Queridas compañeras y compañeros,
comprenderéis el estado de ánimo tan especial con el que afronto mi intervención en este congreso. Cuando en Rímini hice aquel gesto (1), sabía perfectamente que estaba realizando, aunque sólo parcialmente, una acción, con toda su importancia, de fuerte ruptura. Más a nivel de forma- partido, tal y como se determinó en el siglo XIX en esta parte de Europa, con connotaciones fuertemente ideológicas y por lo tanto con aspectos de pertenencia más propios de una iglesia-fin que de un partido-instrumento, un partido de programas y de valores. Lo que yo asumí por aquel entonces fue la categoría de la discontinuidad como matriz de ese camino, bajo muchos aspectos símbolo del nuevo curso.
Ni que decir tiene, muchos y muy intensos han sido los episodios de implicación común, y muchos los aspectos de mi historia personal (pero también de mi partido) que han discurrido por los mismos derroteros, sin olvidar la presencia de contaminaciones intensas.
Pero eso no hubiese sido suficiente, si yo no hubiese notado en la reflexión del Partido Radical, transnacional y transpartídico y no violento, aspectos de lo que en ese mismísimo instante yo veía como auténticos prolegómenos, presentes en el nuevo Partido Comunista (2) de Occhetto (3).
Con mi decisión puse de manifiesto que era precisamente el Partido Comunista, el nuevo Partido Comunista de Occhetto el que había planteado entre los primeros el tema central de la reforma de la política y el de la posibilidad a nivel teórico y de la urgencia a nivel político de un nuevo y explícito encuentro "inmediato" entre la cultura de la izquierda de inspiración socialista y marxista y la liberal-democrática.
Los temas centrales de mi iniciativa eran: un nuevo orden internacional, desbloqueo del sistema político italiano, denuncia e injerencia pacífica con respecto a los países del Este y crítica de la democracia real en los países occidentales.
Pero hoy en día, tras tan sonada acción, tan fértil, de Achille Occhetto, todo esto no sólo ha pasado a ser un mero evento sino que, bajo otros aspectos, permite situar, ubicar de nuevo, en un horizonte mucho más avanzado y más completo las que por aquel entonces eran sólo líneas posibles, proyectos que hoy por hoy son auténticas y propuestas políticas.
Y actualmente el Partido Comunista lleva a cabo este gesto, revolucionario no sólo por los valores que profiere sino más concretamente por el movimiento real que puede suscitar.
El desbloqueo de las condiciones de la alternativa que puede surgir de todo esto, abre de nuevo terrenos amplios de lucha para todos aquellos, y estoy seguro de que son muchos, laicos y católicos, que no se han ni acostumbrado ni homologado a la lógica dominante de la democracia real. Discutimos por lo tanto la propuesta a partir de un interrogante que considero básico: existía la necesidad de responder de forma más incisiva y por lo tanto en formas distintas, a los grandes, y dramáticos problemas relacionados con el destino de la humanidad así como a las necesidades de renovación de nuestro país?
Me doy cuenta de que es una pregunta retórica e incluso muy sugerente. Y ya oigo la réplica, que el problema es otro: concebir un programa que parta del examen de las fuerzas en campo, del análisis de los conflictos y que indique a los posibles interlocutores: "es decir, el qué y contra quién". El problema es este. Pero para que todo esto no se convierta en una fuga en abstracto o en una construcción solo politiquera, acaso no sería necesario que el lugar en el que se confrontan los lenguajes de la izquierda, las fuerzas de actuación política, se ubique en otra parte? Parte que nosotros junto a otros contribuimos a construir.
No logro, francamente, concebir un antes y un después sino un juntos, un construir programático y teórico a partir del terreno nuevo de la reforma de la política en cuyo seno la reforma electoral es un elemento necesario aunque no suficiente, pero sí indispensable.
Si de veras es cierto que el sistema al completo no se tiene en pie, es necesario intentar realmente dar paso en nuestro país a un sistema de alternancia política, tal y como existe en todas las grandes democracias.
Por lo tanto, está en su fase madura la promoción de un referéndum abolitivo que, al "recortar" el actual sistema electoral del Senado se pase al sistema uninominal.
