Corrado Augias entrevista a Karl PopperSUMARIO: el filósofo Karl Popper considera que el más grave problema político italiano consiste en su sistema electoral proporcional que consiente que el gobierno no se encuentre en manos del pueblo sino de los partidos; que el Parlamento no sea el espejo del pueblo sino de la propaganda o de las clientelas de los partidos; que cada diputado no sienta el deber de representar a los electores sino de prestar lealtad al partido que le ha garantizado el escaño. De esta manera, los partidos aumentan, propiciando a formación de los gobiernos de coalición en los que nadie es responsable de nada.
(La Repubblica, "Mercurio", del 3 de marzo de 1990)
"Democracia", dice Popper, significa literalmente "gobierno del pueblo" pero el significado literal del término ayuda poco porque, en realidad el pueblo no gobierna nada. En todo el mundo gobiernan los gobiernos y lo máximo que el pueblo puede pedir, y de hecho pide, es que los gobiernos gobiernen lo mejor posible.
El punto crucial, en una situación tal, es que existen sólo dos formas de Estado: una en la que es posible desembarazarse de un gobierno de forma pacífica y otra en la que no es posible. La mejor manera para hacer que caiga un gobierno es el voto, el voto directo de los representantes o el voto parlamentario. Si un gobierno que sabe que puede caer, hará de todo para comportarse de manera que pueda satisfacer al mayor número de personas.
Analicemos - añade Popper - el modo en el que el pueblo elige a sus representantes. En Inglaterra, por ejemplo, cada colegio electoral manda un representante al Parlamento, uno sólo: aquel que ha recibido más votos. No importa a qué partido pertenece o si pertenece a un partido. Su deber es el de representar a su colegio y a todo su colegio, tanto a aquellos que apoyan su (eventual) partido como a los demás. En cambio, qué es lo que sucede en Italia?. Obedeciendo al sistema proporcional, lo que sucede es que cada partido manda al Parlamento un número de representantes equivalente al número de votos recibidos. Con este sistema, cada diputado sabe, "siente" que, por encima de todo, ocupa ese escaño en calidad de miembro del partido gracias al cual lo ocupa.
Obviamente, los partidos son necesarios - continua Popper. Sobre todo en un país como Italia, muy joven y de difícil cohesión cultural. Casi todas las pretendidas "democracias" son en realidad gobiernos de partidos y no del pueblo - para ser más exactos, gobiernos de los líderes de los partidos.
El problema estriba en que la convicción de que un Parlamento elegido según el sistema proporcional sea el mejor espejo posible del pueblo es totalmente falsa. Ese parlamento no refleja el pueblo sino la propaganda (o la clientela) que los partidos han conseguido difundir en el país.
Las desventajas del sistema proporcional no acaban aquí. Todos saben que cuántos más partidos hay más difícil es crear un gobierno. El sistema proporcional, además, por una parte tiende a hacer que aumente el número de partidos, por otra da a los partidos más pequeños un poder de influencia desproporcionado con respecto a su peso real. La consecuencia es que se tiende a formar, tal y como de hecho sucede en Italia, gobiernos de coalición, es decir, una forma de gobierno en la que no se acaba de entender quién es realmente el reponsable de cada cosa. De esta manera se crea la costumbre de no considerar responsables de las decisiones del gobierno a niunguno de los partidos políticos ni a ninguno de sus líderes. Ello genera un estado de desconfianza y de desapego por la política. El pueblo, en nombre del que teóricamente debería gobernar, sabe que lo máximo que puede esperar es un nuevo gobierno de coalición más o menos igual al anterior.
No hay que dar un peso simbólico demasiado elevado a la palabra "democracia" - sostiene Popper - porque se corre el riesgo de aniquilar su significado. En un país moderno con muchas actividades diferenciadas, la palabra democracia significa, en realidad, la existencia de una razonable dosis de control público sobre la actividad de los gobernantes. Los puntos principales en los que se basa el concepto de democracia son dos: el primero es que el dinero de los contribuyentes no pueda ser robado demasiado fácilmente, tal y como por ejemplo se robaba en la Alemania del Este o en Rumanía. En Rumanía, la cuadrilla del gobierno robaba casi todo el dinero de los impuestos.
El segundo punto es que sea posible desembarazarse de forma pacífica de un gobierno que no responda a las exigencias de los gobernados.