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Bonino Emma - 20 maggio 1991
Se puede frenar la carrera armamentista
Emma Bonino

SUMARIO: El 14 de mayo, la Cámara de Diputados aprueba una resolución, promovida por el Partido Radical, que tiene por objeto la creación de un régimen internacional que impida la proliferación de los más importantes sistemas armamentistas convencionales, siguiendo el ejemplo del Tratado de No proliferación nuclear: los países productores podrían ofrecer garantías de transferencias de tecnología civil y ayudas económicas a aquellos países que renuncien a proveerse de armamentos convencionales sofisticados y tecnología relativa, que reduzcan sus gastos militares y conformen su política nacional a los principios de la democracia y del respeto de los derechos humanos. Al lobby de las armas y de la guerra cabe oponer un gran lobby internacional de la democracia y del desarme: este es el desafío del Partido Radical.

(Il Messaggero, 20 de mayo de 1991)

Hace pocos días, la Cámara ha aprobado una resolución promovida por el Partido Radical que podría brindar una contribución de gran relevancia para la construcción de nuevas y sólidas garantías para la seguridad mundial. El documento - que ha obtenido 350 votos a favor, 9 en contra y 3 abstenciones - compromete al gobierno a actuar en todas las instancias internacionales posibles para crear un régimen internacional que impida la proliferación de los más importantes sistemas de armas convencionales. En resumidas cuentas, lo que se pretende es aprender de la tremenda lección de la Guerra del Golfo y evitar para el futuro que nos veamos obligados a combatir dictadores cuya fuerza y arrogancia se debe precisamente a las armas que les hemos vendido.

De hecho, contrariamente a las armas de exterminio masivo (nucleares, químicas y bacteriológicas), las que se han dado en llamar convencionales son comercializadas libremente, pues son las leyes nacionales las que regulan los intercambios. Entre los países productores de armas figuran normas y prácticas de exportación tanto restrictivas como permisivas - cuando no declaradamente promocionales. Está claro que el mercado acaba por asentarse sobre un mínimo denominador común: las reglas del juego son impuestas por el exportador sin perjuicio alguno, cuya competencia mete los escrúpulos en el armario y sucumben ante la conocida lógica del "si no exporto yo las armas lo hace mi vecino".

Para modificar esta praxis, la resolución propone seguir el ejemplo del Tratado de No Proliferación nuclear. Se basa en un intercambio explícito: los países que renuncian a proveerse de armas nucleares reciben por el contrario asistencia y transferencia de tecnología si desean recorre el camino del uso pacífico de la energía atómica.

Este modelo podría aplicarse a las transferencias de los más importantes sistemas armamentistas convencionales y la tecnología necesaria para su fabricación. Los países productores podrían ofrecer garantías de transferencias de tecnología civil y ayudas económicas a aquellos países que: a) renuncien a proveerse de armamentos convencionales sofisticados y su relativa tecnología; b) reduzcan sus gastos militares; c) conformen su política nacional a los principios de la democracia y del respeto de los derechos humanos.

Nos hacemos el cargo, lógicamente, de que en este caso la tarea sería mucho más compleja. La cuestión nuclear está relativamente circunscrita, mientras que el intercambio que proponemos reviste una multiplicidad de tecnologías, y de su estrecha relación entre aplicaciones militares y civiles. La tarea de una resolución parlamentaria, sin embargo, no es preparar un tratado bien hecho, listo para ser firmado, sino el de indicar un camino a recorrer - en primer lugar, en este caso, por el gobierno italiano. El objetivo de fondo consiste en comprimir la cuota militar de transferencias Norte-Sur hasta eliminarla.

A lo largo del debate, el Gobierno ha apoyado la resolución. Sabemos que el presidente del Consejo, Giulio Andreotti (1), ha puesto en marcha los primeros sondeos en las Naciones Unidas y la Comunidad europea para que aplicarla. Pero, precisamente porque a menudo hemos tenido manera de apreciar las buenas intenciones del Presidente Andreotti - contra el exterminio causado por el hambre y en pro de la aceleración del proceso de constitución de la Unión europea - debemos recordar que a menudo no han producido buenas acciones, deteniéndose como se han detenido ante los obstáculos que eran de prever. El riesgo estriba, en resumidas cuentas, que el gobierno se limite a seguir los caminos que le convienen: la diplomacia y la delegación de la cuestión a los llamados expertos. Al igual que en el pasado semejante política no podrá parir nada bueno.

Nuestra invitación al gobierno, al presidente Andreotti, y al ministro De Michelis (2), es por lo tanto la siguiente: utilice este voto, el consenso unánime de esta cámara, del Parlamento europeo, de las grandes organizaciones políticas, sociales y religiosas, de la gran mayoría de los ciudadanos del mundo para salir de los angostos caminos de la diplomacia y para revestir el problema, directamente y sin más demora, a la opinión pública y la clase política internacional mientras la memoria de la guerra del Golfo siga viva. Que no pierda la ocasión, antes de que el lobby de los mercaderes de muerte pueda levantar cabeza de nuevo. Es la única manera de que los caminos de la diplomacia puedan producir algo aceptable.

Pero, lamentablemente, sabemos que esta nuestra invitación corre el riesgo de caer en el vacío de no reforzarse ese movimiento transnacional, el Partido radical, que ha demostrado saber movilizar a la opinión pública y a la mismísima clase política internacional en apoyo de grandes batallas por la vida y el derecho, si al lobby de las armas y de la guerra no se opone un gran lobby internacional de la democracia y del desarme. Este es el desafío del Partido radical que coincide, al igual que con sus otras batallas de civismo, con el desafío decisivo de nuestra sociedad: lograr derrotar la barbarie de la guerra y el exterminio causado por el hambre, y detener el desastre ecológico y la violencia de las ciudades sin abdicar de la democracia política sino todo lo contrario completándola y renovándola.

N.d.T.

(1) ANDREOTTI GIULIO . (Roma, 1919) Exponente de la Democracia Cristiana. Secretario de A. De Gasperi, empezó muy temprano como Subsecretario de la Presidencia del Consejo, una ininterrumpida carrera ministerial: ministro del interior (1954), de hacienda (1955-58), del tesoro (1958-59), de defensa (1959-66) y 1974), de la industria ((1966-68), del presupuesto del Estado (1974-76). Presidente del consejo italiano del 1972 al 1973, del 1976 al 1979, y en 1990.

(2) DE MICHELIS GIANNI . (Venecia 1940). Político italiano. Socialista, en un principio de la corriente de izquierda, posteriormente en el gobierno incluso como Ministro de Asuntos Exteriores. Goza de gran influencia en Venecia, su ciudad natal, que ha esponsorizado como sede de una gran "Expo" internacional. Promotor de la concepción de bienes culturales como "mina" valorizable intensamente a nivel económico.

 
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