SUMARIO: Algunos exponentes del PCI juzgan la presencia estadounidense en el Golfo Pérsico negativamente. En realidad, Estados Unidos "se merece que le demos las gracias y no que le riñamos" por haber salvaguardado los intereses de toda la comunidad internacional. Ni tampoco hay que olvidar la participación conjunta de las empresas italianas en sus intentos por realizar la bomba atómica iraquí, ni el soborno de 160 mil millones pagado para el suministro de la flota italiana a Iraq, ni el papel de la "Banca nazionale del lavoro" en las financiaciones de los países del Golfo en guerra. No es el momento de lavarse las manos: el drama impone a la política italiana programar de nuevo la cooperación Norte-Sur, la diversificación de los abastecimientos, el ahorro y la eficacia de la energía.
(L'Unitá, 21 de agosto de 1990)
Permitidme que os haga una pregunta directa, un poco brutal: Por qué la Unión Soviética juzga la presencia estadounidense en el Golfo Pérsico más positivamente que algunos acreditados exponentes del Partido Comunista italiano?. El vice responsable de asuntos exteriores del Pcus, enviado por Gorbachov a Oriente Medio, Karen Butenz, ha declarado en una entrevista a este periódico (17 agosto): "El problema no consiste en la presencia o no de los soldados americanos en la zona, y, además, Arabia Saudí tenía todo el derecho de plantear la cuestión de su propia defensa, sino en la iniciativa de la Onu y en la búsqueda, hasta el último momento, de una solución política de la crisis". Un grupo de personalidades partidarias del "no" ha afirmado, entre otras cosas, que los EE.UU "se atribuyen la función de brazo armado de la comunidad internacional" y se están "equipando para la solución violenta". puedo comprender que las superficiales ráfagas de declaraciones del ministro De Michelis(1) susciten por lo menos descon
cierto; que un cierto papel de Balilla(2) de la intervención militar desempeñado por algunas fuerzas menores del gobierno suscite irritación. Pero la escena política italiana parece presa todavía de un síndrome de Poncio Pilatos, con un condimento de antiamericanismo de izquierdas, que me parece el síntoma más grave de una ideología reacia a morir. Por ello, la política del "sin embargo" ("Saddam ha llevado a cabo un acto inadmisible; sin embargo ...") es en estos momentos un mero absurdo. De hecho 1) es difícil sostener que Occidente y Estados Unidos en particular, tras haber cometido un error estridente en la previsión sobre la efectiva propensión de Saddam Hussein a anexionar Kuwait, hubiesen debido ignorar también la dislocación de decenas de miles de iraquís en armas en la frontera con Arabia Saudí: 2) una presencia armada multilateral bajo la égida de las Naciones Unidas constituye una operación de inmanente complejidad política, así como operativa, cuyos tiempos eran declaradamente incompatibles con l
a necesidad de impedir nuevos hechos llevados a cabo en el Golfo y asegurar el respeto efectivo del embargo (en "L'Unitá", un corresponsal desde Pequín subrayaba precisamente ayer las grandes dificultades y reticencias entre los países asiáticos para aplicar el embargo y permitir el envío de la fuerza multinacional de la Onu): 3) una presión directa era evidentemente necesaria, puesto que desde el primer momento ha estado clara la utilización de los más de 10 mil occidentales en Bagdad y en Kuwait como rehenes por parte de Saddam Hussein.
Así pues, Estados Unidos se merece que le demos las gracias y no que le riñamos, por haber salvaguardado en esta circunstancia no sólo sus formidables intereses políticos y económicos nacionales, sino intereses incomprimibles de toda la comunidad internacional (y, si no molesta, de Italia). A partir de estas premisas, convendría formular un par de rotundos "sin embargo". El primero de carácter retrospectivo, puesto que el asumirse la responsabilidad actual no puede borrar la responsabilidad concreta de ayer. Recuerdo haber denunciado, hace ya diez años, la participación conjunta de empresas de nuestro país en intentos por realizar la bomba atómica iraquí (al final fue la aviación israelí la que se encargó de bombardear, en el 81, el reactor "Osirak" y las relativas "Hot Cells" de producción italiana); recuerdo la acción política y judicial puesta en práctica por el radical Roberto Cicciomessere sobre la cuestión del soborno de 160 mil millones pagada a los traficantes de armas y de droga para el suministro d
e la flota italiana a Irak; recuerdo que no conseguí que se sometiese a votación una moción parlamentaria en la que se solicitaba al gobierno que aplicase en la Onu las medidas previstas para condenar a Iraq por el uso de armas químicas; recuerdo las iniciativas ante litteram del diputado verde Sergio Andrei a propósito del papel de la "Banca nazionale del Lavoro" en las financiaciones de los países del Golfo en guerra. Estos acontecimientos no sirven para dar testimonio de una "coherencia minoritaria" sino que sirven para atestiguar la incapacidad de los gobiernos y de los ministros que se han equivocado olímpicamente en sus juicios y en sus comportamientos con respecto al dictador de Bagdad. Y si alguien puede defender cínicamente la protección que se le prestó durante la guerra contra Jomeini como una defensa del "estancamiento" entre contendientes (con la ventaja de los lucrosos negocios de aquellos años y la insignificante mancha de un millón de muertos, muertes a las que hemos contribuido), nadie pu
ede sostener la falta de pruebas sobre el delirio de potencia de Saddam Hussein, que busca frenéticamente el arma atómica y que es un utilizador criminal del arma química. Otro límite es el que hay que ponerle a la iniciativa italiana, para restringirla a dos prioridades: la cooperación europea llena de perjuicios (es un grave jaque mate para De Michelis la liberación de los ciudadanos de algunos países de la Comunidad y el secuestro de ciudadanos pertenecientes a otros países miembros), la operatividad en el marco de la Onu (acelerando la presencia militar multilateral que permita la aplicación del embargo y una presión más amplia directa en el Golfo sustituyendo al "bloque" usa).
La ausencia de estas condiciones no podrá ser ocasión para lavarse las manos, aunque será necesario definir bien las características de una presencia naval italiana (actualmente sólo decorativa en el plano militar, frente a las ochenta naves ya alineadas) y de las responsabilidades de decisión en la zona del conflicto, paralelamente al refuerzo del diálogo con los países árabes que están sosteniendo una posición bastante difícil (en la que Israel debería reimpulsar una apertura sobre la cuestión palestina). El drama de estos días nos impone programar de nuevo, inmediatamente, sin perder tiempo, dos aspectos fundamentales de la política italiana: la cooperación Norte-Sur (tan vital en esta fase histórica, como dispersa en mil regueros de corrupción y confusión), la diversificación de los abastecimientos, el ahorro y la eficacia de la energía.
N.d.T. (1) Gianni De Michelis: (Venecia-1940). Socialista. Actual
ministro de asuntos exteriores italiano.
(2) Balilla: sobrenombre atribuido al chico que puso en
marcha, según la tradición, la revuelta de Génova
contra Austria (1746). Identificado posteriormente con
un cierto Giovanni Battista Perasso (1729.81), y
adoptado por el fascismo como símbolo de patriotismo y
de ardor de los años mozos (Obra nacional balilla).