Marc REISINGERBELGICA - Psiquiatra, antropólogo, investigador en el hospital universitario "Brungmann", especialista en farmacodependencia. Autor de numerosas publicaciones sobre el tratamiento de los heroinómanos con buprenorfina.
SUMARIO: El fracaso de la prohibición en materia de droga presenta el antiprohibicionismo como una posibilidad lógicamente deseable. Sin embargo, esta nueva política no tendría justificación si no fuera capaz de reducir la demanda de droga. En relación con la heroína, debiera considerarse como objetivo primordial la disposición de un sistema de atención eficaz para los heroinómanos que incluya el uso de productos sustitutivos como la metadona y la buprenorfina. Las propiedades intrínsecas de la heroína no permiten probablemente considerar su libre venta.
("LOS COSTES DEL PROHIBICIONISMO DE LAS DROGAS" - ACTAS DEL COLLOQUIO INTERNACIONAL SOBRE EL ANTIPROHIBICIONISMO -Bruselas 28 septiembre - 1 de octubre 1988 - Ed. Partido Radical)
Liberalización, legalización o regulación, sea cual sea el término más adecuado al proyecto antiprohibicionista, su principio consiste en sustituir una oferta legal a la oferta ilegal de drogas, según modalidades por establecer.
La justificación del proyecto reside en el hecho de que los gigantescos beneficios generados por el tráfico de droga hacen que el control sea imposible. De hecho, es sabido que el gran tráfico está dirigido por organizaciones internacionales cuyos promotores efectivos, sin lugar a dudas, no tocan nunca ni la droga ni el dinero que procede directamente de dicho tráfico. Los individuos arrestados por tráfico de droga son obreros o, como mucho, cuadros del sistema. Se les remplaza inmediatamente y, por lo general, no conocen ni tan siquiera al que realmente les contrata. Los beneficios de la droga, evaluados en 100 billones de dólares al año, se reciclan en la economía mundial, a través de sociedades que parecen irreprensibles a medida que se hacen más poderosas y que se pierden las huellas del origen del dinero con el que han sido creadas.
Es comprensible cómo una maquinaria semejante no se pueda frenar con instrumentos policiales. Indudablemente, es lo que ha impulsado a Ralph SALERNO, ex-jefe de la policía neoyorkina, a abandonar las esperanzas de obtener resultados positivos con una política represiva, y a adoptar la perspectiva antiprohibicionista.
Según esta perspectiva, la sustitución de la oferta ilegal de las drogas por la legal comportará un hundimiento vertical de su precio, y, por consiguiente, el desinterés de las organizaciones criminales por su tráfico. Dichas organizaciones cejarán en su empeño por invertir en el tráfico y fomentarlo.
Un proyecto semejante implica una modificación de la oferta de drogas, y no una reducción de la misma. En una perspectiva no prohibicionista, una reducción de la oferta deriva necesariamente de una reducción de la demanda.
Podemos prever como evolucionará la demamda de droga en un contexto no prohibicionista? Como reaccionarán los toxicodependientes (y los no toxicodependientes) ante drogas legales a bajo precio? Esta pregunta ha sido formulada en repetidas ocasiones a lo largo del presente coloquio. Un cierto número de partisanos y detractores del antiprohibicionismo se clasifican a partir de la respuesta.
Personalmente, considero que el problema es de especial relevancia. Y ello contiene la dimensión ética del proyecto, dimensión indispensable para elaborar cualquier tipo de proyecto.
No olvidemos que la reducción del poder de la mafia no es el objetivo de la política antiprohibicionista, sino sólo un instrumento. El objetivo fundamental debe ser la reducción del sufrimiento provocado por la droga, la reducción del número de individuos dependientes, y, por lo tanto, la reducción de la demanda de droga. Si la política antiprohibicionista provocase el efecto contrario, sería un fracaso y se tendría que abandonar.
Así pues, no existe ningún motivo para creer que el abandono de la prohibición comporte expontáneamente una reducción de la demanda de drogas. Sería ingénuo creer que dejando de ser ilegales perderán completamente su atractivo entre los jóvenes (o los menos jóvenes). Significaría no prestarle la debida atención a los efectos que produce: estimulantes, relajantes etc. El bajón del precio de las drogas puede constituir un atractivo más para los jóvenes, tal y como lo demuestra el eljemplo del crack.
