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United Nations Development Programme - 24 maggio 1990
Informe sobre el desarrollo humano 1990
United Nations Development Programme - PNUD

SUMARIO: El 24 de mayo de 1990, en Londres, el UNITED NATIONS DEVELOPMENT PROGRAMME, Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo (una de las más importantes agencias de la ONU) ha publicado el "Informe sobre el desarrollo humano 1990". El informe se encarga, como argumento principal, de cómo el crecimiento económico se traduce (o no logra traducirse) en desarrollo humano. La atención se centra en las personas y en las maneras en las que el desarrollo puede ampliar las alternativas a su disposición.

El Informe examina los significados y as formas del desarrollo humano, proponiendo un nuevo índice compuesto. Pero su orientación general es de tipo práctico y pragmático. Resume los datos del desarrollo humano en las tres décadas anteriores y analiza la experiencia de 14 países en la administración del crecimiento económico en el interés del mayor número posible de personas.

A partir de ello, el Informe pasa a delinear estrategias para el desarrollo humano en los años Noventa, subrayando la importancia de la reestructuración de los gastos del presupuesto, inclusive los gastos militares, y la creación de situaciones internacionales económicas y financieras que favorezcan el desarrollo humano. Un capítulo específico se dedica a los aspectos del desarrollo humano en la urbanización.

Este Informe ha sido preparado por un grupo de eminentes economistas y expertos de desarrollos coordinados por Mahbub ul Haq, ex Ministro de Hacienda y Planificación de Pakistán y actualmente asesor especial de administrador del PNUD: Entre los expertos que han colaborado figuran: Gustav Ranis, Amartya K. Sen, Frances Stewart, Meghnad Desai, Keith Griffin, Azizur Rahman Khan, Paul Streeten y Shlomo Angel.

* * * INTRODUCCION * * *

Este Informe habla de la gente y de qué manera el desarrollo amplía sus decisiones en la vida. Va más allá del PNB, la renta, la riqueza la producción de bienes y la acumulación de capitales. El acceso de una persona a una renta determinada puede ser una de las alternativas, pero no es la suma total de los esfuerzos humanos.

El desarrollo humano es un proceso de ampliación de las decisiones de la gente. Las más críticas de esta vasta escala de opciones son una vida larga y sana, el ser capaces de estudiar y la posibilidad de acceder a los recursos necesarios para un estándar de vida digno. Otras decisiones añadidas son la libertad política, la garantía de los derechos humanos y el auto-respeto personal.

El desarrollo permite a la gente tener alternativas. Nadie puede garantizar la felicidad, y las decisiones que cada cual toma son asunto suyo. Pero el proceso de desarrollo tendría que crear por lo menos un ambiente en el que las personas, a nivel individual o colectivo, puedan desarrollar su pleno potencial y tener una posibilidad razonable de llevar a cabo una vida productiva y creativa a medida de las necesidades y los intereses de cada cual.

Así pues, el desarrollo humano está relacionado con algo que va más allá de la formación de las capacidades de hombre, como una mejor salud o información. Tiene que ver asimismo el uso que se hace de dichas capacidades, para el trabajo, el placer o las actividades políticas y culturales. Y si los distintos niveles del desarrollo no logran equilibrar la formación y la utilización de las capacidades del hombre, mucho potencial humano será frustrado.

La libertad es vital para el desarrollo de la humanidad. La gente tiene que ser libre de ejercer sus propias decisiones en mercados que funciones correctamente y tiene que tener voz y voto en lo que se refiere a la definición de su ámbito político.

Partiendo de este presupuesto, en este Informe el desarrollo humano no se mide sólo con el parámetro de la renta, sino con un índice más extendido - definido índice del desarrollo humano - que refleja las expectativas de vida, la alfabetización y el control de los recursos necesarios para un estándar de vid digno. En el estado actual, el índice no es más que una aproximación para capturar los distintos aspectos de las opciones humanas. Asimismo reproduce algunas de las deficiencias misma como medidas de la renta. Sus medias nacionales esconden distribuciones regionales y locales. Y queda por delinear todavía una medida cuantitativa de la libertad del hombre.

