(Síntesis para la prensa)Es opinión difundida que los países del Tercer Mundo son demasiado pobres para financiar sus necesidades de desarrollo humano. Los presupuestos nacionales y las financiaciones extranjeras son demasiado exiguas para acoger ni tan siquiera las instancias más urgentes para el progreso humano. Este punto de vista es puesto en entredicho por el Informe para el Desarrollo Humano 1991, publicado por la Oxford University Press para el PNUD (United Nations Development Programme, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).
"Existen de sobras ejemplos de despilfarro de recursos y de oportunidades: el crecimiento de los gastos militares, la ineficacia de las empresas públicas, gran número de proyectos de fachada, el aumento de la fuga de capitales y la propagación de la corrupción", afirma William H. Draper III, Administrador del PNUD, concluyendo que "si se distribuyen las prioridades, gran número de presupuestos tienen sitio más que suficiente para más gastos para el desarrollo humano".
El PNUD es la más grande agencia multilateral para la financiación del desarrollo en el mundo, y trabaja con un presupuesto de $1.3 mil millones a través de una red de oficinas distribuidas en 112 países. Asimismo, el PNUD desempeña la tarea de coordinación general de las actividades sociales y económicas locales de las agencias de las Naciones Unidas, desde las ayudas de emergencia hasta los programas de desarrollo a largo plazo.
El presente informe es el segundo de una serie de informes preparados por un grupo de eminentes economistas guiados por Mahbub ul Haq, ex Ministro de Hacienda y Planificación de Pakistán y actualmente Consejero Especial del Sr. Draper. En su informe del pasado año, el PNUD ha introducido el índice de desarrollo humano (HDI, Human Development Index), clasificando 130 países según un número único resultado de la combinación de duración de vida media, alfabetización de los adultos y poder adquisitivo de base. El Informe de 1991 mejora esta índice y lo amplía hasta cubrir 160 países, e introduce un nuevo "índice de libertad humana" para reflejar la relación entre libertad y desarrollo. Este demuestra que en los países ricos, al igual que los pobres, ha aumentado el espacio para un mayor desarrollo humano.
En cualquier caso, se trata de un informe práctico, dedicado formas para financiar el desarrollo humano, que sigue una idea decisiva: si hay voluntad de cambiar, existe un enorme potencial para reestructurar los balances nacionales y las ayudas internacionales en favor del desarrollo humano. El Informe afirma que: "La causa real de la miseria humana a menudo es la falta de compromiso político y no de recursos financieros".
El informe detecta muchas áreas concretas para un cambio de prioridades en los balances de los países en vías de desarrollo y en las otorgaciones de ayudas extranjeras por parte de donadores. En los países en vías de desarrollo se podrían redistribuir hasta 50 mil millones de dólares de gastos de menor importancia hacia intereses humanos más urgentes. El Informe determina que muchos países del Tercer Mundo, aún gastando a través de los balances gubernamentales más del 25 de sus PNB, emplean menos de una décima parte del gasto público en objetivos humanos fundamentales como la escolarización de base, la asistencia sanitaria primaria, el aprovisionamiento de agua en las zonas rurales, la planificación demográfica, los subsidios alimentarios y la seguridad social.
El Informe es muy crítico incluso para con la actual escala de prioridades de los destinos de las ayudas. "Aunque sólo se emplease una tercera parte de las ayudas actuales en zonas de importancia humana capital" afirma, "las financiaciones en estas áreas se multiplicarían por cuatro". Actualmente sólo 1/12 del total de las ayudas se destina a los objetivos humanos más importantes. Ello demuestra que una reestructuración de las prioridades en los presupuestos de las ayudas constituye una gran prioridad para reorientar los recursos hacia el desarrollo humano.
Los autores puntualizan claramente que "la exigencia de mayor eficacia no tiene que ser confundida con la indiferencia hacia el crecimiento económico o la movilización de ulteriores recursos". Financiaciones extraordinarias son necesarias en cualquier caso, puesto que, por lo que se refiere a los años Noventa, es imposible financiar todos los objetivos humanos esenciales sin más dinero. Pero, rebate el Informe, "el mejor argumento para movilizar nuevos recursos es una correcta utilización de los ya existentes",
El Informe reconoce con franqueza que la actual distribución de los recursos por lo general satisface a los que están en el poder y a sus sostenedores. Es necesaria una estrategia política funcional para reestructurar las prioridades de gasto. Para delinear una estrategia de este tipo, el informe se remite a la experiencia práctica de varios países en vías de desarrollo: refuerzo de los grupos más débiles, encauzamiento de los créditos a los menos privilegiados, construcción de coaliciones basadas en intereses comunes, compensación de los grupos de poder y de coordinación de las presiones externas.
A parte de indicar los modos de financiación del desarrollo humano, el Informe profundiza en otras muchas áreas. Perfecciona más todavía el concepto de desarrollo humano y la forma de medirlo. Define el desarrollo humano como "el proceso de ampliación de las decisiones de las personas", el Informe elabora tres elementos esenciales de este concepto: a) desarrollo de las personas, que comprende la inversión en educación, salud, alimentación y bienestar social de la gente; b) desarrollo a través de las personas, que implica el desarrollo de una participación total; y c) desarrollo para las personas, que tiene que satisfacer las necesidades de cada uno y proporcionar oportunidades de renta y trabajo para todo el mundo.
