SUMARIO: En la Unión Soviética hay setenta inscritos al Partido radical. Por vez primera, el pasado 23 de agosto, celebraron manifestaciones en Moscú, Leningrado y Riga. Como demuestran los documentos que publicamos, a nuestros nuevos compañeros no les falta para nada el entusiasmo, la fuerza y la convicción para emprender iniciativas. La lucha no violenta es una elección que en el Este se ha impuesto: desde Moscú hasta Praga, desde Budapest hasta Leningrado, ayunos y manifestaciones no violentas son la nueva realidad política de países que contaban con una imagen de estabilidad y unanimidad aparente en los que sólo la fuerza de la violencia podía tener razón.
Hemos querido publicar estos documentos, los primeros que nos llegan de compañeros radicales, inscritos al Partido radical, que militan en la Unión soviética.
Dos de estos documentos narran las manifestaciones celebradas el 23 de agosto en Leningrado, Riga y Moscú para no olvidar y para superar el pacto entre Hitler y Stalin, los pactos Molotov-Ribbentrop. El tercer documento es una entrevista a un inscrito soviético que se halla en Roma en estos días para participar en el Consejo federal.
Confiamos en que la lectura de estos documentos ayude a reflexionar a quiénes por olvido, por inercia o por falta de voluntad, todavía no se ha inscrito al Partido radical.
Tenemos muchas cosas que hacer juntos, pero según lo que cada uno de nosotros elija, lograremos hacer un Partido más fuerte y por lo tanto habrá más esperanza de libertad y democracia también en el Este. De lo contrario, lograremos destruir el patrimonio de luchas no violentas, en pro de los derechos civiles y de la persona, que hemos conquistado a lo largo de duros años de lucha cotidiana, en este caso también para nosotros, los que estamos en Occidente, habrá menos democracia y menos libertad. Tal vez vale la pena, en este momento, inscribirse al Partido radical. Por su libertad, por la nuestra.
(Notizie Radicali nº 175 del 14 de agosto de 1989)
Nikolai TEREJOV
corresponsalía desde Leningrado
El 23 de agosto de 1989, la "Unión Democrática", a la que están afiliados algunos miembros del Partido radical, celebró un mitin con motivo del cincuenta aniversario del Pacto Molotov-Ribbentrop. En nuestros documentos, distribuidos antes del mitin, habíamos subrayado que este pacto suponía un delito contra la humanidad, que sus consecuencias no habían sido eliminadas hasta ahora, que los países Bálticos, Besarabia y Ucrania Occidental eran territorios ocupados y que la única salida posible a la situación actual era la desintegración del imperio soviético.
Los medios de comunicación afirmaron que nuestros llamamientos añadían leña al fuego de las polémicas nacionalistas y que, por este motivo, no se nos había concedido el permiso para celebrar el mitin. Pero el motivo oficial que nos habían dado era distinto: no se nos permitía dar el mitin antes de que la comisión, instituida especialmente, no hubiese hecho públicas sus conclusiones finales.
Una hora antes de que empezase el comicio, fijado para las 19 horas en el centro de la ciudad, la plaza del Palacio de invierno ya estaba cercada por la policía. A pesar de ello, algunos militantes de la Unión democrática lograron alcanzar el centro de la misma. A las 18:30, la policía intervino de forma masiva, cogiendo a mis amigos y arrastrándoles hacia los furgones de la policía. Habíamos llevado algunos carteles en los que habíamos escrito: "Por nuestra libertad, por la vuestra", "Urss cárcel de los pueblos", "Objetivos de la ayuda internacional soviética: 1939: Letonia, Estonia y Lituania, 1956: Hungría, 1968: Checoslovaquia, 1979: Afganistán". Lamentablemente, no llegamos ni a desplegarlos. Al final, 80 personas resultaron arrestadas, casi todas ellas, mujeres inclusive, despiadadamente apaleadas. La policía pegó a Ekaterina Podolzeva, a Elena Klimenko, a Marina Petzova y al resto de las mujeres. A mí me cogieron a las 18:30 varios agentes y me llevaron a rastras hacia la furgoneta. Logré gritar "«Aba
jo el imperio soviético!". En cuanto me empujaron dentro del furgón, algunos policías se me tiraron encima y me golpearon la cabeza, el estómago, todo el cuerpo, cogiéndome por el cuello. Antes de desmayarme oí que alguien decía " Quién se encarga de Terejov? «Actuad!". En la comisaría a la que fui transportado, llamaron en varias ocasiones a la ambulancia, pero un agente que yo no conocía le dijo al médico que no permitía que me ingresasen. Sólo tras haberme condenado a 15 días de detención - en contumacia, al haberme negado a participar en el juicio - se me permitió que ingresase en el hospital. El diagnóstico era "conmoción cerebral". Me negué a quedarme en el hospital pues la policía podía venir en cualquier momento y arrestarme. En cambio, lo que yo quería era contar todo lo que había pasado. El refrán que dice que Leningrado siempre ha sido un conejillo de indias en los que se han probado los métodos más despiadados de la represión sigue siendo plenamente válido. Los medios de comunicación de Leningrad