Sin embargo, el índice tiene el mérito de incorporar alternativas humanas que van más allá de la renta, y por lo tanto supone un paso hacia adelante en la dirección acertada. Asimismo, cuenta con la posibilidad de ser perfeccionado progresivamente a medida que se van cuantificando nuevos aspectos de la posibilidad de decisión y el desarrollo de la humanidad. Este informe traza una agenda de prioridades concretas para una mejor recogida de datos que haga del índice de desarrollo humano un instrumento cada vez más perfeccionado como medida genuina del progreso socio-económico.

El Informe analiza los datos del desarrollo humano en los últimos treinta años y la experiencia de 14 países en la administración del crecimiento económico y del desarrollo humano. Varias conclusiones políticas derivadas de esta experiencia permiten dar cuerpo a un análisis detallado de estrategia para el desarrollo en los años Noventa.

El Informe finaliza prestando especial atención al problema del desarrollo humano en una urbanización cada vez mayor. La orientación del Informe es práctica, dirigida no sólo a lo que hay que hacer sino a cómo hacerlo.

Las conclusiones centrales y los mensajes políticos del Informe son claros, y algunos de sus puntos sobresalientes han sido resumidos.

1. En los últimos treinta años, los países en vías de desarrollo han hecho progresos significativos hacia el desarrollo humano.

La esperanza de vida en el Sur ha aumentado de 46 años en 1960 a 62 en 1987. El índice de alfabetización de los adultos creció del 43% al 60%. La mortalidad de los menores de cinco años es la mitad. La posibilidad de obtener las principales curas médicas se ha extendido al 61% de la población y la de beber agua potable al 55%. Y a pesar de que la población en los países en vías de desarrollo haya aumentado 2 mil millones de personas, el crecimiento de la producción de comida ha aumentado el 20% la demográfica.

Nunca como hoy en día un número tan elevado de personas ha visto mejoras tan significativas en sus vidas. Aunque este progreso no tiene que generar complacencia. El desafío de los años Noventa sigue siendo eliminar el terrible obstáculo de la privación humana. Siguen existiendo mil millones de personas que viven en absoluta pobreza, caso 900 millones de adultos que no saben ni leer ni escribir, 1.75 mil millones que ni tienen agua potable, cerca de 100 millones totalmente exentos de techo alguno, alrededor de 800 millones que cada día pasan hambre, 150 millones de bambinos que mueren cada año antes de su quinto cumpleaños. En muchos países de Africa y de América Latina, los años Ochenta han asistido al estancamiento o incluso al retraso de los objetivos el hombre.

2. El abismo Norte-Sur con respecto al desarrollo fundamental de la humanidad se ha restringido en los últimos treinta años, a despecho del hecho de que el abismo en la renta haya aumentado.

En 1987, la renta media per cápita en el Sur era todavía un 6% de la del Norte. Pero su índice de esperanza de vida era el 80% de índice del norte y el de alfabetización un 66%.

En cerca de cuarenta años, los países en vías de desarrollo han logrado reducir su media de mortalidad infantil del 200 al 80 por mil, un paso que los países industrializados han empleado casi un siglo en dar. Esto es claramente un mensaje de esperanza. La tarea esencial de conducir al tercer mundo a un nivel aceptable de desarrollo humano puede ser realizado en un periodo relativamente breve y a un coste modesto, si los esfuerzos nacionales de desarrollo y las ayudas internacionales se orientan correctamente.

Pero esta prometente tendencia tiene que ser vista en su justa perspectiva. Mientras el abismo entre Norte-Sur se reduce relativamente a los elementos fundamentales de supervivencia, sigue creciendo en lo que se refiere a conocimientos y tecnologías avanzadas.

3. Las medias del progreso del desarrollo humano esconden amplias disparidades entre los países en vías de desarrollo - entre las áreas urbanas y las rurales, entre mujeres y hombres, entre ricos y pobres.

Por lo general, las áreas rurales de los países en vías de desarrollo tienen la mitad de disponibilidad de curas médicas y de agua potable de las urbanas, y sólo un cuarto de los servicios sanitarios.

Los índices de alfabetización de las mujeres son sólo dos tercios de la de los hombres. Y el índice de mortalidad por parto en el Sur es 12 veces el del Norte - la diferencia más amplia en cualquier indicador social es un triste símbolo del estado de privación en el que se encuentran las mujeres en el Tercer Mundo.

