(El Partido Nuevo, n.2, julio 1991)

En 1970 los estupefacientes representaban un problema marginal y una fuente secundaria de ingresos para la población criminal. Hoy, gracias a las leyes represivas, la drogadicción se ha convertido en una epidemia, sobre todo entre los más pobres, mientras que los productores y traficantes de drogas son extraordinariamente ricos y actúan más allá de la ley, o, en algunos casos, en representación de la ley misma.

Por qué pasó todo esto?

Es típico de todo gobierno ejercer un control absoluto sobre los ciudadanos. El método mejor consiste en inventar por ejemplo rigurosas prohibiciones por lo que se refiere al consumo de alcohol (véanse los Estados Unidos desde 1919 hasta 1933), la homosexualidad, la abstensión del trabajo durante los días de fiesta, y, como el Gobierno sabe muy bien, inevitablemente a toda prohibición sigue una transgresión.

A partir de 1950, los Estados Unidos son un Estado de Seguridad Nacional que asigna más del 70% de los fondos federales al mantenimiento del aparato militar americano. Para justificar estos enormes gastos, es preciso inventar la existencia de algunos enemigos.

Por cuarenta años, por lo menos hasta la época de Gorbachov, la Rusia y el comunismo han encarnado el enemigo perfecto. Ahora, nuevas figuras de enemigos deben ser inventadas rápidamente y demonizadas forzosamente por los mass media americanos que representan el brazo propagandistico de lo que es, para todo efecto, un estado de policía. Esto explica la demonización de Kadafi, Noriega y Sadam, hasta llegar a Castro, con una probable vuelta a Sadam y Kadafi. Pero éstos son enemigos que van y vienen.

La conocida »guerra contra la droga de Bush es simplemente un medio para mantener al pueblo americano bajo estrecho control. Además, se trata de una »guerra ideal puesto que nunca podrá concluirse de manera victoriosa. Como consecuencia, los Estados Unidos cuentan con la población carcelaria, per capita, más numerosa del Mundo Industrializado: un millón de presos, y el dinero destinado a la DEA, que trabaja en estrecho contacto con el Pentágono y el Consejo de Seguridad Nacional, representa simplemente un medio para apoyar el »Nuevo Orden Mundial de Bush, también conocido como la Nueva Dictadura Mundial Americana.

Entretanto, nuestro »irrelevante Congreso discute sobre la posibilidad de transformar las bases militares, recién cerradas, en lugares de custodia tanto para los drogadictos como para los traficantes de droga, mientras la Corte Suprema, de composición declaradamente fascista, ha establecido que un drogadicto del Michigan, que ha sido encontrado posediendo medio kilogramo de cocaina, pueda ser condenado a la cadena perpetua. Se puede llegar a la legalización de las drogas en el Imperio Americano? No. En ausencia de un Gobierno representativo ya no habrá cambios democráticos de algún género. La economía americana se está dirigiendo hacia el derrumbamiento, acompañada por nuestras metas imperialistas y, en algunos casos,« ay de mí! fascistas.