Sergio StanzaniSUMARIO: Cracovia 25 de Agosto de 1988. Conferencia internacional en pro de los derechos humanos organizada por el disuelto sindicato polaco independiente Solidarnosc y por la organización pacifista y ecologista Wolnosc i Pokoi. A continuación, publicamos la intervención en la Conferencia del secretario del Partido radical Sergio Stanzani en la que señaló: »Debemos acelerar la caída de los regímenes totalitarios sin olvidarnos de preparar la "post-liberación" si queremos evitar que las esperanzas sufran una desilusión. La liberación de Polonia se debe afirmar en la reivindicación de su dimensión europea antes que en la conquista de la soberanía nacional .
("Número único" para el XXXV Congreso del Partido radical - Budapest 22-26 abril 1989)
Amigas, amigos, compañeras, compañeros:
intervengo en este convenio con profunda gratitud y profundo respeto en un momento tan dramático para la vida de vuestro país. Uno de tantos, demasiados, momentos en los que a los derechos humanos y civiles, a los valores de democracia, derecho y libertad, les hacen más falta los hechos que las palabras. El éxito de las luchas de liberación de las dictaduras en éste y en otros países europeos del sistema imperial soviético es una realidad. Probablemente, no se trata de semanas o de meses, pero, desde luego, tampoco se trata ni de lustros ni de decenios. Las dictaturas han demostrado nuevamente que son incapaces de asegurar históricamente no sólo la libertad y el derecho, sino tampoco el progreso económico social, tecnológico, científico y civil. Desde este punto de vista su caída es inevitable y necesaria.
Pero lo que actualmente urge es una aportación más concreta a estas luchas de liberación por parte de los demócratas de todas
partes del mundo y en primer lugar de Europa. Para acelerar su caída, y también para preparar lo nuevo, la alternativa, con vosotros. Las revoluciones democráticas en las que sólo está claro el "NO" corren el riesgo de fracasar bien pronto. Nosotros, demócratas occidentales, debemos combatir las "razones de Estado" por las cuales los Estados occidentales actualmente - como frente al nacismo y al fascismo - parecen preocuparse más en asegurar estabilidad y tranquilidad a los regímenes dictatoriales, con la falacia de cautivar la benevolencia, la amistad y la saciedad de poder, que de asegurar a la comunidad internacional y a los pueblos sujetos a la violencia de dichas dictaduras la conquista de sus derechos individuales, humanos, civiles y políticos. Son ellos, los demócratas concienciados, los que deben situar en el centro de las políticas de sus países el ocaso de la complicidad suicida, y a menudo asesina, de los gobiernos con los vuestros, y deben contribuir más directamente y participar en las luchas de
liberación que se están y que estáis llevando a cabo.
Estoy y estamos aquí en calidad de Partido radical, partido que ha venido afirmando a lo largo de estos últimos años y meses, entre miles de dificultades, su carácter transnacional y transpartítico, de liberación gandhiana, tolerante, no-violenta, liberal-libertaria de la Europa oprimida, de aquellos que son débiles y que están discriminados en el seno de las democracias, de esa inmensa parte del mundo exterminada por la miseria, por el hambre, por las guerras impuestas por el complejo militar-industrial incapaz de proporcionar un orden ya no digo democrático sino vivible.
Si, por una parte, urge llevar a cabo todo esto, por otra, cabe - a nuestro parecer - entender bien que las crisis de las dictaduras de la Europa del este son también (digo "también", no marginalmente) crisis de los Estados nacionales como tales, de las políticas y de las fuerzas políticas y sociales que se mueven únicamente con inspiración y participación "nacionales". Cabe reflexionar más intensamente, con mayor urgencia, sobre la "post" liberación, si queremos que la perspectiva de ésta se refuerce y no sea traicionada, no decepcione a los que les confían hoy sus esperanzas y su contribución.
Así pues, urgen partidos no "nacionales", sobre todo que no sean sólo "nacionales", tanto aquí como en otros lugares, en todo el mundo. Lo exigen los nuevos problemas que la humanidad, la libertad y el derecho deben afrontar.
La liberación de esos países, así como la de los países en los cuales las democracias y los Estados están en crisis como consecuencia de sus dimensiones uninacionales, se debe afirmar como una liberación europea incluso antes de definirse como conquista de la independencia y de la soberanía, valores equívocos y peligrosos; políticamente, concretamente europea, para los Estados Unidos de Europa, comunidad federal, Estado de derecho y de libertad.
