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Lewis Roger - 1 febbraio 1989
EFECTOS SOCIALES DEL PROHIBICIONISMO
Roger LEWIS

GRAN BRETAÑA - Investigador de la Universidad de Calabria, el pasado año escribió un detallado informe sobre la 'ndrangheta, cuyo asentamiento en el mercado de la droga se ha caracterizado por un desconcertante aumento de homicidios con alevosía. Ha colaborado desde 1983 en la comisión antimafia del Parlamento. En 1985 escribió "El gran negocio - Política del tráfico clandestino de droga".

SUMARIO: Utilizando el marco de la etnografía en el estudio de diferentes tipos de usuarios y vendedores de haroína y cocaína, el autor presenta la evolución y características de los canales de distribución de las drogas ilícitas. Destaca que sus inmensas ganancias y la fuerza de sus estructuras son una consecuencia derecta de la represión.

("LOS COSTES DEL PROHIBICIONISMO DE LAS DROGAS" - ACTAS DEL COLLOQUIO INTERNACIONAL SOBRE EL ANTIPROHIBICIONISMO -Bruselas 28 septiembre - 1 de octubre 1988 - Ed. Partido Radical)

Desde que en 1969 se publicó el ensayo de Preble y Casey "Taking Care of Bussiness", la etnografía urbana ha alcanzado un cierto nivel de respetabilidad en el campo de las investigaciones sobre las drogas ilegales. El dominio de las autoridades médicas y psiquiátricas ha dejado espacio a una aproximación multidisciplinar que reconoce que los datos que se pueden recoger en un contexto que privilegie el tratamiento no aseguran un cuadro exacto de lo que realmente sucede en el mundo real. La mayor parte de los consumidores de cannabis y de cocaína, cuando no los heroinómanos, no entra en contacto con servicios de desintoxicación o con centros antidroga como resultado del uso de droga. La investigación etnográfica es una de las pocas maneras con la que se puede llegar a esta gente y se pueden registrar las experiencias.

Los estudios económicos serios sobre los mercados de las drogas ilegales son una novedad. Durante muchos años, la idea que se tenía de los "drogadictos" era tal que se les consideraba incapaces de tomar decisiones económicas racionales. Su necesidad de consumir droga se consideraba tan alta que se esperaba que los drogadictos fuesen capaces de pagar cualquier cosa y cometer cualquier crimen por tal de obtener lo que deseaban, hasta llegar a la absurda pretensión expresada en no lejanas campañas electorales, de que si todos los drogadictos fuesen desintoxicados o se les metiese en la cárcel, la mayor parte de los delitos callejeros se eliminarían instantáneamente (véase Epstein, Agency of Fear, 1976). En realidad, los tóxicodependientes, más que pagar altos precios buscan salidas alternativas del mercado, sustituyen la heroína con otras drogas, reducen o eliminan el consumo o inician voluntariamente el tratamiento.

Así como el conocimiento de los comportamientos vinculados con el uso de droga ha crecido, la paciencia para con las rendiciones de cuentas simplistas sobre la manera en que funcionan el mercado y el sistema de abastecimiento ha disminuido. Al informar sobre droga embargada, la prensa a menudo le da más valor, multiplicando una hipotética pureza X de la sustancia por otro hipotético precio. Y con detalle hasta llegar al valor total Z. Ello puede hacer quedar divinamente a las fuerzas del orden, pero no refleja fielmente el estado actual de las cosas. De la misma manera, el control del tráfico de droga se atribuye a cualquier conspiración extranjera monolítica controlada de vez en cuando por el señor de la guerra Khun Sa, por la familia mafiosa de los Bonano o por el Cártel del Medellín. También ésto es material fascinante para la prensa, pero las cosas no son tan fascinantes.

Hace tiempo empecé a ocuparme de estas cosas indirectamente. Trabajé en Londres en un centro antidroga que tenía su origen en las subculturas de las drogas "alternativas" de los años Sesenta y constantemente me sorprendía la diferencia existente entre la manera en que la prensa hablaba del tráfico de droga, la literatura que por aquel entonces existía sobre el tema, y la experiencia real de los clientes y colegas. Muchos abogados y policías más atentos con los que hababa de vez en cuando, estaban tan sorprendidos como yo. Hacia finales de los años Sesenta, me encontré, no sin estupor por mi parte, testimoniando en un tribunal en calidad de experto en éstos temas. Por aquel entonces, a pesar del trabajo de Silverman, Brown, Spruill, Moore y otros en los Estados Unidos y en Inglaterra, el estudio de las drogas ilegales se consideraba una ocupación excéntrica. (Era como estar informado sobre los "munchies", un fenómeno conocido y discutido probablemente por los consumidores habituales de cannabis y sin embargo

a duras penas registrado en los ensayos y muy poco estudiado).

