SUMARIO: A partir del plan de "ajuste" y de "racionalización" querido por Ceaucescu, pueblos enteros en Rumania serán completamente demolidos y sus habitantes serán trasladados a la fuerza a otros lugares. Se enumeran los objetivos oficialmente declarados del plan Ceaucescu y los reales, como los descritos por el dosier preparado por la Liga rumana por los derechos del hombre.
(Notizie Radicali, nº 224 del 17 de octubre de 1989)
Lo que está sucediendo en Rumania está cobrando dimensiones de un terremoto gigantesco. Un terremoto premeditado, organizado y deliberado.
Dentro de poco, 8.000 pueblos se eliminarán tal cual del mapa. Dentro de poco, una población de cerca de 10 millones de habitantes será desestabilizada, exiliada, desarraigada de su tierra.
Este proyecto forma parte de un plan de "ajuste" y de "racionalización" concebido por el presidente Ceaucescu. Un plan que corresponde a la voluntad del presidente de eliminar toda traza del pasado rumano, de hacer tabla rasa de la cultura y de las tradiciones, de volver a escribir la mismísima historia para que se pueda preparar el adviento de un "Hombre Nuevo".
Nicolae Ceaucescu ya ha destruido la mayor parte del centro histórico de Bucarest; lo que los rumanos llamaban "la pequeña París" ya no existirá dentro de menos de un año. Todas las grandes ciudades rumanas están amenazadas de ser sometidas al mismo trato. Actualmente 8.000 pueblos de 13.000 están afectados por el plan de "ajuste".
En los meses pasados otros numerosos pueblos han sido destruidos. A menudo los habitantes no son advertidos más que el día antes de que lleguen los bulldozers. No les queda tiempo más que para llevarse cuatro cosas.
Todo es demolido. Tras la justificación oficial (la de que la operación permitirá una recuperación agrícola del 3,3% de las tierras cultivables), se esconde un verdadero genocidio cultural. Arboles, iglesias, colegios, casas, edificios históricos, incluso cementerios, todo tiene que desaparecer. El daño para Europa entera es incalculable.
Los habitantes, una vez expulsados de los pueblos, son dislocados hacia uno de los 558 que se han dado en llamar "centros agro-industriales" en donde se les alberga.
El ajuste de los pueblos rumanos constituye de hecho la última fase de un programa global de transformación radical del conjunto del hábitat de un país, tanto urbano cuanto rural.
Dicho plan prevé, de hecho:
1. La reconstrucción de las ciudades según único modelo. Los centros de las ciudades tienen que ser remodelados para convertirse en "centros político-administrativos"; los edificios oficiales son reagrupados alrededor de una plaza suficientemente grande para contener a las multitudes enviadas a manifestarse; el hábitat tiene que estar concentrado en la ciudad, construido en la fase culminante del proyecto, en lugar de los antiguos barrios demolidos. El "ajuste de las ciudades" tiene que realizarse a grandes rasgos antes de 1990. De hecho, el plan ya ha sido activado en la mayor parte de las ciudades rumanas, en particular en Bucarest, en donde la parte más importante del casco antiguo ha sido destruida.
2. Desaparición del hábitat tradicional rumano en 3 etapas, antes del año 2000, ello gracias a:
- demolición de más de la mitad de las localidades rumanas existentes actualmente. Están afectados en primer lugar los pueblos no colectivizados y las agrupaciones de casas no reconocidas como pueblos, que serán demolidas y posteriormente aradas.
- reconstrucción de los pueblos que quedan en pie y que se realizará a partir del modelo urbano, para reducir al mínimo posible la superficie ocupada.
- creación de los 558 "centros agro-industriales" escogidos entre los 5.000-6.000 pueblos nuevos, igualmente repartidos entre los 40 departamentos. Oficialmente este programa de "ajuste de las localidades rurales" está justificado por la obsesión de recuperar terreno agrícola, aunque las superficies que podrán recuperarse constituirían una parte irrisoria de la superficie agrícola total, y no se comprende a qué puede estar finalizado este plan sino a la adquisición por parte del estado de una parte de los lotes individuales o de las tierras no colectivizadas (hasta ahora intensamente cultivadas).
En cualquier caso, el verdadero problema de la agricultura rumana no es por supuesto el de la insuficiencia de tierras agrícolas (con 0,46 ha de tierras agrícolas por habitantes, Rumania ocupa el segundo lugar en Europa después de Polonia), sino de los índices de productividad.
El segundo argumento que la propaganda oficial difunde para sufragar la operación de ajuste es el de la necesidad de modernizar las condiciones de vida del campo. El argumento sería de indudable interés si no estuviese desmentido por los hechos: según la mismísima prensa oficial, la mayor parte de los nuevos apartamentos construidos en las zonas rurales no dispone ni de agua corriente, ni de instalaciones de calefacción, ni de instalaciones sanitarias: las cocinas son colectivas (una por piso) y los baños dislocados fuera de las casas.
El objetivo real de la operación tiene que ser buscado en otros lugares. Se trata en primer lugar de hacer de manera que los cooperadores o agricultores privados pierdan al mismo tiempo sus casas individuales (con graneros, pollerías y huertos) y sus lotes o terrenos privados, ese poco de independencia económica a contraponer al poder. En ello "el ajuste del territorio" puede verse como una segunda colectivización de las tierras, aunque la penuria crónica de los bienes alimentarios penalice a Rumania y los ingresos que se derivan de las arcaicas realizaciones individuales (como las mismas estadísticas divulgadas por la prensa oficial reconocen) sean mucho superiores a las obtenidas en otros sectores.
Se trata, sin lugar a dudas, de eliminar una parte de la población no suficientemente controlada por ser capaz todavía de conservar lo esencial de su propia identidad. El fin último (y por otra parte ampliamente proclamado) del programa de ajuste estriba en conducir a la sociedad rumana (mediante el pretexto de "reducir las disparidades entre la ciudad y el campo") a una homogeneidad lo más posiblemente perfecta: una sociedad sin pasado ni memoria, sin tradiciones ni religiones, sin diferencias étnicas o culturales, la sociedad del Hombre nuevo. Lo que Nicolae Ceaucescu resume en estos términos: el ajuste del territorio conducirá a la "creación de un único pueblo obrero de Rumania".