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Sanchez Garcia José Manuel - 1 febbraio 1989
LA DESPENALIZACION DEL TRAFICO Y CONSUMO DE DROGAS Y LA FUNCION POLICIAL
José Manuel SANCHEZ GARCIA

ESPAÑA - Funcionario de policía. Se dedica casi exclusivamente a la actividad sindical. Enseña "Estudios especializados sobre la seguridad pública" y criminología en la Academia de Madrid. Ha trabajado en los cuerpos de policía especializados en la represión del tráfico de droga. Ha publicado numerosos artículos sobre el problema de la droga en el periódico "El país" y "Diario 16".

SUMARIO: El autor, funcionario de policía, postula la legislación total del comercio y consumo de droga. El toxicómano necesita la comprensión y la solidaridad de la sociedad, así como la atención médica para poder mejorarse. La prohibición en el tráfico y consumo de las drogas engendra otros efectos, la delincuencia funcional y la inseguridad del medio urbano. Una política preventiva reforzada con programas de información objetivos y de educación, provocaría una reducción en la demanda del producto. La legislación permitiría, además, a la policía trabajar con los organismos y los especialistas en salud pública, en lugar de ocuparse de la represión.

("LOS COSTES DEL PROHIBICIONISMO DE LAS DROGAS" - ACTAS DEL COLLOQUIO INTERNACIONAL SOBRE EL ANTIPROHIBICIONISMO -Bruselas 28 septiembre - 1 de octubre 1988 - Ed. Partido Radical)

El enunciado en sí de la disertación como la despenalización del tráfico y consumo de drogas y la Función Policial, puede suponer una contradicción pues al referirnos a la Función de la Policía, no podemos obviar que en la mente de cuantos lo escuchamos, se nos presente la idea de la represión en este campo.

Pues bien, yo que ejerzo ni trabajo en la Policía y he estado destinado durante mucho tiempo en esta labor represiva fundamentalmente, del tráfico de las drogas prohibidas por la Ley, pretendo demostrar con simples consideraciones personales, la necesidad de la despenalización total tanto del tráfico como del consumo de cualquier clase de droga tóxica o estupefaciente.

Afirmo que "fundamentalmente" del tráfico, porque en España también el consumo se encuentra penalizado a través de la Ley de Peligrosidad y rehabilitación Social de 1970, aunque más tolerado.

Antes de continuar he de decir que entiendo al adicto en cualquiera de los estadios de consumo (ocasional o habitual y toxicómano) como un enfermo que precisa únicamente de la comprensión y solidaridad social para la curación, mediante atención médica.

En este sentido he de aclarar que a pesar de que entiendo que el alcohol, el tabaco, el café y el té son drogas, fundamentalmente las dos primeras con repercusiones tan graves como las de cualquier otra naturaleza, sin embargo y por tratarse de drogas permitidas y cuyo consumo está socialmente aceptado y en muchos casos incentivado voy a dejarlos al margen del presente análisis, dentro de lo posible.

Sólamente unos apuntes en relación con el alcoholismo: ya en 1965 había en España, según la Dirección General de Sanidad 2.145.000 alcohólicos; hoy se ha multiplicado por dos; el consumo de alcohol se calcula aproximadamente en 7 litros de alcohol puro/año; las muertes por cirrosis alcanzan las 8.000 personas/año y los ingresos en los hospitales psiquátricos por esta causa oscilan entre el 40% y el 60%.

Hemos de considerar que la oferta y propaganda de consumo de alcohol es moneda de uso común y que este hábito es uno de los agentes mediadores en las relaciones sociales de los españoles.

Por otra parte, interviene la producción y tráfico legal del alcohol como un agente importantísimo de la economía de mi país.

Apunto estos datos, como elemento comparativo en sus secuelas respecto al tráfico y consumo de estupefacientes, con el fin de poder dimensionar los problemas en sus justos términos y, desde luego, no con el ánimo de que se prohiba el consumo de alcohol, pues el ejemplo de la prohibición con la Ley Seca en U.S.A. es muy esclarecedor ya que se asegura fue el momento de mayor consumo de alcohol en E.E.U.U., sino con el fin de que se inicie una nueva etapa de concienciación de los males de esta droga, aunque esté socialmente aceptada.

