SUMARIO: Bonino habla del Consejo federal de septiembre, de la iniciativa federalista de la construcción de los Estados Unidos de Europa, de las energías, los recursos y las dificultades del Partido radical y de la política transnacional.
(Noticias Radicales nº 224, del 17 de octubre de 1989)
P: Es inevitable empezar la entrevista comentando el último "acontecimiento público" del Partido radical, el Consejo federal, a principios de septiembre. Una reunión de más de 100 personas, entre las que figura todo el grupo histórico del Partido radical. Ha supuesto este Consejo federal todo un viraje, un cambio, un crecimiento?
R: Ha sido, sobre todo, un Consejo federal agotador y que ha requerido mucho trabajo. Por primera vez se han reunido - a lo largo de cinco días - junto a muchos compañeros que en estos últimos veinte años han compartido una responsabilidad en el Pr, militantes y exponentes del nuevo disenso del Este que han conocido el Partido radical sólo a través de la escasa información de la prensa. No olvidemos el trabajo que hemos tenido durante todo el mes de agosto para lograr que estuviesen con nosotros los compañeros rusos (su ausencia había provocado en julio el aplazamiento del Consejo convocado en Estrasburgo). Estas presencias tan competentes han nutrido el debate con puntos de vista y propuestas de gran importancia para el desarrollo de la política radical en el este.
Pero, para contestar a tu pregunta, puedo decirte que este Consejo federal - al contrario de otros que se han enroscado en un debate demasiado interno - me ha dado la sensación de un partido vivo, lleno de ideas, de iniciativa política, capaz todavía de producir política y de consolidar valores. La sensación, la imagen de un grupo de personas - los miembros del Consejo federal - que en su gran mayoría están de acuerdo con la decisión del congreso de Bolonia, la que ha determinado la urgencia histórica de que el partido cobrase una dimensión transnacional de la política y de la construcción de un nuevo modelo organizativo transnacional y transpartídico.
Sin embargo, y es este el límite más peligroso, se sienten impotentes ante las tareas que dichas decisiones comportan.
A pesar de ello, se ha tratado de un Consejo federal que tras haber constatado el análisis en cuestión, desarrollando a la par proyectos de iniciativas importantes - desde el del muro de Berlín hasta la hipótesis de reanudar la campaña contra el exterminio causado por el hambre hasta la afirmación de los derechos humanos y el derecho de injerencia - ha correspondido finalmente con una postura clara a los problemas que el Secretario viene planteando desde hace dos años. No los ha resuelto pero sí ha tenido el mérito de no borrarlos de la lista. Me estoy refiriendo a la imposibilidad para este instrumento partídico, ante el deterioro y la restricción de los espacios de auténtica democracia, de dar una salida política a sus contenidos ideales.
He aquí la afirmación central contenida en la moción final del Consejo que compromete a todos los radicales a movilizarse para que nazca y se consolide un nuevo sujeto transpartídico, transnacional y no violento capaz de dar forma y fuerza política a los ideales radicales.
El Consejo federal ha rechazado de esta manera las acusaciones de vocación liquidatoria, reivindicando la gran moralidad y el rigor de una decisión suya que pone en manos de la opinión pública, de los interlocutores políticos la decisión sobre la posibilidad de seguir adelante con la experiencia política radical o no.
Un Consejo federal, así pues, que no ha podido dejar de corroborar los análisis contenidos en la moción del congreso de Budapest, considerando que existen todas las condiciones necesarias para poner en marcha el dispositivo que prevé la asunción de "plenos poderes" por parte del cuadriumvirato.
Esta es la fase en la que nos hallamos.
A este respecto, creo que comete un grave error político quién reduce y reconduce nuestros problemas y nuestras dificultades sencillamente a la presunta incapacidad de las personas nombradas por el Congreso para forjar la política radical.
Si el no haber logrado todavía hacer despegar al partido transnacional dependiese sólo de la incapacidad de algunas personas, de los órganos del partido, la solución sería muy sencilla: no habría más que decirles que se fuesen a sus casas estos 2 o 10 incapaces, y sustituirlos con otras personas. Y la solución estaría al alcance de la mano en un partido en el que nadie se ha matado nunca por ocupar el poder, sino, todo lo contrario, a menudo ha habido que atar a los dos desgraciados de turno a una silla para obligarles a desempeñar una labor de mucho trabajo y poca gloria.
Creo, que más que nada, el problema que cabe afrontar es por partida doble: por una parte, la imposibilidad de transmitir en su sentido más hondo la palabra radical. No sólo la censura sino la más refinada manipulación y esterilización del contenido escandaloso y revolucionario de la propuesta radical. Transnacional y transpartídico la verdad parecen dos palabrotas sin sentido si no tenemos la posibilidad de explicar lo que quieren decir.
Por otra parte, no hemos logrado detectar el hilo del que hay que tirar, la punta de la madeja de una intuición, la transnacional, tan entusiasmante y estimulante cuanto compleja y decididamente desproporcionada con nuestras fuerzas.
