Los "camellos" españoles de Pablo Escobar
Juan Gómez
SUMARIO: El negocio aparentemente limpio esconde operaciones de blanqueo de dinero o de apoyo logístico a los narcotraficantes. El gran capo de la cocaína, el colombiano Pablo Escobar, está afincado en Madrid. El y su clan controlan la producción, elaboración y venta de cocaína en Colombia y al por menor a las organizaciones que la introducen en toda Europa a través de la península ibérica. Pablo Escobar mandó asesinar en 1986 al director del diario El Espectador, Guillermo Cano, por haberle acusado de corrupción y narcotráfico lo cual le valió tener que abandonar su escaño. Ana María Busquets, Madre Coraje, sigue intensamente la batalla de su difunto esposo.
(Juan Gómez, "CAMBIO 16", 2 de octubre, 1989)
Una agencia de viajes y una empresa de importación y exportación de esmeraldas están siendo investigadas al considerar que detrás de ellas se esconde parte de la organización del capo del narcotráfico colombiano Pablo Escobar en nuestro país.
Los expertos en la lucha antinarcóticos están poniendo cerco a una nueva clase de narcotraficantes. Se trata de aquellos que tras la fachada de un negocio aparentemente limpio esconden operaciones de blanqueo de dinero o de apoyo logístico a los verdaderos traficantes. Son gente especializada en facilitar los trámites de entrada en España de camellos e inmigrantes ilegales y que se suelen esconder detrás de las agencias de viajes y similares que por la naturaleza de su actividad pueden realizar esta labor y pasar inadvertidos.
Uno de estos negocios, vinculado con el gran capo de la cocaína Pablo Escobar, está afincado en Madrid y tiene su sede social, según los especialistas antidroga en el Edificio España de esta capital. Su propietario, un colombiano que lleva dos años en el país, está siendo controlado por la Policía y se sabe que tiene otra empresa dedicada a la importación y exportación de esmeraldas.
Este colombiano, que responde a las siglas J.G.R., llegó a España en 1987 y fundó sus empresas con cuatro millones de capital social. Al cabo de un año esta cantidad se elevó a 20 millones, momento en el que se incorporó a sus empresas un conocido abogado madrileño. Nacido en Bogotá, en 1945, J.G.R. está viviendo el sueño de muchos suramericanos: hacer las Américas en la madre patria. Pero los responsables de la policía y la Guardia Civil no le pierden de vista ni un momento.
Sus negocios le vienen como anillo al dedo a Escobar, que no ha intentado, por el momento, al contrario de lo que ha hecho el clan de los Ochoa, introducir droga en grandes cantidades en nuestro país. Su negocio está en el control de la producción, elaboración y venta de la cocaína en Colombia y al detall para las organizaciones que la introducen en Europa a través e la Península ibérica.
La facilidad de conseguir billetes de avión con destino a España, que al abonarse desde la península a través de una agencia de viajes aumenta la seguridad de los camellos, hace que Pablo Escobar, el gran capo que consiguió ser elegido como diputado suplente de la Cámara de Representantes colombiana por el Partido Liberal, miembro de la Internacional Social, ofrezca a los compradores un servicio completo y aumentar con ello el precio de su producto.
MADRE CORAJE. En muchas ocasiones, esta infraestructura española favorece que Escobar venda a crédito. Y no corre ningún riesgo de quedarse con impagados porque los traficantes que tratan con él saben que no se anda con miramientos. La crueldad del que fue diputado nacional quedó patente con el asesinato, el 17 de diciembre de 1986, del periodista Guillermo Cano, director del periódico colombiano El Espectador, que, cuatro años antes, en 1982, había anunciado las implicaciones de Escobar con el narcotráfico con lo que le obligó a abandonar su escaño.
El Espectador ha seguido defendiendo los postulados de Guillermo Cano a través de sus hijos y, sobre todo a través de la inspiración de su viuda, Ana María Busquets, una especie de Madre Coraje que a pesar del miedo sigue alentando la línea emprendida por su difunto esposo. En estos años 16 periodistas del rotativo han caído bajo las balas de los narcos, el último ha sido Guillermo Gómez, asesinado el 16 de septiembre en casa de sus padres.
Este tipo de comercio está demostrando ser tan rentable, o más, que la práctica de introducir grandes cantidades. En 1988, sólo en los recientes aduaneros, fueron decomisados casi 700 kilogramos de cocaína, de los que 490 se localizaron en el aeropuerto madrileño de Barajas, un tercio más que en el año anterior. Estos pequeños envíos, la media de los mismos no alcanza los tras kilogramos, representan, por el gran número de ellos la parte del león del tráfico de cocaína entre Colombia y Europa, vía España.
El interés de las fuerzas de seguridad por las agencias de viajes en manos de colombianos con conexiones con el narcotráfico como la de J.G.R. se justifica la visita de los datos de los camellos. En el año pasado 101 detenidos por esta causa, más de la mitad, eran colombianos, al igual que la droga. Pero hay otra razón para controlar la empresa del colombiano: la misma red utilizada para facilitar la entrada de camellos es usada para introducir en España a inmigrantes ilegales.