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Salvi Cesare - 2 febbraio 1990
PCI y radicales
Cesare Salvi

SUMARIO: Nuevas y positivas relaciones entre comunistas y radicales hacen discutir, pensando en la contraposición que en el pasado predominaba entre ambos partidos. Pero la opinión sobre las demás fuerzas políticas no puede ser estática, desde el momento en que todas se renuevan y cambian; y entonces, sin negar lo que separa a radicales y comunistas, cabe hallar terrenos de encuentro y de iniciativa común.

(L'Unità del 2 de febrero de 1990)

El congreso radical ha puesto de manifiesto las nuevas relaciones positivas que se han venido delineando entre comunistas y radicales. No es un proceso reciente, puesto que data por lo menos de los días de la campaña electoral para las elecciones europeas, cuando Pannella y los radicales fueron uno de los pocos que al margen de nuestro partido reaccionaron ante la desquiciada campaña de denigración dirigida contra el PCI. Y es un proceso que da que discutir, pues la contraposición a veces durísima había sido hace tiempo la nota predominante de aquellas relaciones. Una reflexión sobre el caso necesitaría una profundización mucho mayor de lo que es posible en estas líneas, pues por una parte implica, y no de forma marginal, la opinión sobre veinte años de historia italiana, y por otra tiene que ver con las perspectivas con las que se encuentra la izquierda italiana y el PCI (1). Independientemente del resultado del congreso, puesto que tanto si se constituye una nueva formación política, tanto si se rechaza es

ta hipótesis, la cuestión de la relación con los radicales, como con las demás fuerzas de la izquierda, sigue estando en pie. Sobre todo si se sigue la vía de la federación con otras fuerzas que algunos compañeros sostienen.

Creo, de todas maneras, que se puede convenir sobre dos elementos. El primero es que la opinión sobre otras fuerzas políticas no puede ser estático (pues todas se renuevan y cambian (y además nos negamos a dar un juicio ontológico y naturalista, por ejemplo sobre el PSI, pues consideramos que cabe tener en cuenta los programas y los comportamientos concretos). Por otra parte, todo el tradicional sistema de partidos parece estar en movimiento, hacia una nueva ubicación que pone en entredicho los papeles del pasado: que es lo que los comunistas están deseando desde hace tiempo. En segundo lugar, los radicales han sido y son un elemento desde luego nada irrelevante de la izquierda italiana, incluso a nivel de consensos electorales, más por ejemplo que algunas formaciones menores que en el pasado se ubicaron a la izquierda del PCI.

Asimismo, considero que existen elementos destacables en las reflexiones que hacia hace algunos días en "L'Unità" (2) Paola Gajotti de Biase, cuando criticaba duramente la "política espectáculo" inaugurada por los radicales, pero reconocía la posibilidad, para el catolicismo democrático, de asumir algunos valores comunes que los radicales tienen el mérito de haber introducido en el sistema político italiano, como la insistencia sobre el control del ejecutivo y la defensa de los derechos civiles.

En este terreno, a mi parecer, cabe realizar la confrontación con los radicales así como con las otras realidades de la compleja izquierda italiana. Sin negar lo que nos separa pero sin por ello negarnos a ver y a aprovechar hasta el fondo los posibles terrenos de encuentro y de iniciativa común, que en estos momentos creo predominan. Recordaré algunos. En primer lugar, la batalla en pro del garantismo (3) y para una respuesta a la exigencia de seguridad, procedente de los ciudadanos, que no acoja las sugerencias ineficaces e inaceptables del "emergencialismo" (4) de Forlani (5) y Gava. En segundo lugar, la defensa del pluralismo en la información, no para tomar partido a favor de uno u otro grupo financiero, sino para dictar reglas válidas para todo el mundo, y que garanticen de forma transparente y prioritaria las voces de quiénes actúan sin finalidades de lucro, a veces brindando un servicio que objetivamente es de interés colectivo. Por último, la iniciativa para la renovación del sistema político (aunqu

e a este propósito no creo quepa compartir la acentuación, que los radicales hacen, de la necesidad de un bipartidismo, que entre otras cosas me parece una hipótesis vieja con respecto a lo que hoy está en movimiento en la izquierda italiana).

En este marco se produce la insistencia de los radicales sobre la exigencia a los militantes comunistas de inscribirse a su partido. El Estatuto del PCI (art. 1) prohibe "la adhesión al PCI y al mismo tiempo a otro partido". Precisamente los radicales, que tan sensibles son al hecho de respetar a rajatabla, tendrían que darse cuenta, creo yo, de que este obstáculo (por no mentar otras consideraciones) no es fácilmente superable, precisamente por una cuestión de democracia de partido. A esta objeción se ha contestado que el partido radical no es un partido en sentido tradicional. Si la petición se plantea en estos términos, creo - tal y como dije en el congreso radical - que merece una respuesta. Esta respuesta tendrá que tener en cuenta, a mi juicio, comportamientos que los radicales decidan adoptar en su autonomía para que su opción no partídica tenga una continuación coherente.

N.d.T.

(1) El presente texto fue escrito el 2 de febrero de 1990. Achille Occhetto refundó el PCI el 11 de octubre de 1990. Durante el periodo de gestación, el proyecto de refundación recibió el nombre ed "la cosa".

(2) L'UNITA'. Periódico del Partido comunista italiano (PCI), posteriormente Partido democrático de la Izquierda (PDS), fundado en Turín en 1924, por Antonio Gramsci.

(3) GARANTISMO . En la ordenación jurídica, principio por el que se atribuye primacía a las garantías de los derechos y las libertades de los ciudadanos con respecto a la autoridad del Estado y de riguroso respeto de la ley. En el debate político italiano se ha convertido, sobre todo durante los años del terrorismo, en atributo (negativo) de los que se oponían a la introducción de "leyes especiales".

(4) Durante la primera mitad de la década de los 70, Italia sufre una serie de atentados creando un clima de "tensión" que justificarán una serie de leyes represivas del Estado. Se conoce como "los años de plomo" a un periodo de la historia republicana, en la segunda mitad de los años 70, en el que el Estado democrático italiano estuvo vacante y fue sustituido por un directorio formado por DC, PCI, Partido Socialista italiano (PSI), Partido Socialdemocrático Italiano (PDSI) y Partido Republicano Italiano (PRI). Este directorio se formó con la intención de hacer frente a la situación de "emergencia nacional" y para contraponerse al Partido Armado (Brigadas Rojas) que a través de una serie de atentados terroristas parecía que tuviesen en jaque al Estado italiano. En realidad el jaque contra el Estado no era obra solo del Partido Armado - que por mucho que pudiesen sembrar el terror no poseían el poder suficiente como para tener al Estado en un puño - sino por la P2.

(5) FORLANI ARNALDO . (Pesaro, 1925), secretario de la Democracia cristiana (1969-73), ministro de defensa (74-76) y de asuntos exteriores (76-79), Presidente del Consejo italiano (80-81).

 
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