AHOGADO EN UN VASO - quería quitarles a los soviéticos el vicio de beber. Pero tras cinco años de campaña antivodka Gorbachov se rinde.SUMARIO: el fracaso del intento de Gorbachov de limitar el uso de Vodka en la Urss a través de medidas aprohibicionistas. ("Panorama" - nº1247 del 11 de marzo de 1990 de "The Economist").
"Los soviéticos han bebido vodka toda la vida. No pueden tirar sin ella". Con estas palabras Breznev confirmaba un estereotipo muy difundido en Occidente: la propensión del pueblo soviético a la botella. Una respuesta cínica, que traicionaba el fatalismo del viejo dirigente ante los males del país. Nadie sabía por aquel entonces cuanta verdad se encerraba en dicho estereotipo, ni tan siquiera los occidentales que lo utilizaban como una prueba de la insatisfacción social de los ciudadanos de la Urss. Durante más de 50 años, antes de la glasnost de Mijail Gorbachov, el régimen soviético había cerrado con llave en los cajones del ministerio de sanidad las estadisticas sobre el alcoholismo. Estadísticas, entre otras cosas aproximadas, por una dificultad técnica objetiva de recoger datos precisos. Gran parte de los alcohólicos, tanto de vodca como de la mezcla explosiva conocida como samogón, son productos producidos clandestinamente en casa. El problema de la dependencia de alcohol de millones de soviéticos volv
ió a estar a la orden del día en 1985, cuando Gorbachov subió al poder. El líder del nuevo curso hizo de ello uno de los puntos de su proyecto de resaneamiento de la sociedad soviética. Pero actualmente, al cabo de cinco años del lanzamiento de la campaña contra el abuso de vodka y de las bebidas superalcohólicas, el gobierno de Moscú iza la bandera blanca y admite su derrota.
La crónica de la desesperada batalla de Gorbachov contra el vodka empezó con la difusión de las primeras cifras oficiales sobre el fenómeno. En el momento de la elección del nuevo secretario el número de alcohólicos en la Unión Soviética ascendía a más de 20 millones (de los 280 con que cuenta la Urss), de los que 4,5 alcohólicos crónicos. La media era que todos los soviéticos mayores de 15 años consumían al menos 15,5 litros de alcohol al año, sobre todo vodka y bebidas con más del 40% de contenido alcohólico. Por aquel entonces al igual que actualmente, los más bebedores eran los rusos, los bielorusos y los ucranios. Los bálticos preferían la cerveza, los georgianos y armenios el vino. Sólo en las repúblicas del cáucaso y de asia, la mayoría musulmanes, el consumo era, y sigue siendo, escaso.
Las consecuencias del consumo de licores eran alarmantes. Para la salud, sobre todo. La esperanza de vida, que en 1965 era de 66 años para los varones, en 1984 descendió a 62 años (debido asimismo a las graves carencias del sistema sanitario). En la lista de las 20 principales causas de muerte en la Unión Soviética, el consumo de bebidas superalcohólicas ocupaba el tercer lugar, tras el cáncer y las enfermedades cardíacas. Uno de cada tres accidentes de carretera era causado por conducir en estado de embriaguez. Beber estaba considerado una de las causas principales del alto índice de mortandad infantil y de los defectos congénitos de los recien nacidos.
El consumo del alcohol producía graves repercusiones en la actividad productiva, figurando entre los motivos principales del absentismo y de los accidentes laborales. Un tercer problema my grave era el de la moralidad y el de la seguridad social, en un país en el que la causa principal de los divorcios era, y es, el sinfín de peleas y violencias provocadas por el alcoholismo de uno de los cónyuges, y en el que tres de cada cuatro homicidios los llevan a cabo personas en estado de embriaguez.
TRAFICO CLANDESTINO
Una situación grave, de hecho tolerada por el Estado en el pasado sobre todo para defender intereses económicos determinados. A principios de los ochenta, de hecho, los impuestos sobre el comercio representaban aproximadamente el 13 por ciento del balance del Estado en la Urss, y la producción de bebidas alcohólicas aumentaba constantemente para suplir las necesidades de las vacías cajas públicas.
Ante un panorama semejante, en marzo de 1985, el nuevo segretario del Pcus, Mijail Gorbachov, decidió actuar drásticamente. El Partido se hallaba dividido entre quienes abogaban por una campaña de concienciación que indujese a los soviéticos a no abusar del alcohol y los que por el contrario sostenían la urgencia de aplicar medidas represivas draconianas. Los que apoyaban la línea dura predominaron y se pusieron ipso facto manos a la obra. En el mes de abril, el Politburó aprobó una serie de importantes medidas antialcohol, ratificadas por el Soviet supremo el 17 de mayo. La nueva legislación preveía la expulsión inmediata de los dirigentes del Partido, del Estado y de las estructuras productivas que fuesen reconocidos como alcohólicos. La policía recibió órdenes de limpiar las calles de borrachos, eliminar las destilerías de samogón, y troncar el tráfico clandestino de bebidas alchólicas. Sobre todo, se establecieron drásticas reducciones en la producción de vodka y bebidas superalcohólicas, cuya venta fue
prohibida a los menores de 21 años y limitada a poquísimos despachos públicos.
Las medidas represivas estuvieron acompañadas de una propaganda incisiva e insistente y el gobierno decidió crear una Asociación popular para la promoción de la abstinencia del alcohol, a la que se sumaron 14 millones de "voluntarios".
En un primer momento, los esfuerzos de Gorbachov parecieron alcanzar los efectos deseados. A mediados de 1986, las autoridades declararon con satisfacción que los delitos habían disminuido un cuarto y el absentismo un tercio.
VODKA ECHO EN CASA
Pero el optimismo del gobierno soviético se fue a pique. La producción estatal de vodka y de bebidas alcohólicas reducida un 50 % favoreció el nacimiento de cientos de miles de nuevas destilerías clandestinas. Los traficantes ganan sumas astronómicas (20 rublos por una botella que cuesta un rublo y medio) y no tienen escrúpulos con respecto a la calidad del producto. El Vodka hecho en casa se destila utilizando de todo: conservas de tomate, zumo de fruta, dulces y enormes cantidades de azúcar.
La campaña antialcohol ha comportado consecuencias más graves. Se ha descubierto que los millones de alcohólicos que no consiguen comprar licores en los pocos despachos públicos abiertos o a los revendedores clandestinos recurren a sucedáneos mortales: agua de colonia, after shave, barniz de uñas, limpiacristales, lociones crecepelo ... La gente roba y bebe alcohol de uso industrial o alcohol desnaturalizado robado en los hospitales. Las consecuencias sanitarias: cientos de miles de casos de envenenamiento y miles de muertos.
Gorbachov se ha negado durante mucho tiempo a reconocer su fracaso, pero al final ha tenido que reparar los daños. En primer lugar, sin mucha publicidad, el gobierno ha autorizado la reanudación de la producción de vodka en la fábricas estatales y ha abierto de nuevo los despachos de licores que habían sido cerrados. Después la policía recibió órdenes de reducir la severidad con los consumidores. Por último, se ha anunciado públicamente un aumento de la producción de bebidas alcohólicas un 25% para 1989 y para 1990.