SUMARIO: Posteriormente al Congreso de Bolonia que asumió plenamente la elección transnacional del Partido radical, la iniciativa radical se concentra en el Parlamento italiano en donde se aprobó una importante resolución para la Unión europea, la llamada resolución Piccoli Pannella.

(Por los Estados Unidos de Europa, a cargo de Roberto Cicciomessere, Gianfranco Dell'Alba, Gianfranco Spadaccia - Suplemento de Noticias radicales nº 68, 5 de abril de 1988).

El Congreso del Partido radical en Bolonia en enero de 1988 asumió plenamente la decisión transnacional y confirmó la vocación europeista y federalista.

En la moción aprobada se indica de hecho claramente la necesidad de que el baricentro de la actividad política para 1988 esté formado por una serie de iniciativas que permitan superar la grave crisis de las instituciones comunitarias y el estancamiento del proceso de integración política de la Comunidad europea.

La primera iniciativa es la presentación de la resolución Piccoli-Pannella, firmada por más de 260 diputados de la Dc (Democracia Cristiana), el Psi (Partido Socialista Italiano), el Psdi (Partido Socialdemócrata Italiano), el Pri (Partido Republicano Italiano), el Pli (Partido Liberal Italiano), el Grupo federalista europeo, el Grupo verde y el Grupo de la izquierda independiente.

En la resolución se pide: 1) la atribución al Parlamento Europeo que se elegirá por sufragio universal en 1989 de poderes constituyentes para poner al día definitivamente el Tratado para la Unión.

2) la elección en julio de 1989 de los presidentes del Consejo y de la Comisión por parte del Parlamento Europeo y de los miembros elegidos en los Parlamentos de los doce países miembros, reunidos en Estados Generales de los pueblos europeos.

La resolución se propone instar al gobierno italiano para que lleve a cabo iniciativas inmediatas, puntuales y adecuadas para superar la gravísima crisis actual de las instituciones comunitarias y la paralización del proceso de integración política y económica de Europa. De hecho, mientras en la actualidad el mundo económico y financiero, multinacional y nacional, ha puesto en marcha por su cuenta el proceso de integración europea, las instituciones comunitarias se muestran incapaces de gobernar las consecuencias del Acta Unica (es decir la completa integración y liberalización del mercado interior prevista para 1992) y de dar nuevo impulso a la constitución de la Unión europea, tal y como prevé el proyecto de nuevo Tratado aprobado por el Parlamento Europeo.

Tres son los fenómenos que principalmente determinan dicha situación preocupante: la falta de adopción de las reformas institucionales aprobadas por el Parlamento Europeo (propuesta de Tratado de la Unión Europea) que deben establecer poderes comunitarios efectivos, en particular para el Parlamento Europeo elegido por sufragio universal, y una correcta dialéctica democrática entre las tres instituciones (Parlamento, Consejo y Comisión), la incapacidad decisional del Consejo y la escasa autoridad y autonomía de la Comisión.

Para forzar la resistencia de algunos gobiernos a adoptar medidas atrevidas para superar la crisis de la Comunidad es necesario implicar directamente a la opinión pública y a los parlamentos nacionales y a todas las familias políticas europeas que en su mayoría son partidarias de la construcción de la Unión europea, es decir de los Estados Unidos de Europa, en el proceso de aceleración de la integración política y económica de Europa.

Sobre la primera cuestión - las reformas institucionales - se propone otorgar al Parlamento Europeo, que se elegirá por sufragio universal en junio de 1989, la tarea de poner al día, antes de finalizar el mismo año, la propuesta de nuevo Tratado ya aprobado por el mismo Parlamento en 1984.

Una resolución que propone esta misma estratégia ya ha sido aprobada por el Parlamento Europeo (doc. A2-28/87) - ponente Herman).

Sobre la segunda cuestión - la incapacidad decisional del Consejo y la escasa autonomía de Comisión - se propone en espera de la definición por parte del Parlamento Europeo de un nuevo conjunto institucional de las Comunidades realmente democrático, la convocatoria excepcional de los "Estados Generales" de los pueblos europeos para la elección de un presidente estable del Consejo Europeo que tenga también la función de co-presidente del Consejo de ministros (junto a los "Presidentes en funciones" semestrales) y del Presidente del ejecutivo comunitario. Y de hecho, progresivamente se siente la necesidad de que Europa pueda hablar con una sóla voz y que dos autoridades de prestigio, que obtengan su legitimidad directamente del Parlamento Europeo y de los Parlamentos nacionales, puedan prevalecer por encima de los egoismos de las burocracias nacionales y comunitarias que paralizan toda capacidad decisional del Consejo y toda posibilidad operativa y de impulso de la Comisión.

En el cuarto punto de la resolución se propone adoptar formas de compromiso simbólico de fuerzas políticas y parlamentarios de los países europeos representados en el Consejo de Europa que sean partidarios de los Estados Unidos de Europa.

En el último punto de la resolución se proponen medidas que refuercen la seguridad de Europa. De hecho, del desarrollo de un proceso que introduzca elementos de debate y de control dinámicos en los países del Este se pueden desprender las más eficaces garantías para la seguridad y la paz en nuestro continente.