Radicali.it - sito ufficiale di Radicali Italiani
Notizie Radicali, il giornale telematico di Radicali Italiani
cerca [dal 1999]


i testi dal 1955 al 1998

  RSS
sab 10 mag. 2025
[ cerca in archivio ] ARCHIVIO STORICO RADICALE
Archivio Partito radicale
Strik Lievers Lorenzo - 1 settembre 1990
Derechos humanos: la intervención de Lorenzo Strik Lievers en la Conferencia Internacional de Leningrado

SUMARIO: En esta intervención en la Conferencia Internacional sobre los Derechos Humanos, el autor analiza, incluso a la luz de la teoría y práctica del Partido radical desde hace treinta años, el vínculo entre la democracia y los derechos humanos y de las minorías. Halla en los países de Europa central y del este el "lugar propulsor" para una "gran ofensiva de derecho", para la superación del principio de no-injerencia. Considera de hecho que "los que saben lo que significa ser abandonados a la dictadura en nombre de la no injerencia son los que hoy tienen la posibilidad de guiar la batalla para garantizar derechos iguales para todo el mundo".

(Conferencia Internacional sobre los Derechos Humanos, Leningrado, 1-4 de septiembre de 1990)

Queridas amigas, queridos amigos,

Permitidme que lo diga: una conferencia como esta, aquí, en la Unión Soviética - si leemos el presente considerando que el pasado duró hasta ayer, y tal vez no haya finalizado del todo - es señal de gran valor. Especialmente para nosotros del Partido radical transnacional y quiero en particular dirigir gratitud y estima al Alcalde Anatoly Sobchak y a los demás diputados que la han hecho posible - pues parece querer simbolizar el motivo constitutivo mismo de la propuesta y de la esperanza que intentamos encarnar, es decir de nuestro querernos constituir en partido transnacional: puesto que en sí misma es testimonio de la idea de que los derechos humanos fundamentales no pueden ni deben conocer confines, sino que cabe defenderlos en cualquier caso y en todas partes, con igual derecho, sin distinción entre Estado y Estado, sin hipócritamente detenerse ante el "carácter específico" o las independencias nacionales utilizadas como parapetos detrás de los que poder masacrar los derechos humanos.

Las extraordinarias transformaciones acontecidas aquí en el Este, y de las que esta conferencia es todo un símbolo, demuestran que teníamos razón cuando - al ser tal y como hemos sido durante tres décadas, un partido de derechos civiles y de la no violencia en Italia - rechazábamos la idea, que muchos tan abiertamente o de hecho profesaban, de que para la Unión Soviética y para el resto de los países comunistas no valían los criterios "occidentales", buenos para nosotros, cuanto los derechos humanos, puesto que dichos países eran "distintos"; habían tomado decisiones "distintas", que nosotros hubiésemos tenido que respetar; y teníamos razón al rechazar la idea de que, en nombre de lo específico y de la independencia nacional de aquellos países, y en nombre del principio de no injerencia en sus asuntos nacionales, no pudiésemos exigir para sus ciudadanos el mismo respeto de los derechos que exigíamos en nuestra casa.

Por nuestra parte, hemos teorizado siempre y, por lo que nos ha sido posible, practicado no sólo el derecho, sino también el deber de injerencia. En Italia, durante treinta años hemos sido una agrupación minoritaria, sí, pero que con la fuerza de la no violencia, con los referéndums populares, con la presencia en el parlamento italiano y en el europeo ha consentido que se manifestasen mayorías sociales que han cambiado la faz de Italia en lo que a derechos civiles se refiere: desde la ley sobre el divorcio hasta el reconocimiento de la objeción de conciencia, a las batallas sobre la justicia y la cárcel. Mientras tanto - muchos de vosotros lo recordaréis - incluso cuando en occidente estaba poco de moda - en repetidas ocasiones militantes y dirigentes radicales brindaban testimonio no violento, manifestando, haciéndose arrestar y expulsar, en los lugares de Europa y sobre todo en los países comunistas, en donde los derechos y las libertades eran pisoteados y violados. Y durante interminables años hemos dado

forma y cuerpo a nuestra concepción del deber de injerencia en nombre del derecho asignando como prioridad a nuestra acción, incluso en Italia, la lucha contra el exterminio causado por el hambre de millones de personas en el Tercer Mundo, es decir contra la negación radical del primero de los derechos, fundamento de los demás, el derecho a la vida. En este terreno nació nuestra decisión de transformar profundamente la naturaleza y la manera de ser de nuestro partido. Lo que la determinó fue precisamente esta concepción de la indivisibilidad de los derechos humanos; y conjuntamente la conciencia de que muchos de los grandes problemas del mundo actual - desde la salvación del medio ambiente, hasta el gobierno de la macroeconomía mundial hasta las cuestiones de la paz - no pueden ser afrontadas seriamente en el seno de cada uno de los estados nacionales, o a nivel de grandeza de los estados nacionales, sino que requieren la intervención de instituciones de derecho y de democracia, así como de instrumentos de a

cción política, supranacionales y transnacionales. De esta manera, para empezar a responder a la que consideramos una exigencia vital del mundo actual, el Partido radical se ha eliminado a sí mismo como partido italiano y se ha transformado - ha emprendido su propia transformación - en partido transnacional. Ello significa que ya no es una fuerza política que le hace la competencia a los demás partidos nacionales, ni tampoco a nivel electoral, en ningún país del mundo, ni siquiera en Italia. Por el contrario, se propone como una Internacional gandhianamente no violenta en la que pueden reconocerse ciudadanos de todos los países, inscritos o no a un partido nacional, interesados en común por una batalla así como en la constitución de una parte política transnacional para la democracia y el derechos supranacionales. En esta nueva forma, ya estamos presentes, con significativos núcleos de inscritos, en muchos países, entre los que destaca la Unión Soviética.

