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Archivio Partito radicale
Segio Sergio, Ronconi Susanna - 14 novembre 1989
El disentimiento invisible
Sergio Segio y Susana Ronconi

Ex miembros de "Prima Linea", detenidos, inscritos al Partido Radical

SUMARIO: Los autores reflexionan sobre el hecho que lo que une a la lucha armada y al ayuno no violento es el "lugar" comunicativo de la muerte: del "enemigo" en el primer caso, y de la propia en el segundo. Las consecuencias son dos: la positiva es que la no violencia se convierte en la única política radical correcta y eficaz de transformación de la realidad; la negativa es que la acción no violenta del ayuno, para comunicar tiene que estar cerca de la muerte.

(Noticias Radicales nº 248, 14 de noviembre de 1989)

En el mes de septiembre llevamos a cabo una huelga de hambre de 20 días que nació con motivo de un caso específico de discriminación sufrida en la cárcel de Turín, que tenía la voluntad y la intención de convertirse en un elemento de debate sobre los límites y la ambigüedad en la aplicación de la reforma penitenciaria, como paradigma del estado de los derechos en nuestro país.

Nuestra experiencia, y más aún los acontecimientos de la vida política - el ayuno de Pannella, Negri y Del Gatto por la información, la expulsión del líder radical de la Cámara de los Diputados - nos proporcionan la ocasión para hacer algunas consideraciones. La primera, sobre el estado de "invisibilidad" del disentimiento, sobre la inadmisibilidad de la objeción, sobre la impracticabilidad de la crítica social y política. La segunda sobre las connotaciones actuales de la sociedad que se define - constantemente - "sociedad de los privilegios", y lo que todo ello significa para la forma y el estado de la democracia. Dichas consideraciones nos remiten al dominio de la información, a su selectividad homologadora, al ineludible interrogante sobre las posibles formas de conflicto y de disentimiento y los posibles instrumentos de la comunicación.

El juez de vigilancia - bajo cuyos poderes nos hayamos - con motivo de nuestra huelga de hambre, nos ha invalidado algunos beneficios previstos por la ley, considerando la huelga de hambre como un grave acto de rebelión a la disciplina carcelera, al Estado y a las instituciones, equiparable - en el espíritu - al ataque terrorista del pasado.

Esta desconcertante consideración es sin lugar a dudas expresión de una cultura autoritaria de un uso distorsionado de la facultad discrecional en la administración de la justicia, pero sugiere, seguramente más allá de las intenciones de su autor, una reflexión pertinente.

Tanto en la lucha armada como en el ayuno no violento, aún considerando los espíritus y valores opuestos, el "lugar" comunicativo es ese, extremo, de la muerte: del "enemigo" en un caso y la propia en otro.

Si ésto es así qué significa?

Desde un punto e vista positivo, que la no violencia, sus formas expresivas y sus instrumentos de lucha se han convertido en la única política radical, éticamente correcta y potencialmente eficaz, de transformación de la realidad; tan eficaz con respecto al poder que merece una censura férrea, la respuesta del "enchufe desenchufado" que el sistema de la información ha ido afinando, haciendo de él un instrumento muy eficaz de "normalización".

Desde un punto de vista negativo, que en medida cada vez mayor, paradójicamente, la acción no violenta del ayuno, para comunicar y ser comunicada, tiene que llegar cerca de la muerte, debe usar simbólica y emotivamente su poder de fascinar.

Resulta paradójico que una cuestión de vida, una batalla por la vida, pueda conseguir forzar las puertas de la comunicación del poder sobre la información, con sólo aludir a su contrario, a la muerte.

Esto se verifica progresivamente en la última década, el precio que el sistema de la información impone al ayuno no violento para "pasarla" ha aumentado vertiginosamente, corriendo el riesgo de que se produzca una muerte real. Es lo que les ha sucedido en los últimos años a algunos detenidos que han muerto por ayuno en la más absoluta indiferencia y silencio de los medios de comunicación. Porque se pretende que el ayuno exprese únicamente un acto de desesperación y no una acción comunicativa, políticamente eficaz. Porque se pretende reconocer valor político al ayuno sólo si enfatiza lo existente y no cuando propone algo nuevo posible. De esta manera, se deja morir a un detenido exento de todo poder sobre su propia vida, tal y como se le hace callar a un hombre político cuya palabra se considera impronunciable.

Todo ello nos remite al sistema de la información, estrechamente vinculado al deterioro de la democracia, y también al interrogante sobre si la existencia del arma del ayuno es fruto de su total dependencia de los medios de comunicación con la consiguiente imposibilidad de "triangular" el mensaje. Nos preguntamos si tal vez no sería cuestión - en las batallas no violentas a favor del derecho y de los derechos - de aproximar nuevos instrumentos de desobediencia civil eficaces para buscar lugares y formas de iniciativa y de comunicación directa capaces de dar vida a una nueva socialidad. Porque creemos que la huelga de hambre actualmente evoca imágenes de soledad, de singularidad, de un cuerpo en ayunas y un sufrimiento, en vez de evocar una colectividad que toma la palabra; es la denuncia de la imposibilidad del diálogo en vez de ser una forma posible de diálogo. Una búsqueda en torno a las formas de la no violencia no puede ser más que una búsqueda en torno a la salida de los subterráneos de la irrelevancia

y de la invisibilidad social.

 
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