Miles de elegidos democráticamente en el mundo pueden permitir la rápida formación de un transpartito, transnacional de más de cincuentamil miembros, cifra minima adecuada para afrontar el 1992. Las primeras respuestas al proyezto: despues de pocas semanas adhesiones significativas y alentadoras.SUMARIO: Los viejos demonios del siglo vuelven ha amenazar y golpear el mundo. Un escenario terrible se esta diseñando, una tragedia sin precedentes para la humanidad y la vida en el planeta. Es necesario tratar de reaccionar y responder con la democracia, con la noviolencia con la eficazia de un nuevo sujeto político adecuado y preparado para evitar y superar una crisis sin retorno.
(EL PARTITO NUEVO - N.IV BIS - SEPTIEMBRE/OCTUBRE DE 1991)
La Comunidad Europea ha decidido no proseguir su camino federal hacia los Estados Unidos de Europa, así como era en el espíritu y contenido de los Tratados constitutivos, además que en la conciencia histórica de los mismos pueblos que la componen (como ha sido confirmado clamorosamente a través de los grandes sondeos desde hace diez años).
La Comunidad Europea ha rechazado constituirse en un Estado de derecho, democrático. Ha negado otorgarle poderes mínimos esenciales al Parlamento, elegido democráticamente por los pueblos de los doce Países; de hecho ha transferido los poderes de Gobierno »europeo de la Comisión ejecutiva de Bruselas a nuevas burocracias originadas por los Estados nacionales, es decir originadas por las burocracias nacionales fundadas en la partidocracia. De esta manera, dichos poderes serán ejercidos sólo si están al servicio de los grupos de presión multinacionales y de los intereses egoístas y ciegos de cada Estado de la Comunidad.
De hecho, los »doce no han redactado un nuevo Tratado sino otros tres o cuatro Tratados de sector y por años (en el más favorable de los casos) han confiado en la vieja lógica de potencia de Francia, Alemania, Reino Unido, de las viejas Cancillerías, con España e Italia reducidas a seudo-maquiavélicas pordioseras de favores y papeles, y Grecia, Dinamarca, Irlanda y Benelux reducidas a jugar papeles de importancia secundaria y subordinada.
Todos, desafortunadamente todos, están de acuerdo a confirmar que si un País tuviera una legislación doméstica parecida a la que la Comunidad Europea ahora está dándose, y hasta ahora se ha dado, éste no podría ser aceptado por la Comunidad misma, por falta de carácter democrático y respeto a los derechos políticos de sus ciudadanos. Con el pretexto de transferir a la Comunidad los poderes nacionales, en primer lugar de los Parlamentos nacionales, se está reduciendo cada vez más el margen democrático-parlamentario de soberanía democrática del pueblo: en efecto, el poder, quitado a la democracia »nacional ya no es trasferido a la democracia y al Estado de derecho europeo sino a las burocracias nacionales reunidas en el Consejo, a los Gobiernos nacionales que de esta manera pueden de hecho actuar sin el respeto a sus reglas constitucionales y sin el control de los Parlamentos correspondientes. En el mismo Parlamento Europeo, los diputados están bajo controles estrictos siendo cada vez más vejados por grupos b
urocráticos, cuyas políticas son los resultados paralizados y paralizantes de las distintas partidocracias de las propias componentes nacionales. De esta manera, la dialéctica institucional de la Comunidad ha sido destruida desde el punto de vista político, también debido a la culpa de la subordinación del Parlamento a los proyectos reaccionarios y confusos, infructuosos e indignos, de una gran parte de las clases dirigentes nacionales.
