Raffaele La CapriaSe acaba de publicar la novela póstuma de Mariateresa Di Lascia, debutante muerta a los 40 años de edad. Una historia del sur que revela un talento extraordinario.
SUMARIO. Ficha de presentación, y posteriormente el largo artículo de R. La Capria, ocupan totalmente la página de apertura de la sección "Cultura y Espectáculos" del periódico. La Capria expresa su estupor ante la aparición de un libro extraordinario, que parece devolver el sentido de la novela, incluso en sentido "ottocentesco", a lo largo de la línea trazada por otras dos grandes escritoras, Elsa Morante y Annamaria Ortese. La Capria distingue en el trabajo de Di Lascia la presencia de dos obras, la "narración", por una parte, y el análisis profundo y dramático de la experiencia interior de una mujer-niña, la protagonista: una verdadera "novela de la sombra", de una "hiriente y violenta originalidad expresiva".
(CORRIERE DELLA SERA, 22 de febrero de 1995)
La autora de "Passaggio in ombra", la novela-revelación recientemente publicada por Feltrinelli, murió en Roma tras una breve enfermedad el pasado mes de septiembre, a sólo cuarenta años de edad.
Mariateresa Di Lascia nació en Rocchetta Sant'Antonio en la provincia de Foggia, el 3 de enero de 1954. Desde principios de los años ochenta, fue militante del Partido Radical. Llegó a desempeñar el cargo de vicesecretaria general en 1982, durante la secretaría Pannella, y fue diputada del Parlamento durante la novena legislatura.
Especialmente comprometida en el frente de los derechos humanos y del medio ambiente, participó en gran número de manifestaciones en países de la Europa oriental antes de la caída del muro de Berlín de 1989, y en Italia, había coordinado la campaña contra la energía nuclear con motivo del referéndum de 1987. Fundadora de la liga "Que nadie toque a Caín" para la abolición de la pena de muerte en el mundo, en 1993 había coordinado con Adriano Sofri la campaña "Yo ayuno" a favor de las víctimas de la guerra en la Antigua Yugoslavia. Mientras tanto Mariateresa Di Lascia había iniciado su actividad de escritora: tardó cuatro años de trabajo en escribir "Passaggio in ombra", desde 1988 hasta 1992. Inmediatamente después, escribió cuatro cuentos, uno de los cuales, "Compleanno", ganó el "Premio Millelire", escogido por el jurado compuesto por Gore Vidal, Angelo Guglielmi, Irene Bignardi, Gianluigi Melega y Paolo Mauri. El pasado año empezó a trabajar en una nueva novela, "Le relazioni sentimentali", de la que ha de
jado sólo los primeros capítulos. Todavía antes, en 1988, había concluido otra novela, "La coda della lucertola" que no quiso publicar.
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A veces uno se enfrasca en un libro que le deja lleno de estupor y satisfacción. Es algo que no suele pasar, sobre todo recientemente, por ello cuando pasa uno se pregunta de dónde viene este libro, intenta explicarse el motivo de su repentina aparición, busca parentelas y ascendencias posibles. Sin embargo, el libro de Mariateresa Di Lascia, "Passaggio in ombra" parece uno de esos casos excepcionales y únicos que sólo la muerte, cruel y prematura, que el destino había reservado para la joven autora, podía sellar. Pues es este un libro definitivo, en donde toda la parábola de una vida parece consumirse. Y podría decir, utilizando las mismas palabras de un personaje suyo: Mariateresa, "este libro es tu canto, esta es tu rebelión, es lo que queda de tus aspiraciones. Este libro eres tú".
Un libro nacido de la experiencia del dolor, pero sufrida hasta el fondo, hasta sus últimas consecuencias, hasta la enfermedad y la aniquilación. Y comprendida hasta el final, analizada lúcidamente hasta su más intima estructura, hasta sus fibras más escondidas. Y así, en esta novela se realiza una forma de "conocimiento fantástico", del intelecto que vivisecciona el corazón y el alma que se adueña de la mente, una forma de conocimiento más sutil e imprevisible que la aprendida con el estudio o en la vida, y que para ser expresada requiere un lenguaje particular. Un lenguaje que, aunque se parezca - como el de Di Lascia - al lenguaje común, está hecho de palabras, pensamientos y acercamientos de sintaxis y sensaciones, en los que predomina ese "refinado espíritu de la elección y ese delicado instinto de selección con los que el artista - según Wilde - comprende para nosotros la vida, dándole una pasajera perfección". No son muchos los escritores que se ciñen a este tipo de conocimiento. En Italia sólo dos es
critoras lo han hecho: son Elsa Morante y Annamaria Ortese. No quiero exagerar, pero no tengo ninguna dificultad en poner junto a ellas a Mariateresa Di Lascia. Reconozco en sus páginas el mismo "egoísmo encantador", la misma vibración apasionada, la misma energía femenina, la misma cognición del dolor. No es una cuestión de parecidos, pues la forma de escribir de Morante es más suntuosa y la de Ortese más literaria, es una cuestión de calidad de nivel de la imaginación.
Mientras leía "Passaggio in ombra" pensaba que hoy las mujeres le están dando a la narrativa italiana un aspecto distinto, tal vez más libre, en cualquier caso más intenso, sobre temas como la familia, las relaciones entre las personas de la familia, los cariños, los vínculos de amor, el dolor, la esperanza, en una realidad vista desde su punto de vista con una mirada nueva y menos convencional. Tal y como sucede a quien ha estado mucho tiempo en silencio y de repente se sorprende de poder hablar libremente.