A menudo los grupos con renta elevada acaparan muchos de los beneficios de los servicios sociales. Los niveles de salud, educación y alimentación de los sectores con renta más alta superan ampliamente a los de los pobres en muchas naciones. Por lo tanto, existe un considerable espacio para las mejoras que garanticen una mejor distribución de los beneficios de los gastos sociales, de forma que lleguen a los más pobres. La base racional para la intervención estatal se debilita mucho si el gasto social, en vez de mejorar la repartición de la renta la empeora.

4. Considerables niveles de desarrollo humano son posibles incluso a niveles de renta bastante modestos.

La vida no inicia con 11.000 $, la media de la renta per cápita del mundo industrializado. Sri Lanka ha logrado alcanzar una esperanza de vida de 71 años y una alfabetización de los adultos del 87% con una renta per cápita de 400 dólares.

Por el contrario Brasil, tiene una esperanza de vida de 65 años sólo y un índice de alfabetización del 78% con una renta per cápita de 6.000 $, la duración media de la vida es de 64 años y el porcentaje de alfabetizados se calcula en tono al 55%.

Lo que cuenta realmente es de qué manera el crecimiento económico se administra y se distribuye en beneficio de todo el mundo. El contraste es más violento confrontando los países en vías de desarrollo según sus índices de desarrollo humano y el PNB per cápita. Sri Lanka, Chile, Costa Rica, Jamaica, Tanzania y Thailandia, entre otros, lo logran mucho mejor en términos de desarrollo que de renta, y demuestran haber orientado una parte mayor de sus recursos económicos hacia el progreso humano. Omán, Gabón, Arabia Saudí, Argelia, Mauritania, Senegal, Camerún y Emiratos Arabes, en cambio, van mucho mejor pero demuestran no haber traducido todavía su renta en progreso humano.

La evaluación dada a semejantes realizaciones de desarrollo es muy distinta si se producen en un marco democrático o autoritario. Es necesario idear una simple medida cuantitativa que pueda describir los distintos aspectos de la libertad del hombre - como elecciones libres, sistema político multipartídico, prensa libre, respeto de las reglas de la ley, garantía de libertad de expresión, seguridad personal etc - y ser incorporado en el índice del desarrollo humano. Mientras tanto, el Informe enumera las 15 naciones que han alcanzado niveles relativamente altos de desarrollo humano en el seno de un marco político y social razonablemente democrático: Costa Rica, Uruguay, Trinidad y Tobago, Méjico, Venezuela, Jamaica, Colombia, Malasia, Sri Lanka, Tailandia, Turquía, Túnez, Mauricio, Botswana y Zimbabwe.

5. El vínculo entre crecimiento económico y progreso humano no es automático.

El crecimiento del PNB acompañado de una distribución razonablemente ecuánime de la renta es, por lo general, el recorrido más eficaz para sostener el desarrollo humano. La República de Corea demuestra que es posible. Pero si la distribución de la renta es desigual y los gastos sociales son bajos (Pakistán y Nigeria) o si están mal distribuidos (Brasil), el desarrollo humano no puede crecer mucho, a pesar de un rápido crecimiento del PNB.

Gracias a una política de gasto público bien organizado, las naciones son capaces de alcanzar importantes mejoras en el desarrollo incluso en ausencia de un crecimiento económico satisfactorio, o con una relativa repartición de la renta. Por ejemplo, a lo largo de los últimos treinta años, Sri Lanka ha tenido un crecimiento económico bastante bajo, pero igualmente distribuido, mientras que Bostwana y Malasia han tenido un crecimiento adecuado, pero distribuido irregularmente. Y sin embargo todos estos países han progresado considerablemente en sus niveles de desarrollo humano gracias a una buena organización de políticas y gastos sociales.

También Costa Rica y Chile han demostrado que son posibles progresos radicales, en tiempos breves e incluso sin un rápido crecimiento del PNB.

Pero las estrategias de distribución pueden compensar los efectos de un lento crecimiento del PNB o de rentas desigualmente repartidas sólo a breve y a medio plazo. Estas intervenciones políticas no funcionan indefinidamente sin el nutrimiento proporcionado por un crecimiento bien distribuido. A largo plazo, el crecimiento económico es crucial para determinar qué países pueden sostener el progreso en el desarrollo humano y en qué países en cambio, las mejoras iniciales son vanificadas o invertidas (como en Chile, Colombia, Jamaica, Kenya y Zimbabwe.

