Radovan StipeticSUMARIO: Radovan Stipetic es comentarista de Vjesnik, el periódico croata de mayor tirada. El artículo cuya traducción publicamos fue publicado el lunes 14 de noviembre de 1988, en su página firmada "Día a día". El periodista yugoslavo juzga positivamente la decisión radical de celebrar el congreso en Zagreb e invita a las autoridades a no utilizar criterios burócratas en la evaluación de la petición del PR.
(NOTIZIE RADICALI nº 262 del 30 de noviembre de 1988)
En estos días, 52 diputados del Parlamento europeo se han dirigido con una carta al Presidente del Consejo ejecutivo federal, Branjo Mikulic, con respecto a la intención del Pr (que últimamente se ha proclamado "movimiento transnacional y transpartídico") de celebrar a principios de enero del 88 su congreso en Zagreb. Al anunciar su adhesión al congreso, los europarlamentarios signatarios del documento subrayan que podría ser un "importante acontecimiento en el diálogo entre la Comunidad europea y la República federal yugoslava" así como que "podría contribuir al refuerzo de las relaciones cada vez más intensas entre los miembros de la Ce y de Yugoslavia". Entre los signatarios hay diputados de ocho de los doce países miembros, pertenecientes a varios partidos y agrupaciones políticas y personas importantes para nuestro país como el presidente de la delegación para las relaciones con Yugoslavia así como el presidente y los dos vicepresidentes de la delegación para las relaciones con los países europeos del E
ste.
Anteriormente, el portavoz oficial de la Secretaría federal en el exterior había rechazado, en una rueda de prensa, la iniciativa del PR sosteniendo que este es un partido extranjero y que su congreso en Zagreb no iba a estar en armonía con la disposición política y social de Yugoslavia. Junto a este argumento formal (por el que, según la voluntad política, se pueden, aunque no tienen por que deberse, hallar hipótesis institucionales) en la prevención suscitada por esta insólita iniciativa ha influido su particularidad: sería la primera vez que un partido del que se ha dado en llamar mundo "capitalista" celebra su congreso en un país socialista; este acontecimiento sin precedentes podría provocar distintos inconvenientes y por lo tanto lo mejor y lo más rápido sería rechazar esta idea.
He oído decir al representante de nuestra organización turística - a la que los radicales han confiado los preparativos para un eventual congreso - algo de lo que alguna gente tiene miedo: dado que los radicales durante sus reuniones (conferencias, convenios, asambleas...) permiten a todo el mundo intervenir libremente, qué pasaría si en su congreso en Zagreb se presenta un Ustasha (nazi croata, n.d.t.)? Sería difícil que sucediese pues los radicales son realmente los últimos a los que poder acusar de indulgencia con respecto a ideas o tendencias fascistas. Toda su actividad, hasta ahora, se ha desarrollado bajo el signo de la lucha por las opciones humanitaria, progresistas, por consiguiente en el marco de la izquierda.
En lugar de las suposiciones "qué pasaría si...." y de la opción de ser formalmente rígidos, sería mucho mejor resolver el dilema contestando a las preguntas clásicas de carácter judicial: cui bono? Cui prodest?". Es decir, a quién le conviene el congreso en Zagreb y si ello es nocivo para Yugoslavia.
Qué utilidad podrían obtener los radicales está claro. Dado que con su nueva orientación "transnacional" quieren superar las fronteras nacionales políticas y estatales, el congreso de Zagreb podría ayudarles a confirmar su repulsión por las fronteras nacionales, que consideran históricamente superadas, y de significar que el movimiento no está sólo por encima de los límites políticos y estatales sino por encima de los límites ideológicos y de la lógica de sistema.
Y Yugoslavia? Con los radicales encontraría sin lugar a dudas interlocutores muy acreditados y tenaces, en lo que se refiere a sus relaciones con la Ce. No infravaloraría estas posibilidades.
A nadie, que sepa de la actividad de este pequeño pero increíblemente imaginativo (ex) partido, se le pasaría por la mente infravalorar esta posibilidad.
Asimismo la dirección política yugoslava, en los días más afortunados, ha demostrado, y no en un sólo caso, un cierto favor con respecto a aperturas no convencionales que antes o después han demostrado ser opciones felices para todo el país. Ahora buen, cuando el Este europeo está deseando aperturas políticas de todo tipo, la decisión de aceptar o rechazar el congreso radical en Zagreb no debería hallar limitaciones en estériles criterios burocráticos.