Adele FaccioSUMARIO: Para hablar de la no violencia hay que partir de un presupuesto cultural: la ignorancia, la falsa cultura del colegio ha sido en gran parte responsable de mucha violencia. Lo que cuenta es la búsqueda, las ganas de cambiarnos a nosotros, para luego poder cambiar a los demás, en una relación de interdependencia. En Italia, los radicales han sido los primeros que han demostrado que con la no violencia se puede, cambiando las leyes, fundar las nuevas reglas de convivencia civil. Pero entre la conciencia radical y las repentinas conversiones de otros (el PCI habla de no violencia...) hay un vacío: la tarea del Pr consiste en llenar este vacío, llevando por Europa el verbo de la no violencia.
(actas del convenio "Los radicales y la no violencia: un método, una esperanza", Roma, 29-30 de abril de 1988)
En este problema de la no violencia, que es fundamental para la idea y el espíritu radical, yo creo que es necesario partir de un presupuesto cultural. Probablemente, haríamos bien en ponernos de acuerdo sobre lo que se entiende con la palabra "cultura". De hecho, me parece que las reconstrucciones que se hacen del sesenta y ocho y de los problemas relacionados con el mismo son bastante carentes, pues en gran parte están relacionados con los problemas de la cultura o de lo que se incluye bajo este nombre. Prácticamente, nuestra educación era la de los padres escolapios y de la Contrarreforma, y no se ha producido ningún cambio, aunque se han producido varias reformas tanto fascistas como post-fascistas... no se crea cultura enseñando en el colegio que la guerra de Troya y las gestas de los grandes generales, que si la abnegación de los "purísimos héroes", que si la Patria, la bandera, el honor y la Marcha Real; y luego enseñando que la ciencia es un dato seguro, concreto, estático, que la economía es una cie
ncia y que la matemática es una ciencia exacta. Enseñando este tipo de cosas se muere de aburrimiento, se hace que los alumnos se mueran de aburrimiento, y se crea el analfabetismo. Yo creo que la ignorancia ha sido en gran parte responsable del Sesenta y ocho, y de mucha de la violencia que a partir de aquel momento se produjo.
El cuento del "poder", por ejemplo. No es matando a un Rey o a un Ministros que se destruye un poder. No existe el "señor Poder", inventado por esta concepción absurdamente monoteísta que identifica el poder ora en el señor Stalin, ora en el señor Reagan o en el señor Gorbachov. Ni tan siquiera es cierta esa otra monserga de que el poder se halla en las multinacionales o en los grandes Grupos financieros y económicos: el poder, como adversario, se encuentra en nuestras mismísimas convicciones. El poder existe sólo si nosotros somos súbditos en vez de ciudadanos, si sufrimos como súbditos en vez de actuar como ciudadanos. Derrocar el poder consiste en "cambiarlo". "Buscar cultura" no es estudiar el teorema de Pitágoras o creer en la certeza inmóvil, absoluta, de los datos adquiridos. Pues también la Ciencia es búsqueda, intento, acercamiento gradual - y cansado, y difícil, y paciente - a la realidad de las cosas que nos circundan y que están en continua evolución.
Se confunde a menudo no violencia con religión, mientras que si hay algo violento son precisamente las religiones... mirad a los cristianos, mirad a los judíos, mirad a los musulmanes... y no sólo, mirad todas las religiones. La cuestión de la no violencia, por el contrario, que arrancó a partir de Occidente, se realiza con Gandhi en la India, es decir en una civilización y en una cultura muy distinta de la nuestra. Y sin embargo, a través del conocimiento científico de un Universo compuesto de partículas en continuo movimiento y renovación sin tregua, nosotros hemos recuperado esta cuestión que poéticamente la cultura india expresaba con la danza de Shiva, es decir con lo que acontece en el Cosmos, entendiendo lo que del Cosmos se conoce con todo lo que no se conoce todavía.
Se dice que la Educación está en crisis por problemas de precariedad, de sueldos y de horas de clases: es falso. El problema es distinto, el problema estriba en la cultura, y en lo que se entiende por cultura. La cultura rígidamente tecnocrática de Occidente no es suficiente para llenar ese "vaccum" ideal y cultural que las religiones han intentado en vano de rellenar de vez en vez, que además no es ni tan siquiera su tarea, en realidad: y el error es precisamente atribuir a la religión significados y tareas distintas de las que le corresponden.
Si no empezamos de nuevo, a ver realmente y a enseñar cuáles son los valores de nuestro estar en el mundo y de nuestro estar juntos, si no nos damos cuentas de la importancia de no estar divididos - ni tan siquiera por partidos (hablamos de trans-partido), pero ni tan siquiera por naciones (estamos hablando de trans-Europa, o de transnacionalidad a partir de Europa por el momento)... y yo en el Congreso hablé de trans-etnias, para llevar una nueva conciencia, mientras no sea así no habrá salvación posible para el mundo.