La solución del problema social, creado por el tráfico y consumo de drogas tóxicas, estupefacientes y sustancias sicotrópicas requiere una política multidimensional. Evidentemente, la droga no es un problema de solución Policial y su tratamiento no puede centrarse en la represión.

a).- Hemos de centrar, para poder buscar soluciones al problema, sus causas, su orígen, su dimensión, consecuencias y soluciones.

b).- En un informe elaborado por tribuna policial se asegura que hay una cierta predisposición a la droga en los jóvenes, inmaduros, individuos con alteraciones emotivas, instintivas y emocionales, con gran hiperestesia al dolor, con sentimientos de inferioridad, etc.

Pero sobre todo, y con excepción de snobismo, de la curiosidad de determinados jóvenes en probar ese manjar prohibido, podemos asegurar que la causa o, mejor, factor de ese futuro toxicómano estará en que el que busque la droga lo haga por conflictos internos importantes entre el sujeto y la integración a su medio.

Se puede hablar de dos actitudes contrarias entre sí: rebeldía y angustia. En el primer caso puede decirse que todas las drogas se reunifican bajo un contenido unitario: actuar como fenómeno de contracultura, el cual se manifiesta en cuatro niveles:

1º.- Dramatizar la profunda separación entre "su mundo" y el mundo "convencional de los otros".

2º.- Conectarse, entendido como un abandonar los caminos rutinarios de esa sociedad para él artificiosa y vacía de la clase media, para integrarse reforzando y creando nuevos vínculos con la droga y con los drogadictos.

3º.- Sintonizarse, como equivalente a mentalizarse con otra forma de vida, es otra forma de percepción del mundo.

4º.- Separarse, en una ruptura sin concesiones, a la estructura social establecida: status, poder, consumo, competencia, familia, educación. Manifestado en protesta, destrucción de vínculos establecidos y valores heredados.

En ese sentido de ruptura de contracultura es coincidente el llamado Código moral de los "hippies", cifrado en tres mandamientos:

1º.- Participa en lo psicodélico.

2º.- Encuéntrate con la verdad suprema a través de lo

psicodélico; y

3º.-No hagas caso a la sociedad.

Debemos añadir como causas que originan el afecto por las drogas, además de las referidas de curiosidad, esnobismo, angustia etc., que los mecanismos de rebeldía se manifiestan en este caso con la autolesimalidad en la salud porque lo que es cierto es que cuantos se inician en este mundo conocen la maldad de su uso, los peligros que puede acarrear. Todo ell perfectamente utilizado por quienes controlan la ingentes cantidades de dinero que supone el tráfico que es, lógicamente, a quienes más interesa el mantenimiento de la prohibición contra la regulación del consumo, fabricación y distribución.

Finalmente una de las causas de mayor importancia en la generación del problema es la irrupción en culturas distintas de drogas procedentes de otras culturas donde se encuentran socialemnte aceptadas, y que produce mutación de la sociedad receptora tras las convulsiones precisas y los movimientos generacionales necesarios, las acepta y las adapta.

Así por ejemplo el hachish o la grifa no suponen un problema social en el Norte e Africa ni el consumo de hoja de coca está fuera de lo que se considera como una costumbre social y en muchos casos una necesidad en los antiplanos de Bolivia.

INFLUENCIA DEL TRAFICO Y CONSUMO DE DROGAS EN LA DELINCUENCIAS

El tráfico de drogas genera delincuencia de todo tipo, además de ser en sí, a mi juicio equivocadamente, un hecho delictivo: homicidios, crímenes, robos, etc.

En muchos casos estos delitos van a parar a engrosar la cifra negra de delitos.

El consumo por su parte genera a su vez gran cantidad de delitos sobre todo contra la propiedad, pero dentro de un mundo delincuencial que se produce con el fin de procurarse la droga a la que se denomina delincuencia funcional, ya que está en función de la drogodependencia.

