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Pannella Marco - 11 marzo 1988
Israel: las armas de la democracia
de Marco Pannella

SUMARIO: En una carta enviada a los diputados de la Knesset, Marco Pannella subrayando su opinión sobre el Estado de Israel ("una isla de Estado de derecho, de democracia política, de cultura democrática mayoritaria") denuncia las gravísimas responsabilidades del gobierno Sahmir pidiendo qu presente su dimisión: "está logrando la difícil empresa de parecer expresión de una sociedad y de un Estado violentos y de antidemócraticos. Y, al igual que todos los incapaces, intenta vencer duplicando la violencia".

(Noticias Radicales, nº 51 del 11 de marzo de 1988, de L'Avanti del 17 de febrero de 1988).

Si yo fuese diputado de la Knesset, sobre todo si fuese diputado de la mayoría, si fuese diputado y estuviese de acuerdo con la estrategia de gobierno o con la más extremista de entre las albergadas en el área gubernamental, habría pretendido por todos los medios la dimisión del gobierno de Shamir. El Estado de Israel representa una isla de mínimas proporciones en un doble océano: el de los países de Oriente Medio y el de los países del Mediterráneo sur, países africanos inclusive.

Este doble océano, esta inmensa extensión de territorios posee una característica única, aunque compleja: casi en todas partes se trata de regímenes con partido único, dictatoriales, en los que los derechos humanos y políticos, sociales y económicos son radicalmente negados. Estas dictaduras son más o menos tolerantes, más o menos "civiles", pero lo son. En muchos casos, en casi todos, en el Oriente Medio, se trata de regímenes feroces, de asesinos, bárbaros. En algunos la opulencia cubre esta realidad, en otros la miseria la resalta aún más. Las dictaduras son violencia, ideología y práctica de la violencia. Son regímenes de guerra civil, de opresión, de guerra a secas, necesario para mantentener del poder. Militarismo, intolerancia, fanatismo, desesperación, castas reaccionarias constituyen realidad o insidia grave e incumbente en todas partes. Y, a menudo, tal y como aconteció en Irán, las "revoluciones" preparan e instauran regímenes infinitamente peores que los derrocados.

Las poblaciones están oprimidas en todas partes, y en todas partes se destruyen desde la raíz, expulsados, decenas y decenas de miles, aquellos que podrían constituir en estos países una clase dirigente moderna e incluso democrática.

Son miles y miles los sirios, los libaneses, los ciudadanos de los emiratos o de los países dirigidos por funestas facciones "revolucionarias" del Ba'ath, los iraníes, que ejercen sus profesiones liberales, o el comercio o incluso con funciones administrativas públicas en Occidente, en Europa o en Norteamérica, incluso en el Estremo Oriente, que se ven obligados por sus países de origen a integrarse en estas situaciones políticas, civiles y sociales. Otros cientos de miles son asesinados, a menudo con auténticos siniestros, en Siria, en Irán, en Irak, y en todo Oriente Medio, a causa de sus ideas o por pertenecer a una u otra corriente política. Se cuentan por millones las víctimas de la guerra entre Jomeini y Saddan Hussein al que se han aliado los "revolucionarios" "modiahedines del pueblo" iraní.

El Estado de Israel es una isla en el seno de esta realidad ideológica, humana, histórica y política. Una isla de Estado de derecho, de democracia política, de cultura democrática mayoritaria.

Un Estado democrático no puede dejar de conocer el arma de la represión, para mantener el orden público, en el ejercicio de la justicia. Debe hacerlo según la ley, utilizando medios adecuados y homogéneos a los valores y a las finalidades democráticas. Este Estado está en guerra, o se considera en guerra, u otros lo consideran en guerra, o en conflicto gravísimo con casi todos sus vecinos. Con todos excepto con Egipto, durante tanto tiempo condenado por nuestros "pacifistas" por haber aceptado los acuerdos de Camp David, que costaron la vida - naturalmente - a su principal autor, el egipcio Sadat.

El Estado de guerra no se guerrea tradicionalmente, sino en algunas coyunturas. Se traduce en la ocupación de algunos territorios palestinos y con legislación de excepción, de guerra. Esta ocupación ha querido transformarse en "administración". Pero lo ha logrado durante un cierto tiempo y sólamente en parte, rechazando conceder por lo menos una cierta "autonomía" a territorios y poblaciones ocupadas, error del que fuera de tiempo el gobierno Sahmir ha enmendado indirecta pero claramente, al anunciar querer concederla ahora.

Esta situación está así desde hace veinte años.

Ante las previsibles reacciones populares, basadas en condiciones objetivas dramáticas y misérrimas, así como en el contexto político y de guerra, el Estado de Israel por responsabilidad de su gobierno ha contestado a lo largo de estas semanas y meses con una incapacidad y una violenta estupidez que ha constituido y constituye el peor y el arma más grave contra Israel, su política, su imagen, en el enfrentamiento que se está produciendo.