El Informe, asimismo, perfecciona el índice de desarrollo humano (HDI) introducido el pasado año. EL HDI es un índice compuesto basado en tres variables: esperanza de vida, preparación escolástica y poder de adquisición de base para un estándar de vida decoroso. La lista del HDI está capitaneada por Japón mientras que Sierra Leona se encuentra en último lugar. Este año han sido calculados algunos HDI separados, más sensibles hacia la disparidad de sexo, distribución de la renta, progreso en el tiempo y medida de la libertad humana. El HDI demuestra que la renta no se traduce automáticamente en desarrollo humano. Muchos países ocupan un lugar en la clasificación más bajo del que les corresponde por renta per cápita, como demostración de la considerable posibilidad de una mejora de su desarrollo humano si su renta nacional se gastase más juiciosamente.
Cuando el HDI se ajusta según las disparidades de sexo, muchos países pierden la cuota en la clasificación. Japón, por ejemplo, pasa del primer puesto al diecisiete y Finlandia del doce al primero. Cuando el índice se corrige a partir de la distribución de la renta, muchos países - entre los que destaca Brasil, Nepal y Costa de Marfil se desmoronan en vertical por culpa de la pésima distribución. Los distintos perfeccionamientos del HDI hacen de él una medida más fidedigna del progreso socio-económico.
En el informe de este año, se ha introducido por vez primera un índice de la libertad humana, con la convicción de que el desarrollo humano es incompleto sin libertad. El índice se basa en 40 indicadores de libertad, todos ellos obtenidos de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas y por otros tratados y convenciones internacionales. Estos indicadores comprenden elecciones multipartídicas, libertad de prensa, normas de ley, derecho a viajar y a reunirse, igualdad de oportunidades entre sexos y razas, y otras libertades democráticas típicas de una sociedad cívica. Suecia se lleva la palma de la clasificación del índice de libertad humana mientras que Iraq se coloca en último lugar.
La puntillosa clasificación de los 80 países para las que han reunido los indicadores del índice de libertad puede suscitar polémica, aunque los autores firman claramente que la clasificación se ha realizado para mejorar la comprensión de la dimensión humana en las distintas sociedades, reconociendo que "la libertad es difícil de cuantificar o calcular". Sin embargo, nadie puede negar el vínculo lógico entre libertad y desarrollo humano. "El cálculo de los niveles de desarrollo humano en cualquier país resulta incompleto sin atender la situación de los derechos humanos", declara el Sr. Mahbub ul Haq, artífice principal del Informe, añadiendo que la comparación entre los dos índices demuestra que elevados niveles de desarrollo humano tienden a ser alcanzados en el seno de un marco con altos niveles de libertad.
El Informe afirma que un desarrollo humano significativo a lo largo de los años Noventa es aplicable si, toda problemática nacional o mundial, se centra en las personas, sugiriendo un acuerdo global para el desarrollo humano basado en cinco elementos:
(I) Cada país tiene que adoptar objetivos humanos realistas a alcanzar para el año 2000, entre los que figuran la escolarización primaria universal, la asistencia sanitaria básica, la planificación demográfica, la distribución de agua segura para todo el mundo y la eliminación de la grave malnutrición y de la miseria profunda.
(II) Los países en vías de desarrollo podrían determinar los costes de estos objetivos, introduciéndolos en sus planes de desarrollo y en los presupuestos de inversión, y formulando una estrategia factible de crecimiento para su aplicación.
(III) La mayor parte de los costes añadidos tendrían que proceder de recortes en los gastos militares. Un recorte del 3% anual en los países industrializados liberaría 25 mil millones de dólares al año. Una simple congelación del gasto militar en los países en vías de desarrollo haría ahorrar un aumento potencial de más de 10 mil millones al año.
(IV) Los donadores tendrían que revisar las prioridades de las ayudas y comprometerse a desarrollar el desarrollo humano.
(V) Tiene que crearse un marco internacional favorable, que comprenda una resolución de la crisis deudora internacional, la restauración de un movimiento adecuado de capital en términos aceptables para los países en vías de desarrollo, y un decidido movimiento hacia un régimen mundial de intercambio mucho más abierto.
El Informe acaba con un mensaje final de esperanza. "Si somos capaces de movilizar para la acción a la base política, a nivel nacional y mundial, el futuro del desarrollo humano está asegurado".
UNA PEQUEÑA AYUDA EXTERIOR PARA LOS PROBLEMAS HUMANOS MAS URGENTES
El punto importante no es sólo la cantidad de ayudas internacionales a un país, sino su destino. Gran parte de las ayudas, según el Informe sobre el Desarrollo Humano de 1991 del UNDP, no va a parar a donde debiera.
"Aunque sólo una tercera parte de las ayudas actuales se utilizase en áreas de capital importancia humana" afirma el Informe, "las financiaciones en estas áreas se multiplicarían por cuatro". En el estado actual, sólo 1/12 del total de la asistencia oficial para el desarrollo (Official Development Assistance - ODA) se invierte en objetivos humanos fundamentales. Según el informe, ello demuestra que "los donantes son capaces de movilizar mayores recursos par el desarrollo humano reestructurando el orden de prioridades de las ayudas".