Por otra parte, el tráfico organizado por bandas criminales es un problema político de primer orden, pues al mismo tiempo es intrínseca la corrupción y por vía de ella la presencia de estas organizaciones delincuenciales en los centros de decisión de la administración. Para luchar contra ello, es necesario utilizar técnicas muy especiales de investigación, y sobre todo controlar los movimientos de dinero que se producen por encima de las fronteras. Pero esto que es un objetivo primordial, sería por sí mismo objeto de un amplio debate.

No obstante, finalizar este aspecto diciendo que es notoria la preocupación de todos los Gobiernos por acabar, al menos en los terrenos de la demagogía, con las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas. Indudablemente este es un problema de relevancia internacional que requiere una cooperación al mismo nivel.

Hace tiempo que organizaciones como la mafia, la camorra, etc. han extendido sus actividades más allá de los confines nacionales. La necesidad de actuar en el terreno económico-financiero es fundamental para frenar y cortar los enormes flujos de riqueza que proceden del tráfico ilegal. (la ley 646 de 12-9-88 italiana ya recoge esta necesidad).

Decía antes que se utilizaba la demagogía porque es evidente que no se produce esta acción coordinada internacional salvo casos excepcionales.

No obstante, y como más adelante se verá, estimo que con la despenalización del tráfico y consumo de drogas en este campo, no sería precisa esta actuación gubernamental, porque por sí mismos desaparecerían estos ingresos, o se verían reducidos a la mínima expresión.

CONSIDERACIONES EN EL ASPECTO JURIDICO EN ESPAÑA SOBRE LOS DROGODEPENDIENTES

Como decíamos en el apartado anterior, la incidencia del tráfico y consumo de drogas en la Seguridad Ciudadana y en la delincuencia, es fundamental (el ex-Ministro del Interior D. José Barrionuevo afirmó que el mundo de la droga tenía relación con el 80% de los delitos que se comenten en España= y así lo recogen reiteradamente las sucesivas memorias policiales, judiciales y fiscales.

No obstante, quiero resaltar la diferencia que el propio legislador establece, mejor no establece, entre las drogas socialmente permitidas y las que no lo son. Así el art. 9-2 del Código Penal se refiere a la eficacia atematoría de la "embriaguez no habitual..." mientras que en este sentido nunca alude a la ingestión de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas.

No obstante ello, la doctrina es prácticamente unánime en comparar los estados de intoxicación con el de embriaguez.

Respecto al síndrome de abstinencia existen varias sentencias del Tribunal Supremo en el sentido de considerar al delincuente en ese estado como víctima del trastorno mental transitorio (sentencia 3-5-74) 10-4-81/28-6-85/4-7-85 etc.)

No obstante, me interesa resaltar algunas sentencias que enfocan el problema de los cuadros sindrómicos desde la enfermedad mental, como la de 16 noviembre de 1984 textualmente:

"Para determinar la responsabilidad penal de los drogadictos, de acuerdo con la doctrina elaborada por esta Sala en diversas Sentencias y concretamente en las de 25 de marzo, 24 de mayo y 25 de febrero de 1983, es preciso, en el momento actual resaltar:

a).- que la ingestión de drogas y estupefacientes tienen potencialidad suficiente para la creación de estados psíquicos anormales e influyentes en la valoración jurídica de la responsabilidad penal;

b).- que hoy día, estos estados están comprendidos dentro de las toxifrenias, para las que la psiquiatría tiene la potencialidad de producir la total anulación de las facultades intelectivas y volitivas, la simple disminución de las mismas o una mínima perturbación sin relevancia en el ámbito o área del derecho penal;

c).- que uno de los mecanismos productores de la alteración psíquica, dentro de este grupo, es el conocido por síndrome de abstinencia determinado por la obsesión de la droga o sustancias tóxicas a causa de ser considerada, por el autor de la conducta penal como único motivo de su vida y que origina el tipo psíquico del neurópata drogadicto.