Si puedo hacer una comparación, pienso en los años 70 y en la opresión clerical de la sociedad italiana, que iba desde el saqueo de Roma hasta la invasión de la Iglesia en la vida íntima de los ciudadanos. Pues bien, en una situación muy compleja se ha logrado detectar un hilo - primero se llamó divorcio, luego aborto que ha conducido consigo el tema de la sexualidad y de las libertades individuales y, a nivel general, ha consolidado la urgencia de la reforma de la política. Seguimos, entonces, el hilo de la batalla concreta, de una batalla aparentemente periférica, para intentar desempañar un ovillo liadísimo que a simple vista parecía inasequible para las muy modestas fuerzas de los cuatro gatos radicales.
P: Desde el Congreso de Bolonia hemos detectado y hallado cuatro hilos distintos, y aún quedan más, aunque han resultado ser menos sólidos de lo que parecía. Por ejemplo, en la iniciativa federalista hemos visto como se iba deshilachando la cuerda que habíamos utilizado.
R: Creo que en la iniciativa federalista lo que ha pasado ha sido que no hemos logrado detectar un tema, un objetivo que le dé a la gente y a la opinión pública el sentido de la necesidad y de la urgencia de construir los Estados Unidos de Europa.
Actualmente, la cuestión federalista es vista por la opinión pública como un accesorio optativo, no como una exigencia urgente por la que echarse a las calles. Nosotros no hemos logrado representar con ejemplos concretos la incidencia, precisamente en la vida de cada día, para el puesto de trabajo, para la defensa del medio ambiente, de las decisiones que se adoptan en Bruselas o en las inútiles cumbres de los jefes de gobierno de la Comunidad europea. Si actualmente mucha gente considera - con menor o mayor razón - que las elecciones romanas que se avecinan representan una fecha que puede cambiar la vida, resolver por lo menos el problema del tráfico en la ciudad, una pequeña minoría está convencida hoy de que un verdadero gobierno federal de Europa podría incidir positivamente en los problemas que cotidianamente tiene que afrontar.
También con respecto a la cuestión de la consolidación de la democracia en el Este, por la que hemos luchado totalmente aislados durante más de veinte años, hoy nos hallamos aparentemente "desplazados" por acontecimientos que en cualquier caso habíamos previsto y de alguna manera contribuido a provocar. En buena parte, por necesidades nacionales de aquellos países, esa evolución democrática que estimulamos y favorecimos parece ir más deprisa que nosotros haciendo que se vuelva aparentemente superfluo nuestro trabajo.
De hecho, el mundo entero apunta hacia un proceso de democratización que parece que vaya por delante de sí mismo y que sea irreversible. Sabemos, en cambio, que no es así: los impulsos nacionalistas y la crisis económica de aquellos países puede conducir, tal y como nos han advertido dramáticamente nuestros compañeros rusos, a acontecimientos terribles, a nuevas guerras civiles.
He ahí la necesidad de convertir inmediatamente nuestro compromiso y nuestro esfuerzo para estimular, en estos países, los anticuerpos contra la desesperada rebelión violenta.
Hemos intentado durante años construir un partido, una organización transnacional a partir del problema norte-sur, del exterminio causado por el hambre; sabemos cómo y por qué nos hemos estancado. Para volver al último Consejo federal: los compañeros que han venido desde lejos, sienten y expresan la necesidad y la urgencia de que esta organización transnacional exista, sea vehículo de muchas preguntas, sea instrumento para dar forma política a muchas expectativas. Tal vez desilusionando todas estas espectativas, el Consejo federal de Roma - a pesar de toda la riqueza de sus ideas, reflexiones y propuestas - no podía dar una respuesta a los problemas que he enumerado antes: lo único que ha podido hacer ha sido "sólo" desempeñar una labor en pro de la verdad y la limpidez, negando que hoy por hoy existan las reglas democráticas de un partido, negando que hoy la vida de un partido pueda estar dictaminada por la certeza del derecho.
En la jungla partidocrática, en los medios de comunicación de masas, en gran parte de la mismísima opinión pública que esta violencia sufre, no ha circulado más que la moneda del transformismo, de los arribistas, de la mediocridad, todo ello ensalzado como virtud.
He ahí la anulación voluntaria de las reglas de nuestro partido, he ahí los "plenos poderes" que no son una opción burocrática o eficientista, sino la denuncia de la imposibilidad para el partido del derecho de sobrevivir en la "democracia real".
P: La cuestión de las reglas ha sido la central en el Consejo federal, tanto por lo que ha afirmado, como por lo que ha escrito Roberto Cicciomessere en su artículo en Noticias radicales, como por la manera en la que Pannella ha afrontado una vez más la cuestión.
R: Tal y como dije antes, las reglas no pueden vivir en un mundo sin reglas. Los radicales no pueden llamarse a engaño creyendo poder construir un pequeño paraíso en el que salvarse la conciencia. Hasta las órdenes monásticas más lejanas de la realidad del mundo no pueden resistir si a su alrededor se consolida la barbarie.
