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Il Partito Nuovo - 1 giugno 1991
«Unámonos inmediatamente!

SUMARIO: Es necesario crear y consolidar un nuevo sujeto político, un partido democrático nuevo. Es necesario presentar y apoyar en nuestros Parlamentos, en nuestras ciudades y en nuestras internacionales, a la misma hora, de la misma manera y con los mismos contenidos, textos legislativos iguales. Es necesario poseer la capacidad de apoyarlos con manifestaciones masivas no violentas. Es necesario que organicemos la información entre nosotros, en tiempo real. Y, sobre todo, es necesario que no perdamos tiempo: unámonos inmediatamente, inscribámonos a este partido transnacional que es el Partido Radical.

(El Partido NuevNNNuevo, n.1, Junio 1991)

Cientos de parlamentos y de gobiernos decretan casi cada día en el mundo, sin informarse mutuamente, miles de leyes, decenas de miles de disposiciones, en el intento, y con la falacia, a menudo, de hacer frente a problemas cada vez más comunes con decisiones cada vez más curiosas.

Somos aproximadamente sesenta mil los parlamentarios, electos más o menos democráticamente (y varios millones de militantes) de una gran cantidad de partidos nacionales, que nos enfrentamos y luchamos, a menudo dramáticamente, con la sensación de que nuestra vida la de nuestros países, la de nuestro planeta, la de nuestros ideales y la de las generaciones futuras depende del resultado de esta lucha.

Progresivamente aumenta el número de poblaciones que consideran a sus vecinos - etnias con las que han convivido a veces juntos y a veces revueltos durante años, ya sea por libre albedrío o por imposición - el enemigo más peligroso y hacen de su derrota el elemento indispensable para defender su vida, sus derechos y sus libertades. Los Estados Nacionales, Estados Nacionales cada vez más pequeños y "puros", constituyen el escenario en el que se producen enfrentamientos, combates, legislaciones, uniones y separaciones, en una lucha cuyo único objetivo es el poder.

La mismísima Comunidad Europea está atravesando la peor de sus crisis en veinte años; niega a su Parlamento poderes legislativos y de control básicos; se divide ante cualquier acontecimiento histórico, desde la Unidad alemana hasta a la Guerra del Golfo; revoca los efectivos poderes federales y ejecutivos de la Comisión ejecutiva y los deja en manos de los organismos intergubernamentales de los Estados nacionales; en nombre de un camino federal, con plazo abstracto, repudiado en los hechos, relega a una constelación externa y subalterna a los Estados y sobre todo a los pueblos con democracia reciente que querrían alcanzarla, generalizando su desventurada actitud de los últimos diez años hacia Yugoslavia, a la que se impulsó por todos los medios a seguir siendo "independiente", "no alineada", a recorrer el camino de la desmembramiento, de la dependencia absoluta y del subdesarrollo.

La ONU se ha quedado sola; es preciso reformarla para aprovechar la estupenda ocasión histórica ofrecida por la caída del imperio soviético y la democratización de la política internacional.

Se colabora de nuevo con el imperio comunista chino, bajo cuya feroz dictadura sufren y se degradan peligrosamente más de mil millones de personas, con la misma estrategia política criminal con la que se favoreció durante años la prolongación de las dictaduras comunistas en la URSS y en sus países satélites, tanto europeos como del Tercer Mundo.

Nos arriesgamos a "ayudar" a la Europa central y del este con los mismos criterios con los que en su día se ayudó y se destruyó el Tercer Mundo, es decir ayudando y "subvencionando" presupuestos estatales que no pueden producir más que empobrecimiento, nuevo autoritarismo, la falacia de la eficiencia, desorden e injusticia.

Es así como, en la URSS, mientras se financian proyectos discutibles y reformas improbables, se impide o retrasa la auténtica reforma de las estructuras estatales, es decir: la conversión de los gastos y de las estructuras militares en civiles, el nacimiento de las autonomías democráticas y el desmantelamiento de una burocracia omnívora e impotente. Es así como se favorecen desengaños, desesperaciones, exasperaciones de las masas, tensiones sociales, la labor de los demagogos y de los peores, a la par que se arruinan las "oportunidades" de los más serios y responsables grupos dirigentes democráticos, tanto en Moscú como en otros lugares. Es así como, en vez del mercado se prepara la jungla, una jungla que hará que cientos de millones de personas lleguen a añorar incluso el horror de la dictadura.

En Kuwait siguen ardiendo 400 pozos de petróleo, y los efectos ecológicos comienzan a causar efecto incluso en el Extremo Oriente.

Sadam sigue detentando el poder en Irak. Assad ahora es emperador también del Líbano. Los kurdos están al borde de un nuevo drama y de una nueva y terrible desilusión. En Irán el régimen jomeinista sigue destruyendo una civilización milenaria y un pueblo que se había asomado a la reforma y al bienestar moderno. En India, Pakistán, Afganistán, Bangladesh, Camboya, Vietnam, Etiopía, Somalia y el Sahel, las situaciones son distintas pero igualmente trágicas. Al igual que lo son en Colombia, Bolivia, Perú, Panamá ... gracias al régimen prohibicionista-fascista impuesto por la demencia del mundo en lo que a la droga se refiere. Este panorama es totalmente apocalíptico. Pero a pesar de la tragedia, del apocalipsis, existen las fuerzas que pueden permitir que la historia prosiga como historia de la libertad, del derecho, de la justicia y de la paz. Es necesario detectarlas, organizarlas, hacer que se reconozcan primero entre sí, que comprendan que el divorcio entre ciencia y poder, conciencia y política, conocimien

to y acción, sujeto y objeto social, debe ser superado estructuralmente, de lo contrario nada será posible, salvo la derrota.

Nunca como hoy a lo largo de la historia, el "mito" de la democracia y de la paz ha pertenecido a los pueblos, a la gente. Nunca como hoy, los problemas de nuestra época y de la sociedad han sido tan claramente planetarios, idénticos, comunes. Nunca como hoy, la cultura y la historia del pensamiento político han podido proporcionar ya elaboradas las soluciones a elegir, tanto en lo que se refiere a democracia política como a derechos humanos o ecología.

Es necesario crear y consolidar un nuevo sujeto político, un partido democrático nuevo. Que todos puedan serlo. Que atravesándolo, a modo de superación, rompa el esquema - de lo contrario suicida y mortal - nacional-partídico, de la organización de las ideas y de las personas. Que sea adecúe a la lucha, por partida doble, creativa necesaria: la institucional y la democrática no-violenta, ya que la una es la expresión de la otra y viceversa.

Es necesario presentar y apoyar en nuestros Parlamentos, en nuestras ciudades y en nuestras internacionales, a la misma hora, de la misma manera y con los mismos contenidos, textos legislativos iguales.

Es necesario poseer la capacidad de apoyarlos con manifestaciones masivas no violentas.

Es necesario que organicemos la información, en tiempo real, entre nosotros.

Y, sobre todo, es necesario que no perdamos tiempo: unámonos inmediatamente. Todos nosotros somos valiosos, necesarios, determinantes. Sí, a veces sucede en la vida, en la historia.

Es necesario inscribirse a este transpartido transnacional que es el Partido Radical. Para que ello sea posible, apenas algunos cientos de diputados y senadores, de parlamentarios y de exponentes políticos, poquísimos miles de militantes, hemos intentado también lo imposible.

 
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