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Sofri Adriano, Pivetta Oreste - 27 febbraio 1995
"PASSAGGIO IN OMBRA", LA NOVELA POSTUMA DE MARIATERESA DI LASCIA

SUMARIO. Cuadro con la nota biográfica y un vistazo a su actividad, y dos artículos - respectivamente de Adriano Sofri y de Oreste Pivetta - fueron publicados en la página 5 del suplemento "Unità2" totalmente dedicada a la presentación de la novela de Mariateresa Di Lascia que desde hace poco se encuentra en las librerías, publicado por Feltrinelli. Sofri desarrolla una amplia comparación entre la "hermosa" novela de Di Lascia y "Menzogna y sortilegio" de Elsa Morante, con la que la primera presenta afinidades que Sofri resalta, aún advirtiendo de que nada le quitan a la originalidad del trabajo de Mariateresa Di Lascia. Sofri resalta de qué manera las protagonistas ("Giuseppina, Peppina, Anita, Chiara" etc.) tienen "un destino cerrado" "sellado" que se desarrolla al margen, o por debajo, de la "Historia", tal y como sucede en la novela de Morante.

A su vez, Oreste Pivetta advierte de que este es un libro "difícil", nada consolador, "poco acomodaticio", esencial, en el que no se recurre a alicientes paisajísticos o de otro tipo para atraer y conquistar al lector.

(L'UNITA', 27 de febrero de 1995)

Feltrinelli (1) acaba de publicar "Passaggio in ombra" (226 páginas, 26.000 liras), la novela de Mariateresa Di Lascia, de la que escriben en esta página Adriano Sofri (1) y Oreste Pivetta. Mariateresa Di Lascia nació en Rocchetta Sant'Antonio en la provincia de Foggia, el 3 de enero de 1954. Fue militante del Partido Radical y en 1982 se convirtió en vice-secretaria nacional (posteriormente parlamentaria en la novena legislatura). Fundó la liga "Que nadie toque a Caín", contra la pena de muere, y promovió la campaña "Yo Ayuno" a favor de las víctimas de guerra en la Antigua Yugoslavia.

Se remonta a los años entre 1988 y 1992 la escritura de "Passaggio in ombra". Inmediatamente después escribió cuatro cuentos, con uno de ellos de los cuales, "Compleanno", ganó el Premio Millelire. El pasado año empezó una nueva novela, "Le relazioni sentimentali", sin acabar. Había escrito otra novela, "La coda della lucertola", que no quiso se publicase.

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MUJERES DE UNA DIMENSION

Adriano Sofri

Hace algunos días, en Via di Ripetta, en Roma, se presentó una novela. Me hallaba entre los presentadores, llegué temprano a Roma, di vueltas por la ciudad, y pasé por la Via dell'Oca, en donde vivía Elsa Morante (2). Via di Ripetta está a un paso. El artículo que me gustaría escribir empieza así: "En una tarde primaveral, a pesar de que fuese mediados de febrero, la anciana escritora Elsa Morante se echó por los hombros un chal de colores y salió a la calle, cosa que no suele hacer, para asistir a la presentación de un libro, cosa que no hace nunca. El libro se titula "Passaggio in ombra", la autora se llama Mariateresa Di Lascia, tiene cuarenta años. Alguien le había dicho a Elsa que una mujer había escrito, al cabo de medio siglo, una novela hermosa y fuerte como "Menzogna y Sortilegio". Elsa, tosca pero con esperanza, lo leyó. Por ello, se dirigió hacia la sala de Via Ripetta, en busca de un asiento en primera fila para poder ver bien a la autora. La famosa escritora aguantó en una especie de duermevela

los discursos de los presentadores, en los que se recurría a su nombre, hasta que cruzó la mirada con la de Mariateresa Di Lascia, que le pareció a la vez tranquila y ansiosa. Entonces le sonrió como los encantadores, y a la par encantada. Mariateresa le devolvió la sonrisa...". Las cosas no fueron así, lo sabemos. Elsa Morante murió hace diez años. Mariateresa Di Lascia murió el verano pasado, sin ver su hermosa novela publicada. En su novela los personajes tienen destinos cerrados, sellados, en un sólo carácter, en un único acontecimiento. Giuppina todavía una niña se queda en estado, y vivirá toda la vida del hijo escondido y negado, Peppina vive de su doméstica megalomanía y del secuestro exaltado de su sobrina. Anita vive de su hija Chiara, y de un breve amor parecido a la compasión, reavivado cuando Francesco se encuentra en la cárcel injustamente, humillado y sin remedio cuando él la abandona en el altar nupcial. Chiara es espectadora y testigo niña del destino de una estirpe: se sale una vez, adolesc