Igualmente conforme a esta doctrina jurisprudencial que deduce que el tratamiento jurídico-penal tiene su cauce a través de la enajanación mental, el trastorno transitorio de las facultades psíquicas, y la atenuante por analogía, pudeiendo actuar los dos primeros con exonerativas o atenuatorias, debiéndose acoger a uno y otro cauce, según el carácter crónico transitorio y de la mayor o menor perturbación del estado mental, siempre, claro está, que se den los condicionamientos en los supuestos fácticos, para poderse apreciar".

Quiero recordar aquí lo que dicen algunos convenios Internacionales suscritos por el Estado Español:

Así el artículo 38 del Convenio Unico establece:

"Las partes considerarán las medidas que pueden adoptarse para el tratamiento médico, el cuidado y la rehabilitación de los toxicómanos".

El Convenio de 1971, sobre sustancias psicotrópicas, art. 22: "Cuando las personas que hagan indebido uso de sustancias psicotrópicas, hayan cometido un delito, las partes podrán, en vez de declararlas culpables o de sancionarlas penalmente, o además de sancionarlas, rehabilitación y readaptación social".

El Protocolo de 1972 art. 15:

"Las partes prestarán atención especial a la prevención del uso indebido de estupefacientes y a la pronta identificación, tratamiento, educación, postratamiento, rehabilitación y readaptación social de las personas afectadas, adoptarán todas las medidas posibles al efecto y coordinarán sus esfuerzos en este sentido".

En la misma línea, el Proyecto de Código penal Internacional de Bassiouni, art. XV, sección 3 de la Parte Especial (1983 pp. 152 ss).

Por último, la Resolución (73) 6 del Consejo de Europa, sobre los aspectos penales del abuso de drogas, recomienda, entre otras que:

"La ley debería prever posibilidades de tratamiento y readaptación dentro y fuera de las instituciones penitenciarias, así como una ayuda penitenciaria". (I,B,5)

"Convendría prever la posibilidad, a reserva de las particularidades de cada Estado, de que el Ministerio público y los Tribunales pudieran abandonar la persecución de fármacodependientes que acepten someterse a un tratamiento y a vigilancia o que hayan sido sometidos al mismo como consecuencia de una decisión administrativa o judicial" (I,D,2).

"A menos que las medidas de sustitución se consideren inapropiadas, los usuarios de drogas, especialemtnte si menores, delincuentes primarios o todavía no plenamente insertos en la vía del crimen, no deberían se encarcelados". (I,B,3).

"Si se detiene a un farmacodependiente convendíra su colocación en instituciones dotadas de un servicio de tratamiento y readaptación" (I,E).

Por finalizar esta parte quiero apuntar que el castido al tráfico y cosnumo de drogas es una farsa social, y lo que a todas luces produce es una desigualdad trágica entre ricos y pobres, obligando a éstos a convertirse en delincuentes para poder satisfacer la necesidad mientras que los otros no tienen que serlo a permitirles esa satisfacción su posición económica, cuando ambos son víctimas de la misma enfermedad.

En cuanto al origen, podemos asegurar que el problema se genera como consecuencia de existir una OFERTA y una DEMANDA.

Si anuláramos uno de los factores el problema desaparecería, y si lo redujéramos aminoraríamos los resultados y las consecuencias; al contrario, si lo potenciamos complicamos el panorama; si además no potenciamos el conocimiento de los graves problemas que genera, el riesgo será mayor.

Sin embargo, lo que en ningún caso nos da resultado, debido a multitud de factores, algunos ya enunciados, es el prohibicionismo, y la represión. Lo que con ello conseguimos es una ocultación del problema, y seguir una política como la del avestruz.

No voy a entrar a dimensionar, porque alargaría la alocución y no pretendo en ese caso utilizar estadísticas que por otra parte, creo que no nos ajustarían exactamente la extensión del problema sino en aproximación.

CONSECUENCIAS

Toda la problemática desencadenada por el consumo de drogas se puede reducir a dos consecuencias.