o reaccionaron de forma muy distinta ante este acontecimiento. El periódico "Smena" ha reconocido lógicamente la contradicción flagrante de la versión oficial: por una parte se afirmaba que nuestras declaraciones añadían leña al fuego de las polémicas nacionalistas, y por otra se decía que se había permitido celebrar el mitin pero en el estadio Kizov. Mencionaron el número de arrestados (85 personas) y publicaron fotos realizadas durante el mitin. Actualmente, 15 personas están en la cárcel con penas que oscilan entre los 10 y los 15 días. En la cárcel está también Ekaterina Podolzeva, que está en huelga de hambre. Ahora soy libre. Pero en cuanto me cure tendré que ir a la cárcel. Para el 30 de octubre están previstas más manifestaciones en Leningrado. Esta fecha es recordada en la Urss, naturalmente no por el régimen, como el día del detenido político pues ese día, hace más de veinte años, Yuri Galanskov, uno de los máximos exponentes del disenso soviético murió en la cárcel. Cada año, ese día pedimos la li
beración de todos los detenidos políticos y el cese de las persecuciones políticas.
Creo que ahora, buena parte de la clase dirigente está realmente desconcertada porque no sabe realmente como detener la lucha tan arraigada del pueblo Báltico para su independencia. La única solución que se dibuja parece ser la introducción de la ley marcial. Creo que una parte de los dirigentes está orientada hacia esta opción.
Qué puede hacer el Partido radical en esta situación?
Podría ayudarnos a interpretar, a través de la prensa extranjera, nuestra iniciativa de forma justa. Por otra parte, si el punto de vista del Partido radical coincide con el nuestro, no se debería hacer ilusiones con respecto a Gorbachov: dar una justa interpretación de los hechos a la opinión pública sería la ayuda más consistente.
Nikolai JRAMOV
corresponsalía desde Riga (Países Bálticos)
El 23 de agosto de 1989, día del cincuenta aniversario de la ratifica del Pacto Molotov-Ribbentrop, fue conmemorado por el Partido radical con manifestaciones en Moscú y en otras ciudades. En Riga, la cita había sido fijada a las 19 horas, ante la Estatua de la Libertad. Esta manifestación formaba parte integrante de la acción llamada "cadena Báltica", en la que participaron tres millones de habitantes de los países Bálticos quiénes, cogiéndose de la mano, formaron una cadena humana que se extendía desde la frontera con Estonia y la región de Leningrado al norte, hasta la frontera con Lituania y Polonia al sur. A las 19, algunos cientos de miles de personas se reunieron en el centro de Riga, cerca de la estatua de la Libertad. Entre ellos figuraban asimismo seis inscritos al Partido Radical de Riga, de los cuales dos nuevos inscritos, Yuri y Elisora Lonanovskii, militantes del movimiento para la independencia nacional de Letonia y miembros del Frente nacional de Letonia. Estaba conmigo otra inscrita radical
de Moscú, Asia Lesjiver, que es colaboradora de la revista independiente "Glasnost". Estuvimos en las primeras filas de manifestantes con pancartas en letón e inglés: "Los tres Estados Bálticos forman parte de la Europa unida". La manifestación duró una hora y media. Tras la manifestación participé, en calidad de inscrito al Partido radical, en una conferencia internacional independiente, organizada en Riga por el movimiento para la independencia nacional de Letonia, y en la rueda de prensa que siguió.
No estuve presente en Moscú pero sé cómo se desarrolló la manifestación de nuestro partido. Más de cien personas arrestadas, muchas de las cuales apaleadas. La policía ha hecho uso de porras y ha pegado a los arrestados. Nada de eso ha sucedido en Riga. La manifestación organizada por el Frente nacional tampoco era oficial, pero las autoridades no sólo no han intentado impedirla, sino que hasta han parado el tráfico en el centro de la ciudad, para que los participantes en la "cadena Báltica" pudiesen desarrollar su acción y conmemorar el cincuenta aniversario de la opresión de los Países bálticos.