Los países donadores destinan a la asistencia exterior una media de sólo 3/10 partes del 1% de su PNB, menos de la mitad del 0,7% concordado por la comunidad internacional. De esta cifra, menos de un cuarto se destina a los gastos sociales y cerca de un tercio a los problemas humanos más importantes, en los sectores de la escolarización primaria, de la asistencia sanitaria de base, del aprovisionamiento de agua en las zonas rurales, de la planificación demográfica y de otras necesidades sociales urgentes. El resultado es la "exigua cifra de 3/100 del 1% del PNB (para ser más claros, el 0,026%) que se invierte por lo general en ayudas a problemas humanos fundamentales.
Este "cociente de gasto de ayuda a las personas", la parte del PNB empleada en ayudas internacionales para objetivos cruciales de desarrollo humano, varía enormemente de un país donante a otro. Los países nórdicos, por ejemplo, dedican al desarrollo humano un porcentaje de su PNB ocho veces mayor al de Estados Unidos.
La forma en que se gasta el dinero de las ayudas puede comportar enormes diferencias en el Tercer Mundo. Para muchos países, especialmente en Africa, las ayudas constituyen una proporción tan elevada de sus presupuestos de desarrollo que las prioridades de las ayudas se convierten inevitablemente en prioridades de desarrollo. En Burundi, en Chad y en Uganda, las ayudas proporcionan cerca de la mitad del gasto total en salud y educación; en Somalia y Etiopía proporcionan más de una tercera parte.
Si los fondos de las ayudas no se invierten directamente en el desarrollo humano, es difícil que lleguen por sí solos. Los ministerios de Hacienda de los países que reciben ayudas son "en el mejor de los casos, reacios a emprender gastos sociales, ya que ofrecen escasa satisfacción económica inmediata mientras que por el contrario suponen gastos a largo plazo", según afirma el mismísimo Sr. Mahbub Ul Haq, que ha sido ministro de hacienda de Pakistán antes de convertirse en el artífice del Informe. Es difícil que estos ministros sean alentados en este sentido si los donantes no tienen ganas de financiar gastos sociales constantes y prefieren financiar "esquemas de capital intensivo que, mira qué coincidencia, necesitan maquinaria y asistencia técnica procedentes de los países donadores", añade el Sr. Haq.
Según el Informe, entre todas las categorías de ayudas para el desarrollo, la asistencia técnica es la que necesita ser reformada más urgentemente. En ella se hallan implicadas enormes cantidades de dinero, sobre todo en la zona de mundo más necesitada, Africa. Africa recibe cada año 6 mil millones de dólares en asistencia técnica. Este tipo de ayuda tendría que servir para mejorar la capacidad de un país de ayudarse a sí mismo a través de las inversiones en su pueblo y en sus instituciones públicas y privadas. En realidad, a menudo se gasta demasiado en los expertos extranjeros y demasiado poco en la construcción de instituciones locales y asesores nacionales. A despecho de todo el dinero que ha sido gastado, Africa tiene todavía algunos de los niveles de desarrollo humano más bajos del mundo.
El Informe presenta distintas propuestas concretas para conectar las ayudas para el desarrollo humano:
Los donantes tendrían que basar sus financiaciones no sólo en la renta, población y pobreza, sino también en el progreso en el desarrollo humano, calculado según el Indice de Desarrollo Humano. Si un país destinatario de las ayudas escoge gastar más para el ejército que para la escolarización y la salud de su pueblo, los fondos tendrían que ser cortados.
Donadores y destinatarios tendrían que acordar un porcentaje respetable del PNB (por lo menos del 5 al 7%) a destinar a los sectores sociales.
Cada donante tendría que destinar por lo menos el 20% de las ayudas a los sectores sociales, y, en el seno de estos, por lo menos el 40% a áreas humanas fundamentales.
Los donantes tendrían que estar dispuestos a brindar asistencia no proyectual para la adaptación de las personas de manera que se ayudase a los países a emprender reformas estructurales de base en sectores como la propiedad de tierra, la distribución de la renta, un acceso ecuánime al sistema de créditos, y los modelos de participación de desarrollo.
Pero el informe advierte asimismo de que "las sociedades ricas son las que tienen que hacer más por los pobres del mundo si están haciendo lo suficiente por sus mismísimos pobres". El Informe recomienda la institución de comités para el desarrollo humano en todos los países, con exponentes parlamentarios como núcleo central e importantes líderes de opinión como miembros. "Estos comités tendrían que encargarse de la causa de desarrollo humano en sus sociedades y en todo el mundo, y ayudar a cambiar las políticas de las relaciones internacionales, inclusive el comercio y las ayudas".
ESTRATEGIAS DE DESARROLLO HUMANO DISTINTAS PARA DISTINTAS REGIONES
Ahmed, nacido el pasado lunes en Sierra Leona puede confiar en vivir hasta 42 años. Al igual que muchos niños africanos, tiene menos del 50% de posibilidades de ir al colegio. María, nacida en ese mismo momento en Costa Rica, muy probablemente, vivirá hasta los 75 años y tendrá el 90% de posibilidades de ir al colegio.
Los destinos de Ahmed y María no son más que el ejemplo de las enormes diferencias existentes entre las distintas partes del mundo que se muestran en el Informe sobre el Desarrollo Humano 1991, publicado por la Oxford University Press para el PNUD (United Nations Development Programme, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).