La verdad es que con ellas la novela ha reconquistado ese sentido novelesco que se estaba perdiendo; esas ganas, esa capacidad de contar, esa cadencia, esa manera de hacer que crezcan como la levadura, a medida que surgen, los hechos y los personajes, entrelazándolos de forma fatal e imprevisible, que yo llamo "el paso del escritor de novelas". Y el "paso del escritor de novelas" y todo este femenino despertar se siente en el libro de Di Lascia. Se siente que este libro está hecho de dos novelas superpuestas que a ratos se funden y a ratos divergen. Una es la novela realista, un poco chapada a la antigua, al estilo del "ottocento", diríase, y es el motor que mueve la historia. La otra es una novela de introspección intelectual, y visionaria, hecha de geniales meditaciones y de ese conocimiento fantástico del que he hablado.
En la primera se cuenta - casi siempre desde el punto de vista de una niña - la historia de las relaciones con un padre que todavía no "ha puesto en regla su situación", y con una jovencísima y amorosa madre soltera, que esperará en vano, junto a la hija y bajo la mirada curiosa de todo el pueblo (un pueblo de Pulla) la llegada a la iglesia del novio y padre. Pero él no se presenta, se niega a casarse y a aceptar la paternidad, más por naturaleza intrínseca de irresponsabilidad que por desamor, más por abulia "que no permite transformar un propósito en algo de veras".
Ella, la niña, narrará la muerte de la madre acontecida por esta desilusión atroz. En la segunda parte del libro, el amor absoluto e imposible que nace en ella, jovencilla, por su primo carnal, se vuelve el tema obsesivo de la novela. Pero también el primo, tal y como había hecho el padre, a la hora de la verdad, acabará huyendo y la dejará sola. Este doble abandono determinará en ella una especie de enfermedad, una lenta disolución del alma y del cuerpo; de ahí, de esta disolución, de esta ruina de todas las cosas, arranca "Passaggio in ombra", de la voz de esta superviviente sin salida que narra la novela. Es una novela que procede "de forma algo anárquica", como un oír hablar de cosas "que se han enredado con destreza en las ramas de la memoria, y que se han mezclado a otras distintamente aprendidas" y nunca como una narración hilada. Sólo de esta manera, escribe el que narra, "he podido ser la trama de mi deshilachamiento".
«Qué valor ha tenido esta intrépida indagadora para escribir su canto y su rebelión, para hacer que del silencio que había en ella naciesen sus palabras, y para transformar su virginidad ante el acto de narrar y su inexperiencia literaria en una extraordinaria novela! Ella debe haber temido (tal y como decía de su madre) que "las palabras se le volviesen contra ella", y de haberlas "contenido demasiado tiempo, celándoselas a los demás", ella habrá tenido que "debatirse bajo los golpes de las palabras a las que no sabía hacer frente".
Se nota siempre esta lucha de una escritora en sus primeros trasiegos con las palabras, y se nota también, quién sabe a qué precio, que la ha vencido hermosamente con un resultado sorprendente precisamente desde el punto de vista literario.
Esta aún joven narradora ha tenido el valor de crear («por fin!) personajes estrechados por un nudo fatal, di deshacer este nudo con un análisis apremiante y "sui generis" trazado con el bisturí de la fantasía. Ha tenido el valor de escribir una novela que parece natural y construida, en la que la construcción, tal y como sucede con los cristales parece debida a una fuerza cuya procedencia se nos escapa.
Ha tenido el valor de inventarse personajes, sobre todo los femeninos, que como todos los humillados y ofendidos no tienen dotes especiales salvo la profundidad de los cariños y de los sentimientos y que parecen rescatar ignorancia y sujeción, e incluso la "estupidez", en una forma superior de inteligencia.
Ha tenido el valor de ambientar su historia en un pueblecito del sur (en Pulla) sin "caracterizarlo" en ningún momento, sin hacer sentir la pesadez (incluso literaria) de la realidad meridional. Ha tenido el valor de hacer contar gran parte de su historia a una niña que sabe y ve y oye muchas cosas, a su manera, pero de una forma articulada y compleja como la de una adulta. Su "angélica abstracción" está relacionada con un rechazo instintivo de la realidad, y con un mundo "en el que las cosas dejan de estar unidas", un único mundo posible "que comparado con los otros, los que había soñado y los que la habían aterrado, desaparecían como nubes barridas por el viento, como fantasmas sin fuerza" y en donde se tenía "la libertad de no tener ninguna forma".
Pero en "Passaggio in ombra" no existe sólo esta novela.
Superpuesta, entrelazada, hay, tal y como he dicho, otra novela, una novela de la sombra, precisamente, que tiene la fuerza visionaria de una Morante o de una Ortese, con una voz intrépida y concreta, inconfundible, que es sólo suya, de Mariateresa Di Lascia.
En esta segunda novela reina una especie de misterio cerrado por una silenciosa cortina protectora, y también en la escritura, a pesar del exceso de imaginación y tal vez precisamente para controlarlo, se vuelve densa y lúcida, de una hiriente y violenta originalidad expresiva, sobre todo en donde indaga en la enfermedad y en la angustia y en las causas más profundas del mal de vivir. De esta especulación fantástica, despiadada y orgullosa, ha salido esta novela en donde "el pasado se encarna en la fantasmagoría del sueño y atraviesa la región sin confines de la salvación".
Es de hecho un libro que quiere atravesar dicha "región sin confines" resurgiendo de los abismos de un dolor indecible explorado hasta las raíces, hasta el espiral de su Dna. "He escrito esta novela", dijo la autora antes de morir", "para que me amasen quienes me lean".