6. Las ayudas sociales son absolutamente indispensables para los grupos con renta más baja.

La repartición de la renta es generalmente desigual en buena parte del Tercer Mundo. Dicho con pocas palabras, en contadas ocasiones el crecimiento económico llega hasta las masas. Los mecanismos del libre mercado pueden ser vitales para la eficiencia de la repartición, pero no garantizan la justicia distributiva. Esta es la razón por la que a menudo son necesarias acciones políticas añadidas de manera que se pueda transferir la renta y otras oportunidades económicas a los más pobres.

Las ayudas en comida y medicinas sirven para ello - siempre y cuando sean correctamente canalizados a los beneficiarios con baja renta y administrados de forma eficaz. Construyen una red de seguridad básica en las sociedades pobres que por lo general no cuentan con esos esquemas de seguridad social que por el contrario son familiares en los países industrializados. Estas ayudas, que por lo general ascienden a menos del 3% del PNB, no han sido muy costosas. Y cuando se han quitado sin más sin una red alternativa de seguridad, los desórdenes políticos y sociales que han seguido han pagado un precio mucho más alto que las mismísimas ayudas.

Los subsidios sociales servirán mucho mejor a los intereses de los países en vías de desarrollo si se dedica un esfuerzo mayor a organizarlos como instrumentos eficaces para la redistribución de la renta, sin atacar la eficacia de la repartición de los recursos. Un esfuerzo de este tipo es totalmente preferible al amargado debate sobre la necesidad de sostener o rechazar arbitraria e indiscriminadamente todos los subsidios.

7. Los países en vías de desarrollo no son demasiado pobres para pagar el desarrollo humano y promover el crecimiento económico.

El punto de vista por el que el desarrollo humano puede ser promovido sólo por el crecimiento económico plantea una falsa alternativa. Deforma los objetivos del desarrollo e infravalora los beneficios de la inversión en salud y educación. Estos beneficios, en cambio, pueden ser muy elevados. Los beneficios privados de la educación primaria son del 43% en Africa, del 31% en Asia y del 32% en América Latina. Los beneficios sociales de la alfabetización femenina son más elevados - en términos de reducción de la fertilidad, de la mortalidad infantil, de los índices inferiores de abandono escolar, mejor alimentación familiar y crecimiento demográfico más bajo.

Asimismo, muchos balances pueden adecuarse a gastos añadidos para el desarrollo humano reorientando las prioridades nacionales. En muchos casos, más de la mitad del gasto público se lo tragan los presupuestos de defensa, el pago de deudas, ineficacias paraestatales, inútiles controles gubernamentales y subsidios sociales mal orientados.

Mientras los demás posibles recursos sean limitados, la reestructuración de las prioridades de presupuesto de forma que se equilibren los gastos económicos y sociales tiene que convertirse en el primer punto del orden del día de la política para el desarrollo en los años Noventa.

Especial atención cabe prestar a la reducción de los gastos militares en el Tercer Mundo - en donde en los últimos treinta años ha crecido tres veces más rápidamente que en los países industrializados, y está a punto de rozar los 200 mil millones de dólares al año. Los países en vías de desarrollo globalmente gastan más en el sector militar (5,5% de su PNB total) que en educación y en sanidad (5,3%). En muchos de estos países, los gastos militares corrientes son el doble o el triple de los gastos para la educación y la sanidad. En el Tercer Mundo hay ocho soldados por cada médico.

Los gobiernos, asimismo, tienen que hacer mucho para potenciar la eficacia del gasto social creando un cuadro político y de presupuesto que permita una composición mejor de varios gastos sociales, sobre todo en lo que se refiere a la distribución de los recursos:

* desde facilidades para curas médicas hasta programas para la sanidad

* desde médicos altamente especializados hasta personal paramédico

* desde servicios urbanos hasta servicios rurales

* desde la educación general hasta la profesional

* desde subsidios para la educación universitaria hasta subsidios para escuelas elementales básicas y secundarias

* desde las caras viviendas para los grupos privilegiados a intervenciones y proyectos de viviendas para los pobres

* desde las ayudas par los grupos poderosos y ruidosos hasta las ayudas para los grupos más débiles y menos capaces de hacerse oír

* desde el sector formal hasta el informal y a los programas para gente en paro y en sub-paro.

