Milton FRIEDMANSUMARIO: Milton Friedman, Premio Nobel de economía estadounidense, expone las razones para la abolición del prohibicionismo de los estupefacientes. Publicamos un fragmento sobre el tema de la lucha contra la criminalidad que aparece en el libro que escribió con su mujer, Rose, y que se titula: "La tiranía del status quo".
("Número único" para el XXXV Congreso del Partido radical - Budapest 22-26 abril 1989)
La mayor parte de los delitos no los comete gente con hambre de pan sino gente con hambre de droga. Deberíamos haber aprendido algo de la experiencia del prohibicionismo. Cuando el prohibicionismo entró en vigor en el año 1920, Billy Sunday, famoso predicador del evangelio y jefe de la cruzada Demone Rum, celebró el acontecimiento con las siguientes palabras: »El reino de las lágrimas se ha acabado. Los "slums" serán sólo un recuerdo. Transformaremos nuestras cárceles en fábricas y nuestras celdas en almacenes y graneros. Los hombres podrán caminar con la cabeza bien alta, las mujeres sonreirán y los niños se reirán. El infierno estará vacío para siempre . Ahora sabemos lo mucho que se equivocó. Por el contrario, se tuvieron que construir nuevas cárceles y nuevas celdas para poder albergar a los criminales que se multiplicaban por doquier en virtud de la transformación del consumo de bebidas alcohólicas en un crimen contra el Estado. El prohibicionismo destruyó el respeto hacia la ley, corrompió a sus defens
ores, creó un clima moral de decadencia, y, en definitiva, no sirvió para detener el consumo de alcohol. Probablemente es correcto e importante intentar razonar con el esclavo en potencia de una de estas substancias, explicarle las consecuencias, rezar con él y por él. Pero tenemos derecho a impedirle por la fuerza a un hombre adulto que se drogue o que beba? La respuesta es no. De todas maneras, consideremos que la cuestión ética es compleja y que los hombres de buena voluntad no suelen estar de acuerdo.
Por suerte, la respuesta a la cuestión ética no es necesaria para tomar posición sobre las políticas que se deben adoptar puesto que la respuesta sobre la capacidad de la acción del Estado para impedir el consumo de dichas substancias es clara. La prohibición - beberlas, de fumarlas o de ingerirlas - es un intento curativo que, según nuestro parecer, empeora la situación tanto para quién es esclavo como para el que no. Así pues, quien considere éticamente justificable la prohibición por parte del Estado de ingerir estupefacientes, debería admitir que la adopción de dichas medidas es desaconsejable por razones estratégicas.
La legalización de las drogas reduciría simultáneamente el número de delitos y mejoraría el respeto de la ley. Es difícil imaginar cualquier otra medida que pueda dar una mayor contribución para promover la ley y el orden.