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Pannella Marco - 1 febbraio 1989
Los costes del prohibicionismo de las drogas - CONCLUSIONES

Marco PANNELLA

ITALIA - Parlamentario europeo italiano, figura entre los miembros fundadores del Partido radical y es el principal artífice de su transformación en organización transnacional. Desde 1970 ha venido desarrollando una campaña en pos de la legalización del hachís y de la marihuana. Se hizo arrestar al fumarse en público un cigarrillo de marihuana durante una rueda de prensa, para denunciar lo absurdo de una ley que condena con la cárcel a cientos de jóvenes. La iniciativa tuvo una repercusión positiva pues al cabo de poco tiempo, se aprobó una nueva ley que abolía el castigo para aquellas personas que utilizan cualquier sustancia prohibida para consumo personal. A continuación, primero en 1984 y posteriormente en 1987, llevó a cabo una activa campaña de prensa contra el prohibicionismo de las drogas y para su reglamentación, con el objeto de desposeer a la criminalidad organizada de su principal fuente de ingresos, y, consiguientemente, para reducir de forma drástica la oleada de actos de violencia que afectan

a cientos de miles de personas.

("LOS COSTES DEL PROHIBICIONISMO DE LAS DROGAS" - ACTAS DEL COLLOQUIO INTERNACIONAL SOBRE EL ANTIPROHIBICIONISMO -Bruselas 28 septiembre - 1 de octubre 1988 - Ed. Partido Radical)

Señor presidente, creo que ha quedado bien claro que en este caso al decir »nos despedimos, pero no es un adiós sino un hasta pronto no se trata de repetir la enésima vez el típico tópico. Hemos entablado un diálogo, cada uno de nosotros somos un poco, o un mucho, más ricos de inteligencia sobre las cosas y de inteligencia sobre nuestros límites. Ahora, nuestra moralidad consiste en pasar del dicho al hecho, a las leyes, a las oporunidades y la manera de aprovecharlas.

Ninguno de nosotros, en cuanto legislador, cree que las leyes posean un valor absoluto. Las leyes deben mejorar y nosotros debemos tener el valor de modificarlas.

Estoy convencido de que la reflexión que hemos entablado ya es reflexión operativa: fiscalización en mayor o menor medida, despenalización, legalización, antiprohibición. Con la venia del señor Apap, nos hallamos ante un problema de elección semántica que hay que realizar sin más demora: si llevamos a cabo una batalla, tenemos que elegir, con todo el arbitrio y la voluntad que comporta toda elección semántica. La lucha de palabras también es una lucha seria.

Cuando llevamos a cabo otras batallas políticas contra otros prohibicionismos, por ejemplo la de combatir el azote del aborto clandestino, todo un azote en nuestra sociedad, utilizamos en su día la palabra despenalización, pero no cabe duda que la despenalización pura y simple podía significar autorizar a las estructuras públicas para que practicasen en cualquier caso, incluso en el octavo mes, y por cualquier motivo, una intervención de aborto.

La despenalización pura y simple podría ser ésta. Ahora bien, no el ideal o la utopía, sino la tesis eventual de que tal vez pueda existir un día una ciudad del sol, en la que cada uno sea perfecto y en la que, por lo tanto, la ley sea supérflua, cada uno de nosotros la puede guardar en un rincón de sí mismo - no sé muy bien si se trata de un sueño o de una pesadilla (para mí sería una pesadilla).

Lo que sí es verdad es que nosotros queremos volver al interior de la palabra y de la ley, de la ley en sentido bíbilico, en sentido evangélico, en sentido jurídico, volver a contar en la ciudad, en la polis, leyes humanas, leyes que corroboren la responsabilidad y, por lo tanto, la libertad de todos.

Es por ello que, por lo que a mí respecta, prefiero decir antiprohibicionismo por lo que representa en el subconsciente colectivo de nuestros pueblos y de nuestro tiempo. El medio cinematográfico y el televisivo han hecho que gran parte de los tres o cuatro mil millones de habitantes de la tierra conozcan las epopeyas o las visicitudes de Al Capone o Chicago y han oído contar - porque nuestras emigraciones eran las de las capas más bajas de la población - que las mafias nacían, a veces fruto de las lógicas de autodefensa real, en un contexto cultural perverso.

Pues bien, el antiprohibicionismo, gracias a ello, habla, creo, a todas las categorías europeas y americanas. Se recuerda vagamente a través de las películas lo que significaban las metralletas, y es importante que las palabras se anclen en el subconsciente y en la historia colectiva de la gente.