El Informe aplaude los notables pasos hacia adelante que se han dado en las últimas tres décadas en el desarrollo humano, pero indica las necesidades urgentes que siguen en pie. Estas necesidades varían de región a región, según el nivel de progreso alcanzado y de la gravedad de los problemas a superar.
El Africa sub-sahariana tiene la tarea más difícil. En Africa sigue habiendo 108 muertos por cada mil nacidos vivos, en comparación con los 61 del Sureste Asiático y de los 52 de América Latina. Más de la mitad de los cerca de 450 millones de habitantes de Africa no tienen acceso a servicios sanitarios públicos y cerca de dos tercios adolecen de reservas de agua potable segura. Entre 1979 y 1989 el número de parados africanos se multiplicó por cuatro hasta alcanzar los 100 millones. Africa se ha visto afectada por una durísima fuga de cerebros que mengua las mismísimas bases del desarrollo futuro: en Ghana, por poner un ejército, por cada médico que ejerce en su patria hay cuatro en el extranjero.
Los problemas de Africa son una mezcla de escaso rendimiento económico, violencia política, guerras, conflictos civiles y rápido crecimiento demográfico.
Sin embargo, Africa cuenta con la potencialidad para crear un futuro mucho más próspero. Ello requerirá inversiones masivas en el desarrollo humano, inclusive educación primaria, asistencia sanitaria de base, alimentación, agua, higiene y viviendas. Pero ello no será posible sin una reconstrucción fundamental de las políticas económicas.
En el otro extremo del espectro del Tercer Mundo se encuentran los países latino-americanos y caribeños, que han alcanzada considerables niveles de desarrollo humano. Las Islas Barbados, Costa Rica y Cuba tienen una vida media más alta que algunos países industrializados.
Sin embargo, también en estos casos, observa el Informe, el desarrollo humano ha disminuido debido a la crisis deudora, a los altos índices de interés, a las barreras comerciales con el exterior y a los bajos cursos comerciales que han caracterizado buena parte de los años Ochenta. La producción per cápita se ha desmoronado, junto a los estándares de vida, y en muchos países los índices de malnutrición y de mortalidad infantil están aumentando.
América Latina tiene que aumentar todavía los estándares de los servicios de asistencia sanitaria y extenderlos a la mayoría de la población. Si Africa tiene que aplicarse en lo que a la cuestión de la educación primaria se refiere, América Latina tiene que concentrarse en l secundaria y universitaria (en particular en la preparación de científicos y técnicos) de manera que refuerce su propia competitividad en la economía mundial.
Entre Africa y América Latina se encuentra Asia. En esta parte del mundo, el progreso ha sido irregular. Por una parte, los países del Este y del Sureste asiático pueden compararse muy favorablemente con los industrializados con respecto al desarrollo humano, gracias a los rápidos progresos realizados por lo que se refiere a la sanidad, la escolarización y el crecimiento económico. Por poner un ejemplo, Hong Kong tiene la misma esperanza de vida (77 años) que Canadá, que es el país que ocupa el segundo lugar en la clasificación del índice general de desarrollo humano.
Por otra parte, sin embargo, el sur de Asia es una de las regiones más pobres del mundo. Su índice de alfabetización (42%) es el más bajo de todas las regiones y casi todos los países de la zona recaen dentro de la categoría de desarrollo humano "bajo". La desigualdad (entre ricos y pobres, mujeres y hombres, zonas y grupos étnicos distintos) va en aumento. En el sur de Asia el progreso económico, vital para el desarrollo humano, ha ido disminuyendo, en parte debido a un aumento demográfico evaluado en un 2.3% entre 1960 y 1990. El PNB per cápita, asimismo, es bajo, sobre todo en Bangladesh ($170) y en Nepal ($180).
Se desprende que en el sur de Asia, al igual que en Africa es necesario concentrarse a fondo en la escolarización y en la asistencia sanitaria primarias, mientras que la situación de Asia del este requiere una mayor concentración en la educación secundaria y la preparación tecnológica. Asia oriental, asimismo, tiene que corregir algunos problemas fundamentales de disparidad entre hombres y mujeres, sobre todo por lo que se refiere al acceso a la educación escolar. Su índice de alfabetización femenina sigue siendo un 75% de la alfabetización masculina, porcentaje que no ha cambiado desde hace 20 años.
Los Estados Arabes muestran un contraste chocante entre los niveles de PNB per cápita y los niveles de desarrollo humano. En los últimos treinta años, los países árabes han experimentado uno de los incrementos de renta per cápita más altos del mundo, en gran parte gracias a la exportación de crudo. El progreso en el desarrollo humano ha sido considerable: entre 1960 y 1988 la duración media de la vida ha aumentado de 47 a 62 años y el índice de alfabetización ha pasado, entre 1970 y 1985 del 34 al 53%. El acceso a los servicios sanitarios es el más alto del Tercer Mundo y el de reservas de agua segura viene después de América Latina.