Tal y como es evidente, el terreno tal vez decisivo en el que se mide nuestro desafío político es la suerte de la transformación democrática y de la creación del estado de derecho en los países que salen del totalitarismo comunista, a partir de la Unión Soviética. Precisamente porque la democracia está naciendo aquí, con una fuerte carga de tensiones y de tendencia ideal, y no se ha vuelto una rutina, en muchos aspectos degenerada por la negación de los mismos principios, tal y como a menudo sucede en Occidente, es rica de potencialidades extraordinarias y a la vez está expuesta a riesgos muy graves.

No es una paradoja afirmar que precisamente aquí, en estos países, se halla la capital, entendida como lugar propulsor, de la democracia en el mundo.

Ha sido el cambio acontecido en esta zona lo que ha sacado a relucir precisamente y en todas partes - tal y como desde hace décadas no sucedía - los valores y los ideales de la democracia, del derecho. Por ello, de la dirección que adopte el proceso en curso dependerán en gran parte las suertes de la democracia mundial.

Precisamente el nudo dramático, en la Unión Soviética al igual que en Yugoslavia, pero también en otros lugares, de la relación entre el momento de la transformación democrática y el de la liberación de las nacionalidades y etnias oprimidas delinea el cuadro de una extraordinaria ocasión que puede ser aprovechada, o de un peligro oscuro que de lo contrario avanza. El peligro, en primer lugar, es que los sagrados movimientos de liberación contra una tan larga y despiadada opresión del derecho a la identidad nacional precipiten en conflictos inter-étnicos que podrían acabar trastocando la recién nacida democracia.

Por el contrario, lo que cabe hacer en esta ocasión es ser conscientes de que la mismísima dificultad de lo intrincado de las cuestiones nacionales sugiere la vía maestra de la creación de realidades institucionales federales supranacionales que sean las garantes supremas de los derechos de cada cual, y por lo tanto también de las identidades y autonomías nacionales, regionales y étnicas. Es esta la perspectiva por la que nosotros proponemos a los demócratas europeos, tanto del Este como de Occidente, que se unan en la batalla en pro de los Estados Unidos de Europa, entendidos como unión federal de las democracias europeas, como lugar de la común y recíproca tutela de los derechos de todo el mundo, y como instrumento finalmente adecuado para permitirle a los ciudadanos de Europa que participen democráticamente en el gobierno de un mundo en el que la dimensión del estado nacional es impotente.

Y precisamente del proceso que está teniendo lugar aquí, en el Este europeo, puede nacer el impulso determinante para abrir esta página radicalmente nueva en la historia de las luchas por los derechos humanos. Sería una nueva tragedia que se dejase dispersar esta ocasión frustrando de nuevo las esperanzas de democracia y de derecho en los márgenes angostos de los estados nacionales, dando de nuevo la prioridad al principio de absoluta soberanía nacional por encima del de interdependencia en la tutela de los derechos. Por ello, en calidad de radicales solicitamos, proponemos coordinación, iniciativas comunes en los parlamentos al igual que en las plazas de toda Europa.

El mismo tema - el de la superioridad de los derechos humanos y de su tutela con respecto a las barreras alzadas en nombre de la soberanía nacional - es lo que se impone como punto central con respecto a la gran cuestión que probablemente dominará la historia futura: la de las relaciones Norte-Sur, de cuya peligrosidad explosiva es emblemático todo lo que está pasando en el Golfo Pérsico.

Desaparecido el equilibrio durado cuarenta años y basado en la distensión recíproca entre ambas superpotencias, la nueva amenaza es la de asomarse a una cantidad de conflictos regionales controlados, incluso entre los países potentemente armados, y de un conflicto creciente entre el Norte industrial y el Tercer mundo. La única alternativa a una perspectiva de ese tipo es la de un único equilibrio mundial regido por el acuerdo entre las potencias mayores, sí, pero en términos tales que dicho acuerdo no se configure precisamente como alianza del Norte contra el Sur.

Si este es el objetivo, el único camino que se puede recorrer tal vez es el de una gran ofensiva del derecho, que tenga por objeto fundar, con las armas de la no violencia, el derecho - el derecho internacional a partir de los derechos humanos y civiles de las personas, a partir del derecho a la vida y de una existencia decente para todo el mundo - el sistema de relaciones internacionales.

Sólo de esta manera, poniendo al servicio de este proyecto las enormes potencialidades económicas y tecnológica de la civilización post-industrial, será posible proponer instancias de legalidad y de orden internacional sin que ello parezca una operación a favor de los ricos y de los poderosos.

Se deberá y podrá, en este marco y en nombre de los derechos humanos, en nombre de la promoción y del desarrollo económico de los derechos humanos fundamentales, desafiar las muchas dictaduras que en el Tercer Mundo, cobijados en principios de no injerencia, soberanía e independencia nacional, masacran los derechos de sus súbditos.

La salvación, para todos estriba en hacer que triunfe el principio de que los derechos de la persona valen para todos y cabe defenderlos de igual manera y en todas partes. Es evidente cuál tiene que ser el papel decisivo, para afirmar una línea como esta, de los países de recién nacida democracia de Europa Central y del Este.

Los que saben qué significa estar abandonado a la dictadura en nombre de la no injerencia son los que hoy tienen la posibilidad de guiar la batalla para consolidar los derechos iguales de todo el mundo.

Estos son el objeto y la propuesta de trabajo común que, para la paz y para la tutela supranacional de los derechos de todos, siento el deber de dirigir en nombre del Partido radical transnacional.

 
Argomenti correlati:
stampa questo documento invia questa pagina per mail