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Cicciomessere Roberto - 13 marzo 1989
Budapest: Congreso del Partido radical
Roberto Cicciomessere

SUMARIO: Un acontecimiento histórico: el 35 Congreso del Partido radical podrá celebrarse en Budapest del 22 al 26 de abril. Cae el telón de acero. Los desafíos radicales.

(Notizie Radicali n· 55 del 13 de marzo de 1989)

El 35 Congreso del Partido Radical se celebrará en Budapest. Es un acontecimiento que legítimamente podemos definir histórico: por primera vez en cuarenta años el "telón de acero" se abre a un Congreso de un partido distinto al partido único; por primera vez un país del este europeo consiente que se celebre la máxima asamblea de un partido no comunista que de toda la vida ondea la bandera de la defensa intransigente de los derechos humanos y de la democracia política. Es la más límpida demostración de que la "primavera" húngara se anuncia como una estación extraordinariamente fértil para el crecimiento de la democracia en toda Europa; confirma que el Gobierno, la clase dirigente y el pueblo de este país han decidido emprender con valor y determinación el difícil camino que conduce a la consolidación del Estado de derecho.

La decisión del Gobierno magiar de autorizar el Congreso radical es sin lugar a dudas una demostración de confianza en las opciones ideales del Partido radical, en su voluntad de plantearse como instrumento de servicio del proceso de transformación democrática del Este europeo, al que sabremos responder con fraterna amistad.

Con legítimo orgullo podemos reivindicar que este resultado ha sido posible gracias a las decisiones políticas del Partido radical: su voluntad de convertirse en sujeto transnacional y transpartídico; su confianza en el diálogo no violento y en la tolerancia laica; su convicción de que sólo una Europa política unida e integrada puede nutrir la exigencia de paz, de democracia y de desarrollo que se alza con fuerza desde los pueblos europeos, tanto en el Este como en Occidente.

Pero en Budapest, en nuestro Congreso, tendremos que ser capaces de brindar respuestas teóricas y prácticas adecuadas al momento sumamente delicado. La primavera de democracia que se ha consolidado en el este europeo corre el riesgo de ser ingobernable bajo el impulso de viejos nacionalismos y de comprensibles exigencias de pluralismo político. Fenómenos graves y preocupantes se están produciendo ya en Yugoslavia en donde las revueltas y las cerrazones nacionales y étnicas pueden acabar desencadenando un proceso de disgregación y fragmentación sumamente explosivo. La tentación de pasar de los regímenes de partido único a un sistema pluripartídico que exalte las divisiones ideológicas y nacionales es el mayor peligro que se cierne sobre el proceso de democratización del este europeo.

Tenemos que tener la fuerza y el valor de afirmar que el modelo pluripartídico y proporcional representa actualmente el mayor fracaso de la democracia en gran parte de Europa occidental. Sólo los sistemas mayoritarios han garantizado un efectivo ejercicio de la democracia. Es decir, la posibilidad efectiva de gobierno y de alternativa.

De esta manera, tenemos que arraigar en los países del Este el debate político sobre la necesidad de separar el momento estatal e institucional del nacional si no queremos que el proceso de democratización degenere y sea arrasado por las muchas reivindicaciones étnicas. El desarrollo de instituciones supranacionales y federales es de hecho la dirección obligada para conciliar las exigencias de tutela étnica y nacional con la necesidad de instituciones adecuadas a la dimensión de los problemas y de la crisis económica.

