SUMARIO: En esta postguerra, la rivalidad ideológica, política y militar entre el Este y el Oeste tuvo lugar en detrimento de los intereses de la Europa occidental y del este así como de los países en vías de desarrollo. La carrera armamentista, en efecto, mermó considerablemente los recursos destinados al desarrollo económico del Tercer Mundo, mientras la política del tráfico de influencias apoyó y armó a gran cantidad de dictadores; dictadores que acabaron apuntando dichas armas contra sus propios pueblos. Peor aún, tanto el Este como el Occidente industrializados exportaron al sur modelos y valores de efectos devastadores. El mito de la independencia nacional, unido a la creación de las burocracias estatales y de los ejércitos populares, produjo un sector opresor tanto en la variante socialista como en la librecambista. Este es el escenario en que creció el subdesarrollo, la miseria, el hambre y el analfabetismo. De ahí, el objetivo político del Partido Radical: combatir directamente estas plagas sociale
s, pasando por encima de los Estados y de los nacionalismos.
(El Partido Nuevo, n.1, Junio 1991)
Como consecuencia de la guerra del Golfo recibió amplio apoyo en la Cámara de los Diputados italiana una resolución che prevé la creación de un cartel o régimen internacional que impida la transferencia a los países en vías de desarrollo de los "sistemas armamentistas convencionales así como tecnologías y los elementos necesarios para su fabricación".
En su día se efectuaron intentos para tratar de coordinar las políticas de exportación con el objeto de contener las transferencias de algunas tecnologías: dos ejemplos son el "London Suppliers Club" para la energía nuclear, y el "Misil Technology Control Regime" de 1987 (firmado por ocho países occidentales). Teóricamente parece factible hacer un esfuerzo similar también en lo que respecta a los grandes sistemas armamentistas convencionales (aviones, barcos de guerra, misiles, acorazados y artillería, sistemas de radar y de control aéreo) . Las armas convencionales, en efecto, son fabricadas y comercializadas por un pequeño grupo de productores de materias primas y de subproductores, estos últimos son los países cuyas industrias bélicas dependen de manera exclusiva de patentes y miembros extranjeros. En total, según los datos proporcionados por el SIPRI ("Instituto Internacional de Investigación Sobre la Paz", con sede en Estocolmo), alrededor del 95% de las exportaciones totales de las armas más importante
s destinadas al Tercer Mundo, en 1989 salieron de 11 países, a saber: Unión Soviética, Estados Unidos, Francia, China, Gran Bretaña, Alemania, Italia, Países Bajos, Checoslovaquia, Suecia y España. Al contrario de lo que comunmente se cree la riqueza producida por la exportación de armas es insignificante comparada con el producto nacional bruto de los países productores y desde luego es totalmente irrisoria si se compara con las exportaciones totales - excepto la Unión Soviética, que según fuentes del Ente Americano de Control Armamentista y Desarme, las armas exportadas en 1987 ascendía aproximadamente al 20% de su exportación total... Además, gran parte de la exportación de armas del norte al sur a lo largo de la última década tuvieron saldos negativos. En 1987, el presidente del Banco Mundial, Barber Conable, calculó que un tercio de la deuda de los países más importantes del Tercer Mundo puede atribuirse a la importación de armas. Desde l985 el contribuyente estadounidense ha venido financiando aproxima
damente el 30% de las exportaciones de armas de Estados Unidos a Oriente Medio, principalmente a través de programas de asistencia militar que no han tenido retribución económica. De este modo, una gran parte de las deudas relacionadas con la exportación de armas del norte al sur no han sido pagadas y con toda probabilidad no serán pagadas nunca. Por último, no cabe olvidar que ha bastado un sólo Sadam Husein para barrer el capital de los últimos 2O años de exportaciones de las más importantes armas al Tercer Mundo que consiste - según una evaluación del SIPRI de 1985 - en aproximadamente 390 mil millones de dólares, o sea mas o menos el equivalente al precio de la guerra emprendida para la liberación de Kuwait, más el coste de la reconstrucción de Irak y Kuwait.
La formación de un cartel de productores de los más importantes sistemas armamentistas podría constituir un primer paso concreto para moderar el comercio de armas del Norte al Sur y para prevenir el surgimiento de otros Sadam Husein. Sin lugar a dudas, se trata de una decisión que hallará gran número de críticas, cuando no un rechazo abierto por parte de los gobiernos a los que está destinada la prohibición de exportar armas. Sin embargo, según las intenciones de los legisladores italianos que propusieron la solución, ésta debe interpretarse esencialmente como un estímulo para los países del Tercer Mundo para que encuentren soluciones políticas a sus necesidades de seguridad, a través del diálogo y de la colaboración. Además, la resolución prevé que los países industrializados se esmeren paralelamente para hacer lo posible por acelerar la exportación de tecnología civil hacia los países en vías de desarrollo - cabría pensar en un sistema de garantías contra el cambio de rumbo de tal tecnología para uso milit
ar, tal y como prevé el Tratado de no-Proliferación Nuclear. Debe darse prioridad a aquellos países con gobiernos democráticamente elegidos, que hayan demostrado que su política respeta los derechos humanos y que tomen medidas concretas para reducir los gastos militares.
Nosotros creemos que es sectario oponerse a la propuesta de un cartel alegando que se trata de una medida discriminatoria. Aquellos que insisten en este aspecto saben a ciencia cierta que esos países poseen la tecnología necesaria para producir sistemas armamentistas y que no van a desmantelar sus industrias bélicas - y por tanto, en ningún momento van a aceptar un desarme total y general de la noche a la mañana. Mientras tanto, impedir el flujo de armas del Norte hacia el Sur atañe a todo el mundo. A los países exportadores, si tienen la intención tal y como dicen, de evitar futuras tragedias como la de la Guerra del Golfo. Así como de los países importadores que necesitan desesperadamente poner punto final al derroche de sus ya escasos recursos para la compra de maquinaria bélica. En una segunda fase, una vez se hayan atenuado las tensiones entre el Este y Occidente y se hayan disuelto los bloques, se podrá organizar un Régimen de No-Proliferación Convencional, en cuyo ámbito todos los Estados se compromet
an a no producir ni acumular ni exportar los sistemas armamentistas.
La moción presentada por los diputados italianos no es más que un pequeño paso hacia adelante para lograr el ambicioso objetivo de sustituir la tecnología militar con la civil en el contexto actual de las exportaciones Norte-Sur. Para que este objetivo se realice, los Parlamentos de la mayor cantidad de países posible, deberían pedir a sus Gobiernos que adopten estas medidas.