Cuando asumí la tarea de etnógrafo de la calle con el objeto de llevar a cabo una investigación sobre la epidemiología del uso problemático de la droga en Londres en 1980, cualquier trabajo sobre el precio, la puereza o la disponibilidad de las drogas sería considerado de importancia secundaria. Una prueba de lo mucho que han cambiado las cosas es que en 1986, el Ministerio del Interior británico financió investigaciones sobre los aspectos económicos del mercado ilegal de droga y de las políticas de represión antidroga en el Reino Unido. Existen cinco factores que purden explicar este interés reciente:

1) la preocupación por los costes sociales del uso problemático de droga

2) las convicciones en materia económica de las administraciones británica y americana desde 1980

3) el reconocimiento de la evidente fuerza financiera e influencia de los grupos de traficantes y su influencia desestabilizante en zonas locales y en enteras regiones.

4) la implicación en las investigaciones científicas y en las agencias gubernamentales de personas que, en un cierto momento de sus vidas, habían tenido experiencia directa o indirecta con el uso de drogas ilegales y de tráfico al por menor

5) el desarrollo de la lucha contra la droga como importante objetivo político

Desde 1980, he venido estudiando los mercados de la droga en Londres, Nápoles y Roma y en estos momentos estoy llevando a cabo un estudio sobre distintas ciudades en la Italia central y septentrional. Este trabajo deriva de la preocupación difundida en Italia por la cantidad de personas que consumen heroína (se calculan en torno a las 150.000), el índice en continuo aumento de los muertos por sobredosis (242 en 1985, 292 en 1986 y 516 en 1987), y la implicación de la mafia siciliana, de la camorra napolitana y de la 'ndragngheta calabresa en el tráfico al por mayor. No estoy utilizando mafia, 'ndrangheta y camorra en el sentido genérico del término, me refiero a los orígenes geográficos, culturales y criminales de dichos grupos.

LA RECOGIDA DE INFORMACIONES

Se han publicado pocas informaciones sobre el funcionamiento del mercado de la droga en Europa o sobre la fluctuación de los precios y de la pureza (heroína, cocaína, anfetamina) con el paso del tiempo. En general, el material recogido por los centros antidroga no se organiza sistemáticamente (pero ésto está cambiando) ni es génericamente disponible. A parte de los accesos privilegiados a los documentos judiciarios y estatales, nuestra principal fuente de información sobre el mercado son entrevistas directas con toxicodependientes y traficantes. Desde un princio, la observación partícipe ha resultado ser un método de investigación productivo. Debido a la naturaleza ilegal de las actividades estudiadas los contactos a veces han sido cautos, las citas no se ha respetado siempre y el consentimiento no se ha dado por descontado. De todas maneras, estas dificultades no son tan frecuentes como cabría esperar y la colaboración ha sido buena en general. Se han registrado algunos comentarios y opiniones sobre la natu

raleza general de la estructura de abastecimiento y el modo de operar en el mercado, además de las experiencias específicas personales.

En algunas ocasiones hemos entrevistado a importadores de grandes cantidades de cañamo índico y compradores de heroína por kilos, aunque, debido a los problemas de seguridad de dichas personas y de lo mucho que los criminales profesionales dominan el mercado al por mayor, ello se ha producido en contadas ocasiones. Muchos de nuestros contactos han sido consumidores de droga y traficantes de corte por debajo de una onza para la heroína y de un kilo en el caso del cannabis. En Londres, al contrario de lo que ocurre en Italia, se han dado pocos casos de traficantes de heroína de este nivel que no fuesen así mismo consumidores e, invariablemente, dependientes. La facilidad para procurarse heroína a poco precio es una tentación constante para un traficante que sea consumidor aunque todavía no desea dependiente.

EL PRECIO JUSTO

La cocaína y la heroína se venden en polvo y ello hace que sea más fácil diluirlas con sustancias inertes o psicoactivas para añadir peso y aumentar los márgenes de provecho. Hasta este punto no hemos encontrado el "crak" a pesar de que su disponibilidad en Londres haya sido evidente desde principios de los años Ochenta. Las compras por kilos, onzas y, en Inglaterra, de varios gramos, requieren que el producto se pese con precisión. Evaluar la pureza es más difícil. Se pueden realizar varios tests de amateur y profesionales, generalmente según el nivel del sistema de distribución en el que se produce la transacción. El cliente puede probar o "degustar" la cocaína para evaluar los efectos. Los traficantes de cocaína a menudo están interesados como clientes en el valor de su producto. La evolución incierta y discontinua y la interrupción brusca de algunas redes de distribución de la cocaína se atribuyen, por muchos contactos tomados en el campo, a un consumo excesivo de la droga en sí.