Precisamente desde aquí, en donde los problemas de derecho y de libertad, de seguridad y de tolerancia, de progreso humano y civil se advierten como principales, problemas humanos fundamentales, hay que saber que se puede y se debe desde ahora dar una contribución a todos aquellos que quieren, en Europa occidental, esta Comunidad política inmediatamente, y hay que saber también quienes son aquellos que, en cambio, quieren mantenerla en las ambiguas fronteras de una Comunidad económica. Nosotros esperamos que en los documentos de liberación nacional y humana, política y social, en Europa y en Polonia, la bandera europea ondee siempre, acompañe a la nacional y a las de los movimientos democráticos. En ese caso se prefigura también otra diferencia esencial, radical e históricamente alternativa al "status quo" en las dictaduras nacionalistas y militaristas internas del sistema imperial soviético y a las que, en el resto del mundo, trágicamente se han instaurado en más de 120 países que se adhieren a la Onu. Otra
urgencia es la reflexión de lo que vendrá después, del "post". Este "post" debe ser concebido en sintonía con las evoluciones del sistema democrático europeo. Es necesario darse cuenta de que sólo los regímenes democráticos proporcionalistas, pluripartidistas, han sufrido crisis históricas, que han secundado, si no causado, las dictaduras fascistas además de las comunistas. La elección del modelo anglosajón de democracia, tendencialmente bipartidista, con partidos muy "débiles" desde el punto de vista organizativo, que dejan, así pues, mucha fuerza al asociativismo, a las fuerzas sociales, para actuar, no puede dejar de tomarse en consideración. De lo contrario, se corre el riesgo de dar pie al fortalecimiento de facciones, de viejos resentimientos y sentimientos ideológicos, de parálisis en la reconstrucción. Por ello, considero oportuno apelar a vuestra atención y apoyo, a vuestra ayuda, a vuestra participación. Os lo pido en calidad de Primer Secretario de un partido, el Partido radical, cuyos militante
s se han manifestado en vuestro país, así como en todos los del imperio soviético y en muchos Estados fascistas, en nombre de la libertad, de la justicia, de la no violencia, de los derechos humanos y políticos. Precisamente, en estos días, en Praga, veinte compañeros nuestros, han sido expulsados de por vida a causa de la manifestación que tuvo lugar en la plaza de san Venceslao en el veinte aniversario de la invasión soviética. En Polonia, el portavoz del Gobierno, el ministro Urban, nos ha atacado en tres ocasiones, definiéndonos como el partido de Ilona Staller, de la porno-diva Cicciolina.
Voy a contestar aquí, públicamente, a esas acusaciones. La colega Ilona Staller, diputada democráticamente elegida, no será responsable de asesinatos, de torturas ni de violencia. Cuántos políticos, entre los cuales el ministro Urban, pueden decir lo mismo sobre su pasado, su presente y su futuro?
Cuántos en nuestros países, cuántos entre los que suscitan la reacción puritana o moralista que se yergue contra Ilona Staller y contra nosotros, son menos peligrosos que ella, más capaces de contribuir social y humanamente, de manera honesta y limpia a la vida de la sociedad? El ministro Urban sabe muy bien que la elección de Ilona Staller ha sido el precio que hemos querido pagar al juicio de los electores, a la democracia, a la tolerancia. El ministro sabe, o debería saber que el Partido radical ha sido durante veinte años una minoría política que, a través de la no violencia, la promoción de los referéndums populares, la presencia en los Parlamentos nacionales y europeo, ha sabido crear un clima de encuentro político y ha permitido dar espacio a la expresión de grandes mayorías sociales sin voz política. Así ha sido como ha ido conquistando leyes de reforma sobre temas como la objeción de conciencia, el divorcio, los derechos civiles y el no a la energía nuclear.
