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Pannella Marco - 28 dicembre 1991
Los occidentales de la "democracia real"
Marco Pannella

SUMARIO: Compromiso del Partido radical transnacional en pro del reconocimiento de Croacia y Eslovenia. Reconocer estas repúblicas en este momento supone frenar el escenario de la gran serbia y la destrucción de la democracia en Zagreb y en las demás repúblicas.

(Vjesnik, 28 de diciembre de 1991)

Las posturas adoptadas recientemente por el Secretario de la ONU (al final de su mandato) y de la Comunidad europea contrarias al reconocimiento de las independencias democrática y justamente proclamadas por Croacia y Eslovenia, posturas abiertamente cómplices del racismo y del militarismo que oprimen en primer lugar al pueblo serbio, a su dignidad y a su historia, hay que combatirlas sin reservas y sin falsas prudencias.

Estas posturas reflejan la infamia y el obtuso cinismo de los países occidentales democráticos y de la Sociedad de las Naciones en los años 30, y preparan las mismas consecuencias infernales y malditas de por aquel entonces. El Nazismo hubiese caído en pocos meses y sin tragedias, (cuando no en lagunas semanas) si los vencedores de la Primera Guerra Mundial, en primer lugar Francia y Gran Bretaña hubiesen defendido los Tratados de Versailles cuando Adolfo Hitler ocupó la Renania y proclamó la anexión a Alemania, y prosiguió con la anexión de los Sudetes de Austria; mientras con sus tropas y las fascistas de Mussolini apoyaba el golpe "serbio" de por aquel entonces, el del general Francisco Franco contra la legalísima República Española.

Unidos, los conservadores británicos de Neville Chamberlain, los "demócratas" franceses de Daladier y de Laval, reaccionaron, de hecho, tras los nobles pactos de Munich con nazis y fascistas (tal y como hizo el comunismo con los pactos Ribbentrop-Stalin) cuando fueron atacados directamente por éstos sus interlocutores privilegiados. Lo mismo sucedió con la Urss de Stalin, durante décadas, protegida en su violencia por una interpretación infame de los Pactos de Yalta.

Los "occidentales", de la "democracia real" (en el sentido en el que se ha hablado de "Socialismo real" para el comunismo y su imperio), así pues, a lo largo de todo este siglo, han defendido los intereses auténticos o supuestos de sus Estados en vez de los ideales de democracia, de derecho, de libertad, de tolerancia; en vez de defender las necesidades imperiosas del planeta y de la humanidad.

El comportamiento de la Europa oficial, de la Comunidad de los Doce, en realidad ha sido siempre y lo es cada vez más deplorable con respecto a la situación de la ex-Yugoslavia. El escándalo, finalmente, empieza a salir a flote de forma suficientemente clara.

Los "occidentales", incluso la OTAN, han estado de parte de los "tanques", de los torturadores, de los asesinos de sus pueblos y de sus ideales, tanto con respecto al nazismo, como con respecto al fascismo, a las dictaduras suramericanas, africanas, de Oriente Próximo y del Lejano Oriente y del comunismo: tanto en Praga como en Budapest, en Teherán como en Bagdad, en Belgrado como en Tirana, en Riga como en Varsovia; con la única condición de que los dictadores y los opresores se limitasen a masacrar a sus propios países y a los otros sin amenazar, directa o indirectamente, a Occidente ni a sus más fieles aliados.

Sus valiosos aliados, desde hace cincuenta años, han sido un cierto tipo de "pacifistas", los de la "paloma de Picasso", los llamados partisanos de la paz, pero también los del "nuclear no gracias" durante la guerra fría, como antes lo fueron los "equidistantes" entre dictaduras y democracias (que impidieron el rearme contra Hitler y Mussolini, y el rearme contra la URSS catapultada a la conquista imperial de gran parte del mundo), que entraron en polémica con Gandhi durante gran parte de su vida y de su lucha, al igual que contra todos los no violentos, pacifistas que, al contrario de ellos, se encargan de luchar por la libertad política de los pueblos y de los individuos, incluso cuando la táctica de los dictadores es la de poseer un rostro pacífico a nivel internacional para poder oprimir mejor y destruir la libertad de su propio pueblo.

Por ello el Partido Radical, el primero y por el momento el único partido de la no violencia gandhiana organizado como transpartido transnacional, ha luchado a lo largo de estas décadas con sus débiles fuerzas (de forma dramática casi simbólicas con respecto a los efectos inmediatos hasta 1980) organizando luchas y manifestaciones incluso en el seno de países oprimidos por las dictaduras solidarios con los pueblos y no con los regímenes que les oprimen. Por ello, por otra parte, no solo en el Parlamento europeo y en el italiano, sino también por las calles entre la gente yugoslava, a lo largo de una década hemos sostenido que la crisis de la federación podía ser de crecimiento y no catastrófica, solo con una radical decisión federalista europea ("Europe now") y de democracia política, lo más cerca posible de las democracias anglosajonas, bi o tripartídicas, en vez de las partidocracias continentales europeas.

El Partido radical es un partido fuertemente antinacionalista, federalista, democrático, en cuyo eslógan principal reza: "por la vida del derecho y el derecho a la vida". Pero las decisiones coherentes con estos objetivos ideales deben llevarse a cabo (o no llevarse a cabo) de forma democrática por parte de los pueblos. No pueden y no deben ser impuestas: de lo contrario, en cualquier caso, no aguantarían y provocarían más dramas.