Una reestructuración semejante de las prioridades de presupuesto requerirá un increíble valor político. Pero las alternativas son limitadas, y los resultados podrían ser enormes.

8. Los costes humanos de la reestructuración son a menudo un problema de elección y no de coacción.

Dado que existe un espacio considerable para una redistribución de los gastos en el seno de los presupuestos ya existentes, los costes humanos de esta reestructuración a menudo son un problema de elección y no de coacción. Cuando se produce una restricción inesperada de los recursos, corresponde a los políticos decidir si los recortes de presupuesto atañerán a los gastos militares, paraestatales y las ayudas sociales para los grupos privilegiados - o bien la base sanitaria, la educación y la ayuda en comida correctamente canalizada. La prueba de los años 80 demuestra que algunos países (por ejemplo Indonesia y Zimbabwe) han protegido sus programas de desarrollo humano durante el proceso de ajuste reorientado sus presupuestos. En cambio, en algunos países en los que se han efectuado cortes en la educación y la sanidad, en realidad los gastos militares han aumentado. Por lo que parece la pobreza de sus economías no ha constituido un obstáculo para l abundancia de sus ejércitos.

Contribuciones externas pueden ayudar a proteger el desarrollo humano brindando recursos añadidos para limitar las dificultades del proceso de reestructuración y concordando con los países en vías de desarrollo a partir de nuevas y favorables condiciones de asistencia en este proceso - condiciones que dejasen bien claro que toda ayuda exterior se reduce si una nación insiste en gastar más para su ejército que para su pueblo. Podrían resaltar el derecho del país destinatario - en realidad, su obligación - a no recortar gastos sociales y ayudas en beneficio de los grupos con renta más pobre y a los segmentos más débiles de la población. Y podrían especificar que los programas de desarrollo humano tendrían que ser los últimos, y no los primeros, en sufrir recortes en caso de que una remodelación del presupuesto fuese la única alternativa practicable.

9. Un ambiente externo favorable es vital para sostener las estrategias de desarrollo humano en los años Noventa.

Las perspectivas no son buenas. El traslado neto de recursos hacia los países en vías de desarrollo se han invertido - desde un flujo positivo de 42.6 mil millones de dólares en 1981 hasta uno negativo de 32.5 mil millones en 1988. Los precios de las materias primas han alcanzado el nivel más bajo desde la Gran Depresión de los años treinta. La deuda exterior de las naciones en vías de desarrollo, a parte de 1.3 trillones de dólares, comporta actualmente un gasto de 200 mil millones de dólares al año sólo con la asistencia a la deuda.

En los años Noventa, los países ricos tienen que empezar a transferir recursos hacia las pobres. Para que ello suceda tiene que hallarse una solución satisfactoria a la prolongada crisis deudora, a través de drásticas cancelaciones de crédito, y la creación, en el seno de estructuras ya existentes del FMI y del Banco Mundial, de sistemas de refinanciación deudora, de forma que se incremente una solución ordenada del problema.

10. Algunos países en vías de desarrollo, especialmente en Africa, necesitan mayor asistencia exterior que otros.

Los países que han sido los últimos en emprender el proceso de desarrollo, especialmente los del sur del Sahara, sufren las mayores privaciones humanas. Africa tiene la esperanza de vida más baja de todas las regiones del Tercer Mundo, los índices de mortalidad infantil más altos y más bajos de alfabetización. En los años Ochenta la media de renta per cápita disminuyó una cuarta parte.

Existe por lo tanto una tendencia creciente a la concentración de pobreza en Africa. Entre 1979 y 1985 el número de africanos por debajo del umbral de pobreza ha aumentado casi dos tercios, una media de una quinta parte del Tercer Mundo en su globalidad. Este número está destinado a crecer rápidamente en pocos años, de ceca de 250 millones en 1985 a más de 400 millones para finales de siglo.

En cualquier esfuerzo de colaboración internacional para mejorar el desarrollo humano en el Tercer Mundo la prioridad tiene que tenerla Africa. En este continente el concepto de remodelación a corto plazo es inapropiado. Asimismo, Africa necesita una perspectiva de por lo menos 25 años para reforzar su potencial humano, sus instituciones nacionales y la velocidad de su crecimiento. La comunidad internacional tendría que destinar una cuota imponente de sus recursos concesionarios para Africa y desplegar la comprensión y la paciencia necesarias para reconstruir las economías y las sociedades africanas de forma ordenada y gradual.