Esto sobresalió durante la reunificación alemana que fue llevada a cabo con modalidades y tiempos en abierto contraste con el respeto a las prerrogativas comunitarias y a los intereses legítimos de los pueblos directamente interesados; sobresalió en ocasión de la caída del imperio soviético, primero en la Europa central y oriental y luego en la misma URSS; sobresalió durante la crisis medio-oriental durante la cual la Comunidad Europea nunca existió sino como encubridora de las contradictorias y mezquinas veleidades de potencia de la Francia de Mitterand, además que del Reino Unido del extremismo de Tatcher (aunque sus oposiciones por cierto no se han distinguido como alternativas europeistas o federalistas), gracias también a la actitud minimalista y a la resignación seudorealistas del Presidente de la Comisión, Delors.
Este vacío de Europa y este déficit democrático de la Comunidad produjeron y producen trágicas consecuencias que traen a la memoria las de los años treinta y cuarenta.
No sólo en Yugoslavia o en los países del Caucáseo sino un poco por doquiera, de hecho se han condenado al aislamiento y a la derrota todos los movimientos o los entusiasmos en pro de Europa en el interior de los Países que han sacudido el yugo del socialismo real, obligándolos a caóticas y jactanciosas políticas »nacional-democráticas , anunciadoras de las explosiones nacionalistas, étnicas y tribales. Esto ha sido el resultado del rápido paso de los regímenes de Partido único autoritario o totalitario a regímenes partidocráticos y no democráticos según el patrón anglosajón, que es el único que ha durado durante décadas y siglos sin dar vida a monstruos fascistas, nazistas, comunistas, militar-policiales, guerreadores y violentos.
Se han condenado los Países africanos al exterminio por el hambre, la desertización, las guerras y las dictaduras (por lo general »revolucionarias ). Del mismo modo a la miseria y a la explotación por parte de las grandes concentraciones militar-industriales y agro-alimentarias, y ahora hasta por la narco-política prohibicionista, a las masacres tribales, exportando también aquí patrones nacional-estatales antihistóricos e ingovernables por parte de quienquiera. De esta manera, en vez de llevar a cabo el gran proyecto euro-africano (y aún más allá) de los cuatro tratados de Lomé constituyentes la Comunidad ACP-CE (Africa-Caribe-Pacífico y Comunidad Europea), de las Convenciones nacidas del sistema de las Naciones Unidas (desde la FAO hasta el PNUD) se han condenado pueblos enteros a muerte o a migraciones salvajes.
En el Extremo Oriente existe todavía la fatal ilusión, ya experimentada con el nazismo y el comunismo soviético, de aprovechar el orden impuesto con feroces dictaduras contra exterminadas poblaciones del mundo, como si no existiera otra posibilidad que no fuera la agonía de pueblos enteros, así como se observa en Bangladesh o en Camboya, en el sub-continente indú o en el caso de la deshumana y loca dictadura de Pekín y otras análogas.
Entretanto, también en el mundo desarrollado y opulento, la inmensa cumulación de conocimiento y ciencia, que durante las dos últimas décadas ha superado la de decenas de miles de años de vida del planeta, presente en las grandes masas del mundo además que en el pensamiento y en las ideologías políticas, no consigue transferirse a la política y al poder ni al Gobierno de los Estados y del planeta.
Por lo tanto, el desastre ecológico se adelanta con un ritmo escalofriante, con consecuencias que se teme sean ya mortales, a nivel de la biósfera, de las aguas, de los territorios, de las grandes megalópolis y hasta de las regiones árticas y antárticas; de esta manera la bomba demográfica sigue teniendo repercusiones que van más allá del peligro atómico, contra el cual se ha movilizado hipócrita e ideológicamente todo el mundo pacifista por décadas, sin que nadie se preocupe de contrastarla.