Lo que cuenta es la búsqueda, nuestra voluntad de cambiarnos a nosotros mismos, tan hechos como estamos a vivir en un mundo de violencia, para lograr cambiar a los que están a nuestro alrededor, compartiendo con nosotros la interdependencia de nuestra vida.
Sólo con esta conciencia, creo, se logra la oposición a la violencia: tal y como a través del diálogo se afirma la no violencia.
Por qué Gandhi ha logrado que un pueblo hecho polvo, hambriento y desesperado llevase a cabo acciones políticas determinantes? Porque ha logrado obtener de su gente - que vive una propia interioridad en función de la participación en el Universo, sintiéndose parte de esas partículas que viven la danza, de Shiva - la expresión de una fuerza gigantesca, capaz de detener al ejército británico, que era en ese momento lo mejor que la potencia militar pudiese expresar.
Así pues el argumento se vuelve profundamente político. Releeros ese espléndido escrito de Sciascia, "La desaparición de Majorana". Tal vez Majorana ha desaparecido porque ha comprendido que se iba hacia la destrucción de todo, con aquella inconsciencia irresponsable con la que se han realizado los experimentos atómicos sin saber para nada hacia donde podía acabar condicionando el proceso que se estaba desencadenando. No es realmente importante que Majorana se haya echado al mar, o se haya encerrado en un convento, o si ha sido raptado por la policía o si ha querido anularse viviendo como un pordiosero sin nombre. Lo que cuenta es que tal vez se ha dado cuenta de que estamos bailando a orillas de un precipicio, y no ha querido seguir siendo cómplice de la destrucción del Universo.
Nosotros los radicales empezamos a comprender todo esto hace ya mucho tiempo, y siempre utilizamos la no violencia como una clave segura de fuerza para lograr entrar en las situaciones y transformarlas: en nuestra nación, a través de dramáticas campañas de no violencia pública activa, individual y colectiva - con los ayunos, con las marchas, con la desobediencia civil y la cárcel - hemos cambiado muchas cosas. Si miro hacia atrás, en busca de la que ha sido la prueba más dramática de la no violencia, recuerdo ese día terrible que fue el 12 de mayo de 1977, cuando la policía disparó a jóvenes que celebraban la victoria popular en el Referéndum del divorcio y se dirigían para firmar en favor de los demás Referéndums... y fue asesinada Giorgiana Masi, víctima inocente de su confianza en la democracia. A pesar de que fuesen tiempos difíciles, y de que rondasen provocadores que no eran precisamente "no violentos", ese día disparó sólo la Policía, dispararon sólo las "fuerzas del orden". La no violencia pública ll
ora todavía a Giorgiana, cuya muerte sigue sin haber hallado justicia. Pero aquel episodio trágico condena sólo las pistolas y los fusiles que han disparado, mientras que exalta la grandeza de las víctimas sin culpa.
Gandhi, en la India, en los años treinta y cuarenta, demostró que la no violencia colectiva de todo un pueblo puede salvar una condición política y fundar un Estado libre, resolviendo los problemas militares sin hacer uso de ejércitos y de armas.
Los radicales en Italia han demostrado - y siguen demostrando - que con la no violencia se puede, cambiando las leyes, intentar refundar las nuevas reglas de convivencia civil. Pero, actualmente, los problemas que urgen y que nos apremian no se limitan a los restringidos confines nacionales. El exterminio causado por hambre en el mundo, la droga, los armamentos, la energía atómica, el desgaste de la capa protectora del ozono, llaman a la acción colectiva no violenta a todos los pueblos de la Tierra.
Nosotros fuimos los primeros en comprenderlo, los demás nos siguieron. Suceden cosas raras ... tras habernos despreciado durante años, "los demás" van y descubren los caminos que nosotros ya hemos recorrido. Y los reivindican, a menudo olvidando que las han aprendido de nosotros.
Hace algunos días, en la Cámara de los Diputados, en el Aula, el secretario del Partido Comunista Italiano habló de no violencia... cubriendo de golpe distancias de ciencia ficción, si consideramos la cultura comunista tal y como la hemos conocido en las últimas décadas.
Pero, entre nuestra conciencia y estos "saltos", repentinos de los demás, en medio queda el vacío.
Yo creo que nuestra tarea estriba en llenar dicho vacío, llevando por toda Europa - y luego por todo el mundo - el verbo de la no violencia, de la tolerancia, de la interdependencia consciente y responsable.
Tendremos que trabajar muchísimo, compañeros: y es muy hermoso el trabajo que nos espera.
Así pues, "adelante compañeros", trabajemos juntos.