El Partido radical pidió (y luchó por) el reconocimiento de Croacia y Eslovenia cuando su postura oficial era la de una nueva confederación interna en la Comunidad Europea. Reconocer las nuevas repúblicas democráticas significaba por aquel entonces apoyar esta política constructiva, difícil pero no violenta, democrática pero no irresponsable y demagógica. Las fuerzas más responsables de la misma Serbia hubiesen tenido más fuerza ante la ofensiva racista y el poder militarista y paleo-bolchevique de Belgrado, dependientes o aliadas del partido de Milosevic con los peores intereses económicos, financieros-militares-industriales de círculos americanos y europeos aliados.

Reconocerlas en estos momentos significa asimismo impedir el proyecto de la gran serbia de derrocar la democracia en Zagreb y en las demás repúblicas, favoreciendo que suban al poder fuerzas reaccionarias, irresponsables, intolerantes, militaristas y chauvinistas, la "gran-croacia", la "gran-albania", etc, que hay que extraer del aislamiento creciente por parte de "su" Serbia, su poder violento, sangriento anti-cívico y antidemocrático.

Significa premiar el valor, la fuerza, las inteligencias democráticas y europeas, el crecimiento de responsabilidad incluso internacional de la clase dirigente croata, toda, no solo la del gobierno sino la de la oposición democrática y del pueblo agredido por el ejército golpista, por la cobardía europea y occidental.

Por ello el Partido radical cada vez más "croata" y croata porque es europeo, porque es no violento, porque es democrático, porque es federalista mundial y europeo, porque con la libertad y los derechos croatas se defienden también los del pueblo y de la democracia serbia, porque correrán el riesgo de pagar el más caro de todos esta página de infamia y de violencia llevada a cabo en su nombre e impuesta a sus ciudadanos. Por eso en al menos diez países, los parlamentarios miembros del Consejo federal han presentado mociones y propuestas de reconocimiento en sus parlamentos, y muchos de ellos han ayunado, para usar las armas de la no violencia, por primera vez, a menudo, en su vida. Por ello, nosotros debemos no solo gratitud, sino solidaridad concreta, en particular al jefe de Gobierno Gregoric, al vice presidente Tomac, al ex presidente Mesic, a los ministros Budisa y Veselica, y a las decenas de diputados del parlamento croata que se han sumado, haciéndolo suyo, al Partido radical transnacional, reforzando

y honrando de esta manera y no debilitando, los motivos de pertenencia a sus distintos partidos nacionales croatas; confiamos en que miles y miles de demócratas, de no violentos, de internacionalistas croatas sigan su ejemplo.

Por ello, por último, ante la cobardía de la ONU, la americana, la europea y la italiana, de todas las fuerzas políticas que deploran de boca para afuera lo que por el contrario determinan en los hechos, el Partido radical pone el listón más alto, para dar una respuesta convincente (que "venza con") y adecuada.

No es necesario tener la conciencia tranquila de baratija, dando con la mano izquierda una pequeña porción de lo que se roba con la mano derecha. Algunos "valores" "humanitarios" se me antojan fariseos, hipócritas, contraproducentes.

No se trata de ir a Dubrovnik, o a otros lugares, para quitarles a las madres, a los padres, a su tierra, a los niños o a los enfermos, para que tropas golpistas y racistas puedan cómodamente disparar y ocupar las ciudades asediadas. No. Es demasiado fácil. De lo que se trata, en todo caso, es de llevar a Dubrovnik a los nuestros hijos, a nuestros enfermos, a nuestros ministros, a nuestros "amigos", nuestras banderas. Al igual que con Osijek. Esta es la no violencia, esta es la solidaridad humanitaria, humanista, democrática, tolerante y civil.

En nuestros países una prensa de "democracia real" por una parte enseña el horror de la guerra impuesta por el ejército y por los criminales de guerra y de paz que reinan y oprimen a Belgrado y desde Belgrado. Pero, por otra, es como si se enseñase una de esas catástrofes naturales, terremotos, incendios, huracanes, contra los que se cree, en general, que no hay nada que hacer, salvo "después" y que no tenemos responsables políticos ni institucionales. De esta manera, luego, atribuyen la responsabilidad de la guerra llevada a cabo por el ejército golpista, a la "irresponsabilidad de ambas partes".

Nuestras luchas, al igual que vuestras razones, son censuradas, para evitar que se cree un movimiento de opinión pública que obligue a los gobiernos y a sus oposiciones igualmente - cuando no más - pro-serbias (como el Pds, el ex Partido Comunista Italiano). Nuestros ayunos, nuestras iniciativas parlamentarias, políticas, militantes, son más conocidas en San Petesburgo o en Bucarest, que en Roma o en Bruselas (y a veces en Zagreb).

Nos rendimos ante estas dificultades. Los no violentos son duros, halcones de la justicia y de la paz. El Partido radical hoy más que nunca.

Así pues, gracias a una inspiración que me viene de la vida y de las decisiones de Gandhi, en circunstancias muy parecidas para un no violento, lo antes posible, algunos de nosotros entre los que figuran objetores de conciencia contra el servicio militar en sus países de origen, solicitaremos poder vestir el uniforme de las fuerzas croatas de defensa, en el frente, para llevar a cabo los servicios por peligrosos que sean en calidad de no armados, llevando a cabo aquellas acciones no violentas de diálogo y de amor para quien de frente - debería verse obligado a agredirnos y a eliminarnos.

Confío que antes de Navidad, o poco después, pueda participar en esta obra, junto a vosotros, siendo uno más de los vuestros. En calidad de radical sobre todo, así como de europeo, italiano "croata" por lo dicho hasta ahora.

Mientras tanto mis deseos de paz, fraternidad, vida a todos vosotros, hermanas y hermanos, compañeros y amigos croatas, y al pueblo serbio, cuya vida y cuyo renacer deben ser deseados y necesarios también.

 
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