El gobierno está logrando la difícil tarea de parecer la expresión de una sociedad y de un Estado violentos y antidemocráticos. Y como todos los incapaces, intenta vencer duplicando la violencia.

Si fuese diputado de la Knesset, hubiese pretendido un debate no sobre la estrategia del gobierno de la mayoría (es un debate continuo, perenne, día a día) sino sobre la incapacidad de aplicarla, la incapacidad de gobernar y de hacer que funcione la administración y sus distintos sectores y momentos. Pero, cómo? Estallan y lo único de lo que hay que maravillarse es de que no hayan estallado antes y más frecuentemente - manifestaciones y revueltas populares en algunas zonas circunscritas. Y todo el mundo vé soldados israelíes, no policías u otras fuerzas del orden entrenadas para estas tareas, sin visera, sin escudos de plástico, sin "armas" propias y adecuadas, es decir sin el auto-depósito para dispersar con chorros de agua a los manifestantes, por ejemplo, sino obligados a escapar a las pedradas y a los cócteles Molotov, o a buscar el cuerpo a cuerpo, y encontrar naturalmente sobre todo a los menos ágiles y fuertes, mujeres, niños, ancianos ... Pero, cómo?. Nacen los primeros muertos, debido a la imprepa

ración de la administración y Shamir, Rabin y otros, rugen que se utilizarán los garrotes, que se partirán cabezas, y se lanza la orden imbécil e infame de que esos niños, esos chiquillos, están tan condicionados ni más ni menos como las filas de infantes llevados en primera línea por el nazi Jomeini, y gasificados por su compadre Hussein.

Pero si el debate, en la Knesset y en otras partes, en las calles y en el mundo, se expande en los grandes temas, se confunden los acontecimientos por discutir y superar con los valores supremos de la confrontación, auténtica o presunta.

De dicha manera, es el gobierno el que deberá crear las condiciones para que se produzca la saldadura de desesperación y de acción entre la Olp, fuerzas ajenas, grupos terroristas, y los palestinos "administrados" y la opinión pública pacifista de todo el mundo. Hacer que surja y se propague en Israel, entre sus jóvenes, la misma desesperación, el drama o la tragedia de la esquizofrenia entre la obediencia y la conciencia.

No se ha producido lo mismo en el frente de la justicia y de las medidas adminsitrativas. Comportamientos dignos de gente con mala conciencia, realmente "ocupantes" con la voluntad de ocupar y de oprimir, de considerar potencial y necesariamente enemigas a todas las poblaciones o personas "administradas".

Los errores del gobierno, así pues, son la causa mayor del mal y de las dificultades que hay que tener en cuenta. Es el gobierno, actualmente, el que está haciendo coincidir la condena de una estrategia - que, básicamente, es justa - con la de sus incapacidades de asegurar una política de orden público y de seguridad, de prestigio y de esperanza.

Incluso la lógica defensa de la Conferencia de paz, que la ha llevado Peres hacia adelante, es de por sí impropia y evasiva, débil si no está acompañada de la denuncia de las incapacidades del ministro Rabin y de sus grandes responsabilidades. No hay que excluir, de hecho, la hipótesis de que precisamente durante la Conferencia muchos intenten agravar los conflictos en los territorios administrados y tan tristemente ocupados.

La situación actual es gravísima precisamente porque se ha infravalorado este aspecto de la vida de un pueblo, de un país y de sus instituciones.

De esta manera, se corre el riesgo de ver como se echa por la borda con el agua sucia también al niño, tal y como está sucediendo en gran parte de la opinión pública mayoritaria en la diáspora, sobre todo en Occidente.

En el Parlamento europeo, al igual que en la Cámara italiana, nos hemos encontrado sólos, totalmente sólos, a pesar de las típicas menciones de los lobbies pro-israel oficiales, a negarnos a "condenar" la política de Israel, su estrategia, su acción. Negamos con fuerza, si es necesario, el derecho mismo de manifestar una opinión sobre lo que está ocurriéndoles a aquellos que sistemáticamente ignoran los problemas de vida y de muerte, de los derechos humanos y políticos fundamentales, de los árabes y de los de oreinte medio, a aquellos que son cómplices de sus peores asesinos de cada día y de todo ese medio siglo, y que pretenden convertirse en paladines contra Israel, siempre y cuando sobre Israel no pesen errores mayores, y no sólo cuando así es.

Manifiesto estar determinado a proseguir esta línea. Pero para hacerlo, tengo derecho a atacar todo aquello que hace que sea más árduo defenderla, incluso insoportable. Hay que derrocar un gobierno incapaz, con sus errores y sus culpas, si no se quiere que caiga Israel.

 
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