Somos el partido que ha propuesto, junto a otros cien Premios Nobel (entre los cuales, si no me equivoco, se encuentra Lech Walesa), poner en primer lugar en la agenda política de nuestros países la lucha por el primero de todos, el más elemental de los derechos humanos: el derecho a la vida, ofendido cada año por el holocausto del hambre de cuarenta millones de seres humanos, de los cuales son corresponsables, al menos por omisión, nuestros Estados, del Oeste y del Este. A partir de la concienciación de los mayores problemas de nuestro tiempo - la indivisibilidad de la paz y la tutela de los derechos humanos, las grandes opciones energéticas y de defensa, económicas e ideológicas - no se pueden afrontar seriamente ni pueden hallar solución en ámbitos nacionales. De ahí nació nuestra elección, nuestro desafío: el intento de construir un partido transnacional. No un partido que haga la competencia a los otros partidos en Occidente o a cualquier movimiento político en los países del Este, sino un "valor añadid
o", una opción más para el compromiso de cada cual. Un partido en el que el derecho a la vida y la vida del derecho se afirman o por lo menos encuentran en ella una base de contraste político adecuada. De ahí, tal y como decía anteriormente, el empeño por dar vida a los Estados Unidos de Europa, entendidos no como mero espacio de libre mercado económico, ni como entidad política limitada a los actuales 12 países de la Comunidad Europea, sino como núcleo de democracia y de derecho supranacional, abierto a las adhesiones de pueblos que intenten identificarse en tal perspectiva. Es necesario actuar contra el riesgo de que en los próximos años se constituya sólo la Europa de los mercaderes en vez de la Europa política.
Este razonamiento con más motivo cobra valor aquí y ahora, en esta Polonia que para nosotros es el auténtico, el gran terreno de enfrentamiento de los derechos humanos, la auténtica prueba del posible cambio, la verificación de la existencia real de un proceso de liberalización y democratización. Me dirijo a Solidarnosc; tengo la impresión de que un movimiento como Solidarnosc necesite profundamente la dimensión europea, tal dimensión de lucha política, no sólo nacional, tanto por ser portador de un extraordinario patrimonio de experiencia y práctica no violenta, como porque merece ser mucho más - para nosotros, para la opinión pública, internacional - mucho más que un fenómeno creado y recordado por los medios de comunicación sólo con motivo de las huelgas o en los momentos de grave tensión interior en Polonia. Precisamente por ello, al proponer humildemente nuestras ideas, estamos aquí para pediros, para escuchar atentamente vuestras propuestas, vuestros análisis y vuestras sugerencias. Por el momento, pro
ponemos tres ideas orientativas que espero encuentren consentimiento.
1. El nexo entre derechos humanos y cooperación económica entre nuestros Estados. A este respecto, es necesario que todos los movimientos a favor de los derechos humanos y políticos se pronuncien claramente. Estoy convencido de que los créditos occidentales de estos últimos años no han servido para ayudar al pueblo polaco sino que han ayudado muchísimo al general Jaruzelski. No es más que un ejemplo, pero hay que luchar para evitar ue se siga ampliando un crédito o firmando un contrato sin una garantía detallada sobre la toma de medidas de democratización del régimen. Fuera de esa línea cada denuncia de violación de los derechos humanos se convierte en coartada, en encubrimiento de una política de complicidad de hecho, a la que hay que desnudar y de la que se deben tomar todas las responsabilidades que correspondan. Siguiendo con el ejemplo polaco, sería útil fomentar la idea de un gran plan de cooperación, basado en el modelo del plan Marshall, con la condición de que abarque y contemple las etapas detalla
das de un proceso de democratización.
2. La elección del Parlamento Europeo como interlocutor y como tribuna para los movimientos comprometidos en la lucha por los derechos humanos. Estoy convencido de que se puede construir un intergrupo del P.E., formado por representantes de todos los partidos y de las distintas nacionalidades, que sea un "portavoz técnico" de Solidarnosc, o que sin mediación alguna y sin control político traslade a dicha tribuna institucional europea lo que vuestra organización y toda la oposición polaca considere oportuno, nombrando literalmente a los propios representantes en el Parlamento Europeo.
3. La necesidad de pactos federativos o de intercambio de las adhesiones a las respectivas organizaciones. Hay que llevar a cabo una conexión institucional y permanente entre los que están cotidianamente comprometidos en la batalla no violenta para afirmar y tutelar los derechos humanos. Un pacto de federación que obviamente no perjudique en nada y para nada a la autonomía de las distintas entidades que decidan adoptar un vínculo estable pero que permita el crecimiento de intercambios y de opiniones, informaciones e iniciativas comunes.
Espero que a partir de estas tres ideas expuestas se pueda establecer un razonamiento y un debate común en la convicción, quiero insistir en ello, de que Polonia es el caso-guía, la prueba de las nuevas relaciones no sólo entre los Estados sino entre los pueblos europeos, o sea la prueba por excelencia de la afirmación y la defensa de los derechos humanos, civiles, sindicales y políticos.