1).- Daño para la salud individual y social.

2).- Generación de delincuencia y de inseguridad ciudadana.

Las consecuencias para la salud derivadas del consumo de alcohol, tabaco, café, están evaluadas y dimensionadas de manera más o menos fiable.

No es este el caso, sin embargo, del resto de las drogas ya que por el prohibicionismo, se encuentran en muchos casos dentro del oscuro mundo de lo que se llama estadística negra.

SOLUCIONES

La pimera y más importante a juicio del que ésto expone, sería la legalización con todas sus consecuencias del consumo de estupefacientes y que se facilitarán éstos bajo control médico, en todos los centros médico-asistencial de igual forma que se facilita, por ejemplo, la insulina.

Con ello evitaríamos:

a).- La transmisión de enfermedades como el SIDA,

Hepatitis, etc.

b).- Gran parte de la delincuencia.

c).- El tráfico o que éste quedara de forma marginal.

d).- La acumulación de dinero en bandas criminales y los

problemas que conlleva.

e).- Algunos desajunstes sociales.

f).- La ignorancia de la extensión numérica de la

enfermedad y conoceríamos el alcance real del

problema.

Las soluciones pasan por los siguientes principios:

1).- Fomento de la educación familiar en ls materia.

2).- Programas de prevención en el seno de la comunidad

y sus instituciones.

3).- Conocimiento de los grupos de riesgo.

4).- Considerar que el recurso a la droga, espresa

necesidades y problemas individuales.

En este sentido, el Comité Europeo de Salud recomienda: "La toxicomanía no debe ocupar un lugar especial en un programa de prevención: es necesario considerar al individuo globalmente y el programa deberá, en consecuencia, ser incardinado en los problemas que se supone ligados a la toxicomanía. Esto puede diferir de un grupo a otro, de un país a otro".

La política preventiva debe dirigirse a la reducción de la demanda sobre la base de la información no exagerada, ni ausente, los programas educativos y los comunitarios.

Se debe evitar a toda costa a través de la formación, la apología y el proselitismo para lo que se necesita sensibilizar a los medios de comunicación en orden a evitar en sus informes afirmaciones irresponsables, interesadas o estigmatizantes, mitificaciones y reportajes tendenciosos.

Comparto la idea del que fue Fiscal especial antidroga D. José Jiménez Villarejo en el sentido de que la lucha contra la demanda de drogas, en primer término, ha de situarse simultáneamente en el plano de la cultura, en cuyo techo de valores han de desterrarse aquellos que impulsa, de forma más o menos solapada, el consumo de sustancias psicoactivas y en el planos propiamente estructural, eliminando o al menos suavizando aquellas contradicciones y carencias que condicionan a los individuos que las sufren - especialmente en los jóvenes - la salida desviada y evasiva de la droga: marginación, paro, infraurbanismo, escasa dotación de servicios para la utilización del ocio etc.

En un nivel más inmediato y concreto, la preocupación por contraer la demanda debe traducirse, en el ámbito de la educación escolar, en una sólida preparación al efecto de los enseñantes en una formación básica de los menores para la salud en su más amplio sentido, para el respeto al propio cuerpo y para el desarrollo de la propia mente, sin incurrir en informaciones inexactas ni en contraproducentes simplificaciones o dramatizaciones.

Si de la prevención primaria pasamos a la secundaria, habrá que recordar igualmente la necesidad de fijar la atención en los grupos de jóvenes que ya han contactado con la droga, en barrios especialemnte vulnerables por sus especiales características, a las presiones del consumo. En estos casos, la tarea de atajar la demanda se ha de confiar a equipos mixtos en que la acción de educadores, psicólogos y trabajadores sociales se complemente con la de líderes naturales salidos de las mismas comunidades.