Entrevista a Artur Browns
Giancarlo Loquenzi - Radio Radicale
Artur Browns es un ciudadano soviético inscrito al Partido radical. En estos días se encuentra en Roma para preparar el Consejo federal y la llegada de los demás inscritos y de Evguenia Debranskaya, consejera federal de la Unión soviética. Quién eres, qué has hecho en la vida, cómo te has acercado a la política, cuéntanos tu historia?
Mi vida es muy parecida a la de las jóvenes generaciones crecidas en las grandes ciudades de la Unión Soviética. Desde pequeño fui autodidacta. A menudo, las cosas que lograba aprender y concebir eran opuestas a la educación oficial del colegio. Nací en una familia rusa sencilla, mis padres pertenecían a la clase de la "intelligencia", la clase de científicos y profesionales, cuando yo era pequeño intentaban instruirme en el espíritu de libertad y de democracia. Decidí por mí mismo, políticamente hablando, cuando frecuentaba la octava, novena clase (equivalente al primer año de educación superior - ndr -), cuando conocí y estudié la literatura que estaba prohibida por los círculos oficiales. Ya por aquel entonces, las autoridades escolásticas notaron que me interesaban cosas que no se podían figurar entre los intereses de un estudiante soviético. En este periodo, escribí un fascículo y se lo mandé a todos los órganos dirigentes del colegio, lo cual me creó toda una serie de problemas a lo largo de mis estudi
os. El sistema educativo soviético, la educación, intenta colocar a todo el mundo en un marco fijo, rígido, con una inalterable concepción del mundo. Al rechazar una concepción semejante, me encontré, junto a otros jóvenes, en una situación que en inglés se diría "drop out" es decir, rechazado, marginado. Posteriormente, mi vida se complicó mucho hasta tal punto que me es difícil narrar el recorrido de mi vida en una entrevista.
Desde hacía mucho iba yo buscando mi camino político, viajaba mucho. Iba de un lado para otro, pues lo que yo quería aprender era la vida real, la vida misma. Empecé a "investigar", a viajar mucho, a conocer a gente que estaba contra el régimen, sobre todo de vida, soviético. Muchas de estas personas habían sido víctimas del régimen. Quien expresaba abiertamente su punto de vista político-moral se arriesgaba a acabar entre rejas por manifestar las llamadas opiniones antisocialistas. Otras personas, que expresaban de forma pasiva su punto de vista, fueron perseguidas de otra manera, las metieron en manicomios. Yo también he estado sometido a este tipo de castigos, una vez me metieron en un manicomio porque llevaba una forma de vida que me gustaba a mí. A continuación busqué trabajo y a pesar de tener el diploma de pintor y tapicero, durante mucho tiempo no encontré nada. Se decía que yo era una persona sospechosa. Por aquel entonces yo no podía hacer nada, no tenía la posibilidad de actuar como un sujeto polí
tico.
En aquella época me sucedió una cosa muy importante: iba un día por una calle del centro de Moscú, por la calle Gorki, cuando al doblar una esquina conocí a dos personas del "grupo confianza": Nikolai Jramov y Alexander Rubchenko. Esta gente ha desempeñado un papel fundamental en mi vida puesto que, al contrario de otros militantes y grupos, era gente muy pura y de gran convicción. Estas personas, en los tiempos en que toda actividad política era perseguida, recopilaban información sobre detenidos políticos. De esta manera entré en el "grupo confianza", cuyo objetivo era el de crear confianza entre Occidente y el Este, lo que implicaba la destrucción del muro artificial creado por el estalinismo. Durante el periodo brezneviano, el grupo fue severamente perseguido, algunos militantes fueron arrestados y perdieron su trabajo, otros tuvieron que emigrar. Se remonta a aquel tiempo la idea, propia del ala izquierda del grupo - representada por Evguenia Debranskaya, Nikolai Jramov y Alexander Rubchenko - de crear
un movimiento nuevo inspirado en nuevas ideas, un movimiento que no estuviese condicionado por los lugares de nacimiento, por la nacionalidad de sus miembros. Por aquel entonces no sabíamos de la existencia, en Italia, de un partido de este tipo, lo supimos después cuando algunos militantes italianos nos entregaron el estatuto y algunos documentos en los que se enunciaban los objetivos de este partido, el Partido radical "italiano", todas cosas que causaron sensación entre nosotros. Lo más estupendo y maravilloso fue que algunos momentos de este proyecto coincidían con las tesis del "grupo de confianza": la no violencia, la objeción de conciencia, la superación de los bloques militares, la defensa de los derechos de las minorías sociales y nacionales, el rechazo a utilizar la energía nuclear tanto para objetivos militares como pacíficos, el rechazo no genérico de la ideología comunista, de la ideología fascista, de las ideologías totalitarias.
