "393", pero la sensación que se difundió era que evocaba algo desagradable, una parienta impresentable que se tiene en la cocina cuando llegan los invitados de clase, o algo por el estilo. El presidente, interpretando una difundida exigencia de ser sacados de dicha situación de incertidumbre, suspende la sesión. Los quince teléfonos diseminados por la habitación son tomados al asalto. Empieza una serie agitada de conversaciones, casi todas cifradas tal y como saben hacer los más hábiles agentes de bolsa en los días de lista ardiente.

«Qué va!, pero si sólo se trata de la contribución doble

Se reanudan los trabajos, y el ponente de la mayoría con solemne aflicción da las gracias al obstructor por haberse remitido a la "393". Si no hubiese sido por su extraordinaria memoria la Comisión hubiese corrido el riesgo de dar dos veces la contribución estatal a ciertos ayuntamientos por las mismas "molestias", por aquello de usar una palabra que sintetice todos los incordios que acarrea a un ayuntamiento su ofrecimiento generoso de albergar a una central. Mientras un contenido sentido de agradecimiento se leía en el semblante de los comisarios, algunos incluso sumándose a la postura del obstructor, la voz impasible del secretario leía el texto que todos esperaban, al menos en lo que a dicho apartado se refiere, con el consenso unánime de la Cámara: "Señalar los municipios a los que se destinarán las contribuciones y la repartición de la contribución entre los mismos, así como comprobar que se cumplan los requisitos necesarios para el suministro de las contribuciones previstas por el artículo 15 de la le

y del 2 de agosto de 1975, nº 393, son dispuestos con el decreto del presidente de la junta regional".

Todos de acuerdo. Totalmente de acuerdo

El obstructor, que al menos por una vez confiaba en poder votar normalmente como todos los demás, sin verse obligado siempre a oponer su diversidad, intentó decir que dicha locución no sólo no impide en absoluto al presidente de la junta dar la contribución doble, sino que lo autorizaba. Bombardeado con: "«pero bueno, es que no estás nunca contento con nada!", "«a ti te pasa algo!", "«qué porras!".

Mientras los comisarios se disponían, compactos, a votar, una voz de fondo, burlona, apostrofó al obstructor: " pero tú te crees que un presidente de una junta regional le va a dar dos veces dinero a un alcalde?. Je, Je, todavía si fuese de su partido, de su corriente, de su subcorriente... y no es más que una conjetura muy poco probable". Cuando se desarrollaron las fantasías de las que hablo, la nube de Chernobil aún no había dado la vuelta al planeta por lo que todos los comisarios, excepto el obstructor, una fresca mañana de noviembre, con un suspiro procedente de lo más hondo del corazón, votaron a favor de la ley. Nadie recordaba exactamente quién fue el primero en decir que votar a favor de la energía nuclear quería decir votar por la ciencia, la razón, el progreso, así todos habían repetido ese concepto convencidos de que la unanimidad fuese casi sinónimo de verdad.

Quién se acuerda del obstructor?

Todos consideraban que la presencia del obstructor no tenía ninguna influencia con respecto a lo que se debía considerar una votación unánime. Y, además, qué puede representar ese voto contrario a la ley, a despecho de los 27 votos a favor de toda la alineación política?. Es más, alguien insinuó que el obstructor no hubiese podido ni tan siquiera participar materialmente en la votación, esa mañana de noviembre de 1982. Tras varios meses de permanencia en la silla se había amalgamado con la misma. Se había fundido y confundido con la bonita decoración de la sala en la que se reunía la Comisión. Ese único voto en contra tal vez le fue concedido para que pasase a la posteridad. Pero que se trataba de algo puramente simbólico lo demostraba el hecho de que a partir de ese momento nadie volvió a hablar de dicha ley y sobre todo se borró el recuerdo de que alguien hubiese podido oponerse a una ley proyectada tan en sintonía con el futuro más radiante de la humanidad.

N.d.T. (1) Regione: en Italia, ente de administración estatal

directa, autónomo y autárquico, que actúa en beneficio

del Estado y propio.

(2) Pacchia: en italiano "Jauja".

(3) Brasimone y Trasimeno: ríos de Italia.

 
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