de Marco PannellaSUMARIO: existe un proyecto, a penas oculto, de las Cancillerías de la Europa de los doce que tiende a confiar a los ejércitos la tarea de devolver el "orden" a los países recién salidos del comunismo. De ahí la actitud de "equidistancia" y por lo tanto de complicidad esencial adoptado por la "Europa Comunitaria" primero con los golpistas soviéticos y posteriormente con respecto a la invasión de la República de Croacia por parte del ejército federal a las órdenes de Serbia.
Es necesario que Italia tome nota de la disolución, incluso formalmente, de Yugoslavia y por consiguiente que reconozca inmediatamente, tal y como hizo con mucho acierto Dinamarca con respecto a las tres repúblicas bálticas, las repúblicas de Croacia y de Eslovenia y que retire a sus embajadores en Belgrado.
("IL GIORNO", sábado, 28 de septiembre de 1991)
Los acontecimientos de Rumania son claros para quien se los quiera leer: se intenta obtener que el ejército intervenga y "asegure la democracia". Es este, por otra parte, el proyecto a penas oculto, de por lo menos una de las Cancillerías de la llamada Europa de los 12, con una política irresponsable, totalmente arterioesclerótica y anticomunitaria. Con dicha complicidad, dichas ayudas, el "orden" puede volver a reinar allá en donde la caída del comunismo ha provocado el "desorden" más o menos democrático.
Lo mismo sucede con los acontecimientos de "Yugoslavia"; incluso para los más ciegos. Gracias a fuertes y oportunas ayudas de Moscú (oficiales, por otra parte), el ejército yugoslavo ha llevado a cabo un auténtico "golpe", formalmente denunciado tanto por el presidente en funciones de la República federal como por el premier Markovic, y logrado el golpe, ha ocupado por parte de la República serbia más de un cuarto de la República de Croacia y se prepara a continuar la guerra y a extenderla, al igual que la opresión, totalmente fascista o comunista, de la población albanesa del Kossovo.
Con respecto a ex Yugoslavia, la "Europa comunitaria", de cuya política resulta difícil no avergonzarse, ha podido adoptar hasta el fondo la actitud de "neutralidad", de respeto del hecho consumado, y se apresuró a proclamar, en Roma, en París y en Bruselas que estaba a favor de los golpistas soviéticos el pasado mes de agosto.
La equidistancia que parece animar el planteamiento europeo en la conferencia de paz de la Haya, guiada por el conservador Lord Carrington (y en el Parlamento europeo es precisamente entre británicos y comunistas veteranos el lugar en el que el lobby pro-serbio ha actuado con las cartas sobre la mesa, mientras la Internacional socialista lo hace con el estilo y la clase que últimamente la caracterizan), es "equidistancia" entre agresor y agredido, entre fascio-bolchevismo milosevichiano de la "Armada" y realidad y política democrática de Eslovenia y Croacia.
En nombre de la "cooperación política", invocada de esta manera, no es más que la justificación de una política vil, cada vez más preocupada y respetuosa para con los vencedores, de quienes ostentan en cualquier caso el poder, de quien garantiza el orden que no puede seguir garantizando el imperio soviético; justificación italiana, para entendernos; porque la "cooperación política" ya no existe salvo como lugar para el sometimiento de quien quiere serlo a las antiguas políticas nacionales de los tres "grandes" París, Londres y Berlín.
Si las tres Repúblicas bálticas han sido reconocidas, y actualmente todos las han reconocido, es porque Dinamarca - sin esperar a la "cooperación política", es más, contra ella - lo hizo, sola. Con el resultado de que al día siguiente, el resto de los "12", incluidos Londres, París, Bonn, y Roma, han seguido y determinado la definitiva solución con la Urss de la cuestión. Es necesario que Italia, siguiendo a la opinión pública europea y no solamente italiana - tratada antidemocráticamente - por motivos a veces turbios y tal vez inconfesables, al igual que con el Parlamento europeo por parte de las demás instituciones comunitarias, y por la mayor parte de los gobiernos nacionales -, sea la primera en reconocer inmediatamente, antes del 7 de octubre, las dos repúblicas democráticas y europeas por elección y por Constitución. Antes, a ser posible, de leer en los periódicos que otros ya lo han hecho.
Asimismo, es necesario reconocer que la opresión del pueblo albanés del Kossovo, la guerra expansionista que se está llevando a cabo, el golpe anticonstitucional realizado (Croacia y Eslovenia debe tratar con los jefes del ejército golpista), las independencias proclamadas y las que se proclamarán de las demás repúblicas hacen de Yugoslavia una realidad muerta incluso a nivel formal. Debemos retirar a nuestros embajadores ante la República serbia; y plantear inmediatamente el problema del escaño "yugoslavo" en la Onu. Es necesario hacerlo incluso por la libertad de los serbios, los primeros oprimidos, oprimidos más que nadie en estos momentos. Obligados a obedecer, a callar, a ser considerados traidores de la patria y de la raza.
En Belgrado - y aquí en Europa, y en Roma - se juega la suerte incluso de Rumania, y de la URSS. Es una suerte de ensayo general de lo que Shevardnazde sigue temiendo para Moscú.
Por ello, el Partido radical, a través de sus parlamentarios en los Parlamentos europeo, italiano, de la Urss y de algunas repúblicas suyas, checoslovaco, rumano, presentará una petición formal, dentro de algunas horas, para que sean reconocidas inmediatamente las nuevas Repúblicas de la ex-Yugoslavia.
Por ello, tras muchos años, estoy trabajando arduamente con una iniciativa de ayuno, desde hace cuatro días, convencido cada vez más de que la no violencia y la democracia contra la violencia y la partidocracia constituyen condiciones esenciales para el derecho a la vida y la vida del derecho.