SUMARIO: Llamamiento al Presidente de la República italiana Francesco Cossiga para que se autodenuncie por haber atentado contra la Constitución de la República. "Cuando urgen reformas profundas y vitales, es necesario saber recorrer la vía del respeto hasta las últimas consecuencias de la ley, cuanto más injusta la considere, o injusta su interpretación o su aplicación. Violarla para que la ley exista; y sea fuerte y sea respetada y respetable para todos y por todos. Así pues, que nos explique por qué ha querido atentar deliberadamente contra las "Constituciones" la escrita y la "material".
"Que se imponga a sí mismo este proceso que tal vez, de esta manera, dirá y hará "justicia". Con más probabilidad que nuestra simple denuncia".
(LA STAMPA, 3 de agosto de 1991)
Sé que el presidente Francesco Cossiga ha atentado deliberadamente contra la Constitución. Mejor dicho, contra las Constituciones, la escrita, legítima auténtica y la "material", partidocrática, usurpadora.
Yo sé que el Presidente Cossiga da literalmente y humanísimamente, forma, cuerpo, voz, manos - como nadie, hasta las últimas consecuencias, temo - a las desesperada y tal vez letal esquizofrenia de la historia civil y política de esta segunda mitad de siglo italiano. El es - en este sentido - imagen sin precedentes de la Italia real, y testimonio de la identidad partidocrática; no solo democristiana (al contrario) sino de todas las fuerzas políticas que lo han escogido y "elegido" como ministro del interior, presidente del Senado y Presidente de la República.
Yo sé lo que el Presidente Cossiga intenta decirnos, y no lo loga, porque es casi indecible, porque todo se muda, a penas emitido, en clamor o en silencio. Yo no soy médico, pero ciudadano de la República, de este mundo, de este siglo, sí,. Por lo tanto sé que esta esquizofrenia es una enfermedad social y que como tal puede ser leída, comprendida, superada, así como motivada y causada. el pueblo lo siente, lo entiende, lo respeta; antes de ser guiado por al miedo y al escarnio. Se preocupa menos de sus de sus manifestaciones que de la sinceridad y la integridad de quienes las lleva a cabo. Yo sé que el presidente Cossiga tiene pasión civil y humana. Las comparto poco, tal vez demasiado poco. Así pues siento com-pasión. Pero la pasión ciega. Es distinta al amor y al buen juicio, incluso es distinta al buen juicio de la locura, de la fantasía.
El Presidente de la República cada vez tiene más claro todo esto. Y, por lo tanto, de no estar casi, en la situación en la que se ha metido y nos ha metido, o encontrado, salida posible. Nos dice, a través de Guzzanti: "He querido demostrar que el "rey está desnudo". Dale con esta ambición, con este error: ser al mismo tiempo el rey y el "locuelo" morantiano, ser el pueblo. Ecos, nos parecen, de la tragedia griega, de la shakespeariana. Quién sabe, tal vez incluso del romanticismo de un Bükner en la "muerte de Dantón". Mejor, en cualquier caso, que el papel cutre, plebeyo de muchos comprimarios.
Sé, también, que un rey que muestre o declare estar desnudo es rey "imposible", y debe presentar su dimisión inmediatamente, debe dejar el trono y el poder, el oro y los oropeles y los uniformes (que siguen estando alrededor); o de lo contrario convertirse en un "subversivo" republicano, o anarquista. Un "traidor". Por amor, tal vez; tal y como muchos de nosotros han aparecido o estado. Pero, a pesar de ello, plenamente traidor.
Pero todo esto, Francesco Cossiga lo sabe la mar de bien.
El es el más ilustre (el que mejor ilustra) de los hombres de este régimen. Es es el electo. Este régimen ha sido y es, él mismo, la Contra-reforma a la Reforma antifascista y liberaldemocrática, escrita en la Constitución. Su cifra es o ha sido el monopartidismo imperfecto de la partidocracias, de la Constitución material, que impone la "ragion di Stato" (y parcial) contra el sentido del Estado, una política "de emergencia" contra el Estado de Derecho.
La Constitución material, el monopartidismo imperfecto, poseen idéntico "secreto", "carácter secreto", servicios secretos. Delitos sinfín, si no se salva la "autonomía" (católica y comunista, no maquiavélica) de la política. Cossiga ha estado siempre en este camino, camino durante el que Berlinguer se le arrimó en las horas más dramáticas y trágicas. Pero sus dos mundos ya coexistían desde hacía tiempo y parecen seguir coexistiendo, incluso en la disputa.
Yo sé, por último, que el Presidente de la República, Francesco Cossiga ha descubierto en sí mismo un hilo de acero que no puede dejar de atar, llegados a este punto, al (católico) liberal y al socrático gandhiano, radical imperativo de la verdad y de la no violencia.
Cuando urgen reformas profundas y vitales, es necesario saber recorrer la vía del respeto hasta las últimas consecuencias de la ley, cuanto más injusta se la considere, o injusta su interpretación o injusta su aplicación. Violarla para que de esta manera la ley exista; y sea fuerte, y sea respetada y sea respetable para todos y por todos.
El presidente de la República, Francesco Cossiga se debe autodenunciar, inmediata y formalmente, por haber atentado, tal y como lo viene haciendo, desde hace más o menos un año, con tantas acciones y palabras que siguen un plan "de carácter criminal" contra la Constitución de la República.
Que explique cómo y por qué, no sólo a Guzzanti, a los medios de comunicación de masas, ha querido obsesivamente desconcertar toda regla, por mínima que fuese, toda costumbre, todo protocolo, todos buenos modos, todo equilibrio institucional, todo "respeto" por sí mismo y por los demás. Que se imponga a sí mismo este proceso que tal vez, de esta manera, dirá y hará "justicia". Con más probabilidad que nuestra simple denuncia.