Sin embargo, Se puede salir del impasse? Son inevitables el prohibicionismo y sus consecuencias? No creo, pero es necesario pasar por la etapa preliminar a la eventual legalización de las drogas, por lo menos en lo que se refiere a la heroína, tema en el que me centraré en este coloquio.
Considero indispensable desarrollar en primer lugar una política de salud pública que permita frenar la progresión en el consumo de esta droga, y también de reducirla.
Los Estados Unidos han alcanzado este objetivo mediante la utilización de metadona. Se trata de un producto sustitutivo, de tipo morfínico, suministrado a aproximadamente 80.000 personas al año, desde principios de los años 70. Se ha demostrado, en un estudio epidemiológico realizado en Chicago que el número de heroinómanos disminuía radicalmente en los barrios en los que se habían abierto centros de terapia con metadona (HUGES, Behind the Wall of Respect, University of Chicago Press, 1977). El desarrollo de dichos centros constituye probablemente el factor predominante que explica, según estudios epidemiológicos recientes, lo siguiente:
- el número de heroinómanos en Estados Unidos no parece haber aumentado a lo largo de los últimos quince años;
- la edad media de los heroinómanos aumenta, y se ha demostrado que se trata fundamentalmente de un grupo estable, con una captación escasa de nuevos elementos, compuesto por individuos que empezaron a drogarse a finales de los años 60 y a principios de los 70, y que se encuentran en fase de envejecimiento. Es lo que en estadística se llama "cohorte que envejece" (N.J. KOZEL, Epidemiology of Drug Abuse: An Overview, Science, Vol. 234, 21.11.1986).
La situación epidemiológica de la heroína en los Estados Unidos actualmente puede considerarse estabilizada. La mejora del sistema, mediante el aumento de los ambulatorios que suministran metadona, la reducción de los periodos de espera para los heroinómanos que solicitan la inscripción, y la simplificación de las formalidades de admisión, permiten sin lugar a dudas un crecimiento en el impacto del sistema.
Me parece positivo recordar análogamente que la práctica inglesa del tratamiento de los heroinómanos mediante heroína ha mantenido durante muchos años a Gran Bretaña resguardada de la epidemia europea de la heroína, tal y como ha demostrado Arnold TREBACH (The Heroin Solution, Yale University Press, 1982).
Para finalizar, tal y como indica Paul WAZLAWICK, yo diría que no es cierto que "el antónimo de algo negativo sea a la fuerza algo positivo" (Comment réussir à échouer, Suil, 1988). La legalización apoyada por numerosos participantes en este coloquio, hay que considerarla droga por droga. Y, en lo que respecta a los opiáceos, es necesario, antes que nada, poner en práctica un sistema de terapias que considere la experiencia adquirida en los diversos países y que abarque programas de mantenimiento ligeros y diversificados, con metadona, buprenorfina (Temgesic) o heroína.
Ello permitirá a quién esté harto de drogarse (y son más de los que se cree) librarse de su dependencia, en vez de difundirla. En condiciones semejantes, el proselitismo de los heroinómanos disminuirá, sobre todo cuando un último baluarte de heroinómanos que envejecen no representa ningún atractivo para las nuevas generaciones. Aprovecho la ocasión para manifestar una idea relativa a la prevención, de la que tanto se ha hablado en este coloquio: la terapia de los heroinómanos constituye una forma de prevención, probablemente más eficaz que cualquier propaganda oral, escrita o gráfica.
La realización de una política sanitaria de tal envergadura constituye un objetivo suficientemente importante para movilizar nuestras energías. Además, dicha tarea permitiría establecer una continuidad entre la situación actual y una perspectiva que muchas personas conciben como una utopía (Véase el comunicado de Marco PANNELLA a propósito de Pierre JOXE). De esta manera se evitaría seguir andando a oscuras y se pasaría a evaluar paulatinamente los efectos de una experiencia semejante.
Personalmente, confieso que no estoy convencido de que se puedan llevar éstas medidas más allá de lo propuesto en lo que se refiere a la legalización de la heroína. Conociendo de cerca los efectos de este producto, lo veo mal vendiéndose por las esquinas de las calles.