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Pagani Herbert - 28 aprile 1988
Tiende la mano, y toma al mundo por testigo
Herbert Pagani

SUMARIO: Llamamiento sentido al pueblo israelita para que "tienda la mano" a sus enemigos, aún a riesgo de poner en peligro su propia supervivencia, para hallar una solución a los conflictos que se están produciendo. Una solución que se base en los principios de justicia que la cultura judía ha enseñado al mundo.

(Notizie Radicali nº 87 del 28 de abril de 1988 de "Il Corriere della Sera" del 13 de abril de 1988)

Con la vida suspendida entre un telediario y otro, doy vueltas por el laboratorio, incapaz de trabajar. Busco en el concierto de las execraciones las pocas voces honestas, que recuerdan el "antes" no para disculpar, sin para explicar el "después", y colecciono recortes de estos inusuales parientes del pensamiento, flaco álbum de familia. Renuncié a la palabra hace años, pero mi silencio rebosa cada vez más de cosas por decir. Convencido de que nadie me escuchará, surge la urgencia de escribir a todo el mundo. Hermanos de Occidente. Las cruces gamadas empiezan a ensuciar vuestras paredes. Antes de hablar limpiadlas. Hermanos yanquis. La de David no es una estrella de la bandera americana. Israel no es más que una migaja del enorme bizcocho de oriente medio. A qué esperáis para sentaros a la mesa con los rusos? A medida que pasa el tiempo la migaja se pone dura. A alguien se le acabará atragantando. Hermanos rusos. Nunca habéis sido tan discretos como desde que os han dado la palabra. Demasiado ajetreo entre

armenios y afganos acaso el deseo de parecer neutrales en vistas a la hipotética conferencia internacional? Tendríais una estrategia más eficaz que el silencio: dejad que salgan vuestros judíos; Israel os reconocerá títulos morales para proponer a Oriente Medio una paz que os satisfaga también a vosotros. Hermanos de las izquierdas. Vuestra sensibilidad sobre el calvario de los palestinos tiene acentos sublimes, y raíces enfermizas. Inscritos en un cristianismo que creéis haber evacuado, demasiados de vosotros siguen estando convencidos de que la vocación de los judíos consista en habitar exclusivamente en la historia de los demás. A pesar del holocausto seguís dudando de la necesidad de un Estado israelí. Levadura durante siglos de vuestras culturas, nuestra voluntad de convertirnos de nuevo en pan os parece poco natural. Entonces pregunto: al cabo de cuantos años el esclavo pierde el derecho a la libertad y el exiliado a la patria? Más: es acaso necesario, para que un pueblo sea legítimo habitante de un

a tierra, que la haya conquistado con la espada, con el arado, con el tiempo, con el dinero o con un voto internacional? Escoged: Israel ha sido argumento en el tiempo ("el año próximo en Jerusalén" plegaria bimilenaria de Pascua), comprado con dinero (cartuchos del Kkl), bonificado con el arado (kibbutz), defendido con la espada (4 guerras en 40 años), y votado por la Onu (29 de noviembre de 1947, 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones). Si hoy Sansón da bastonazos a ciegas es cupla de vuestra complacencia con los filisteos (Palestina deriva de Falastin, filisteo). Hermanos cristianos. Vuestro Salvador nació del vientre de una de nuestras mujeres. El antisemitismo del vientre de vuestra iglesia. No hay visita del Papa a la Sinagoga que nos lo pueda hacer olvidar. Reconozca el Estado de Israel, Santidad, y los juicios de su rebaño empezarán a tener para nosotros algún valor. Hermanos musulmanes, hijos como nosotros de Abraham. Israel es un país imperfecto nacido de un sueño necesario. Si no podéis

aceptarlo es porque perseguís un sueño opuesto: el de la Unidad Arabe. Nacido del recuerdo de vuestros esplendores pasados, fue vuestro cemento en los siglos de la humillación colonial. Con el final de ésta se ha desmoronado. El "Mundo Arabe" no existe. Existen sólo países árabes, con regímenes incompatibles, más o menos vinculados por una misma fe, y una misma mala fe contra Israel. Vuestro objetivo no ha sido nunca el de dar una patria a los palestinos, sino el de impedirles a los judíos que tengan una. Puesto que fuimos en vuestra historia lo que las mujeres fueron en vuestra familia - sujetos de segundo orden, sin derecho a hablar - nuestro deseo de participar os ha parecido a vosotros también escandaloso, contra natura. Incapaces de expulsar a Israel de vuestro cuerpo geográfico, habéis expulsado a los judíos de vuestro cuerpo social. Los habéis obligado a la fuga. De esta manera, habéis confirmado la vocación del refugio de Israel; habéis incrementado los efectivos de vuestro enemigo; os habéis privado

