Marco PannellaSUMARIO: La culpa del azote e la droga la tiene únicamente del prohibicionismo que hace de todo toxicómano una gallina que pone huevos de oro. A causa del prohibicionismo, una sustancia que costaría lo que vale el alcohol y el tabaco vale literalmente más que el oro. Los gurus de la antidroga anuncian una sola respuesta: que se va a desencadenar una guerra sin feroz contra los productores, los transportadores y los consumidores.
(IL SABATO, 24-30 de septiembre de 1988)
La culpa del azote de la droga la tiene únicamente del prohibicionismo, del régimen legislativo impuesto, con la falacia de que César, el Estado pueda liberar nuestras conciencias y las de los demás y derrotar al demonio y al pecado, el mal y los errores.
El "prohibicionismo" hace de todo toxicómano una gallina que pone huevos de oro, que produce cotidianamente huevos de oro hasta que se muere, hasta que le asesinan. Lograr que haya toxicómanos, que otros sean toxicómanos, es una necesidad imperiosa: para unos es una condición necesaria para seguir drogándose, para otros fuente única de fabulosas ganancias. Un drama o una tragedia personal, o moral, se convierte en una tragedia social, institucional, y planetaria.
A causa del prohibicionismo, el toxicómano se ve "obligado" a delinquir, "debe" echar mano a la violencia, "debe" degradarse. A causa del prohibicionismo, una mercancía que valdría más o menos lo que vale el alcohol o el tabaco, con ganancias normales tanto en la producción como en el comercio, "vale más que el oro" y ha creado la más gigantesca organización criminal, que tiende a confundirse con la organización misma de los poderes multinacionales y nacionales. Gracias al prohibicionismo, y no a la "droga" ni al "drogadicto", el 60-80% de los presupuestos de las actividades de la justicia y de la policía en el mundo occidental están destinados o inmovilizados por la "guerra contra la droga". gracias al prohibicionismo, los toxicómanos "deben" llevar a cabo continuamente violencias, se ven forzados a robar o a ejecutar violencias de otro tipo, en Italia existen al menos "tres millones de víctimas de estas violencias" cada año. Sí, treinta millones en una década. Es lógico esperar que ellos sean representados
y defendidos, como intento inútilmente hacer, por el Partido Radical desde hace años y años. Con una progresión espantosa, el narco-dólar y la narcocracia conquistan territorios, instituciones y Estados gracias al prohibicionismo. "Gracias al prohibicionismo" leemos que niños de siete u ocho años se convierten en traficantes o en "camellos" con sus abuelas o con sus madres; las crónicas de mafia, de camorra, de 'ndrangheta son crónicas de droga, porque a la droga prohibida actualmente se le confía la suerte de las grandes organizaciones criminales, en sus enfrentamientos sangrientos para disputarse el mercado.
Por parte de los grandes gurus de la antidroga y de los partidarios de leyes de emergencia de todos los tiempos y ocasiones, una sola propuesta, una sola respuesta: se desencadena finalmente una guerra total, en la que se intenta atacar fuertemente a los productores, a los transportadores, a los comerciantes, a los "camellos" y a los consumidores no arrepentidos. Años y años entre rejas, todos. Son los mismos que equiparan el "hachís" con la heroína. Para ellos criminales son millones de personas, no algunos cientos de miles. Nada de "módica cantidad" tolerada. O "comunidad" o "cárcel". Pero ni los unos ni los otros nos indican como hallar un millón de "camas". Ni si basta el ejército, a parte de las fuerzas del orden para hallar y arrestar a ese millón de criminales o de irresponsables, y luego vigilarles, curarles, redimirles, devolverles - naturalmente - de esa manera el "amor por la vida", el "respeto de sí mismos", y encontrarles un trabajo, empresa muy sencilla aunque el número de parados ascienda a t
res millones en Italia.
Pero ya se sabe que no soy sospechoso de ser cristiano, como ellos.