Así, en el centro de Europa, vuelven a estallar guerras parecidas a las de los años treinta y la Europa dominante se comporta igual que entonces respecto a las resistibles tomas de poder de dictadores tales como Mussolini, Hitler, Stalin y Franco y numerosos otros tiranos de izquierda y derecha. Temiendo las consecuencias de la caída del imperio soviético y del orden criminal que éste garantizaba - así como se temía el desorden sucesivo a los Tratados de Versailles y se decidió limitarse a asistir a su »solución nazi y fascista - hoy se está enseñando claramente al ejército soviético y a los nuevos dictadores jacobinos el camino por seguir: apoyar, como de hecho se está apoyando desde hace un año, el golpe militarista y racista, la provocación arrogante y de guerras sin tregua e injustificadas, de los cuales son responsables un ejército paleo-bolchevique y un demagogo racista y nacional-comunista como Milosevic, contra las opciones democráticas y antitotalitarias, europeas y no-nacionalistas, de Eslovenia y
Croacia, contra los derechos humanos, políticos y civiles de las poblaciones albanesas de Kosovo, contra los demócratas de Serbia.
Ya durante el golpe de Agosto, cuando parecía que pudiera triunfar, Mitterand, Andreotti y la Comunidad Europea (en las primeras horas hasta Bush), habían indicado de manera clara que se preocupaban sólo, desde el punto de vista humanitario, por la vida de Gorbachov, mientras estaban listos a »no interferir en los »asuntos interiores de la URSS, es decir a no condenar de ninguna manera el »golpe reconociéndoles a los golpistas pleno carácter legal de representancia de la URSS y de sus Repúblicas y poblaciones. De esta manera Europa y cierto Occidente están dando prueba a los golpistas soviéticos de mañana, al ejército militar y al ejército de los burócratas, a los »salvadores de la patria contra el caos post-comunista y »democrático que lo que más les importa es la necesidad de imponer de inmediato un nuevo orden haciendo uso de cualquier medio. Así se apoyan claramente a quienes tuviesen dudas, rémoras, miedo a deber dominar el ex imperio, con la excepción de sus franjas, a costa de nuevas masacres, gu
erras represivas, deportaciones de las masas, si fuera necesario, así como sucedió con las poblaciones del Volga-Don de los años treinta.
Es esta misma Europa, este mismo Occidente, que se ha precipitado en estos meses a Pekín para cancelar los efectos de la solidaridad del mundo a los estudiantes y a las víctimas de Tien An Men, y que expresa su solidaridad a Pekín o contra la China entera que ha acabado siendo un inmenso Tíbet.
Es la misma Europa y el mismo Occidente que ha impuesto o dejado imponer la presencia de los Jhmer Rojos de Pol Pot en el nuevo orden en Camboya, que en definitiva prefiere permitir a Sadam masacrar su pueblo y se ha limitado a hacer que se retirara de Kuwait.
Es la misma Europa que el Partido Radical, que nosotros militantes de la democracia y de la no violencia, hemos denunciado con nuestras luchas por su solidaridad con el imperio de cartón piedra de Moscú, con el pretexto de Yalta, contra los berlineses que se levantaban contra el régimen de Pankow, contra los húngaros de Nagy y Maleter, contra los checoslovacos de la »primavera , contra los millones de deportados, de perseguidos y de exterminadores de la URSS.
Es la misma Europa de los Mitterand de entonces, de los Major de entonces, que permitían que los Milosevic italianos, alemanes y españoles hicieran juntos sus guerras y sus golpes de entonces. Con la Comunidad Europea de entonces, la Sociedad de las Naciones reducida a un cobarde e hipócrita encubrimiento de sus opciones filonazistas, filofascistas, filofranquistas, filocomunistas para los pueblos de Italia, Alemania, España, de la URSS y - dentro de muy poco tiempo - de media Europa. Era la premisa para el voto de los plenos poderes del Parlamento francés, por mayoría muy amplia, al Mariscal Petain.
Nosotros somos perfectamente conscientes que esta interpretación, este escenario que estamos desbozando puede aparecer, y quizás sea, demasiado sencillo, apocalíptico y parcial.
Pero para nosotros es suficiente que sea posible y no necesariamente probable. Es suficiente que contenga nudos de verdad y no una verdad plena que ya se haya cumplido. Deseándolo de todo corazón.
Sin embargo nadie parece movilizarse contra esta posibilidad, ni siquiera parece tener intención de intentar de refutarla y ponerla en discusión.