ente (se tiene la impresión de que por primera vez salga de casa sola, sin sus queridas mujeres, sin la niñera Rosina, su mamá Anita, su tía Giuppina; sin su padre Francesco) como para realizar una aventura intrépida, el amor por su primo, el rescate de los bastardos, el cumplimiento de lo que durante generaciones ha sido sofocado. Pero no es más que un malentendido: como la paloma mandada fuera a buscar el verde, y no lo encuentra, y vuelve atrás, Chiara se anula y se arropa, pierde sangre y sexo. Reniega de su propia identidad de mujer, y asimismo la suerte de una madre que se había buscado a sí misma en el trabajo de obstétrica, antes de ser ofendida mortalmente. Chiara se queda como el huésped para siempre niña de las cosas usadas, y de la memoria de quién ya no existe. Los destinos de los hombres, de los varones, son a menudo odiosos, siempre pobres. En los destinos de las mujeres, las vidas que cuentan, un episodio, un encuentro, una pasión, una desgracia - y luego un "nunca más".

No existe Historia. El libro de Mariateresa no lo necesita. Las historias de sus mujeres se bastan a sí mismas. La Historia faltaba también en "Menzogna e sortilegio", a pesar de estar escrito inmediatamente después de la guerra. Mucho más tarde Elsa Morante contrapuso la Storia a las historias, e imputó a la primera la ruina de las demás: se vio con "aracoeli" que se había aguantado en el borde de la pena sin reparo. En el libro de Mariateresa el encoger los hombros ante la Historia llama mucho la atención, porque Mariateresa ha sido una persona pública y política - una diputada, incluso: milagros de la vieja cuestión radical - y febrilmente dedicada a preocuparse de los demás; y porque en su novela tienen un papel el consorcio agrario y el subsecretario y la justicia ye las intrigas de la postguerra. Teatrillo de la cuestión antigua y fatal de sangre, de "raza", de pudor violado y de bastardos insultados que atraviesa la novela. Esta antigüedad, esta larguísima duración, es una de las respuestas a la pregu

nta impresionante: cómo es posible que un libro comparable a "Menzogna e sortilegio", con una ambientación, una trama y un estilo incluso comparables, se escriba cincuenta años después y no sea un epígono sofocado, y brille con su propia luz?

La hemos citado demasiado a Elsa Morante en los últimos años. Por otra parte, esa maga da señales de vida continuamente. Un día, algunos años después de su muerte, Lucia, la fiel, su "nodriza de mar", a la pregunta de si necesitaba algo, dijo que no, que era rica: "So' arrivati li sordi de li sortilegi di Elsa" (2), quería decir los derechos de autor de alguna versión extranjera de "Menzogna e sortilegio". Los sortilegios de Elsa. Cuando le dije a Mariateresa que en su novela había episodios que recordaban la biografía de Elsa me contestó que no sabía nada. Pero la comparación con "Menzogna e sortilegio" es inevitable, tal y como notará el lector atento. Cuando le escribí, a propósito del libro todavía inédito, no había visto una nota que Sergio, su compañero sentimental, me dio después. En la nota, Mariateresa había escrito: "Donna Peppina Curatore: la mágica zia Peppinella y la trama de Menzogna e Sortilegio (recordar me gusta más todavía que vivir/Chiara". La comparación se deja tomar la palabra desde las

primeras líneas. En ambos libros la narradora es mujer, y coincide con un personaje femenino (para Elsa, si no me equivoco, es la única vez, hasta la catástrofe de "Aracoeli", en la que la primera persona se vuelve, por afrenta, en una voz masculina). Las dos son "la última de tres generaciones". Los dos libros empiezan por el final, "cuando todos están muertos".

Mariateresa: "En la casa en la que me he quedado, cuando todos se han ido y finalmente se ha hecho silencio....". "Muchos han intentado convencerme de que dejase esta casa, porque es pequeña y asfixiante...". Elsa: "Hace ya dos meses que mi madre adoptiva, mi única amiga y protectora, murió...." "nadie viene ya de visita a este pequeño piso en el que me he quedado sola".

Mariateresa: "... los desaliñados vestidos que cubren mi cuerpo".

Elsa: ."... arrebujada con el vestido rojizo de siempre...".

Mariateresa: "Cuando doña Peppina, que me amó más que a nada en la vida ... tenía doce años". Elsa: "mi segunda madre, la única que gustaba alabarme, e incluso encontrarme guapa... el día que me vio, una niña de diez años, entrar aquí por vez primera".

Mariateresa: "La criatura poco agraciada que se me avecina en el espejo ... soy yo. La consistencia de las carnes y la guisa confusa de mi vestir me desconciertan...". Elsa: "Mi reflejo se me cruza a traición; yo me sobresalto... y luego, tras reconocerme, me quedo inmóvil fijando mi persona".