A pesar de estos considerables progresos, en muchos Estados árabes sigue existiendo una amplia discrepancia entre renta y nivel de desarrollo humano, con amplios márgenes para una mejora. La renta per cápita de Arabia Saudì es 15 veces superior a la de Sri Lanka, pero su índice de alfabetización es del 58%, ante el 87% de Sri Lanka. En el mundo árabe cerca de 40 millones de personas siguen viviendo por debajo del umbral de pobreza, y 60 millones de adultos son analfabetos. En los Estados árabes las potencialidades de la mujer siguen siendo ampliamente ignoradas: el índice de alfabetización de las mujeres es de cerca de la mitad del índice de alfabetización de los hombres y sólo el 15% de la fuerza de trabajo oficial es femenina.
El desafío fundamental para los países árabes estriba en dedicar mayor parte de sus riquezas a inversiones en la población sobre todo en escolarización y ciencia y tecnología, y en prestar más atención a la creación de mayores oportunidades económicas y sociales para la mujer.
Un vistazo global a la situación del desarrollo humano en las distintas regiones del Tercer Mundo, por superficial que sea, demuestra que los problemas cruciales varían mucho de región a región. El Sr. Mahbub ul Haq, autor principal del Informe y consejero especial el administrador del PNUD, afirma: "Buscar una estrategia de desarrollo humano uniforme para todas las zonas es tan inapropiado como tocar en todas las partes de la orquesta con el mismo instrumento. Es necesaria una gran habilidad para recortar las distintas estrategias para las distintas circunstancias de cada una de las regiones y de los países".
INDIGENCIA EN LAS SOCIEDADES RICAS
Una renta elevada no constituye garantía contra la miseria humana, según afirma el Informa sobre el Desarrollo Humano 1991. Naturalmente, muchas sociedades ricas no tienen que afrontar los mismos problemas que los países pobres en vías de desarrollo. La duración media de la vida ronda en torno a una media de 70 años, casi todos tienen a disposición agua limpia y asistencia sanitaria de base y nadie se muere de hambre.
Y sin embargo, a pesar de la disponibilidad de servicios sociales fundamentales, en las sociedades ricas hay una considerable indigencia aunque ésta asuma formas distintas. El tejido social, en particular, sigue debilitándose. Por cada 100.000 habitantes, en Canadá hay 308 delitos relacionados con la droga; en Estados Unidos 114 violaciones denunciadas oficialmente; en Hungría 46 suicidios, y en la Unión Soviética 6 homicidios. La estructura familiar está cambiando rápidamente, a menudo con consecuencias de alineación y malestar individual. Finlandia, por ejemplo, tiene el porcentaje más alto de familias con un solo progenitor (10%); Suecia, el índice más alto de nacimientos ilegítimos (42%); y Estados Unidos el más alto índice de divorcios (8%) de los países industrializados.
Paradójicamente, algunos de los problemas humanos de estas sociedades son una consecuencia directa de su riqueza económica. Un habitante del Norte consume una media del triple de recursos energéticos que un habitante del Sur. El Norte, por lo tanto, produce cerca de la mitad de los 6 mil millones de gas del efecto invernadero emitidos cada año, aunque tenga sólo una quinta parte de la población mundial. La calidad de vida de muchos países industrializados está progresivamente amenazada por sus mismísimos modelos de consumo. La buena noticia es que casi cada familia del Norte posee un coche; la mala noticia es que de cada 100.000 personas 433 resultan gravemente heridas cada año en accidentes de carretera. La misma riqueza conduce a un gasto anual de más de 100 mil millones de dólares en narcóticos, provocando graves traumas sociales e individuales.
Asimismo, la riqueza de las sociedades industrializadas coexiste con una miseria relevante. En los países occidentales industrializados sigue habiendo 100 millones de personas aproximadamente que viven por debajo del umbral oficial de pobreza, y este número aumenta hasta 200 millones si se incluyen la Unión Soviética y el Este europeo. En los Estados Unidos el 13% de la población cuenta con una renta anual inferior al umbral oficial de pobreza. De estos pobres, el 40% tienen menos de 18 años y el 31% son negros.
Estos niveles de pobreza en plena riqueza llevan consigo un pesado coste humano. En 1989, en Inglaterra 400.000 personas estaban registradas oficialmente como sin casa, casi la mitad de ellas, niños. En Estados Unidos, los hombres negros pobres del barrio de Harlem, en Nueva York, viven una media de 46 años, menos que la media de esperanza de vida de Bangladesh. A parte de estos problemas, el Informe destaca asimismo el azote de las enfermedades mentales en las sociedades ricas: "desde 1820 no se registraba en Estados Unidos un índice tan alto de personas que sufren enfermedades mentales, viven abandonadas en refugios públicos, en las calles o en la cárcel".
Las sociedades industrializadas poseen ya los recursos suficientes para afrontar estos problemas. El Informe brinda un cálculo aproximado de un dividendo potencial de paz de 2 trillones de dólares que se obtendría si, a lo largo de los años Noventa, los países industrializados pusiesen realmente en práctica los cortes a los gastos militares anunciados. El Informe sugiere que los países industrializados inviertan una cuota relevante de este dividendo de paz para su pobreza así como para la del resto del mundo. El doctor Mahbub ul Haq, principal redactor del Informe y consejero especial del administrador, advierte: "Si los políticos de las naciones ricas no ponen al orden del día de sus programas los problemas humanos de sus casas, será difícil convencerles para mostrar compasión por los pobres de países lejanos. El compromiso en pro del desarrollo humano tiene que empezar en patria".
