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Archivio Partito radicale
NR - 1 aprile 1989
Derechos Humanos: BULGARIA
("Número único" para el XXXV Congreso del Partido radical - Budapest 22-26 abril 1989)

En septiembre de 1985 estalló el caso del matrimonio búlgaro Sveia y Mijail Filipov. Disidentes, sometidos en su propio país a una serie de discriminaciones, dos años antes durante un viaje a la Turquía fronteriza habían solicitado asilo político, e iniciaron las gestiones necesarias para reunir al grupo familiar. No pudieron llevarse con ellos a sus hijas Micaela y Severina que desde ese momento las habían puesto bajo la tutela de los abuelos maternos. El gobierno búlgaro rechazó conceder la expatriación a las niñas, y, tras haber renovado varias veces la petición, el matrimonio Filipov - que mientras tanto se había trasladado a Italia - decidió hacer pública su situación.

El Partido radical se ocupó del caso Filipov, y empezaron a desarrollarse las iniciativas, a partir del huelga de hambre de 40 días del matrimonio búlgaro hasta el anuncio de la solución del caso dada por el cónsul de Bulgaria en Italia. Pero no sucedió nada después del anuncio.

Durante varios meses, el Partido radical mantuvo viva la atención sobre el caso, solicitando la intervención del ministerio de Asuntos Exteriores italiano. A principios del mes de febrero de 1987, los Filipov anunciaron en Chianciano, durante los trabajos del Consejo federal del Partido radical, una segunda huelga de hambre. Pero, ésta vez, la llevaron a cabo con ellos muchos militantes radicales. Y no sólo eso, sino que en Trieste ayunaron durante un día cincuenta y cinco personas, entre las cuales se hallaban la directora del observatorio astronómico, Margherita Hack y el profesor Rotelli, uno de los fundadores de la Nueva psiquiatría. En Milán ayunó así mismo Enzo Tortora, por aquél entonces en su arresto domiciliario y toda una serie de gente que sería demasidado largo de enumerar. Gracias a esta movilización así como a la intervención personal del ministro de Asuntos Exteriores Andreotti, el 17 de febrero tuvo lugar el momento decisivo: el gobierno búlgaro concede a Antonio Stango, provisto de la autori

zación necesaria por parte del matrimonio Filipov, y a Luigi Del Gatto en calidad de médico, la posibilidad de ir a recoger a las niñas a Bulgaria junto con la abuela materna, la anciana señora Maria Kirova.

 
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