La Elisa del debut de Elsa es, como Chiara, "sensible y morbosa debido a extraordinarias conmociones". Tiene una compañera: "La memoria... No sólo "mi" pasado, y en particular la infancia... sino también "su" pasado, el de mi padre y el de mi madre, y de mi familia difunta".

De una memoria semejante, Chiara vive tras la caída de su breve fuga, hacia la vida verdadera, hecha casi pantalla de la fantasmagoría de sus recuerdos propios y ajenos.

Otra, evidentes semejanzas: las mujeres, el sur, el amor del primo, el morbo fantástico de la genealogía familiar de Elisa, la "sangre" de los D'Auria. Incluso en los nombres - los padres Anna y Francesco di Menzogna e Sortilegio, Anita y Francesco de Passaggio in Ombra - hay un remitirse, como un saludo. Y la semejanza más fuerte, al menos aparentemente: la lengua. En esta última una afinidad es verdadera y profunda, y tiene que ver con dos calidades esenciales: la adhesión a un lenguaje femenino, como el que usan las madres y las nodrizas y las abuelas con los nietos, y las niñas con ellos; es un estilo regio, docto pero que pasa de la doctrina, e indiferente a la opinión de los demás. De esto, por lo que se refiere a Mariateresa, tengo experiencia directa, con respecto a las versiones de su trabajo, al condescender distraída ante ciertas correcciones, y al puntilloso rechazo de otras. Un dominio sin esfuerzo y sin sujeción a su propia escritura. Pero la escritura lozana y lujuriosante de Elsa en "Menzogna

y sortilegio", que hizo hablar de un barroco morantiano, es ajena a Mariateresa. No le es ajena ni una fuerza de excitación, ni la magia de las palabras dichas y calladas: sino el viento que hinchaba y convertía en otras cosas las frases de Elsa, obligándola de vez en cuando a verdaderos intermezzi poéticos, trabalenguas desenterradas o canciones suyas, alza las palabras de Mariateresa sólo como una cometa con el hilo corto, que uno aprieta fuerte con la mano, y que la hace aterrizar enseguida. La lengua del cuento de Mariateresa necesita encerrarse en cada capítulo en sí misma, lacónica y seca: al igual que una tapadera que tapa, una puerta que se cierra. De casas cerradas, de una claustrofilia y reclusión monacal está construida también "Menzogna e sortilegio", en donde la niña se mueve entre una casa y otra, secretas todas ellas y ninguna realmente suya, y aventurarse fuera, más allá del pueblo, hasta el tren y en la ciudad cercana es el sello de la perdición. Chiara vuelve sin alma. En aquel episodio la

lengua cambia, y también el tiempo: Chiara está hablando de sí misma, y de una sí misma que actúa, sin embargo, en su impulso convulsivo y arruinado es más distante que nunca, se la ve más desde fuera que en ningún otro episodio. En otra parte, la niña había sido vista a través de los ojos de las demás mujeres, lo que quita descripciones de sí misma, de su propia belleza, de su propia promesa, toda complacencia y remilgos, convirtiéndolas en amargas y lastimosas.

El escándalo que Elsa posteriormente describirá sobre todo a través del Useppe de la "Storia", cuando su mirada de madre ya no será disimulada, es el escándalo infringido a los niños y a las criaturas animales - Bella o Ida. El escándalo al que no resiste Chiara, del que se repara, como Useppe con el gran mal, con los ojos que se entornan y el sueño que invade, y luego con las crisis de asfixia y la enfermedad y la ruina, es su propio escándalo, el de una niña que no aceptará ya la vida, de niña que ha visto los conejos matados de esa manera, que ha visto al chiquillo Saverio apaleado sin quejarse, que ha visto la mirada de su padre con el hierro en las muñecas, que ha visto a Anita traicionada mientras esperaba a su esposo en el altar, y posteriormente humillada en su búsqueda, y que la ha visto morir. El exceso de pasión de la Elisa de "Menzogna e Sortilegio", y el final delirio epistolar (y de escritora) es totalmente lejano de Chiara, y esto marca la distancia cada vez más fuerte entre las lenguas. La me

moria y la escritura de Chiara coinciden con su vida que se entumece y se aproxima a la muerte. Es la muerte, de hecho, el baile entre la Memoria y el Futuro la que cierra el libro de forma conmovedora.

Tiene que haber, aunque sólo sea en la imaginación de nosotros los que seguimos vivos, un lugar en el que Elsa Morante le haya sonreído a Mariateresa Di Lascia, y Mariateresa a ella.