Es necesario aventurarse hasta las últimas consecuencias en el terreno de la democracia, obtener una práctica radical de la misma que exalte una crítica moderna de la sociedad capitalista, descontaminando las raíces de clase: esta es tal vez la gran e inexplorada revolución del segundo milenio.
Más aún, ha llegado el momento ante las necesidades planetarias (no para sufrirlas sino para comprenderlas) de remodelar totalmente, cambiándolos de sitio, bloques conceptuales, viejas categorías que al verse atravesadas por nuevas prioridades (medioambientales, feministas) no puedan ser formuladas de nuevo como si tal cosa? Siento en esto todo el retraso de una visión todavía retrovertida con la que se afrontan algunas antinomías, algunas contradicciones. Y si durante décadas hubiésemos dado por descontado que la idea de libertad en Kant y la de Marx, con todo lo que acarrea para el hombre social, fuesen irreconciliables, acaso no es posible hoy, mirando hacia adelante, posibles enlaces y recorridos conjuntos?
Está claro que eso es algo diametralmente opuesto a la homologación. En todo caso, se trata de emprender un camino en el que puede suceder, tiene que suceder, que la transmutación que tiene lugar no sea un desafío lanzado únicamente hacia al futuro, sino un reencuentro para beber de las mismísimas fuentes de los principios que el actual estadio de la historia, constituido por el "estado de cosas presentes", ha vanificado en normas exteriores a menudo vacías de sus mismísimos contenidos.
Si el Partido Comunista Italiano se transforma de un centro inamovible de un sistema más o menos constituido con alianzas, en el factor propulsivo de una serie de fuerzas confederadas que logren traducir en lenguaje de la política las efectivas dinámicas de la sociedad civil, en ese caso yo creo que el Partido Comunista estará realizando una obra de gran relieve en pro de la causa del progreso social, emancipación y libertad por la que tiene sentido llamarse hombres. Y no sólo en nuestro país. Y es aquí, en esta nueva frontera, mucho pero mucho más avanzada de la primavera pasada, el escenario en el que se sitúa la exigencia de la conservación de todas las diversidades generadoras. Y precisamente mientras se despliegan todas las energías para la creación de una nueva formación política, reformista, popular y democrática, basada en el método de la no violencia, en la correspondencia de los medios con los fines, y en la diversidad sexual, grave sería si no los respetásemos.
Nada puede ser como antes, nada tiene que ser como antes, pero todo lo anterior, que se halla en la corriente maestra, tiene que ser respetado.
El viejo Partido Radical se ha extinguido (donándose) en estos años y ha muerto en el Consejo Federal de primeros de septiembre, la reencarnación que se ha puesto en marcha no puede imaginarse sólo en los cuatro que hemos decidido ser sus garantes, sino que tiene que contar con los demás sobre todo.
Es necesario, inmediatamente, hallar nuevas formas, tal vez intermedias, nuevos puertos a los que arribar, para la construcción de esa Internacional federalista de la que ha hablado Pannella.
Los miembros del Partido Comunista tienen que participar (los que están, se sobreentiende) sin que nadie por ello renuncie a su historia, a su cultura, a su formación. Todo lo contrario, como portadores, a partir de su pasado, de un factor de enriquecimiento recíproco. Superando los confines e lo conocido, de lo sabido, no para morir sino para renacer.
Tal vez sea del todo casual que al día siguiente la puntual y muy apreciada intervención de Achille Occhetto en el Consejo Federal del Partido Radical, la Comisión Nacional de Garantía haya sentido la necesidad de desempolvar una cuestión formal que se creía muerta y sepultada.
Con gran respeto por dicho organismo, siento la necesidad de decir que mejor hubiese sido que durante un debate congresal tan vivaz se encargase de aquellos, y lamentablemente parece que son muchos, que subordinan la retirada del carnet del Partido Comunista para el '90 ante la victoria de tal o cual moción congresal, esgrimiendo una adhesión totalmente ideal y política como la porra que marca el debate interno, con ello un concepto muy particular de la discusión y la democracia.
Por mi parte, siento únicamente necesidad de volver a proponer todo lo que en repetidas ocasiones he tendido forma de decir: que mi acto de adhesión también al PR estaba motivado por el haber visto en dicho partido las exigencias de poner en entredicho una forma vieja y obsoleta de andar metido en política, presentes y actualmente reimpulsadas con fuerza por el nuevo Partido Comunista de Occhetto.