LOS RECURSOS PARA EL DESARROLLO HUMANO SE PUEDEN ENCONTRAR
Según el Informe para el Desarrollo Humano 1991, una simple modificación de los modelos gubernamentales de gasto permitiría hallar en los países en vías de desarrollo hasta 50 mil millones de dólares al año a utilizar para urgentes problemas humanos. El Informe afirma que buena parte de esta suma podría llegar de la congelación del gasto militar, que actualmente absorbe el 5.5% del PNB del Tercer Mundo. En Angola, Chad, Pakistán, Perú, Siria, Uganda y Zaire, por ejemplo, el presupuesto militar es como mínimo el doble del presupuesto para la salud y la educación.
"Hay demasiados ejemplos de recursos y oportunidades desperdiciadas: el crecimiento de los gastos militares, la ineficacia de las empresas públicas, numerosos proyectos de fachada, el aumento de la fuga de capitales y la propagación de la corrupción" afirma William H Draper III, el administrador del PNUD, añadiendo que "muchos presupuestos tienen suficiente espacio para otros gastos para el desarrollo humano si se reorganiza el orden de prioridades".
Los fondos para el desarrollo humano pueden hallarse en sectores específicos:
- bloqueando la fuga de capitales (entre 1962 y 1986 la fuga de capitales de Filipinas equivalía a un 80% de deudas insolutas)
- combatiendo la corrupción (en Pakistán la ganancia privada ilegítima procedente de un cargo público es calculado oficiosamente como un 4% del Producto Nacional Bruto)
- formando de nuevo las empresas públicas (las pérdidas de las empresas públicas de Camerún, por ejemplo, superan la entrada total gubernamental del petróleo)
- reestructurando los pagos de las deudas (el pago de las deudas acapara una gran parte de los presupuestos gubernamentales. Jordania utiliza el 39% de su presupuesto para pagar deudas contraídas con el extranjero y el 18% para servicios sociales. Actualmente la deuda nacional supera a la exterior en muchos países entre los que destacan India, Pakistán, Malasia, Singapur y Filipinas.
El Informe está publicado por la Oxford University Press y ha sido preparado por un grupo de eminentes economistas capitaneados por Mahbub ul Haq, ex Ministro de Hacienda y Planificación de Pakistán y actualmente Consejero Especial del Administrador del PNUD.
Ello indica cuatro cocientes a utilizar como "las principales guías para una política del gasto público". Son: el cociente del gasto público, que es el porcentaje de renta nacional del gasto público; el cociente de financiación social, es decir el porcentaje de gasto público destinado a los servicios sociales; el cociente de prioridades sociales, el porcentaje de gastos sociales destinados a problemas humanos fundamentales; y el cociente de gasto humano, el porcentaje de renta nacional invertida en problemas humanos fundamentales, obtenida con la multiplicación de los primeros tres factores.
Estos factores pueden explicar mucho sobre las prioridades de un país. Argentina, por ejemplo, gasta en presupuestos gubernamentales el 41% de su PNB, pero su cociente de gasto humano es sólo del 2.3%. Es evidente que en Argentina se puede reducir el gasto público general, liberar más recursos para inversiones privadas y crecimiento económico y aumentar en cualquier caso de forma sustancial las financiaciones para los problemas humanos más importantes.
El Informe indica varias conclusiones importantes:
- si un país desea actuar correctamente en pro del desarrollo humano, su cociente de gasto humano tendría que ser por lo menos el 5%
- una decisión eficaz para obtener este resultado es mantener moderado el cociente de gasto público (alrededor del 25%), destinar gran parte a los sectores sociales (más del 40%) y concentrarse en las áreas sociales más importantes (dando más del 50%).
- El gasto público no necesita extenderse si el crecimiento del PNB es alto o más bien equilibrado (o si es sector privado y las organizaciones no gubernamentales son particularmente activas en el gasto social.
- el caso peor es el de un gasto público alto con bajas prioridades sociales. Si una cuota del 25 al 35% de la renta nacional se encauza a través del presupuesto gubernamental y sin embargo menos del 2% del PNB se utiliza para los problemas humanos más importantes (tal y como sucede en Brasil, Thailandia y Sierra Leona), nos hallamos ante un panorama crudo. El sector público es colosal y sin embargo la mayoría de la población no saca provecho de él.
- muchos países pueden utilizar de forma más eficaz los recursos ya existentes: adoptando enfoques al desarrollo más descentralizados y de participación, siguiendo economías prudentes y reduciendo los costes unitarios, tasando a muchos usuarios por los beneficios que reciben y alentando la iniciativa privada tanto en la financiación como en el suministro de servicios sociales.
Según el Sr. Haq, "el informe demuestra de forma conclusiva que en la mayoría de los balances nacionales no hay pobreza de recursos si existe la voluntad política de reordenar las prioridades existentes." El Informe reconoce con franqueza que la actual distribución de los recursos a menudo está apoyada por grupos sociales poderosos, como los militares, terratenientes, élites urbanas y burocracias corruptas. Para superar intereses tan consolidados es necesaria una estrategia política muy enérgica.
El Informe subraya asimismo que "la petición de mayor eficacia no tiene que confundirse con la indiferencia hacia el crecimiento económico o la movilización de mayores recursos", y concluye diciendo que "el mejor argumento para movilizar nuevos recursos es una correcta utilización de los ya existentes".