Todos estos son problemas que se sienten mucho en la Unión Soviética, en el imperio soviético. En este momento, me es difícil recordar a quién se le ocurrió exactamente crear esta asociación radical en la ciudad de Moscú. Sé que fue escrita y enviada a Roma una carta, al partido radical. Luego vinieron a Moscú Antonio Stango y Lorenzo Strik-Lievers, en abril de este año. Mantuvimos coloquios muy largos, que llegaron a durar más de doce horas. Tras dichos coloquios nos encontramos un grupo más restringido, y seguimos discutiendo. Al final llegamos a la siguiente conclusión: en Moscú lo que hace falta totalmente es crear justo este partido. Es necesario precisamente por las condiciones que existen en la Unión soviética y sobre todo por las dificultades y los problemas nacionales que existen en la Unión soviética. En este marco, la tesis y la idea del Partido radical de crear una Europa transnacional, la idea de la superación de los bloques, eran sumamente atractivas para nosotros.
Qué esperan los ciudadanos soviéticos inscritos al Partido radical de este partido y qué piensan poder ofrecer "a cambio", qué creen poderle dar, algo nuevo, al Partido radical en términos de propuestas, de batallas y de participación?
A este propósito, querría decir que en Moscú, el 3 de mayo de 1989, elaboramos un documento que quisimos titular "memorándum", y que se imprimirá probablemente en italiano. Nuestro ideal sería la creación de una Europa nueva, con un sistema económico unido, basada en valores universales, intelectuales y morales. Una Europa no dividida por movimientos culturales nacionales ni por oposiciones de bloques militares. Y de esta manera buscamos la comprensión recíproca. Necesitamos la ayuda moral del mundo libre. Nos podría ayudar a tener más información y más independiente y libre, sobre la que apoyarnos en nuestras actividades, muy difíciles en las condiciones existentes de régimen totalitario.
Consideramos que la conservación del imperio soviético, tal cual, es la causa principal de la división cultural, intelectual y espiritual de los pueblos de Europa. Por ello nos pronunciamos a favor de la reorganización en sentido federal del actual imperio soviético. Por ello consideramos que su disolución, la disolución de la clase dirigente de la Unión Soviética es el único modo de superar los problemas económicos, políticos y culturales que perduran. Otros objetivos a alcanzar: la creación de un nuevo Parlamento, libre y democrático, con elecciones libres en las que participen todas las fuerzas políticas, la organización del referéndum popular, la creación de un gobierno provisional, transitorio, si es posible bajo control internacional.
Qué opinas tú y qué opinan los radicales soviéticos sobre el desarrollo de la perestroika?
Opino que los cinco años de Perestroika no han causado ningún viraje, ningún cambio radical en la Unión soviética. Además, a lo largo de estos años, se han creado nuevos problemas y nuevas dificultades económicas y políticas. De forma abstracta podría comparar a Gorbachov con el capitán de un barco que se hunde, y que intenta, en vano, salvarla con métodos ya conocidos. Podría recordaros una vez más que la salvaguardia del sistema, de la gestión del sistema económico existente en la Unión soviética no es posible, es más es muy peligrosa. En este sistema no podremos realizar ningún objetivo, ninguna idea del Partido radical. En una entrevista, Yeltsin dice que considera que de no producirse urgentemente grandes cambios económicos, políticos y sociales, el país se hallará al borde de la guerra civil. Consideramos que los intentos para permitirle al régimen soviético que integre elementos humanitarios y civiles no cambian de ninguna manera su carácter anti-humano.
En estos días Marco Pannella ha empezado una huelga de hambre para convencer a las autoridades soviéticas para que concedan visados a los demás inscritos rusos, incluso a Evguenia Debranskaya, para venir a Roma al Consejo federal. Qué opinas de este tipo de acción política, de este modo de intervenir en este tipo de problemas?
Esta manera de expresar su opinión, sus convicciones políticas es muy buena. La no violencia es siempre la mejor manera de expresar una opinión. Lo considero una señal estupenda de solidaridad. Pero también un fuerte golpe contra el sistema burocrático de la Unión soviética. Ayer hablé por teléfono con Evguenia Debranskaya, hablé con mis compañeros soviéticos y me dijeron que estaban muy impresionados por su gesto. Se maravillaron pues pensaban que una persona, una persona no muy joven y tal vez con problemas de salud, no podía hacer este tipo de acción política. Creo y espero que un día podrá suceder lo contrario, es decir que podremos ayudar nosotros, desde Moscú, al Partido radical.