Es precisamente lo que pasó en los años veinte y treinta, y luego en los años cincuenta y sucesivamente. En esas lejanas décadas hubo italianos, alemanes, españoles y franceses obligados al exilio y acallados en casa, que trataron de hacer comprender a sus clases dirigentes, a los poderes »democráticos del mundo que no se podía en esas condiciones ser »nacionales y ademocráticos en la evaluación de lo que acaecía. A pesar de todo, nadie los escuchó debido también a la cobardía y a la estupidez pacifista (y no desafortunadamente, a la no violencia que sólo ahora estamos intentando organizar desde el punto de vista político) y a su influencia, hasta a la infamia de los acuerdos de Munich entre Hitler y Mussolini por un lado y Daladier y Chamberlain por el otro; y de los (más naturales) Pactos entre Hitler y Stalin, conocidos como el Pacto Ribbentrop-Stalin.
Cabe recordar que entonces nadie criticó la anexión del Reino de Albania al de Italia; entonces, igual que hoy, parece que a »Europa le guste cualquier tragedia, adriática y balcánica.
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El Consejo Federal del Partido Radical, con la participación de más de 50 de sus miembros, parlamentarios y elegidos democráticos de 20 países europeos, ha desarrollado sus trabajos por cuatro días en Zagreb, amenazada por la agresión militar »serbia (aunque los propios serbios sean las primeras víctimas), entre una alarma aérea y otra. Fue una elección de iniciativa no violenta y de hermandad firme y solidaria. Queremos hacer hincapié en el hecho de que el Presidente del Consejo de la República Croata, el Vice Presidente del Consejo, dos Ministros, uno liberal y el otro católico respectivamente, el diputado de Dubrovnik, Presidentes y Vice Presidentes de muchos Partidos y el Presidente del Parlamento de Kosovo decidieron adherirse pública y formalmente al Partido Radical, con su símbolo gandhiano, como transpartido transnacional, democrático y federalista mientras que del mismo Consejo Federal se levantaban voces de hermandad y amistad en pro del pueblo serbio y sus derechos. Tratándose de hombres de larga
y varia experiencia política, que conocían desde hacía años este Partido, su adhesión adquiere un significado muy importante y es precisamente sobre esto que queremos llamar la atención y la conciencia de los sesenta mil electos democráticos de casi todo el mundo, de las personalidades y fuerzas de paz y libertad, de ciencia y cultura a las cuales esta hoja es dedicada y remitida. Para que se movilicen de cualquier modo posible, para que no toleren que Europa vuelva a vivir los años infames y trágicos de la ocupación de la región renana, de los Sudetos, del Anschluss con Austria, de España, de Albania, de Etiopía y luego de Polonia, de los Países Bálticos y por fin de Checoslovaquia, de Rumania, de Hungría, de Bulgaria...Para que no se cree, con la aceptación del »modelo serbio y del comportamiento europeo correspondiente, la premisa y el estímulo para una solución análoga para la URSS.
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Nosotros estamos convencidos que si a los cientos de recién inscritos al Partido Radical se agregan las adhesiones de miles de nosotros elegidos democráticamente y decenas de miles de mujeres y hombres de buena voluntad de todo el mundo, organizándonos en conjunto y de inmediato podremos multiplicar las energías humanas, intelectuales y financieras que con grandes sacrificios hemos cumulado para este fin antes de que éstas se agoten. Sólo así podremos llevar a cabo el grande y a la vez simple proyecto de actuar contemporáneamente con los mismos textos parlamentarios sobre objetivos puntuales y comunes respecto a los Gobiernos, o a niveles más amplios y de iniciativas no violentas, frente a las embajadas, a las sedes de organismos internacionales, de decenas de Países en el mundo. Todo esto podría ser la chispa capaz de hacer estallar un incendio de paz, libertad, democracia y sobre todo de Gobierno concreto para solucionar las tragedias y los inmensos problemas que nos afligen.
Gracias. Shalom.