SUECIA OCUPA EL PRIMER PUESTO EN EL INDICE DE LIBERTAD HUMANA E IRAQ EL ULTIMO
Dado que los ciudadanos de Suecia y de Dinamarca gozan de 38 de las 40 libertades enumeradas en el índice de libertades humanas, estos dos países son considerados los más libres. Dado que los ciudadanos de Iraq no gozan de ninguna de estas libertades, este país es el último de la lista. Una clasificación de 88 países a partir de indicadores de democracia puede suscitar polémicas, pero se considera totalmente esencial para el Informe sobre el Desarrollo Humano 1991, publicado por el United Nations Development Programme.
"Aunque resulta difícil cuantificar o medir la libertad, afirma William H. Draper II, Administrador del PNUD, en su introducción al Informe, "ninguna medida del desarrollo humano puede considerarse completa sin este dato". La libertad promueve el objetivo principal del desarrollo humano, dice Draper, que es el de "desarrollar y utilizar todas las capacidades del hombre".
Para efectuar una medición de la libertad humana, los autores del Informe se han hallado ante una tarea no indiferente. Han evitado por todos los medios caer en la tentación de utilizar medidas simplistas y unidimensionales o juicios de impresiones, escogiendo por el contrario como punto de partida 40 indicadores de libertad, recopilados en la Guía Mundial de los Derechos del Hombre (1985) de Charles Humana. Estos indicadores incluyen elecciones multipartídicas, libertad de prensa, normas de ley, derecho a viajar y reunirse, igualdad de oportunidades sin distinción de sexo ni de raza y otras libertades democráticas típicas de una sociedad civil.
La principal virtud de estos indicadores en que han sido obtenidos todos ellos de una codificación detallada dictaminada previamente por la comunidad internacional bajo la forma de la Declaración Internacional de los Derechos del Hombre de las Naciones Unidas, por las Convenciones Internacionales sobre los Derechos Civiles y Políticos y sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, así como por varios tratados internacionales.
El índice de libertad humana se construye gracias a un análisis detallado de qué libertades observa un país y de cuáles viola. La clasificación de los países ha tenido lugar otorgando un "punto" para cada libertad tutelada y un "cero" por cada violación (Véase la tabla HFI). Los autores consideran que cualquier intento de sopesar las distintas libertades o de graduar la extensión de cada violación hubiese introducido un elemento innecesario de juicio subjetivo.
Entre los 29 países industrializados del índice, 17 se hallan en posiciones superiores en la clasificación, 5 en posiciones medias, y 7 (en el bloque socialista) más bien en posiciones bajas. Entre los países en vías de desarrollo, Costa Rica es la que resulta gozar de un nivel de libertad superior; los 58 países restantes del Tercer Mundo incluidos en el índice se reparten de forma casi igual entre posiciones medias y bajas, con Rumania, Libia e Iraq en los últimos puestos de la tabla.
El índice de libertad humana se basa en datos de 1985. A partir de entonces 18 países se han trasladado hacia niveles mayores de libertad y democracia celebrando elecciones multipartídicas. El Informe comenta que "en su conjunto, el mundo es ahora mucho más libre que hace cinco años". Catorce de los países que garantizan mayores libertades - Bulgaria, Checoslovaquia, República Democrática Alemana, Hungría, Polonia, Rumania, Unión Soviética, Argelia, Bangladesh, Chile, Haití, Pakistán, Paraguay y Filipinas - en 1985 figuraban en las posiciones más bajas, con 10 o menos libertades garantizadas. En un índice actualizado resultarían en posiciones superiores. El informe subraya la necesidad de esta actualización e indica que son necesarios muchos futuros perfeccionamientos del índice de las libertades.
El Informe aclara que la elevada correlación entre desarrollo humano y libertad humana se debe al hecho de que "la libertad desvincula las capacidades creativas de las personas de generar oportunidades económicas para sí mismas y para sus sociedades". Ninguno de los países que ocupan los puestos más altos de la clasificación de libertad humana tiene un bajo nivel de desarrollo humano. Por otra parte, en cambio, de 31 países en vías de desarrollo clasificados bajos en el índice de libertad humana, 17 tienen un bajo nivel de desarrollo humano, 11 medio y sólo 3 un desarrollo humano alto, Chile, Kuwait y Malasia. En estos tres países, que han gozado de circunstancias excepcionales, un electorado más culto está ya solicitando y preparando muchos cambios democráticos.
A pesar del obvio vínculo existente entre libertad y desarrollo humano, los autores han decidido no unir ambos índices en uno único. Por una parte, de hecho, la libertad es un hecho que puede modificarse en las elecciones siguientes o con un golpe de estado, mientras que el índice del desarrollo humano se basa en indicadores relativamente estables - esperanza de vida, escolarización y poder adquisitivo de base. Por otra parte, no hay datos actualizados relativos a las libertades para los 160 países que toma en estudio el HDI: actualmente los únicos datos disponibles se remontan a 1985 y atañen a sólo 88 países.
En cualquier caso, según cuanto afirma el doctor Mahbub ul Haq, principal artífice del Indice y consejero especial del administrador del PNUD, "la evaluación de los niveles de desarrollo humano en un país es incompleta sin tener en cuenta la situación de los derechos humanos. En donde preferiría usted vivir, en Costa Rica o en Bulgaria, considerando que tienen niveles de desarrollo humano casi idénticos?".