de uno de los argumentos con más gancho de la propaganda árabe: Israel astilla occidental. Actualmente, la población israelita está formada en dos terceras partes por prófugos de los países árabes, o, como dice su majestad Hassan II de Marruecos, por árabes de religión judía. Los palestinos han sido vuestra última arma. Los habéis cargado como una bomba de relojería: con "timer" generacional. Convertida en arma de difícil manejo, la habéis abandonada en el terreno. Hoy estalla en cadena, por doquier.

Hermanos palestinos, los campos en los que habéis nacido son obra de una voluntad árabe concreta. Las acciones terroristas de los que se yerguen como vuestros paladines no hacen más que retrasar vuestra liberación. Es más conveniente discutir con un enemigo sincero que prestar fe a los líderes de demostrada falsedad. Hoy estáis solos ante Israel. Mirad bien a este execrado adversario. No se irá nunca. Por dos motivos: Israel es el único país en el mundo en el que sucio judío significa un judío que no se lava. Es el único en el que los "invasores", cuando excavaban el suelo de la tierra ocupada, hallaban las tumbas de sus antepasados. Es asimismo el único de esta parte del globo en el que se puede votar, expresarse libremente y, por absurdo que pueda parecer, el único en el que todavía tenéis algún que otro amigo. Es demasiado tarde para pedirles que os ayuden? Espero que no. Ruego que no. Dios, en el que no creo, en el que creo, en el que me cuesta tanto creer, si es cierto que un día detuviste el sol, deté

n por un instante la moviola de los siglos. Congela piedras, balas y bastones. Los hombres tal vez tengan algo que decirse todavía, y yo un par de cosas se las diría a los míos. Oye, Israel. El Eterno Dios tuyo es Uno, y sus hijos son todos los niños del planeta. Hay una errata de escritura en la Biblia: tú no eres el pueblo elegido sino el pueblo elector. Has elegido a Dios como Presidente de tu historia para la eternidad, y si has sobrevivido hasta nuestros días mientras tantas civilizaciones han desaparecido, es porque has sido fiel a sus leyes. El te ordena que te defiendas pero también que ames. Amar: asumirse la responsabilidad del prójimo. Tu prójimo está delante de ti. Ha demolido tu imagen delante de los ojos del mundo, ha robado a tus amigos, a matado a tus hijos, y se ha servido de los suyos como anzuelo. «Mira claro Israel! Pasa lo mismo con los pueblos que con los niños. Algunos se otorgan una vida violenta por falta de padres atentos a sus necesidades. Antes que tú, Israel, los palestinos como

nación no existían. Nacieron al verte nacer, crecieron a la sombra de tus victorias, y si hoy gritan que lo quieren todo, también Tel Aviv y Haifa, lo hacen más por desesperación que por convicción: ya no tienen nada. Lo sé, hubiesen podido guardarse esa parte de tierra que la Onu les asignó en el 47. Pero quien se equivoca en las cuentas en la historia no puede estar eternamente penalizado. Lo sé, no hay con quién hablar. Todos los palestinos moderados son más o menos sometidos a la Olp, y la Olp prevé todavía, en su estatuto, la liquidación del Estado de Israel. Lo sé, no existe en toda la diplomacia un caso de un Estado soberano dispuesto a tratar con quién prefigura su destrucción. Lo sé, el mundo te pide lo imposible: hallar, a riesgo de tu supervivencia, una solución que se base en la moral que tú has enseñado al mundo y que día a día, en todas partes, trasgrede. El mundo, que de ti no ha tenido piedad, pretende de ti piedad para quien de ti no la tuvo y el día de mañana, probablemente, no la tendrá. I

nténtalo lo mismo. Estamos acostumbrados a los milagros. Y milagros hoy son los de los hombres que con un gesto inesperado desvían el curso de la historia. Tiende la mano, Israel, aunque no haya nadie para estrechártela, y toma el mundo por testigo de esta mano tendida. Por fin se sabrá quien eres: no una astilla occidental plantada en el corazón del mundo árabe, sino la punta de diamante de Oriente Medio en el mundo. Shalom, Salam.

 
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