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Il Partito Nuovo - 1 giugno 1991
A favor de la perestroika surafricana

SUMARIO: Hace años que el partido Radical viene gritando por las calles, en las plazas y en los Parlamentos, una verdad que sólo ahora la mayoría comienza a reconocer: Israel, a pesar de todo, es una isla de democracia en un mundo árabe en el que los derechos humanos se violan brutalmente y la democracia se considera una blasfemia; en el horror del hambre y de la dictadura en el que el continente africano está sumergido, la perestroika surafricana representa en potencia la única esperanza para afirmar el estado de derecho y para la construir una hipótesis federalista para el Africa austral. Urge defender los derechos humanos, civiles y políticos en todo el mundo. Este es uno de los objetivos prioritarios de la acción transnacional. Democracia y derecho, y por consiguiente, vida del derecho, no constituyen un lujo sino que son bienes de primera necesidad, la condición sine qua non, tanto en el norte como en el sur, para liberar a las ciudades de la violencia, para evitar la guerra, para vencer la pobreza y el

hambre, para construir un mundo de bienestar y de justicia para todos.

(El Partido Nuevo, n.1, Junio 1991)

Estamos a favor de la perestroika surafricana y por encima de todo, estamos a favor de la verdad.

Porque entre la Suráfrica que durante veinte años nos han venido contando y la Suráfrica que han ido construyendo mientras tanto hay un gran trecho, un trecho lleno de errores, eso sí errores "blancos y procedentes del hemisferio norte".

Ni que decir tiene que nosotros no hemos vacilado en proclamar nuestro condena, en emprender marchas contra el apartheid y ayunos en favor de la liberación de Nelson Mandela.

Pero si bien nadie puede justificar desde el punto de vista ético y político la discriminación racial, lo que tampoco se puede hacer es meter la cabeza debajo del ala para no ver una realidad incómoda para muchos, pero no por ello menos cierta. Todos esos que han descrito siempre Suráfrica como el imperio del mal, el pero concentrado de violencia blanca, ahora, curiosamente, guardan silencio; sobre todo los movimientos católicos tercermundistas y los partidos de la izquierda oficial que han hecho de las sanciones a Suráfrica y del apoyo al ANC sus grandes y nobles banderas de "política exterior".

No es fácil tenérselas que ver con tabúes enmohecidos, estereotipos, conciencias tranquilas de pacotilla y arrinconar los bártulos viejos en el desván. Pero es eso lo que hay que hacer.

Nosotros estamos a favor de la perestroika surafricana de Frederick De Clerk porque Suráfrica es hoy el país del continente negro en el que la población de color tiene el índice de mortalidad más bajo, el índice de empleo y bienestar más alto y dentro de breve tiempo - si los grupos opositores no interrumpen la perestroika y la Constitución sigue arraigando en la sociedad surafricana - será el único país africano basado en los principios del estado, de la democracia y del derecho.

Nosotros estamos a favor de la verdad cuando afirmamos que Soweto es un paraíso en comparación con todos los barrios de las metrópolis africanas (excluyendo aquellos de alta condición social de las burocracias dictatoriales); que hay ya más hospitales que en muchos suburbios europeos que los derechos humanos y civiles son allí infinitamente más respetados que en Mogadiscio o en Kinshasa o en Addis Abeba; que desde Angola y Mozambique se forman colas de miles de mujeres y hombres de color que piden trabajo en las minas surafricanas.

Estamos a favor de la perestroika surafricana porque este será el país en el que una clase dirigente negra tomará las riendas del gobierno junto a blancos reconocidos plenamente también ellos como "africanos", también en virtud del trabajo de sus familias que huyeron - del 1500 en adelante - de las persecuciones contrarreformistas. Estamos a favor de un país que podrá ya liquidar tanto a los violentos nazis, nazis de piel blanca, como a los halcones de la violencia negra, que a menudo han impuesto al movimiento anti-apartheid otras cosas muy distintas a la no violencia, provocando las matanzas tribales, que son la auténtica causa de la mayor parte de los asesinatos de las mujeres y hombres de color. Y estamos a favor del único país que, al menos potencialmente, por índice de desarrollo y por calidad democrática, podrá - esperamos que muy pronto - no sólo ir de nuevo con la cabeza muy alta sino también desarrollar un continente que hoy por hoy está sumido en el horror del hambre y de la dictadura.

Cuál es la clase dirigente africana por la que debería apostar nuestra Europa, los Estados Unidos de Europa de mañana, naturalmente asociados al continente que tenemos delante?. Qué país está ya no por casualidad construyendo una hipótesis político-económica federalista para todo el Africa austral? No. Nosotros no estamos con aquellos que han descubierto el gulag del hambre, del subdesarrollo, de las dificultades interétnicas e interraciales sólo en los últimos meses, sólo cuando nuestras ciudades han comenzado a ser el objetivo hacia el que ha apuntado un flujo migratorio que pronto adquirirá proporciones inusitadas.

No estamos ni con los gobernantes occidentales que llenaron de dinero y armaron hasta los dientes a los más peligrosos tiranos del sur sin pedirles ni siquiera una pizca de derechos humanos para su gente; ni con aquellas oposiciones occidentales que hicieron de los lideres independentistas "nacional-revolucionarios", constructores de paz a punta de pistola, ídolos y fetiches que ahora ya no sirven más que para tirar a la basura.

No violentos y reformadores, no dudamos en apoyar hoy a la perestroika sudafricana, a aquellos que desean comprender antes que berrear y quienes no se resignan a creer que del dolor y de la injusticia sólo puede nacer más dolor y más injusticia.

 
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