En el tráfico callejero es difícil que existan premisas de las pruebas, dado que las dosis generalmente ya están confeccionadas, bajo peso y muy cortadas pues la preocupación principal del traficante consiste en la rapidez de la operación de intercambio. Las compras no se realizan indiscriminadamente y los clientes descontentos por motivos de peso o de calidad pueden no cerrar la compra o no repetirla. Los traficantes particulares que insisten de forma inaceptable en querer vender a la fuerza pueden encontrarse con que se les exlcluya, y a nivel de ventas al por mayor, pueden ser objeto de castigo.

La petición de cocaína y anfetamina tiende a ser más elástica que la de la heroína. La cocaína y las anfetaminas no dan forma de dependencia que comporte un síndrome físico de abstinencia o, por lo menos, los consumidores no consideran que ésto suceda. La ausencia de formas evidentes o de dependencia física como la de las asociadas con las drogas opiáceas como la heroína coloca a los consumidores en una posición de contratación más fuerte y hace que sean más exigentes a la hora de exigir mayor calidad del producto. Ello se refleja parcialmente en la pureza relativamente más alta de las muestras de cocaína confiscadas al por menor comparadas con las de la heroína. Existe menos urgencia en el comprar, aunque el consumo conspícuo asociado a alto consumo de cocaína significa que se pueden llegar a pagar fuertes cifras si el comprador está convencido de que la calidad del producto incrementa su status.

En londres, en los últimos ocho años, los precios de la heroína se han mantenido relativamente estables con alguna fluctuación mínima. La pureza de la sustancia ha decrecido de un 40-55% a principios de los Años Ochenta a un 30% aproxiamadamente en 1987. Pero este es un índice todavía muy alto so lo comparamos con el italiano en el que la actual pureza de la sustancia a nivel de tráfico callejero no supera el 4-6%. En Italia, los costes tienden a ser superados gracias a las diluciones, a pesar de que los precios hayan aumentado constantemente.

LA HEROINA EN LA CIUDAD

La experiencia en Europa sugiere que los mercados de la droga con plena eficacia tienden a desarrollarse antes en las grandes metrópolis.

Sucesivamente, otras ciudades desarrollan un mercado subsidiario o autónomo. Pero la difusión del consumo no es siempre uniforme. En el seno de las grandes ciudades a menudo se produce un traslado hacia la periferia como respuesta a la demanda local y a la presión de la policía. En los últimos años, ésto es lo que ha sucedido en Londres, París y Roma.

La heroína, la cocaína y el hachís se importan a Europa. Cuando el mercado está en su fase inicial y todavía poco desarrollado, la importación y la distribución son proporcionadas por el pequeño tráfico, iniciativas individuales y expediciones cooperativas organizadas por los consumidores mismos. A medida que el mercado crece, las organizaciones criminales, grupos étnicos e individuos del hampa tienden a inserirse en el mercado a nivel de importación y tráfico al por mayor, pero no a la extensión o a la exclusión de las demás iniciativas. La cantidad de la implicación varía según el país, la ciudad, el tipo y los orígenes de los productos y las oportunidades de sacar beneficio.

Según las propiedades farmacológicas de una droga ilegal determinada, y depende en dónde circule, algunos mercados pueden registrar la presencia de grupos restringidos de consumidores organizados en sistemas informales de trueque e intercambio mientras algunos mercados pueden ser de naturaleza totalmente impersonal. En los años Sesenta y a principios de los Setenta, gran parte de las remesas de droga que llegaban a Europa era relativamente amistosa e informal y se limitaba fundamentalmente a los estudiantes, a los bohemios y a los ambientes privados. Con el paso del tiempo, estas redes amistosas de distribución e intercambio tienden a fragmentarse. Cuanto más estable se hace el mercado de heroína, más fuertes son los intentos por penetrar por parte del crimen profesional. El precio aumenta, la calidad desciende, y el producto se vende en dosis cada vez más pequeñas y la dilución y la venta estafando en el peso se convierten en el pan nuestro de cada día.