Por este motivo, hemos preferido la palabra »antiprohibicionismo , un concepto que siempre he querido ampliar a lo largo de mi existencia a una actitud con respecto al Estado, con respecto al derecho y con respecto al crimen. Lo que la señora Bertrand nos ha recordado y ha afirmado como principio jurídico, la ilegitimidad, porque ha hablado de ilegitimidad, de la persecución penal del delito sin víctima, en el momento en que afirma este principio que yo verifico com gran emoción intelectual - sé que es antiguo, pero remodelado, propuesto de nuevo con toda su fuerza - digo que no queremos ser simplemente personas que no creen, como un cierto tipo de anarquistas, que la ley sea siempre mala y que la gente en estado salvaje sea buena. En todo caso, pertenecemos a una escuela distinta, pero destinta y que en el estado "de naturaleza" de la jungla, perfiere la ley del talión que es infame, pero que es mejor que la ley de la jungla, porque empieza a ser una ley escrita.

Yo soy un hombre, creo, al que se considera anclado bastante en la izquierda (no sé exactamente que quiere decir ésto) pero yo le estoy infinitamente agradecido, he de decirlo, a la honestidad intelectual y a la simplicidad de Milton Friedman cuando hace seis o siete años nos propuso el siguiente término: »la dictadura del status quo . Es verdad, hoy los jóvenes del "Patriarche" (1) nos vienen a echar en cara que han niños de ocho-nueve años que trafican y mueren. Lo mismo sucedía, os ruego que me creáis, en Italia, cuando, indiganados por el azote del aborto clandestino de masa, del que nadie, ni tan siquiera la Iglesia, se atrevía a hablar, planteamos el problema de su reglamentación y se nos acusó en su día de ser los causantes de las catástrofes de los inocentes de las décadas anteriores y la actual.

Es un mecanismo de psicología de masa que comprendemos. En Palermo se crea en la actualidad un comisario antimafia, se le otorgan grandísimos poderes. Y en realidad, sabiendo lo que es la mafia en Sicilia, se trata de un alto comisario antidroga, y no es casualidad que este encargo se le dé a un juez que durante trenta años ha estado en el corazón de la protección de los delitos políticos del Estado, y no ha molestado jamás a ninguno de los poderosos de nuestro país.

Así pues, cuando el mártes próximo en el Parlmente vote sobre ésto, diré contra corriente que dar plenos y amplios poderes todavía contra mafia y droga, significa simplemente que no sólo mueren personas sino también el derecho.

Toda esta historia siempre la aprovechan todos aquellos que no creen en el derecho, porque creen que hace falta encontrar respuestas de emergencia y ante la violencia no alzan nunca las banderas de la ley, alzan las banderas de la violencia de Estado ante las demás violencias que producen.

Al concluir quería deciros porqué os doy las gracias, y me he extendido en observaciones personales, pero por lo menos creo que está claro que necesitamos una liga internacional antiprohibicionista, debemos intentarlo, debemos darnos cuenta de que nos une el mismo ideal de convivencia civil y de reconstrucción del valor del derecho y de los derechos, contra el masacre de ley y de derecho propio de aquellos que han provocado este azote. Que es el producto, una vez más del divorcio con la ciencia. Esa ciencia que desde hace años nos amonestaba con que existía la biosfera, todos lo sabíamos que se iba a producir el agujero en el ozono. Ahora que el señor Reagan aconseja ya las gafas de sol a todos, lo he leído en el periódico, desde niños de seis años a adultos, contra los riesgos de los melómanos y para la vista. Porque, al igual que para con la droga, el poder no está sólo desnudo sino que se ha vuelto loco, en el momento en que el derecho se divorcia de la ciencia, y de la ciencia de la gente, porque la gent

e entiende y nos entiende.

Esa es nuestra condena. La condena de un saber que es cierto, por muy humilde que sea, y que no puede ser coartada para nadie; quien se contenta con saber es guardia del saber, y hace del saber una posesión que no sirve a nadie ni tan siquiera para sí mismo.

Vosotros me habéis dado más conocimiento y más conciencia, gracias a vuestro trabajo de años. Desde un cierto punto de vista no tengo ganas de daros las gracias, porque más ciencia y más conciencia nos condena a hacer más y mejor, y com más urgencia, pero han caído sobre mí otras condenas, de las que he estado menos orgulloso que de ésta, y os doy las gracias por habernos honrado, y os suplico que creáis que este partido existe gracias al honor que la humanidad tiene de contar con gente como vosotros.

(1) N. de T. Comunidad terapéutica para tóxicodependientes.

(Francia)

 
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