A pesar de haber pagado la cuota no fui a retirar el carnet formalmente para no dar pretextos a cuantos hubiesen querido afrontar de forma disciplinaria, y no política, las cuestiones que yo suscitaba. Aun considerando que ya hoy, con el actual estatuto del PCI, nada puede prohibir la adhesión a este Partido Radical, al no hacer la competencia a nivel nacional (4), sino que es primera parte de una internacional federalista.
A pesar de ellos, los constantes equívocos de este tipo me hace considerar madura la propuesta de que en el Congreso de Bolonia no sólo se borre del nuevo estatuto el centralismo democrático, sino el vínculo de la no pertenencia con respecto a formas políticas como las que el Partido Radical transnacional y transpartido quiere representar.
Hoy siento la necesidad de aclarar las cosas yo personalmente, para sentirme totalmente en mi casa en el Partido nacional, el PCI; y en el Partido transnacional, el PR, sin corazas de ningún tipo.
No sólo he pagado la cuota de inscripción para el 90, sino que estoy evaluando si esperar al 11 de marzo (fecha de conclusión del Congreso del PCI) para ir a recogerla (por comprensible preocupación de que se utilice contra la propuesta política de Occhetto) o no llevar a cabo antes, tal vez durante esta nuestra cita, ese gesto que hoy no sería ya de ruptura sino de afirmación de valores que no pueden vivir si no es a la luz del sol. Para que inmediatamente se despliegue, sin impedimentos formales, la acción de salvaguardia para la supervivencia del Partido Radical transnacional y transpartídico, con sus raíces y sus instrumentos, entre los que cobra especial valor, en un contexto grave de concentración de las fuerzas informativas, la mismísima Radio Radicale (5).
Precisamente para subrayar que no se trata de la supervivencia de un "panda" aunque sea una especie política, es esencial que al mismo tiempo estos instrumentos, los del PR, estas energías, las del PR, se movilicen para que el nacimiento de la nueva formación política llegue a buen puerto. Por el desbloqueo de las condiciones políticas de la alternativa en Italia y por los Estados Unidos de Europa.
N.d.T.
(1) Se refiere a sacarse el carnet del PR.
(2) PARTIDO COMUNISTA ITALIANO . (PCI) fundado (bajo la denominación Partido Comunista de Italia) el 21 de enero de 1921 en Livorno, al abandonar el partido socialista una fracción disidente que se remitía a Gramsci y a Bordiga. Conectado con la tercera Internacional, el PCI entró en la ilegalidad con las leyes represivas de 1926; tras el arresto de sus máximos dirigentes (Gramsci, Terracini), siguió con su lucha contra el fascismo bajo el liderazgo de Togliatti. A finales de la guerra de liberación, en la que desempeñó un papel decisivo, participó en el gobierno del 44 al 47 y posteriormente sufrió una derrota en las elecciones del 48; durante la postguerra se convirtió en el mayor partido de la oposición de izquierdas, y tras la muerte de Togliatti (1964), Longo tomó las riendas del partido, y posteriormente Enrico Berlinguer. Con Berlinguer llegaron los tiempos del Compromiso histórico basado en la colaboración orgánica entre comunistas y católicos. Su proyecto de dar vida al que se ha dado en llamar "E
urocomunismo", es un intento de proyectar en occidente un reformismo que no renegase del todo la experiencia comunista.
(3) OCCHETTO ACHILLE . (Turín 1936). Político italiano. En un principio exponente de la izquierda de Ingrao, posteriormente pasó al centro berlingueriano. Posteriormente pasó a ser secretario del Partido Comunista Italiano (PCI) en 1988 como sucesor de Alessandro Natta. Tras haber lanzado la idea de una gran "Asamblea Constituyente" de la izquierda abierta a todas las fuerzas reformistas, luego se limitó simplemente a cambiarle el nombre al partido que pasó a denominarse Partido Democrático de la Izquierda (PDS).
(4) El Partido Radical Transnacional no puede presentarse como tal a las elecciones nacionales.
(5) RADIO RADICALE . Es la única emisora de radio considerada servicio público nacional, pues transmite las sesiones en versión íntegra del Parlamento, los congresos de todos los partidos políticos y las audiencias de los juicios penales de mayor relieve. 24 horas al día de política e información.