De todas maneras, varía de un Estado a otro y de una ciudad a otra. A pesar de que las cosas hayan evolucionado de forma distinta en Europa y en América, el ensayo americano ha constituido una piedra preciosa de comparación con la que valorar lo que sucede en Europa. A principios de los años Ochenta, el mercado de Londres no se presentaba estabilizado ni violento como el de Nueva York. Los "negocios" se efectuaban en plan amateur, a pesar de que las cosas estuviesen cambiando. Cuando nosotros empezamos a investigar, en Londres ya existían brotes de iniciativa autónoma violenta que intentaba penetrar en el sistema de distribución a nivel del por mayor para obtener precios más altos de los clientes y estafar a los importadores y distribuidores extranjeros que no estaban familiarizados con la estructura.

En Nápoles hemos observado que el consumo de heroína estaba particularmente difundido en la periferia y en las zonas del interior, tal vez porque la tradicional cultura de las callejuelas desanimaba el consumo en la parte antigua de la ciudad. Pero en una ciudad en la que el desempleo estructural es un problema fundamental, no existe la carencia de mano de obra criminal para el sistema de tráfico. En Roma, existe un consumo difundido de heroína por parte de parados y marginados. Traficar es una manera de ganar algún dinerillo y garantizarse una reserva personal de droga. En ambas ciudades, la toxicodependencia está fuertemente arraigada en los bloques de las barriadas periféricas.

La red de venta al por menor suministra distritos específicos. En ambas ciudades, el mercado está ampliamente controlado por la criminalidad organizada. Una de las grandes diferencias entre Roma y Nápoles es que el hampa romano está tan desorganizado y dividido que para el suministro depende casi totalmente de los importadores, fabricantes y distribuidores del Sur de Italia. Los grupos napolitanos están mejor organizados y cuentan con más reservas financieras, tienen a sus espaldas generaciones de experiencia en el contrabando de todos los géneros, Junto a las organizaciones sicilianas y calabresas dominan los niveles medio y superior del mercado romano de heroína.

A pesar del papel de Nápoles como centro de tránsito y distribución de la droga, la pureza de la sustancia a nivel callejero parece menguar más rápidamente en Roma. Tal vez sea que en Roma intentan infiltrarse en la distribución y sobrevivir sólo con el tráfico de droga. Parece ser que los importadores del Tercer Mundo en Roma alzan el nivel de pureza vendiendo heroína de alta calidad al por menor directamente en el mercado, del que probablemente no conocen bien su funcionamiento.

Mientras se puede afirmar que en Nápoles y en Roma los grupos del crimen organizado dominan el suministro al por mayor, existe una situación completamente diversa en "Pandoro", en donde todos los intentos calabreses y napolitanos por penetrar en la red de distribución han fracasado. "Pandoro" es un centro de almacenamiento y recogida de traficantes sudasiáticos y un foco para la distribución al resto de Italia. A lo largo de los años, los distribuidores locales han instituido contactos directos con los productores extranjeros y parece que se han granjeado una buena reputación por la eficiencia, la honestidad y la fiabilidad. Una reputación de este tipo es de inmenso valor en un ambiente ilegal de negocios en los que no existen contratos escritos y la buena fe es de importancia crucial. La provincia es rica y existe poco paro, pero a pesar de ello, existen muchos consumidores de heroína. Por lo que se refiere a quien compra cantidades de un kilo más o menos, cuesta la mitad que en Roma. Mientras este fenómeno

parece bastante raro en Italia, un ensayo reciente sobre "Southdown", una ciudad del sur de Inglaterra, indica que los grupos de distribución están compuestos por tóxicodependientes que compran y venden la heroína por kilos.

CONCLUSIONES

A pesar de las contradicciones, atenuaciones y sistemas paralelos de distribución, no se producen alejamientos de lo que constituye el modelo piramidal de Preble y Casey, aunque siempre se da la excepción de la regla. Espero que durante el debate se puedan desarrollar los conceptos expuestos y que se le pueda dedicar un poco de tiempo a la cuestión de la oferta y la demanda y al papel que desempeña el crimen organizado en la economía italiana de la droga.

Para finalizar, opino que las predicciones para el futuro de nuestra sociedad incluyen un consumo problemático de la droga. Los sistemas de distribución que se han desarrollado dan enormes beneficios y lo único que la represión puede conseguir es algún embargo que otro de droga. Es más, se asevera que en la actualidad, el sistema represivo proporciona un apreciable sistema de apoyo a los traficantes. Lo mejor cosas del tan criticado sistema holandés y del muy discutido y poco comprendido "sistema" inglés pueden constituir una respuesta. En un periodo en el que los peligros del consumo de droga rápidamente eclipsados por la realidad del SIDA, la única elección con sentido común es una reducción de los peligros en vez de realizar la "guerra contra la droga".

 
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