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UN DIALOGO CON EL CANSANCIO DE VIVIR

Oreste Pivetta

"En la casa en la que me he quedado, cuando todos se fueron y finalmente cayó el silencio...." cuenta Chiara remontándose a los rostros y a los lugares de su historia y de las historias cercanas a la suya y en el fondo a la nuestra, porque tocan la vida y la muerte, el sentido de la existencia y las razones de su conclusión, "... me arrastro perezosa y polvorienta con mis viejos vestidos encima, y las cajas amontonadas contra las paredes rebosan retales sacados de los mercadillos sudados del viernes". Tras las primeras líneas de la primer página, que son el presente, Mariateresa Di Lascia puede empezar a escribir sobre su cabello rubio, su padre Francesco, Anita, zia Peppina, un pueblo que sabemos está en Pulla, que se deja imaginar, entre campos y colinas, con discreción, que está vivo aunque sólo se mencione, como por brochazos leves de una pintura que debe impresiones más que perspectivas y particulares. Pero lo que se siente fluir por sus palabras es un alma profunda que dialoga sobre lo esencial, mientr

as que las voces resuenan a la luz del mundo persiguiendo y descifrando momentos comunes, familiares, que la escritura puede volver memorables. Por eso "Passaggio in ombra" es una novela muy curiosa, un libro difícil e incómodo, que se lee con el cansancio interior de las cosas importantes, serias, incluso con sufrimiento pues devuelve fragmentos de la "verdad", cuando alrededor todo corre a mistificar, a ocultar, a la falsedad y precisamente cuando se finge poner en acción el sentimiento.

Mariateresa di Lascia acabó de escribir "Passaggio in ombra" en 1992, lo entregó al editor que no tardó mucho en decidirse a publicarlo. Mariateresa murió el pasado septiembre. Tenía cuarenta años. Creía en este libro. Ansiaba verlo. No ha sido así. Pero no podemos hablar de un mundo editorial que no ha sabido escuchar o que ha dejado en manos de la casualidad a sus muchos posibles autores. Podría suceder que la distracción corra por cuenta del público de los críticos o de los lectores. Tal vez no sea así. Raffaele La Capria ha escrito que en esta novela "se realiza una forma de conocimiento fantástico, del intelecto que vivisecciona el corazón y del alma que se apodera de la mente, una forma de conocimiento más sutil e imprevisible que la aprendida con el estudio o con la vida..." como sólo dos escritoras en Italia han sabido: Elsa Morante y Annamaria Ortese. Es cierto que la narrativa italiana, de cuya muerte o crisis o enfermedad se discute a menudo, deja entrever estas pruebas, que tienen la intensidad y

los modos "antiguos", antiguos por contraposición precisamente a la vacuidad y a la artificiosidad de muchas cosas, no todas, nuestras "modernas".

Los personajes, los diálogos, ese campo que se entrevé solitario y recio (sin demasiado énfasis) componen una historia que es un conjunto de historias, entre las que se puede hallar una pública, social, colectiva, de esta Italia, junto a otras historias de padres e hijos, de amigos y parientes. Cada uno le da su propio sentido a la vida, que es ambición, amor, proyectos, frustraciones, penas, envidias, debilidades y demás... Las historias son el marco y a su vez el eje. En el medio crecen el sentimiento y el conocimiento íntimos, personales, que sólo el dolor vivido hasta las últimas consecuencias permite. La biografía personal no la conocemos (a parte de la política) y tal vez no entra aquí. Lo que cabe es la mirada que se adapta a coger lo que es natural a nuestro alrededor, a coger esa normalidad suspendida indiferente y desilusionada que escribe la cifra de una vida en la que en el fondo uno se puede rendir por consolación ante una sonrisa.

N.d.T.

(1) EDITORIAL FELTRINELLI . Una de las más destacadas editoriale italianas, fundada por GIANGIACOMO FELTRINELLI . (Milán 1926 - Segrate 1972). Editor y fundador del Instituto Feltrinelli para la historia del socialismo y del movimiento obrero internacional (1950) y de la editorial del mismo nombre (1954). Fue asesinado mientras preparaba un atentado terrorista, con un poste de alta tensión.

(2) MORANTE ELSA . (Roma 1912-85). Escritora italiana. "Menzogna y sortilegio" (1948), "L'Isola di Arturo" (1957), "La Storia" (1974). Il mondo salvato dai ragazzini (1968). Estuvo casada con el escritor Alberto Moravia.

(3) SOFRI ADRIANO . (1942). Líder del movimiento de extrema izquierda italiano "Lucha Continua". Periodista, escritor. Procesado y condenado a veinte años de cárcel como presunto corresponsable del asesinato del comisario de policía Calabresi. Lúcido y desencantado memorialista. Posteriormente absuelto.

(4) "So' arrivati li sordi de li sortilegi di Elsa", en dialecto romano, ha llegado el dinero de los sortilegios de Elsa.

 
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