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Il Partito Nuovo - 1 luglio 1991
Gastos militares y subdesarrollo

SUMARIO: Es necesario transferir el manejo de la seguridad de los Estados nacionales a entidades sobrenacionales. Es necesario combatir contra las llagas mondiales utilizando los recursos destinados a la carrera al rearme para satisfacer necesidades primarias; asimismo, es preciso transformar la democracia en el principio en que se funde la vida asociada a todos los niveles, desde el nivel local hasta las relaciones entre Estados. Para que se realice un viraje en la escena mundial, es más urgente que nunca dar vida a un instrumento político nuevo, transnacional y transpartídico. Y el único candidato es el Partido Radical.

(El Partido Nuevo, n.2, julio 1991)

Durante el último año y medio, primero la conclusión de la guerra fría y luego la guerra para la liberación de Kuwait de la invasión iraquí han revolucionado las opiniones predominantes en materia de política global. Opiniones y preocupaciones que en el pasado eran prerrogativa de una minoría de visionarios y utópicos se han convertido rápidamente en moneda corriente también entre los expertos más moderados, hasta el punto que hoy es posible contar con un consenso enorme por lo que se refiere a diagnóstico, prognosis y tratamiento de los males mondiales aunque todavía no se haya logrado individuar al médico capaz de administrar al enfermo las medicinas necesarias.

El fracaso de los regímenes comunistas en la Europa del Este, la puesta en marcha de la trasformación del sistema soviético, la disolución del Pacto de Varsovia y los acuerdos para el desarme en Europa (Euromisiles, Fuerzas Convencionales) de repente han hecho obsoleto e inútil el despilfarro de cuantiosos recursos para la competición militar en el viejo continente (500-600 mil millones de dólares cada año). Los soviéticos y los ex-regímenes comunistas han individuado en seguida una de las causas principales de su degeneración social y económica en sus numerosísimos compromisos militares. Los Estados Unidos, por su parte, han aprovechado inmediatamente la ocasión, proporcionada por el específico momento histórico, para transferir las asignaciones militares a la reducción del deficit público y a los gastos sociales. En realidad, cabe mencionar que el término »peace dividend ha sido creado durante las discusiones en el Congreso sobre el presupuesto relativo al año fiscal 1991.

Sin embargo, tanto en Europa como en los Estados Unidos, las primeras reducciones en los presupuestos militares se han realizado muy tímidamente y en ausencia de un contexto general de los objetivos a alcanzarse y de los usos alternativos. Fue en esta atmósfera que, en el mes de agosto de 1990, tuvo lugar la invasión iraquí de Kuwait. En los meses siguientes, a través de la guerra y la liberación del emirado, empezaron a ser evidentes a la opinión pública algunos hechos fundamentales: la necesidad de un sistema de seguridad colectiva capaz de garantizar también los estados pequeños y relativamente menos defendidos; lo absurdo de la costumbre de transferir armas y tecnología militar a los países en desarrollo; la relación entre regímenes autoritarios y militarización (el Irak, a pesar de resultar último en la clasificación UNDP por lo que se refiere a las libertades personales de sus ciudadanos, todavía contaba con el cuarto arsenal del mundo); la relación entre gastos militares, deuda y subdesarrollo; la ex

istencia de amenazas globales tales como los problemas del medioambiente, la pobreza, la ausencia de democracia; las responsabilidades respectivas de las clases directivas, tanto en el Norte como en el Sur, en mantener esta situación absurda.

Así, durante los primeros meses de este año, varias asambleas parlamentarias se han expresado en favor de diferentes formas de limitación al comercio de armas convencionales y contra la proliferación de las armas para el exterminio de las masas. En algunos casos - veáse la resolución aprobada por el Parlamento Italiano el 14 de mayo - se reconoce que además de esto, es necesario ofrecer a los países en desarrollo, que renuncien al rearme perpetuo, incentivos tales como ayudas económicas, reducción de la deuda exterior, subrayándose asimismo la existencia de una especie de derecho de ingerencia en las cuestiones nacionales de los otros Estados. Con relación a este aspecto, cabe recordar que dichas ayudas podrán otorgarse sólo si los países beneficiarios respetan los derechos humanos y reducen los gastos militares. Los documentos que mejor ponen en evidencia el esquema de esta importante reforma global son con mucha probabilidad el segundo informe UNDP sobre el desarrollo y la Iniciativa de Estocolmo (véas

e las páginas siguientes).

Ambos proponen transferir el manejo de la seguridad de los Estados nacionales a entidades sobrenacionales, combatir contra las llagas mundiales utilizando los recursos destinados a la carrera al rearme para satisfacer las necesidades primarias, transformar la democracia en el principio en que se basa la vida asociada a todos los niveles, desde el nivel local hasta las relaciones entre Estados.

Queda el interrogante principal: quién va a traducir en términos políticos estas ideas tan lógicas y viables? Los mismos Gobiernos que, tanto en el Norte como en el Sur, han creado una situación que todo el mundo hoy considera insoportable?

Para que se realice un viraje en la escena mundial y prevalezcan los motivos de la razón y de la ciencia, es más urgente que nunca dar vida a un instrumento político nuevo, transnacional y transpartídico. Y el único candidato es el Partido Radical.

 
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