El informe se muestra optimista y confía en los cambios democráticos que están teniendo lugar en distintas partes del mundo, y prevé que dichos cambios serán el mejor camino para obtener datos sobre los derechos humanos. "La democracia favorece la transparencia, fomenta la claridad y la norma de la ley, permite que las violaciones sean denunciadas y mejora la recopilación de datos", afirma el Informe. Un índice de libertad humana objetivo y fidedigno puede convertirse de por sí un instrumento fundamental para la libertad y por lo tanto para el desarrollo humano.
EL INDICE DE DESARROLLO HUMANO CLASIFICA A LAS NACIONES DE FORMA DISTINTA DEL PNB
Existe un vínculo automático entre el nivel de renta de una nación y su nivel de desarrollo humano? Las naciones más ricas tienen invariablemente niveles más altos de escolarización y asistencia sanitaria? No necesariamente, concluye el Informe sobre el Desarrollo Humano 1991, publicado por el PNUD (United Nations Development Programme, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). Todo depende de si una sociedad emplea correctamente su renta.
"El mundo ofrece demasiados ejemplos desagradables de una amplia discrasia entre renta y desarrollo humano", afirma el Informe confrontándose con distintos países. En Arabia Saudí, por ejemplo, la alfabetización de los adultos es inferior a la de Sri Lanka a pesar de que la renta por cápita sea 15 veces más alta. Brasil tiene una renta per cápita doble a la de Jamaica, pero un índice de mortalidad infantil que es el cuádruplo. Estados Unidos son más ricos que Canadá, y sin embargo la duración media de la vida y la escolarización son inferiores.
El Informe de pasado año introdujo un nuevo Indice de Desarrollo Humano (HDI), como medición estadística del progreso socio-económico más realista que el simple Producto Nacional Bruto (PNB) per cápita. El HDI calcula tres indicadores base de bienestar: la duración media de la vida, la alfabetización de los adultos y el poder adquisitivo de base para un estándar de vida decoroso. La clasificación de las naciones según el HDI a menudo difiere de la clasificación según el PNB, demostrando una vez más que la renta es sólo una de las opciones del hombre, y no la suma total de la existencia humana. Por poner un ejemplo, hay 26 países cuyo HDI es inferior a 20 o más posiciones al de la renta per cápita, lo cual demuestra que estos países poseen considerable capacidad para mejorar sus niveles de desarrollo humano utilizando más juiciosamente su renta nacional.
El Informe sobre el Desarrollo Humano de este año añade varios perfeccionamientos al concepto inicial de HDI:
- Indicadores mejores: el nivel de educación se calcula de forma más amplia, utilizando los años de asistencia escolar además de la alfabetización de los adultos. A parte de la renta inferior al umbral de pobreza, se mide ahora según una escala progresiva descendente en vez de hacerlo con el cero fijo. La clasificación del HDI ha sido modificada entre los países industrializados, de manera que Japón se halla en primer puesto y Rumania en el último; entre aquellos en vías de desarrollo Barbados va a la cabeza mientras que Sierra Leona al final.
- Desigualdades sexuales: para 30 países que disponían de información suficiente se han preparado HDI separados por sexos. Estos demuestran que las desigualdades sexuales son grandes en muchos países en vías de desarrollo. En Kenya, el HDI femenino es sólo la mitad del masculino. En los países industrializados, las disparidades sexuales se reducen (especialmente en la educación primaria), pero siguen siendo muy fuertes con respecto a la educación superior, a la participación en la fuerza de trabajo y los niveles salariales. En Japón, el porcentaje de renta nacional ganada por las mujeres es un 26% de la de los hombres. El HDI correcto según las disparidades entre sexos hace que el Japón precipite del primer puesto a diecisiete, mientras que Finlandia pasa del doce al primero.
- Distribución de la renta: para los países con grandes abismos entre ricos y pobres, las medias nacionales despistan. Se han preparado cálculos de HDI sensibles a la distribución de la renta para 53 países: indican que el valor de los resultados de desarrollo humano alcanzados disminuye enormemente si se dividen de forma no ecuánime. Los HDI de muchos países, entre los cuales Nepal, Brasil y Costa de Marfil, precipita un 10% cuando se corrige según la distribución de la renta.
- Progreso humano: un intento de calcular los cambios en el tiempo del desarrollo humano (de 1970 hasta 1985) demuestra que muchos de los países menos evolucionados de Africa han hecho grandes progresos en el periodo sometido a estudio, a pesar de que el aumento del PNB per cápita haya sido bajo o negativo.
- Libertad humana: se ha presentado un índice de libertad humana basado en 40 indicadores de libertad para 88 países. Aunque son necesarias otras muchas investigaciones, se puede sacar una primera conclusión: la tendencia es de tener altos niveles de desarrollo humano en el ámbito de una situación de altos niveles de libertad.
El Indice de Desarrollo Humano como medida útil del progreso socio-económico está ya obteniendo amplios reconocimientos. En cualquier caso, el Sr. Mahbub ul Haq, artífice principal del Informe, advierte que "serán necesarios todavía muchos perfeccionamientos antes de que el HDI pueda ser utilizado con plena confianza para interpretar la realidad y tomar decisiones políticas cruciales.