Finalmente hay que insistir en la fuerza reductora de la demanda que tiene toda política encaminada a la desintoxicación, rehabilitación y reinserción social de los toxicómanos. Hay que abandonar el precipitado pesimismo con que frecuentemente se aborda este problema y no demorar por más tiempo el momento de dar, desde la Administración Pública, la adecuada respuesta al callejón trágico en que se encuentran los drogodependientes. Respuesta que debe ser diversa - como diversa es la problemática de cada uno de ellos - escalonada y en general profesionalizada, para lo cual es urgente promover la formación de terapeutas especializados en toxicomanías a fin de acabar cuanto antes con la improvisación, es espontaneismo y la insolvencia que caracterican en demasiadas ocasiones a los métodos de tratamiento al uso.

Hago mía la teoría del Sr. Sánchez de Río, también funcionario policial como el que les habla, que asegura que hay que hacer desaparecer el contenido del tráfico de drogas y haciendo bajar el precio, nivelando el precio de producción y de venta, facilitando a precio de producción la droga en dosis correspondientes a cada enfermo, mediante el sistema de recetas o inyección directa por médico en centro que se cree o designe a tal efecto. Este sería en todo caso un centro-médico-asistencial integrado dentro del aparato de salud del Estado.

Estos centros tendrían básicamente estas dos funciones anteriormente apuntadas, tratamiento e información, sin presencia policial.

Esta idea no es nueva, pues por un lado actualmente en España se están proporcionando drogas sustitutivas desde el punto de vista médico y por otro que ya se intentó, pues no pasó de un intento en el Ayuntamiento de Amsterdam, y que hoy por hoy puede ser el inicio de la solución del problema desde la alternativa social. Desde el punto de vista policial, tendrán que intervenir en la desarticulación de las bandas internacionales delictivas en otras actividades que desarrollen, que no suponen un grado de dependencia tan grande como la droga en relación a la víctima, tal y como ocurre con los camellos.

Por lo expuesto, considero que ésta puede ser una vía eficaz para atacar el problema de la drogadicción, informando por un lado y asistiendo y haciendo desaparecer el contenido económico por otro, desligando de tareas informativas de los efectos de la droga en la salud a la policía, trasladándola a sistema sanitario por los técnicos en materia de salud, formando así un rechazo social, al mismo tiempo que se les presta asistencia a los enfermos.

Quisiera decir finalmente que lo que acabo de exponer tiene difícil o nula aplicación si no se verifica en su amplio espacio geográfico, al menos a nivel de por ejemplo Europa Occidental tal y como se ha venido a demostrar el caso aislado de algunos Ayuntamiento Holandeses, y para ello es necesaria la unidad por encima de la frontera de países aislados.

En conclusión es necesario:

1).- Despenalizar el consumo de drogas tóxicas y estupefacientes.

2).- Considerar al drogadicto como un enfermo y por tanto facilitarle la droga y con un control médico y procurar su curación.

3).- Conciencia, colaboración y solidaridad internacional.

4).- Abordaje científico del problema, tomando en consideración los recursos sociales, en la línea integradora que evite sistemas fáciles y oscurecedores.

5).- Conocimiento de que la prevención y la atención a las drogodependencias requieren orientación y equipos multidisciplinarios.

6).- Una legislación comprensiva sobre toxicomanías.

7).- Un sistema integrado de prevención y atención a drogodependientes a través de una red específica de servicios sociales y de salud.

Quiero terminar leyendo un poema de Alberto Caeiro: O GUARDADOR DE REBANHOS:

Lo que vemos de las cosas son las cosas,

Por qué veríamos una cosa si hubiese otra?

Por qué ver y oir sería engañarnos

si ver y oir son ver y oir?

Lo esencial es saber ver,

saber ver sin estar pensando,

saber ver cuando se ve,

y ni pensar cuando se ve,

ni ver cuando se piensa.

Pero eso («tristes nosotros que traemos el alma vestida!)

eso exige un estudio profundo, un aprendizaje de desaprender

y un secuestro en la libertad de aquel convento

del que los poetas dicen que las estrellas son las monjas eternas

y las flores las penitentes convictas de un sólo día,

pero donde al fin las estrellas no son sino estrellas

ni las flores sino flores,

siemndo por eso por lo que les llamamos estrellas y flores.

 
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