Pero no sólo en la Europa del este las grandes esperanzas democráticas hallan sus obstáculos precisamente en la falta de desarrollo y realización del modelo de democracia política. En Occidente, las grandes esperanzas federalistas que habían concebido instituciones supranacionales capaces de gobernar los grandes desafíos de nuestra época, sobre todo la de la defensa de la vida y del medio ambiente, pueden acabar no sólo por sufrir un decepción sino, cosa más trágica si cabe, ser utilizadas para negar los mismísimos principios del Estado de derecho. He ahí porque en Budapest, en nuestro Congreso, tendremos que ser capaces de detectar las batallas políticas, establecer objetivos que consientan superar esa auténtica involución totalitaria que corre el riesgo de consolidarse paradójicamente con la creación del mercado único europeo previsto para 1992. Lo que el Parlamento europeo define y denuncia como el "déficit democrático" de la Comunidad representa de hecho el intento de los gobiernos y de los grupos económ

icos europeos de instaurar un nievo poder absoluto - el Consejo europeo - que pueda decidir sobre todas las mayores cuestiones relacionadas con la economía europea sin tener que responder ni a los Parlamentos nacionales, ni al Parlamento europeo.

Al único partido que ha demostrado tener la percepción exacta de los peligros que amenazan la democracia y la posibilidad de ser la fuerza política capaz de contribuir a brindar una respuesta teórica y práctica a estos peligros, compete la responsabilidad de detectar los contenidos y los instrumentos de la "nueva Resistencia no violenta, medioambiental, garantista, laica, por la defensa y la conquista del derecho a la vida y de la vida del derecho en todas partes del mundo". Esta es la decisión adoptada por el Consejo federal de Estrasburgo que ha comprometido al partido a presentar al 35 Congreso de Budapest el manifiesto-llamamiento que dictamine los objetivos programáticos del "partido nuevo" capaz de ser intérprete de una nueva esperanza democrática.

El Congreso de Budapest es por lo tanto una cita y una conquista de singular importancia; una de aquellas ocasiones que pueden proponerse en su extraordinariedad sólo porque han sido

pacientemente construidas por el difícil ejercicio del rigor político y de la coherencia con los ideales. Tenemos toda la responsabilidad de corresponder a la confianza que Gobierno y opinión pública húngara nos han manifestado; tenemos que honrar con plena conciencia el compromiso de demostrar que es posible suscitar tanto en el este como en Occidente una nueva primavera política capaz de brindar respuestas y propuestas nuevas para contrastar ese desmoronamiento de la política como primacía ante el que todo el mundo parece resignarse; tenemos que impedir que las partidocracias nacionales en crisis hagan pagar su incapacidad de renovación con otro desastre más de la democracia.

Sin veleidades ni presunciones, pero plenamente conscientes de que hemos abierto, en calidad de pioneros - como otras veces en la historia italiana y europea - la nueva frontera de la política democrática, tenemos que hacer crecer, a través de la promoción de nueva clase dirigente radical, transnacional y transpartídica, la perspectiva de la edificación de instituciones supranacionales capaces de gobernar las crisis de lo contrario devastantes de los estados y de las políticas nacionales.

Cómo? En primer lugar participando en el Congreso de Budapest y brindando, sobre todo a aquellos que se acerquen por primera vez al Partido radical, la contribución valiosa de nuestras experiencias y de nuestras esperanzas. Posteriormente, intentando no encubrir las dificultades objetivas de la nueva empresa política con impresentables fugas hacia atrás exentas de toda consistencia y perspectiva política.

Las dificultades de alcanzar la espléndida ciudad de Budapest son muchas. La Secretaría del partido está comprometida en permitir la efectiva posibilidad de todo el mundo y de todos los bolsillos de desplazarse hasta Budapest y participar en las mejores condiciones en el Congreso. Pero las dificultades objetivas podrán superar con el impulso y la generosidad sólo en caso de que madure en cada uno de nosotros la convicción de ser indispensable en Budapest.

No traicionemos la confianza de todos aquellos que tanto desde los países del este como desde Portugal o Burkina Faso se movilicen para llegar hasta Budapest con la esperanza de que de esta extraordinaria oportunidad democrática pueda nacer el anuncio de que una nueva primavera de libertad y de tolerancia puede realmente brotar en Europa así como en el hemisferio sur a despecho de viejos y nuevos oscurantismos.

 
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