11. Es necesario llevar a cabo una reestructuración de la cooperación técnica si ésta tiene que servir para construir capacidades humanas y nacionales en los países en vías de desarrollo.

Los datos no son tranquilizadores. En muchos países en vías de desarrollo, el total de asistencia técnica que acaba cada año en los salarios y en los viajes de los expertos extranjeros supera con creces el presupuesto de la administración estatal nacional. A menudo coexisten desempleo de personas calificadas y una administración estatal desmoralizada por bajos niveles salariales y un vasto número de expertos y asesores extranjeros superpagados. En algunos países sigue faltando mucho personal calificado local. La asistencia técnica a Africa asciende a 4 mil millones de dólares al año. 7 dólares por persona. Pero la construcción institución institucional y la expansión de las capacidades humanas han sido sumamente inadecuadas en gran parte del continente.

Una cooperación técnica más eficaz en los años Noventa requiere que los programas se concentren más en los objetivos del desarrollo humano. Ello ampliará las bases para una más eficaz capacidad nacional, a través del intercambio de experiencia, el traslado de competencias y profesionalidad y la plena movilización y utilizo de las capacidades nacionales de desarrollo. Cabe concentrarse en la mejora de la disponibilidad de indicadores sociales y significativos y sobre el ayudar a los países en vías de desarrollo y a formular planes propios de desarrollo humano. El parámetro por el que evaluar el éxito y el impacto de los programas de asistencia técnica tiene que ser la velocidad con la que se reducen gradualmente.

12. Un enfoque participativo - que comprenda la intervención de las ONG - es decisivo para cualquier estrategia para un desarrollo humano eficaz.

Muchas economías súper-planificadas y súper-reguladas están entrando actualmente en una mayor competición de mercado. Progresivamente se redefine el papel del Estado: a él corresponde proveer un contexto político favorable a una producción eficaz y a una distribución ecuánime, sin intervenir inútilmente en el funcionamiento de los mecanismos del mercado.

El movimiento de las organizaciones no gubernamentales (ONG) y otras organizaciones de "self-help" han ganado un impulso considerable y han demostrado su capacidad de hacer que las poblaciones en cuestión sean de ayuda para sí mismas. En general las ONG son pequeñas, flexibles y poco caras, y muchas de ellas tienen como objetivo la realización de estructuras de desarrollo autosuficientes. Son conscientes de que, en el momento en que una población establece sus propios objetivos, desarrolla sus medios y toma sus propias decisiones, se libera la creatividad humana y las capacidades de resolver los problemas locales, y por lo tanto el desarrollo que se desprende es mayormente capaz de ser autosuficiente. Una política que comprenda la participación de las ONG es esencial para cualquier estrategia de desarrollo humano.

13. Para obtener mejoras sustanciales en los niveles de desarrollo humano es absolutamente esencial una reducción significativa de los índices de crecimiento demográfico.

El número de habitantes de los países en vías de desarrollo - que ha crecido de dos mil millones en 1960 a 4 mil millones calculados en 1990 - rozará probablemente los 5 mil millones en el año 2000. El descenso del crecimiento demográfico - de un 2,3% al año en el periodo 1960-1988 a un calculado en un 2% entre 1988 y el 2000 es insuficiente para alterar el cuadro demográfico general. Son necesarios esfuerzos más decididos para reducir el aumento de población en el Tercer Mundo, sobre todo en Africa y en Asia meridional. Hay una necesidad urgente de reforzar los programas de planificación familiar, alfabetización de la mujer, reducción de la fertilidad y asistencia médica a madres y niños.

La balanza demográfica mundial se está modificando rápidamente. La cuota de población mundial de los países en vías de desarrollo tendría que crecer del 69% en 1960 hasta un 84% en el año 2025, y la de los países industrializados, por el contrario, descender de un 31% a un 16 %. Asimismo, el 87% de los nuevos nacimientos tienen lugar en el Tercer Mundo y sólo el 13% en los países industrializados.

Si las nuevas generaciones de los países en vías de desarrollo no pueden mejorar sus condiciones gracias al libre acceso a las ayudas internacionales, a los mercados financieros y a las oportunidades de comercio, el impulso hacia la emigración en busca de mejores oportunidades económicas será aplastante - una reflexión que tendría que ser tomada en serio durante los años Noventa y que saca a relucir la urgencia de una mejor distribución de las oportunidades de desarrollo.

