Giuliano PontaraProfesor de Filosofía práctica en la Universidad de Estocolmo, Pontara es uno de los máximos estudiosos de Gandhi. La editorial Einaudi le ha confiado la realización de una de las más amplias y completas antologías gandhianas.
El Mahatma Gandhi, que no sólo había utilizado la huelga de hambre como método de lucha política y no violenta (satyagraha) en repetidas ocasiones, sino que además era un teórico acreditado de ésta, escribió en cierta ocasión las siguientes líneas: "La mayoría de las huelgas de hambre no se pueden encauzar en el marco del satyagraha y son, tal y como se les suele llamar, huelgas de hambre emprendidas sin preparación ni conciencia alguna". Añadía, así mismo, que "si se repiten a menudo, estas huelgas de hambre están condenadas a perder incluso la dignidad y la eficacia que pueden tener llegando a caer en el ridículo" (M.K. Gandhi, Teoría y práctica de la no violencia, Einaudi 1973 y ediciones sucesivas, p. 189). El ayuno, al igual que la huelga y otros muchos medios de lucha, puede ser utilizado por cualquiera, al servicio de cualquier causa, para intentar lograr cualquier fin. Como método de lucha el ayuno, como tal, es un método de lucha no militar y basta: no es ni un método violento ni un método no violen
to, pero puede llegar a convertirse en el uno o en el otro según como se utilice.
Hablando de ayuno como método de lucha política es importante distinguir el ayuno de protesta del ayuno que para abreviar llamaremos político. La huelga de hambre de protesta es la emprendida para llamar dramáticamente la atención de determinadas personas, o en general de la opinión pública, sobre determinadas circunstancias o determinados hechos considerados absolutamente intolerables. A través de los sufrimientos a los que el huelguista se somete voluntaria y públicamente se intenta ejercer una cierta presión moral, de despertar las conciencias, o de concienciarlas sobre los hechos o la situación que se pretende denunciar. Al no presentarse las condiciones que otros deben aceptar para que se interrumpa la huelga de hambre, ésta no comporta, por lo general, ninguna obligación.
El ayuno político es el ayuno emprendido para intentar realizar determinados objetivos cuya realización depende de otros a los que el ayuno en sí va dirigido directamente. Estos últimos pueden fácilmente interpretar la situación creada por el huelguista o los huelguistas como una situación coercitiva, es decir, como una situación en la que se les impone una elección entre alternativas que poseen todas una valencia negativa: o condescender a las condiciones impuestas por el o los huelguistas, o bien asumir la responsabilidad de sus sufrimientos e incluso de su muerte con todas las consecuencias que puede acarrear. No cabe la menor duda de que, a pesar de las intenciones de Gandhi, algunos de los ayunos que emprendió fueron interpretados por aquellos hacia los que iban dirigidos como actos de coacción; y también es verdad que en ciertas situaciones, aquellos contra los que Gandhi ayunó acabaron por ceder a las condiciones impuestas por Gandhi no persuadidos de su justicia, sino por las escalofriantes consecuen
cias que podía acarrear una prolongación del ayuno del Mahatma.
Una segunda característica del ayuno político, como instrumento distinto del ayuno de protesta, es la que podríamos calificar irreversibilidad: para ser eficaces al máximo, el ayuno político debe ser un ayuno a muerte puesto que no se plantea previamente ningún plazo de tiempo. La interrupción del mismo depende exclusivamente de la aceptación por parte del adversario contra el que va dirigido de las condiciones impuestas por los huelguistas (algunas huelgas de hambre gandhianas fueron de este tipo). Esta característica tiende a su vez a aguzar la coercitiva.
En la medida en la que en el ayuno político no están presentes estas dos características de la coacción y de la irreversibilidad, éste se presenta como un método de lucha que, al menos en el marco de un movimiento llamado no violento, debe prepararse con la máxima atención, asegurándose, a partir de una formulación nítida de la concepción no violenta que se forja, de que presente todos los requisitos que se consideran indispensables y propios de toda acción no violenta. En especial, hay que aclarar si por no violencia se entiende simplemente todo método de lucha que no sea militar, o exenta de violencia física, o si se entiende algo más. Hay que aclarar si existen formas de constricción compatibles con la concepción no violenta que se propugna, es decir, formas de constricción no violenta, y en caso de respuesta afirmativa establecer las condiciones en las que el ayuno político debe satisfacer para resultar exento de formas de constricción violenta.
Por último, quisiera subrayar que, a mi juicio, el ayuno político, al ser distinto del ayuno de protesta debe ser utilizado sólo en caso extremo (tal y como lo utilizó Gandhi), puesto que se presenta con la característica de la irreversibilidad que he mencionado anteriormente, y entonces se convierte en algo extremadamente serio puesto que no puede ir del brazo de quien ayuda y somete a aquellos hacia los que va dirigida a una grandísima responsabilidad, o bien no se presenta con la característica de la irreversibilidad, y entonces, si se utiliza demasiadas veces, puede fácilmente suceder, tal y como advertía Gandhi, que pierda su eficacia y acabe incluso por caer en ridículo.