El Consejo federal ha dicho que existe la necesidad imperiosa de inventar nuevas reglas, pero que la situación actual consiente como mucho el inicio de esta reflexión pero no el poner en marcha la carta teórica y organizativa del nuevo partido transnacional.
P: Mirando el Partido se tiene la impresión de que existe un problema de ampliación y de recambio del grupo dirigente. Por ejemplo: en siete años de iniciativa contra el exterminio causado por el hambre, ninguna nueva energía ha sido introducida. Lo mismo está sucediendo en esta última fase, a pesar de que todo el mundo reconozca en la opción transnacional una fuerza enorme. Existe un problema de recursos desde el punto de vista de las personas y de las energías?
R: Creo que tiene razón Roberto Cicciomessere al explicar que existen batallas más maduras y batallas más difíciles que obligan a proceder siempre contra corriente. Me acuerdo de mi experiencia en el Cisa (1) o por ejemplo en la Lid (2), es decir en batallas en las que maduran y en las que es "más fácil" arrimar el hombro. Pero no olvidemos que estos resultados han sido el fruto del trabajo oscuro, difícil y poco gratificante de aquellos cuatro gatos radicales que a través de tantas derrotas y humillaciones que ya se nos han olvidado, a través de correcciones posteriores e intentos varios, lograron hallar, no por casualidad, la punta de la madeja de la que hablaba antes.
Actualmente, existen batallas más maduras culturalmente, por ejemplo el verde, la ecología. Mi miedo es que esta batalla pueda perder algunas connotaciones radicales y perder valor.
De la misma manera que está madura, aunque no es fácil, la batalla antiprohibicionista. En resumidas cuentas, son batallas bien encuadradas, y están claros los interlocutores, el contrincante y los objetivos, no sólo los "históricos" sino a corto y a medio plazo.
Ante la dificultad de la batalla transnacional, muchos compañeros - "dirigentes" o "de base", con perfecta uniformidad - sienten que son más adecuados o más útiles en el compromiso en el frente verde, antiprohibicionista, o en las citas electorales italianas. En cambio, creo que existe poca reflexión, poca atención y mucha impaciencia sobre las cuestiones que van más allá de la frontera de "Chiasso". (3)
Yo comprendo perfectamente esta actitud.
El radical italiano abre el periódico y cree entender mejor que los demás lo que está sucediendo. Sintoniza Radio Radical (4) y cree comprender toda la realidad política italiana.
Pero difícilmente lee un periódico no italiano, difícilmente - salvo pocas excepciones - se apasiona incluso culturalmente por la política internacional. Comprendo perfectamente, pero lamento muchísimo que se produzca esta tendencia en el preciso momento en el que estamos intentando hallar el paso en el desierto que nos haga llegar a la nueva dimensión transnacional de la política.
El resultado de todo ello es el siguiente: el grupo que tiene la responsabilidad primaria y exclusiva de la política transnacional se reduce cada vez más. No sólo no existe un cambio ni entran nuevas energías, sino que, por el contrario, se asiste a una progresiva sustracción de fuerzas.
En el Consejo federal de Roma, este fenómeno de "huida de cerebros" de la difícil y poco gratificante investigación transnacional ha sido definida, sin adjetivos, una contradicción intrínseca en el intento de conjugar el proyecto transnacional con el transpartídico. Nos hemos parado, prudentemente, en ese punto.
Pero en las próximas semanas o meses tendremos que trazar un juicio, comprobar si es una contradicción vital o mortal y por lo tanto decidir si nutrirla y cultivarla o bien borrarla con intervenciones drásticas y oportunas.
N.d.T.
(1) CISA . (Centro italiano sterilizzazioni ed aborti). Centro italiano de esterilización y aborto, fundado por Adele Faccio y Emma Bonino en 1974, promotor de abortos en un primer momento clandestinos y luego abiertamente ilegales. Como sujeto federado al Partido Radical desempeñó una labor esencial en la batalla para la legalización del aborto. Sufrió en la piel de sus dirigentes procesos de gran resonancia.
(2) LID . Siglas de la Liga Italiana para el Divorcio. Fundada en 1965 por Marco Pannella, Mauro Mellini, Loris Fortuna (diputado socialista) y Antonio Baslini (diputado liberal) organizó a las fuerzas que apoyaban la introducción de la ley presentada por los dos parlamentarios, sobre todo basándose en las energías de los separados y de todos aquellos que necesitaban resolver sus problemas familiares. Desempeñó un papel determinante en la movilización de los divorciados y de los militantes que permitieron que se introdujese dicha ley en Italia. Fue el primer ejemplo, en Italia, de organismo nacido en torno a los temas de los derechos civiles. Federada al P. radical.
(3) CHIASSO . Localidad italiana, fronteriza con Suiza.
(4) RADIO RADICALE . Es la única emisora de radio considerada servicio público nacional, pues transmite las sesiones en versión íntegra del Parlamento, los congresos de todos los partidos políticos y las audiencias de los juicios penales de mayor relieve. 24 horas al día de política e información.