14. El rapidísimo crecimiento demográfico en el Tercer Mundo se está concentrando en las ciudades.

Entre 1950 y 1987 el número de habitantes de las áreas urbanas de los países en vías de desarrollo se ha más que cuadriplicado, pasando de 285 millones a 1.250 millones. el número está destinado a aumentar hasta 2 mil millones para el 2000, cuando más de las 10 grandes mega-ciudades (cada una de ellas con 13 millones o más de habitantes) se encuentren en el Tercer Mundo. Este proceso de urbanización parece inevitable, dado que los distintos intentos por desalentar la migración urbana han fracasado en gran parte.

El desafío de la urbanización para planificadores y políticos de los países en vías de desarrollo en los años Noventa consistirá en identificar y mejorar programas que afronten los siguientes cuatro puntos críticos:

* Descentralización del poder y de los recursos de los gobiernos centrales a los locales

* Movilización de los ingresos locales procedentes de fuentes locales con la participación activa de organizaciones privadas y de la comunidad

* Promoción de estrategias de ayuda para protección e infraestructura inclusive la asistencia directa a los grupos más débiles.

* Mejora del hábitat urbano, especialmente debido a la vasta mayoría de los pobres que viven en las ciudades en guetos y en situaciones precarias.

La eficacia de las respuestas de los gobiernos a partir de estos puntos determinará en gran parte el derrotero que emprenda el desarrollo humano en los ambientes urbanos.

15. Estrategias de desarrollo sostenible tienen que aproximarse a las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer la posibilidad de las generaciones futuras de hacer la misma cosa.

Con respecto a este punto, el consenso está aumentando. Pero el concepto de desarrollo sostenible es mucho más amplio que la protección de los recursos naturales y del ambiente físico. Al fin y al cabo son las decisiones futuras de las personas, y no las de los árboles, las que tienen que ser protegidas. Un desarrollo sostenible tiene que comprender la protección del crecimiento económico futuro y de futuro desarrollo humano. Toda forma de deuda - la deuda financiera, la e la dejadez humana o la deuda de la degradación medioambiental - es como un préstamo de las nuevas generaciones. Uno desarrollo sostenible tiene que tender a limitar todas estas formas de deuda.

La pobreza es una de las mayores amenazas para el medio ambiente. En los países pobres, la miseria a menudo provoca bosques talados, desertización, salificación, falta de sistemas de tuberías y agua contaminada e insegura. Y este daño medioambiental refuerza la pobreza. En los países en vías de desarrollo muchas de las decisiones que degradan el medio ambiente han sido adoptadas bajo el imperativo de la supervivencia inmediata, no por falta de poca atención para con el futuro. Cualquier plan de acción para la mejora empresarial tiene que incluir programas para la reducción de la pobreza en el mundo.

Si los problemas medioambientales se introducen en dicha perspectiva, será más fácil asegurarse de que la seguridad ecológica global se considerada como un vínculo unificador, no como un argumento de división entre el Norte y el Sur. Asimismo, los costes añadidos de la protección medioambiental tienen que ser soportados en su mayor parte por países ricos dado que son ellos los responsables de la mayoría del degrado medioambiental. Aunque sólo posea el 20% de la población mundial, emite más de la mitad de los gases que determinan el efecto invernadero que está recalentando nuestro planeta. Es principalmente la voluntad de las naciones ricas de cambiar sus políticas medioambientales, trasferir tecnologías medioambientales positivas y brindar recursos añadidos lo que puede garantizar la protección del verde en nuestro mundo.

* * *

Así pues, estas son las principales conclusiones y el mensaje político de este primer Informe sobre el desarrollo Humano. Lejos de dar una respuesta a todas las preguntas en este primer esfuerzo, los resultados y las conclusiones del informe apuntan hacia argumentos que requieren un análisis más profundo así como investigaciones más detalladas: Cuáles son los elementos esenciales de estrategias para planificar, administrar y financiar el desarrollo humano? Cuáles son las características de un marco práctico de participación en el desarrollo? Cuál es un ambiente externo favorable para el desarrollo humano? Estas y otras preguntas que de ellas se desprenden serán los temas que habrá que afrontar en los próximos Informes.

 
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